Carlos Vives repasó su exitosa carrera de treinta años y homenajeó a Charly García y Fito Páez con Eruca Sativa
Tras un concierto impecable de dos horas, cargado de grandes éxitos ligados a la tradición y la modernización del vallenato, cantó temas de Charly García y Fito Páez junto a Eruca Sativa
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Artista: Carlos Vives y La Provincia. Concierto: El tour de los 30. Sala: Movistar Arena. Función: 3 de junio. Nuestra opinión: muy bueno.
Habían pasado casi dos horas de show cuando Carlos Vives decidió usar la carta que tenía guardada en la manga. Había llegado desde Colombia para celebrar sus 30 años con La Provincia, el proyecto que lo unió a la música vallenata de su país y de la que nunca se separó en todos esos años, nada menos que tres décadas. La actualizó, la puso en los oídos de públicos de las más lejanas latitudes. Hizo de esa herencia recibida en su Valle de Santa Marta natal una proyección que lo convirtió en un artista internacional, embajador de una cultura nacida, criada y crecida en un frondoso rincón de América Latina. Solo le faltaba algo que completara esa retrospectiva de su historia con la música: un homenaje al rock argentino. Y lo hizo de la manera más sorpresiva, cuando sobre el escenario se vio al power trío local Eruca Sativa interpretar junto a Vives y su banda un par de clásicos de Fito Páez y Charly García. Así, la fiesta estuvo completa.
Fue el propio Páez -recientemente colaboró con Vives en el tema “Babel”- quien recordó tiempo atrás, durante un concierto en Bogotá, que años antes había dado un recital en esa misma ciudad y la noche se había extendido en trasnoche, junto a varios músicos de su banda, en la casa de Vives. Y allí se sorprendió de la cantidad de discos de rock argentino que el astro colombiano atesoraba en su discoteca. Ese bis de Vives, de este fin de semana, en el Movistar Arena, no fue una pose ni demagogia sino un gesto que terminó de completar esa biografía sonora del músico. Antes fueron esas 18 o 20 canciones que lo hicieron famoso y que lo mantuvieron vigente.
En el show de tono celebratorio que Vives armó para esta gira hay breves separadores entre cada bloque donde se pueden ver videos de tono documental y con el testimonio que le aportan distintos colegas de fama internacional: Juanes, Fonseca, Luis Fonsi, Alejandro Sanz; Rosario Flores, Mau y Ricky y Páez, entre otros.
“Pa’ Maite” es el mascarón de proa de ese viaje. Tiene sentido porque insinúa un curso cronológico o al menos un punto de partida de esos treinta años. Funciona a la perfección, es una verdadera explosión que pone en marcha a su nutrida banda de músicos y pone de pie a ese público que no volverá a sentarse en sus sillas. Lo mismo sucederá minutos después, en un segundo bloque, que comienza con “La gota fría”. En ese repertorio también aparecen “Déjame entrar”, “Ella es mi fiesta” o “Cañaguatera” con gran protagonismo del acordeón verdulera. Hay temas de tres minutos, bien radiales, que llegan a cinco sobre el escenario porque fluyen en ese contexto “en vivo”. También están “El rock de mi pueblo”, “Cumbiana”, “Mala suerte”, “Fruta fresca”, “Notas de amor”, “Volví a nacer” y “baloncito viejo”.
En Vives hay una búsqueda constante del ADN de cada música y del origen de cada cosa o de cada persona. Cuando llega el momento de presentar a sus músicos, no solo menciona sus nombres, también dice de qué provincia colombiana vienen y hasta de qué barrio. Además, habla de un daño ecológico en su país por una ruta mal construida que terminó modificando el ecosistema y a las poblaciones que la circundan. Después hace una descripción minuciosa de la cumbia, esa que se amplificó en las radios bogotanas y luego tuvo sucursales en países como la Argentina, gracias a grupos como Los Wawancó y el Cuarteto Imperial. Detrás o delante de ese buen alumno que ha estudiado cada materia hay un estilo que es irremplazable e inconfundible. A estas alturas, todo lo que toca suena a Vives, ya sea una canción tradicional o los feat que puede hacer con músicos como Alejandro Sanz, Sebastián Yatra o el pegadizo “La bicicleta” con Shakira (en el plan de esta gira aparece -sin Shakira- dentro de los primeros temas que elige para su concierto). El rol de la aerofonista y de las tres cantantes del coro le dan ese color tan característico que tiene todo lo que hace este cantante. Y el ensamble rítmico aporta todo el resto (tecladista, guitarristas, percusionista, baterista y bajista). Es como un tren que nada lo detiene.
Por otro lado, hay muchas preguntas dentro de este repertorio que es la proyección que inició, en 1992, de una de las músicas folklóricas de su país. Muchas se cuelan en los vídeos: el valor de la herencia, el porqué de una música tan alegre que es “la expresión de la gente más humilde”. Con shows como el de este artista queda claro, por un lado, que no es una exposición de músicas folklóricas sino su actualización en la mixtura con otros lenguajes más universales; por otro, el hecho de que es desterrado el prejuicio de que no puede haber profundidad en una música alegre y de letras directas y sencillas.
“Estamos celebrando los treinta años de Carlos Vives y la Provincia, que fue el camino musical -dijo durante una entrevista con LA NACION, previa a este concierto-. Diez años antes había comenzado en la televisión y esas historias me llevaron hasta Puerto Rico. Allí me firmaron [con una compañía discográfica] para cantar baladas. Hice dos discos y en ese trabajo de cantar baladas me llegó la oportunidad, en 1992, de grabar para la televisión colombiana una serie llamada Escalona, inspirada en el imaginario de las canciones de Rafael Escalona. Con la experiencia que tenía de haber grabado baladas, más el interés en el rock en mi idioma (seguir el rock argentino que llegaba a Colombia y de seguir a las bandas del rock bogotano), decidí grabar ese disco que trajo “La gota fría”. Esa canción, antes de mí, se había grabado de muchas formas. La manera como yo lo hice es lo que estoy celebrando. Era grabar vallenato de manera diferente”.
En Buenos Aires, una vez que el objetivo estuvo cumplido, apareció aquello que hizo la diferencia. Apareció esa otra parte que también lo define (la influencia) o que completa su biografía formal y sentimental: el rock argentino. Eruca Sativa subió al escenario, comenzó a sonar “No me dejan salir”, ese hitazo que Charly García grabó para su disco Clics Modernos. Luego, “Mariposa tecknicolor”, de Fito Páez, para cerrar ese cruce tan particular. Al final, el viaje fue de retorno a la música de Colombia (“Robarte un beso”, “Cuando nos volvamos a encontrar”), a esa que conecta el pasado y el presente de Carlos Vives.
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