Cat Power: cómo combatió las ideas suicidas, el consejo para quienes necesitan ayuda y su amor por la obra de Bob Dylan
La cantante, que nos visitó el año pasado, recreó en el Royal Albert Hall de Londres el histórico concierto en el que Dylan electrificó su sonido; el álbum en vivo, la lucha contras sus demonios y su gran momento personal
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“¡Obvio que no!”, grita Cat Power al teléfono cuando se le pregunta si ensayó mucho el repertorio de Bob Dylan antes de grabar Cat Power Sings Dylan: The 1966 Royal Albert Hall Concert, el excelente álbum en el que recreó en vivo el mítico recital en el que Bob Dylan transicionó a la electricidad y con ello se ganó el rechazo de sus seguidores más intransigentes. Y no es que Cat Power crea que cualquiera puede acercarse a la obra de Dylan sin estudiarlo, sucede que ella puede hacerlo porque conoce el repertorio del cantautor como pocas personas en el mundo.
“La música de Bob Dylan estaba en todas partes para alguien que creció en mi contexto demográfico y es de mi generación. Crecimos escuchándolo en el auto de nuestros padres, en la radio, en la vida cotidiana”, explica Cat Power, nacida como Charlyn Marie Marshal hace 51 años, en Atlanta. “Ahora este tipo de experiencias son más difíciles porque todo el mundo está quieto y escuchando música en sus auriculares, en su propio mundo. Pero en aquella época la música sonaba en el ambiente y de todos los grandes músicos de la época, Bob Dylan era el que siempre nos decía las cosas justas, incluso sonaba literal cuando lo que hacía era muy poético”.
Fue por eso que cuando recibió la invitación para tocar en el Royal Albert Hall de Londres no dudó en homenajear a Bob Dylan y aquel show de 1966 que marcó un antes y un después en la historia de la cultura rock. “Fue una decisión muy simple para mí. Les dije automáticamente que iba a tocar canciones de Bob Dylan para recordar aquella noche que lo mandaron a la hoguera. Tiene un valor especial para mí recrear ese show porque fue una noche que impactó en todo el mundo occidental que estaba escuchando canciones de protesta y de pronto se encontró con que eso también podía tener el sonido del rock. Así que estoy muy feliz con mi decisión”.
–¿Cuál es el valor máximo que creés tiene ese show en tanto cambio estructural para la cultura rock?
–Creo que dejó en claro quienes querían usar la poesía como algo más. Como una invitación a experimentar, a animarse al viaje de liberar el cuerpo, de interesarse por conocer el mundo, ir a París a hacer la revolución, probar LSD; se trataba de viajar al futuro. Liberarse de preconceptos no es fácil. Entonces, obviamente Dylan ahí trazó una línea y los más conservadores quedaron atrás, anclados en la canción de protesta.
–¿Qué recordás de tus primeros acercamientos a la música de Bob Dylan?
–Recuerdo que siempre me hacía pensar. Y me resulta interesante eso porque yo era muy chica. Entonces sus palabras me dejaban pensando en sus significados, era como armar un rompecabezas que no sabía qué forma iba a tener. Era muy chica para entender de qué hablaba, pero cuando me cayó la ficha pude entender todo el mapa de su obra. Cómo su obra y su vida son parte de la misma cosa y dan como resultado esas canciones.
–¿Y desde el punto de vista artístico, qué aprendiste cuando empezaste a cantar sus canciones?
–El pensamiento crítico y la contemplación. Él es de Géminis. Entonces es blanco o negro, o las dos cosas. Eso se aprende fácil, pero los grises están ahí también, en la genialidad de su poesía, y la vida es así, esa es la lección. Hay muchas cosas que podés hacer para no caer en los extremos, pero para eso se necesita pensamiento crítico y contemplación. Y siento que es muy importante que los jóvenes entiendan eso, que salgan de sus pantallas e interactúen entre ellos, que se hablen cara a cara sobre las cosas que están pasando en el mundo. Por eso respeto el mensaje de Taylor Swift, Beyoncé o Dave Chapelle, por ejemplo. Son gente con muchísima llegada, con muchos seguidores. Es importante que se aliente a los jóvenes a tener este tipo de conversaciones para que se acerquen a sus padres, a sus comunidades, barrios, escuelas, iglesias, lo que sea. Cambiar las relaciones de trabajo, los vínculos y las formas en las que hacemos amistades.
-¿Creés que revisitar a Bob Dylan puede ayudar a eso?
-Tengo fe en eso. Creo que puede hacer que jóvenes se interesen por Bob Dylan y que a partir de ahí quieran aprender sobre Derechos Humanos, sobre la naturaleza de nuestro país, los asesinatos de John Fitzgerald Kennedy, Martin Luther King y Malcolm X. Y tal vez inspirarlos a votar conscientes de la importancia de la historia, de los derechos LGBTIQ+, que no haya censura a libros de historia, que se respeten los derechos de las mujeres. Nada de eso está consolidado, tampoco el respeto a las comunidades indígenas y la gente de color. Millones de personas en Estados Unidos viven bajo la línea de pobreza. Y tenemos que luchar para cambiarlo. No digo que este disco va a lograr todo eso, pero sí sé que puede llegarle a los jóvenes que quieran pensar en el otro. Y también es un disco que me demuestra que estoy viva y feliz. Funciona como recordatorio de eso para mí. Estoy viva, soy feliz y me importa que el mundo sea mejor. Me importa aprender de mi hijo y que esté dispuesto a tener conversaciones profundas conmigo. Tengo fe en el futuro porque son niños muy inteligentes y los cambios se pueden dar de maneras más rápidas que en los 60.
