Carca homenajea a Pescado Rabioso en el Coliseo: “La obra de Spinetta es sagrada”
El guitarrista y cantante interpretará los clásicos de una de las grandes bandas que formó Luis Alberto Spinetta y también parte de su propio repertorio
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Cuando este viernes Carca suba al escenario del Coliseo, de algún modo le dará un cierre a un ciclo que comenzó en agosto, cuando fue invitado para reinterpretar las canciones de Pescado 2, el segundo disco de Pescado Rabioso, en el CCK. Después de esa experiencia que fue celebrada por repasar un álbum clásico lejos de los purismos (que valió también el enojo de la rama más ortodoxa de los seguidores del Flaco Spinetta), ahora el guitarrista va por más: en lo que será su primer show en un teatro porteño, Carca no solo repasará los otros dos álbumes de la banda (Desatormentándonos y Artaud), sino que además pondrá en contraste un repaso por su propia obra, desde la experimentación sonora de Miss Universo al rock de dientes apretados de UOIEA y A un millón de años blues, pasando por el glam irreverente de Nena y los adelantos que ha publicado de su nuevo disco, que saldrá en marzo, cuya última muestra es “Brillando en la vereda”, a dúo con Dante Spinetta, la prueba de que todo tiene que ver con todo.
-¿Cómo se dio esta chance de reimaginar la obra de Pescado Rabioso?
-A mí jamás se me hubiese ocurrido hacer esto, básicamente porque no me creo quién y no consideraba necesario ocupar un silencio con algo así. Spinetta es Spinetta, su obra es intocable, sagrada. El año pasado me llegó la oferta de parte del CCK y de su familia de participar de un ciclo en el que artistas elegidos por ellos tenían que hacerse cargo de la reproducción y la reinterpretación de algunos discos esenciales. Yo era una de las personas que, si aparecía Luis, iba a intentar salir corriendo para otro lado, porque no me sentía quien como para mantener un diálogo con él. La primera vez que lo vi en persona fue porque me llevaron engañados a su casa quinta. Apareció el Flaco con una sunga roja, el pelo naranja, en patas, salido de la pileta y moviéndose como esos inflables que hay en los estacionamientos. Le había gustado mucho A un millón de años blues, y siempre tenía algo hermoso para decir, te hacía sentir parte de su familia. Sin ponernos esotéricos, porque creo que debe tener cosas más importantes que hacer que darme una palmada en la espalda, creo que él está detrás de esto también. Cuando en el Coliseo me pidieron el permiso firmado de la familia para poder hacer el show tuve como una epifanía: este hijo de puta lo sabía y me está regalando el primer teatro grande de mi vida.
-¿Y cómo surgió la idea de abordar un clásico desde una lectura libre?
-Pescado 2 es un disco con cuatro bestias en el pináculo de la creatividad como grupo, yo no sabía por dónde empezar. Fue decir que sí primero y después ver el cómo. Creo que es súper festejable el haber tenido el tupé de reformular esa música que nadie pidió que se reformulase. Yo me regí con el lema de no alterar las melodías de voz, trabajé como si hubiésemos tenido la bendición de tener el track del Flaco solo con su voz como si fuera una remezcla, y todo lo demás estaba permitido. Me puse a tocar las canciones y se fueron yendo para lugares nuevos. Hubo muchas cosas muy interesantes, donde sobre todo se tocaron músicas que no son pertenecientes o inherentes a Spinetta, osé ponerle a sus canciones músicas con las que el Flaco nunca coqueteó.
-Esa búsqueda libre despertó las quejas de una parte del público que pretendía que no se modificasen las versiones originales.
