Está celebrando tres décadas desde que encontró su identidad musical a partir de la renovación del vallenato; su nueva gira que lo traerá a Buenos Aires el 3 de junio, para presentarse en el Movistar Arena
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La última semana Carlos Vives recibió el premio Legend, durante la ceremonia de los Latin American Music Awards, que se realizó en Las Vegas. Es un premio que no llega a las manos de cualquiera solo por haber hecho un disco bello o una canción que rankea en lo más alto de los charts de plataformas digitales. Se necesita una trayectoria amplia para ser candidato a ese galardón. Tras haberlo recibido, su compatriota Shakira escribió en redes: “Carlos, eres el poeta que hace sus versos con la tierra mía. Un músico extraordinario y mas extraordinario aún tu corazón de amigo fiel. Artistas como tú aparecen cada mil años, por eso hoy queremos homenajearte. Lo que has hecho por nuestra Colombia no lo han conseguido ni políticos, ni filántropos. Gracias por rescatar nuestro folclor y recordarnos lo que fuimos, lo que somos y lo que podemos ser. Tú le has llevado a niños, a ancianos y a quienes no conocían nuestras costumbres, ni hablaban nuestro idioma un pedazo de nosotros en cada canto. Y nos has recordado todo lo que valemos, lo que sentimos y cuánto y con qué fuerza llegamos a amar. Tu legado es invaluable porque nos representa a todos. Sigue construyéndolo por nosotros y vuela alto como un cóndor sobre la sierra! Te quiero amigo, te queremos todos”.
Ya en la década del ochenta su cara se paseaba por las novelas de la televisión colombiana y portorriqueña. Con el tiempo talló un estilo propio que acusa tres décadas. Volvió a sus comienzos porque grabó una tira para Disney+, El club de los graves, estrenada en febrero pasado, en la que se pone en la piel de un profesor de música. Viene de publicar, en 2022, el segundo volumen de Cumbiana y acaba de lanzar Escalona: Nunca se había grabado así, álbum con el que retorna a sus inicios, el vallenato, a través de un homenaje a Rafael Escalona.
Ahora comienza una gira: El tour de los 30, la llamó, que lo traerá a Buenos Aires para actuar el 3 de junio en el Movistar Arena. El autor de “La gota fría”, el intérprete de “La bicicleta” junto a Shakira y de tantas colaboraciones con Alejandro Sanz, Sebastián Yatra, Wisin y Daddy Yankee, entre otros, viene en plan de festejo.
Claro que los números no cierran. Son muchos más que treinta los años que Carlos Vives lleva en el mundo artístico, como actor y también como cantante. Pero todo tiene una explicación y ésta viene por el lado de que comenzó a contar desde que se sintió verdaderamente identificado con un proyecto artístico y discográfico. Se vio reflejado allí. Tanto que todo lo que vino después, más o menos aggiornado, tiene que ver con esos comienzos cuando el vallenato se actualiza con otros sonidos e instrumentos.
De hecho, hay un singular arraigo de Vives con su tierra, especialmente con su país. Por la proyección que ha tenido su carrera, bien podría haberse afincado en ciudades o países más estratégicos para la industria de la música global y donde tienen su base compatriotas con audiencias masivas. Podría haberse instalado en Miami, como Juanes o, actualmente, Shakira. Puntos más estratégicos de la industria musical latina.