-Por lo que se escucha en el disco, tu forma de interpretar a Bob Dylan parece, por un lado, venir del respeto por sus letras y su performance de ese show en particular, pero también de las licencias en el fraseo y en las armonizaciones.
-Sí, no me había dado cuenta hasta que mi manager me lo hizo notar. Me mostró contento cómo entraba a los estribillos, cómo lo hacía distinto a Dylan. Y mi respuesta fue: “Amigo, lo hago así desde que tengo 10 años”. Pero me pasa con todas las canciones que reinterpreto. De tanto cantar arriba, fui armonizando. Puedo cantar todas las canciones de Thriller armonizando con Michael Jackson. Es un juego que hago con las canciones que amo. No puedo cantar como ellos, puedo cantar como yo. También fue por eso que no quise ensayar demasiado antes de tocar este show en vivo. Las canciones ya me las sabía, solo quería tener las letras a mano porque Bob Dylan cambió algunas letras ese día y quería cantarlas con esos cambios. Quería que sean fieles a la grabación original. Pero lo que más me importa es la enunciación, la forma en la que las palabras son cantadas.
-¿Creés que la magia de una canción está más en la forma de cantar las palabras que en la palabra en sí?
-Sí, claro. [Canta “Gracias a la vida”]. Cuando escuché esa canción por primera vez yo tendría 26 años, y no sabía qué decía la letra, pero me puse a llorar igual. Y tenía que ver con la forma y la pasión con la que estaba cantada. Eso era todo lo que tenía que saber. Es una de mis canciones favoritas de todos los tiempos. Y no sabía qué carajos estaba diciendo. Pero la música es algo que nos llega a todos desde que nacemos y es una conexión universal. Cualquiera puede cantar “Imagine”, nos une a todos. Hayas nacido en Afganistán, Singapur, Canadá o Estados Unidos. Y creo que el show en el Royal Albert Hall es de esos momentos donde tomamos consciencia de que la música nos puede unir eternamente.
-Retomando lo que dijiste sobre este disco como una confirmación personal de que estás viva y feliz: ¿Cuál es el recorrido interno que hiciste a partir de este álbum?
-Hay algo de la trascendencia, o como quieras llamarlo. Y tiene que ver con el hecho de estar viva. De mis propios límites y de mi crecimiento. De ser una pequeña chica de 14, 15, 16 años que lo único que quería hacer era pintar, mudarme a un lugar en el que nadie hablara inglés y estar rodeada de colores. Quería ser pintora. No me interesaba otra cosa, soñaba que pintaba. Y de pronto soy una mujer que canta. Empezás a cantar para ganarte una plata extra y tener esos 50 dólares de más al final del día. Y de pronto pude cantar temas de Bob Dylan en el Royal Albert Hall.
-¿Creés que ese amor por la pintura puede verse en tu forma de hacer música?
-Sí, pero en la forma en la que grabo. Porque hay algo de los sonidos y los colores que pueden traducirse mutuamente. La forma en la que doblás las voces o sumás una guitarra. Es como que ves hacia donde se mueve todo y le sumás cosas a lo que escuchás. Se te forma la imagen y vas a buscarla. Estar mezclando una canción y estar pintando un lienzo se parecen mucho.
-También hablaste antes de que estás en un momento personal de felicidad. Algo que no es menor siendo que siempre hablaste de su salud mental y de la importancia de hablar al respecto.
-Hace poco perdí a un amigo. Perdí a mucha gente cercana que se ha suicidado. Y estoy en un momento de agradecer que no tomé esa decisión yo. Muchas veces elegí no terminar con mi vida. Elegí atravesar la noche, por así decirlo. Hoy en día hay muchas herramientas disponibles para conseguir ayuda, muchas de ellas son gratis. Hay asociaciones para lidiar con estas cosas. Es importante recordarlo. Podés conseguir ayuda inmediata. No renuncies a la posibilidad de hablar con alguien. Siempre habrá alguien dispuesto a escucharte en algún lugar del mundo. Vas a creer que nadie te entiende, que no hay solución, pero no es así. Vas a conocer personas que atravesaron lo mismo, sea adicciones, traumas de la niñez, ansiedad, abandono, lo que sea. Creo que estamos todos en el mismo camino. Un camino circular en el que cada uno hace su recorrido, pero no deja de ser circular y conectarnos a todos. Estoy acá para decirte que resistas, que no dejes que algo te venza. Respirá profundo y sacalo de tu cuerpo y tu mente. Avanzá al próximo día. Esperá al próximo amanecer. Descansá y cuidate que el próximo día va a ser mejor. Superá la noche, la oscuridad y el dolor. Y hablá con especialistas. Hoy todo está al alcance de la mano. Esas cosas no estaban antes, cuando mi mamá lo necesitó, cuando mis abuelos y mis tatarabuelos lo necesitaron. El mundo puede ser cada día mejor y no tenemos que dejar que nadie nos quite eso. No vamos a dejar que pase. Y lo primero que tenemos que hacer es dar ese primer paso para ser nosotros mismos.
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