Cerró Café Vinilo, la sala de conciertos de Palermo que se encontraba entre las mejores de la Ciudad
El espacio de la calle Gorriti debió cerrar definitivamente; sus productores buscan una nueva sala, más pequeña, para seguir organizando shows
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“Hasta pronto”. Esa será la frase que vea todo curioso que se asome a su página web. Luego de 12 años dedicados a la actividades artísticas, especialmente como uno de los espacios de culto para los amantes de la música popular latinoamericana, Café Vinilo cerró las puertas de aquella casona de la calle Gorriti que durante tantas noches y trasnoches se llenó con público y artistas.
Los productores de esta sala, Teresa Rodríguez y Eduardo Misch, anunciaron la despedida mediante un comunicado: “Los grandes amores requieren largas despedidas. Demoramos esta comunicación ya que de alguna manera nos resistimos a la idea de despedirnos de nuestro querido Café Vinilo de la calle Gorriti. Luego de doce años de gran aventura, construyendo trayectoria e ilusiones entre todos, debemos decirle adiós al hermoso espacio que generamos”, dicen las primeras líneas.
Hasta el cierre por la pandemia de Covid-19, Vinilo fue un espacio que ofreció conciertos en su sala principal y en el bar que daba a la calle, casi todos los días de la semana. “Con muchísimo esfuerzo intentamos sostenerlo durante este tiempo de pandemia pero no fue suficiente. Por eso hoy cerramos un ciclo, pero con el espíritu inquieto. Porque nuestras ganas de seguir produciendo música independiente y colectiva están más vigentes que nunca y nos llevan a continuar en el camino del arte buscando nuevos horizontes donde poder hacer realidad nuestro deseo que, entendemos, compartimos con muchos de ustedes. Impulsados por la pasión y el coraje, estamos en la búsqueda de un nuevo espacio para poder continuar con el disfrute de nuestros encuentros. Nuestro deseo es hacer de Café Vinilo una nueva Casa Vinilo donde pronto podamos brindar y compartir arte independiente. Queremos agradecer a artistas, productores, técnicos, managers, periodistas, diferentes equipos de trabajo y sobre todo al público que acompañó estos doce maravillosos e intensos años. Entre todos hemos hecho de Café Vinilo uno de los espacios culturales de referencia de la ciudad de Buenos Aires. Esa marca imborrable quedará por siempre guardada en el corazón.”
El mensaje manifiesta que habrá una segunda oportunidad, en otra sede, seguramente con otras características. Y los que pasaron por allí, en su rol de artistas o de público, recordarán la calidez de la casona que cobijó actuaciones memorables y de ese patio antiguo, donde la gente se reunía minutos antes de cada función. Los que salían de la sala grande se cruzaban con los que iban a escuchar música en el bar. Había programación seis días por semana, especialmente diseñada en ciclos que difícilmente se pudieran ver en otros escenarios.
“Fue algo que tuvimos que procesar -dice Teresa, en diálogo con LA NACION, como una extensión de esas líneas que escribió y que circularon en el mundillo de la música popular-. Tuvimos que prepararnos para dar la noticia por lo desesperanzador que era anunciar que se terminaba Vinilo sin saber si queríamos continuar ni cómo. Fue difícil sostener un espacio de música cuando la idea es hacer un aporte a la cultura y no simplemente poner un negocio. Tenemos ganas de seguir, estamos en la búsqueda de otro espacio, más chico, y esperamos concretarlo en los próximo meses. Será algo más íntimo, aunque Vinilo siempre fue algo íntimo”, dice la productora.
El proyecto surgió hace poco más de doce años cuando el músico de tango Cheche Ordónez le dijo Teresa Rodríguez: “Pienso en un lugar para la música que tenga piano de cola”. “Dale, vamos”, le respondió la productora. El objetivo era hacer el mejor lugar de música en Buenos Aires. Poner la vara bien alta para garantizar calidad. “Desde el nivel de escucha dentro de la sala hasta el trato con el artista, todo eso hacía de Vinilo un lugar pensado para la música -dice ahora Teresa, al recordar todo lo que allí se produjo en más de una década-. Hacer un festival a dos pianos, con dos pianos de cola en una sala para 100 personas fue algo impresionante”.
En el escenario de Café Vinilo hubo ciclos como Tango Contempo y fue sede del festival de jazz de Buenos Aires. Se realizaron grabaciones de conciertos que terminaron convertidos en discos en vivo, de la cubana Yusa, Puente Celeste, Adrián Iaies, la Orquesta Victoria, Juan Cruz de Urquiza, Luna Monti y Juan Quintero, Aca Seca Trío, Diego Schissi con su quinteto, la orquesta El arranque, el Ensamble Chancho a Cuerda, Matías Rubino y Fadeiros.
Por aquella sala de ladrillo a la vista, apenas decorada con los viejos latones de galletitas transformados en lámparas, también pasaron desde Maria João con Guinga a Dino Saluzzi, de Cecilia Todd a Raúl Barboza. En distintas épocas: Luis Salinas, Julieta Venegas, Hugo Fattoruso, Lidia Borda, Fernando Cabrera y Vitor Ramil. También sufrió clausuras por cuestiones reglamentarias, peleas con vecinos por el sonido y una pandemia que obligó a quienes impulsaron el espacio a recapitular, o a dar vuelta la página y comenzar un nuevo proyecto. Distinto, pero parecido, porque adonde vayan seguramente estará el espíritu de aquel Café Vinilo.
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