Cárcel, tortura y muerte: la canción que dio a conocer al mundo el asesinato de un activista sudafricano que luchó contra el Apartheid
Peter Gabriel se enteró del crimen cuando miraba la BBC; tres años después publicó una de las canciones políticas más notables de toda su carrera
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“Es mejor morir por una idea que vivirá, que vivir por una idea que morirá”. Parece un trabalenguas pero no lo es. Como muchas otras grandes consignas, mas vale leerlas dos veces para cerciorarnos de que comprendimos bien su significado. En vano es vivir por algo que resultará intrascendente. Noble es el gesto de morir por aquello que sobrevivirá. En otras palabras, eso era lo que quería transmitir Steve Biko, aquel activista sudafricano contra el Apartheid asesinado en 1977. Biko murió, pero la idea sobrevivió. Su legado y su nombre también. Y si trascendió las fronteras de su país fue porque Peter Gabriel decidió eternizarlo en una canción.
Una percusión que envuelve diversos misterios, acordes de modo mayor que se alternan con uno que queda suspendido, como si el deseo absurdo de engañar a la muerte fuera una posibilidad. Absurdo. Steve Biko era un hombre sentenciado sin sentencia desde el momento en que entró a la sala de torturas. Lo cuenta con lacónicas frases Peter Gabriel. Suena el La Mayor de una guitarra distorsionada, se sostiene a través de los compases como si fuese la célula de su réquiem. “September ‘77. Port Elizabeth. Weather fineIt. Was business as usual in police room 619″.
Fue el 18 de agosto de 1977 cuando encarcelaron por última vez a Steven Biko, activista político, creador uno de los más avanzados movimientos de liberación negra en Sudáfrica. Criado en una familia anglicana, mientras estudiaba en la universidad no quiso conformarse con los movimientos anti Apartheid de la época, interpretados como un paternalismo progresista blanco. El quería fundar en su país una toma de conciencia negra y lo consiguió. No por oposición al blanco sino con la firme y positiva creencia de que lo primero que los negros de su país (también los de otras razas) debían hacer era respetarse a si mismos y hacer respetar sus culturas. Aunque llevar esto a los hechos lo hizo optar por segregar al blanco de cualquier manifestación de apoyo a los activistas negros. El Movimiento de Conciencia negra (Black Consciousness Movement, BCM) tuvo, en sus inicios, durante la década del sesenta, cierto rechazo por su posición tan radical sobre todo aquello considerado de cultura “blanca”, pero en la década siguiente consiguió mayores adhesiones. De hecho, incluso Nelson Mandela se acercó a este creciente movimiento juvenil liderado por Biko, aunque no estaba de acuerdo con muchas de sus posiciones.
Lo que Biko proponía era un cambio de percepción política desde los más personal de cada individuo. Ejerció un liderazgo que molestó a muchos y terminó muerto. Así lo cuenta la historia. Así lo contó Gabriel. Por su insistente militancia y ese rol tan preponderante que había ejercido, Biko venía de varios arrestos. El 18 de agosto del 77, en la oficina 619 del edificio Sanlam había sido torturado. Luego de 22 horas, cuando ya estaba inconsciente lo trasladaron a la comisaría de Walmer, en los suburbios de Port Elizabeth, donde lo encadenaron a la reja de una ventana, durante un día. Las lesiones en su cráneo nunca se curaron. Veinte días después lo trasladaron a una prisión de Pretoria, donde murió al poco tiempo. La versión oficial fue que había hecho una huelga de hambre, la autopsia indicó que fue por los golpes recibidos.
Peter Gabriel hizo de esta historia una canción perfecta. No es el relato de la muerte de Biko, sino su conmemoración. La canción del músico inglés solo menciona unos pocos datos. Referencias. El lugar de tortura, el mes de su muerte y cierto tono poético que va de la mano de la frase: “Cuando trato de dormir por la noche, solo puedo soñar en rojo. El mundo exterior es blanco y negro. Con un solo color muerto”.