Pero hay un link que lo mantiene ligado a su país y a una historia, incluso musical. Él mismo considera que comenzó allí, con el folklore de su Valle de Santa Marta. Ahora sí, los números dan. “Estamos celebrando los treinta años de Carlos Vives y la Provincia, que fue el camino musical -dice durante su entrevista con LA NACION vía zoom-. Diez años antes había comenzado en la televisión y esas historias me llevaron hasta Puerto Rico. Allí me firmaron [con una compañía discográfica] para cantar baladas. Hice dos discos y en ese trabajo de cantar baladas me llegó la oportunidad, en 1992, de grabar para la televisión colombiana una serie llamada Escalona, inspirada en el imaginario de las canciones de Rafael Escalona. Con la experiencia que tenía de haber grabado baladas, más el interés en el rock en mi idioma y de seguir el rock argentino que llegaba a Colombia y de seguir a las bandas del rock bogotano, decidí grabar ese disco que trajo “La gota fría”. Esa canción, antes de mí, se había grabado de muchas formas. La manera como yo lo hice es lo que estoy celebrando. Era grabar vallenato de manera diferente. El vallenato tradicional se hizo radial porque hubo un músico al que llamaban “Calilla” que puso por primera vez un bajo eléctrico. Claro, el día que le pusieron un bajo a esa música que se tocaba en reuniones con un acordeón un tamborcito y una güira, hizo que el vallenato se volviera comercial. Un género para producir, antes de que yo naciera. Y yo hace 30 años entendí que eso que se había hecho con el bajo se podía aplicar a la guitarra eléctrica, los teclados y la batería. Así empezó en mí la modernidad, a partir de mis raíces. Ya no era sólo querer ser Charly García, Julio Iglesias o los Beatles sino entender los procesos de las músicas. Cuando hice Escalona fue como regresar a mis raíces, a las faldas de mi mamá, a estar con mi papá. Volver a cosas que había perdido, primero por cuestiones familiares y luego por el destino, por haberme ido fuera de Colombia. Eso es lo que estoy celebrando.
-¿Dónde está tu casa hoy?
-En Bogotá. Y tengo otra en Santa Marta, que es donde nací. Porque tengo una fundación ahí. Al final es el territorio donde nace la música que hago.
-Pero eso no cuadra con la proyección que se ha hecho de tu figura y de tu carrera como artista de nivel internacional, en las últimas tres décadas.
-Sí, es cierto. Pero Bogotá es la capital del nuevo pop colombiano. A todos los que llegamos de las provincias Bogotá nos ayudó a entender y a proyectarnos. Bogotá es mi Nueva York. Bueno, no: mi Nueva York es Buenos Aires [dice y se ríe]. Bogotá es mi proceso; lo peor y lo mejor que me ha pasado en la vida lo he vivido allí. Y lo elijo así porque hace treinta años elegí un proyecto que me dijeron que no iba a funcionar. Me cancelaron el contrato que tenía con una gran compañía. Ese proyecto no pegaba con mi cara. Pero hice lo que hice musicalmente sin pensar que me iba a volver internacional. Lo más hermoso que me pasó fue asumir mi localidad y un proceso musical, y ver, en un momento, que comenzaban a llamarme de Buenos Aires, de Ciudad de México o de Madrid. Y eso me conectó profundamente con lo mío. Hago música porque trabajo en el territorio y estos álbumes llamados Cumbiana son un territorio anfibio. Lo recorrí en mi infancia, en principio, sin entender qué era.
- ¿A qué podrías adjudicar el hecho de que Colombia haya sido, en las últimas tres décadas, generadora de grandes estrellas de la música latina? Vos mismo, Shakira, Juanes, J Balvin, Maluma, Yatra...
-Antes de que nacieran todos lo que mencionaste, incluido yo, la música de Colombia se fue a muchas partes. Las cumbias de Argentina nacieron porque la industria de Medellín se llevó para allí agrupaciones. Emigraron estilos electrificados de cumbia. Es conocida la historia de grupos como el Cuarteto Imperial y Los Wawancó. Hubo una conexión con el pueblo, con la sangre, con la raza. Somos andinos y nos podemos conectar con ustedes. Por eso, antes de que hubiéramos nacido todos nosotros lo colombiano se fue y volvió. También lo argentino nos marcó, como el tango. También los valses peruanos y las rancheras de México. Si los ferrocarriles nacionales de Antioquia, la tierra donde nace Juanes, no hubiesen promocionado las rancheras y los corridos en el campesinado local, Juanes no hubiera hecho la música que hizo. Porque eso nace de la música de carrilera, una música raizal paisa, antioqueña, inspirada en la cosa mexicana. Es decir: Colombia ha sido un cruce de caminos y todos tenemos algo de todo eso. Entonces, esa colombianidad es algo que nos conecta con el mundo.
-Pero, en algún momento, ¿desde el ámbito de la música se volvió a mirar a Colombia de otra manera?
