Celeste Carballo: la reina del blues argentino
La cantante grabará hoy en vivo el álbum Me vuelvo cada día más loca, de 1982, en el teatro Ópera
Pappo se enamoró cuando la escuchó cantar blues por primera vez. Celeste Carballo estaba saliendo de la adolescencia. Era 1976 y debutaba con su banda Alter Ego. "No nos iban a parar", repite ahora como un mantra. Escuchándola cantar más de cuatro décadas después con esa voz y esa hondura blusera es fácil comprender por qué el hombre más duro del rock vernáculo cayó rendido a sus pies.
Celeste tiene los mismos ojos color verde profundo y la intensidad en la mirada de sus comienzos rockeros. Ahora pone una grabación de su celular, un adelanto de su nuevo disco, Por amor al blues, que está terminando de grabar y en el que rockea junto a Juanse como en sus primeros años. "Un día García" es un hit clavado, una perfecta crónica de una noche de rocanrol stone junto a Charly García en las playas de Mar Azul en 2002. "Habla de una temporada en que fui a tocar a Mar Azul, cuando todavía no había nadie. Recuerdo que iba corriendo hasta el faro como Dios me trajo al mundo. Coincidimos ese año con Charly en Gesell y me dijo: «Vení a tocar y después vamos a ver la salida del sol en el mar». Tocamos juntos, pero al amanecer Charly nunca llegó", recuerda, y se ríe del momento, tan García. Celeste lo conoció en los setenta. Violeta, su hermana mayor, era chofer de la camioneta con la que giraba Sui Generis. Ella le presentó a Charly. "Yo todavía estaba en el secundario y cantaba canciones en la guitarra", recuerda.
Charly vio en esa adolescente inquieta un destello especial. El mismo que vio Pappo. El mismo que detectaría el gran público en 1982 cuando lanzó su álbum debut, Me vuelvo cada día más loca, que fue disco de oro antes de salir a la venta. "Fue el fruto de diez años en el underground porteño. La primera vez que canté «Me vuelvo cada día más loca» y «Una canción diferente» fue acompañada por Los Redonditos de Ricota en La Plata. Todo ese trayecto culminó en el disco. Fue también la explosión de comprar mi primer departamento. De tener una vida que toda la vida quise tener. No fue un éxito de la noche a la mañana. Tenía canciones que venía cantando hacía dos años y otras de ese momento, como «Me vuelvo cada día más loca», que hice cuando estalló la Guerra de Malvinas y se refería a no aceptar como normal la violencia del Estado", refresca la memoria Celeste.
El álbum, en el que participaron Pappo, David Lebón, su sobrino Lito Epumer, Leo Sujatovich, Oscar Moro y Nito Mestre, tenía canciones que se transformarían en himnos de su historia: "Es la vida que me alcanza", "Coronel Pringles", "Qué suerte que viniste" y la versión de "Desconfío" de Pappo. Ahora volverá a grabarlo completo, en el Ópera, para subirlo a Spotify, bajo su propio sello, CC Digital.
Celeste recuerda la historia de la canción "Es la vida que me alcanza". "A la vuelta de los conciertos, en vez de irme a dormir, tomaba unos mates y grababa con la guitarra todo lo que me venía a la cabeza. «Es la vida que me alcanza» nació así, en esa rutina cotidiana, como muchas de las canciones del blues. Un día vino una amiga y me dijo que estaba buenísima, que la tenía que cantar. Yo la había hecho como un juego. «Debajo del aguaribay», tiene ese mismo espíritu. Salió haciéndoles una broma a los vecinos que piensan que estoy de joda siempre."
Sin aviso, y como una blusera de vieja escuela, utilizando sólo sus manos y golpeando sus rodillas para llevar el ritmo, empieza a cantar el tema a capella. "Y a las siete de la mañana todos los vecinos se levantan para ir a trabajar..." Podría estar cantándola en medio de un campo de algodón en el sur de Estados Unidos o en la chacra, cerca de Sierra de la Ventana, adonde la llevaron a vivir sus padres durante la infancia. "Crecí en un lugar donde no había electricidad, pero sí mucho tiempo para leer y escuchar la radio. Recuerdo acompañar a mi papá en largas caminatas para buscar las vacas que se soltaban; él iba canturreando, haciendo ese canto gutural asturiano de la montaña", añora Celeste.
"Debajo del aguaribay" tiene la esencia rural del rhythm & blues. Eso la lleva a una pregunta existencial que se repite en voz alta y que le hizo una comentarista de radio estadounidense. ¿Cómo es que en un país tan lejano de Estados Unidos salió una cantante de blues como vos? "En ese momento me sorprendió, porque para nosotros es natural. Tal vez se da una conexión entre el blues y nuestra baguala. A mí me viene por el lado asturiano y la sangre de montaña. Tampoco nos olvidemos de que todos vivimos en este planeta y es como una coctelera. La música de cualquier parte nos termina perteneciendo a todos. Por eso, acá surgió este sub blues, el blues argentino."
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