Muchos especularon con que la percusión, que es el elemento predominante de la canción, tiene dos golpes que representan el latido del corazón. Otros se despistaron cuando escucharon unas melodías con gaitas sintetizadas que para un oído tan occidental como el americano, pueden sonar a ancestros celtas. En realidad, Gabriel representó en su canción una especie de alabanza que se mezcla con cierto tono marcial y una arenga onomatopéyica que parece simular un grito para darse fuerza antes de la batalla. O, acaso, una queja plañidera ante el duelo. Gabriel se enteró de la muerte de Biko años antes de grabar su tercer disco en solitario, aquel que terminó publicando en 1980. Su partida del grupo Genesis no tuvo directamente que ver con un cambio en su manera de enfrentar el hecho artístico y de lo que quería contar en las letras de las canciones. Sin embargo, si se ve a su carrera como una unidad, se puede pensar que con el paso de los años sus desvelos tenían más que ver con hechos de la realidad representados a veces de manera onírica. Rael, el protagonista del disco conceptual The Lamb Lies Down On Broadway, puede ser un buen ejemplo. Biko quizá sea una cumbre de ese proceso donde toma directamente un hecho y a una persona de la realidad.
“Yihla Moja” grita. En lengua xhosa es el ruego para que el “espíritu descienda” porque “el hombre está muerto (The man is dead”, repite el cantante). En la versión que se publicó como single y la que figura en el álbum que Gabriel lanzó en 1980 como su tercera producción solista, difieren los textos en lenguas africanas. Pero todos se interpretaron durante el funeral de Biko, en un estadio al que asistieron unas 20.000 personas.
En la versión del disco lo que se escucha al principio es “Ngomhla sibuyayo”, canción popular sudafricana contra el Apartheid. El título significa “El día que lleguemos”, en referencia a la batalla contra la segregación racial. Al final suena “Senzeni Na?” (¿Qué hemos hecho?”), pieza que, también desde un tono anti apartheid, se cantó en funerales, a partir de la década del cincuenta. En cambio, en la primera versión single del tema se agregó “Nkosi Sikelel’ iAfrika” (”Que el Señor bendiga África”), que es un himno cristiano de finales del siglo XIX. Fue escrito por el religioso metodista Enoch Sontonga, pero al cabo de algunas décadas se adoptó como himno de varios países. Allí aparece la frase “Yihla Moya” (qué descienda el espíritu). Y sin dudas es la espiritualidad que propone con la música lo que termina de definir a esa dolorosa plegaria.
Más allá de ese réquiem, el tema cierra con versos que pueden conectarse a la idea de Biko sobre morir por una idea que trascienda. “Puedes apagar una vela, pero no puedes apagar un fuego - entona Gabriel-. Una vez que las llamas comiencen a prenderse, el viento las soplará más alto”.
A lo largo de las décadas, cada vez que Peter Gabriel interpretó la canción ofreció unas palabras como introducción. Su tono de voz suele ser un poco monocorde, aunque no llega a ser desangelado. La interpretación del tema, en cambio, es uno de los puntos más intensos de sus conciertos. Es de esas canciones que terminan de completarse cuando están sonando y hay una audiencia delante, ya entregada al canto colectivo.
En 1988, el tema fue uno de los caballitos de batalla de la gira que tanto Gabriel como otros músicos (en su mayoría británicos y norteamericanos) realizaron en el colectivo musical impulsado por Amnesty International, con el eslogan de campaña Human Rights Now!
En el show de Amnistía Internacional que se realizó en Buenos Aires, Gabriel cerró su actuación con “Biko”, como solía terminar muchos de sus conciertos de principios de los ochenta. Tanto el cantante como sus músicos se retiraban del escenario, unos tras otros, hasta que quedaba solo el baterista, percutiendo ese ritmo que era una mirada world music de las percusiones africanas. Aquello que para algunos fue, en parte, un latido de corazón, o disparos de muerte.
“Biko” se lanzó por primera vez como single en 1980 y meses después como parte del álbum Peter Gabriel III. Las regalías por las ventas de los dos formatos en los que fue editado el single fueron donadas al Movimiento de Conciencia Negra en Sudáfrica (la cifra fue cercana a las 50.000 libras). A Sudáfrica nunca llegó ya que se secuestró un ejemplar antes de que las copias salieran de la aduana. Tras ser analizado, el tema fue censurado por ser considerado “perjudicial para la seguridad del Estado”.
Después de la grabación de Peter Gabriel, también interpretaron “Biko” Robert Wyatt, para su EP de 1984 Work in Progress; Joan Baez, Simple Minds y el camerunés Manu Dibango. Paul Simon la cantó en un álbum tributo a Gabriel, de 2013, llamado And I’ll Scratch Yours. Y poco después de conmemorarse el 40° aniversario del lanzamiento de la canción, en 2021 se registró una versión de “Biko” para el proyecto Playing for Change en honor al Mes de la Historia Negra. Participaron más de dos docenas de artistas, que acompañaron a Gabriel en esta nueva versión.
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