-Es cierto también lo que tu dices. Se empezaron a romper clisés. Yo comencé a viajar en los años ochenta y realmente tener un pasaporte de Colombia era una pesadilla. En todos estos años la gente ha empezado a vernos y descubrirnos de una mejor manera. Y eso ha ayudado. Fíjate que Juanes, Balvin, Yatra o Maluma hablan de una manera totalmente diferente a mí, como si fuéramos de diferentes países. Somos de un país alucinado de diversidad.
-¿Cuánto puede tener que ver la música urbana en este fenómeno? Ya que ahora volviste a la pantalla como actor, sos un profesor de música en la serie El club de los graves, explícame el fenómeno de la música urbana.
-[se ríe] Es desde que Puerto Rico pone una antena y hay algo que se bautiza como reggaetón, pero que ya, en mi época, estaba. El suco africano ya había llegado a la bahía de Cartagena y a Panamá. Mis temas como " Pa’ Mayte” o “Pescaíto” están inspirados en las champetas. Por ahí comienza una historia de lo que luego Puerto Rico, como gran antena, llama reggaetón. Pero es algo que ya existía en nosotros. Cuando uno sabe qué esencias hay debajo del reggaetón, entiende porqué mi amigo Daddy [Yankee] y Wisin me mandaban cosas para que le pusiera vallenato a eso. Con Yatra nos sentamos e hicimos “Robarte un beso”. Al principio es algo intuitivo, pero esos patrones que maneja el reggaetón son ancestrales. Lo que pasa es que el hip hop y las máquinas lo estandarizaron. Uno entiende que las computadoras son los nuevos acordeones y las nuevas guitarras eléctricas. No tengo miedo a probar nada. Al final siempre hay un corazón y un sentimiento. Mi estilo está siempre ligado a ese afecto y cualquier cosa que use va a sonar a mí.
-Ya que hablás de afecto. ¿Qué sentiste al escribir temas como “Patria”? Hubo elecciones y un cambio de gobierno en Colombia, en 2022. ¿La canción guarda relación con esto o es anterior?
-Es un mensaje para todos. Nosotros tenemos una región en Colombia que se llama Los llanos orientales. Compartimos gran parte de ese territorio con nuestros hermanos venezolanos. Culturalmente tiene un origen de mestizaje, de lo indígena y lo español. Los curas jesuitas trajeron el arpa y generaron escuelas de arpas. Allí también tocan una pequeña guitarra llamada cuatro. Y el joropo, como el vallenato, es un canto nacido de los trabajos del hombre y la mujer. De Los trabajos de vaquería. El joropo siempre me pareció muy patriota. Canciones para hacerle a la patria. He conocido a varios amigos de la música llanera. Y escribí esta canción. Porque ,al final, sea el gobierno que fuese, de la tendencia que fuera, creo que nos ha faltado, a todos, reconocernos. Lo siento como colombiano. Y también por lo que dice la gente que viene y nos conoce: ¿por qué tanto conflicto con tanta diversidad y riqueza de país? ¿Por qué tanta desigualdad? Porque nos ha faltado entendernos. Después de la colonia vino la independencia y la república. Y eso nunca logró unirnos. Siempre vivimos apartados y en conflicto constante. Ya ni sé cuántas son las guerras civiles que tuvimos en el siglo XIX. El XX no fue diferente. Entonces, simplemente quise hacer una canción para todos. Lo que digo ahí es sencillo pero claro en cuanto a lo que nos ha faltado. Poder encontrar, del color que seamos, una misma idea sobre nuestro país. Una visión que nos una en nuestras diferencias. Nos ha faltado trabajar para todos, realmente. Lo que pienso, políticamente, es que no soy de derecha ni de izquierda porque quiero que seamos colombianistas.
-¿Creés que eso también sucede en otros países de la región como Brasil o la Argentina?
-Creo que tenemos que encontrar la lucidez para reconocernos todos y no tratar de imponer orillas. Hay que encontrar ese vestido que a la Argentina le quede perfecto, hecho para ella. Y ese vestido “político” que a Colombia le quede perfecto.
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