-Si vas al CCK a ver a Carca y no sabes quién es, el problema es tuyo. No me hagas cargo a mí, fui un hijo de puta toda la vida, no me voy a volver bueno y hacer los temas como los hizo Luis. Yo no soy un grande, no puedo ponerme en los pantalones de un grande. Yo soy yo y voy a intentar que el Flaco esté contento. No pretendía tocar los temas como fueron grabados, me pareció un camino hacia la frustración total. Entonces empecé a pensar qué le gustaría al Flaco. Pensé en cosas como Dread Zeppelin, bandas que honran mucho más el desparpajo y lo iconoclasta de la obra, porque es seguir estirando el elástico. ¿Qué quería el Flaco? Que tiremos de la cuerda hasta que se rompa. Cuando lo veía me decía (le imita la voz): “Carca, vos seguí mutando que chocan los planetas”, y con eso te estaba diciendo: “Mono, apretá el acelerador”. Me siento mucho más con toda la chapa que todos esos obsoletos polvorientos que cacharon sus discos 50 años después. Con el diario del lunes somos todos pulenta. El Flaco se cruzó en mi vida con los discos de mis viejos, empecé de cero, y después de escuchar Queen me costaba el primero de Almendra, sonaba rarísimo, ni hablar Desatormentándonos, que era hostil. A los quince era un friki más que ahora, porque ahora soy friki con papeles, y antes era uno que no podía decirle al mundo para qué carajo estaba. En ese período lo que me acompañó fue que sacaba los temas del Flaco. Un viernes a la noche estaba sacando “Cantata de puentes amarillos” en vez de estar con la monada o tratando de conquistar una chica. Las chicas venían solas después porque uno tocaba en la guitarra esos temas.
-Además es contradictoria la queja, porque Spinetta mismo nunca fue un purista de su obra.
-¿Vos te creés que los nueve boludos que se quejaron hubiesen festejado Privé o Madre en años luz? Esos en un punto son como el clero: arruinan la imagen de alguien re copado y te hacen odiar cualquier cosa. ¿Cómo vas a odiar a Jesús, si fue lo más? Lo malo vino después: los hombres que arruinaron ese mensaje, lo politizaron y lo llenaron con pedofilia y toda la mierda. Fui a un colegio de monjas en un momento, y el bullying me lo hacían las monjas, no mis propios compañeros. Me acuerdo de un show en Barrancas de Belgrano, que vino solo con la guitarra acústica, se tuvo que aguantar cada cosa. Ahí se mandó una de las frases más hermosas que le escuché. En un momento se le cayó la guitarra y un tipo se le cagó de risa. El Flaco lo miró y le dijo: “Noooo, pibe, con el teacher no”.
-Es loco que, sin proponértelo, para tu público el teacher sos vos.
-Hubo una época en la que en los shows la gente te gritaba siempre lo mismo. Hacías un solo y te gritaban “teacher!”. No eras Carca ni nada. Fue quedando y yo lo fui aceptando con la perversión de esa cosa semi cómica que tiene atrás. Para mí no tiene la connotación de maestro, que te lo puede decir la gente. A mí me tira a ese momento de Luis. Se me ponen los pelos de punta, porque es el resumen de todo: de su obra y también de cómo en un punto a mí me cae un título de nobleza dado por la gente. Ahí es donde se agranda Chacarita y decís: “Sí, dale, voy a hacer el homenaje a Pescado. Si no, lo va a hacer algún boludo, lo voy a ver por la tele y me voy a quejar”.
-El show del Coliseo va a estar repartido entre el homenaje a Pescado Rabioso y un bloque abarcativo de tu obra. ¿Qué te pasa cuando ponés tus canciones al lado de las de Pescado en el show?
-Te voy a ser muy franco. Quizás, si pudiese ser más frío conmigo mismo, podría generar una lista de canciones donde reine el random entre Pescado y Carca, y seguramente con una maestría en onda se podría elucubrar esa lista. Yo no puedo, no me siento capaz de encararlo de esa forma, entonces elegí que se divida el show en dos bloques. Podrían cohabitar a full, incluso sería más divertido el no saber, que sea más dinámico no saber qué suena después. Nada está dicho, porque de lo que estamos seguros es de las canciones que vamos a hacer. Hace muchos años empecé a estar atento a la mirada y la palabra y la observación del otro, cosa que antes era imposible, tenía que dirigir la situación de todo. Es algo que también voy a abrir a los músicos, porque no puedo resolverlo. Ahora estoy rodeado de gente de la que estoy muy atento a lo que me puedan decir. Se genera un ping-pong en donde siempre hay crecimiento y optimización. Al ser compositor de mis canciones, mi punto de vista está contaminado por mi yo. Si desde afuera me dan el OK, me animo a hacerlo.
-La parte más engorrosa ya la estás haciendo, que es tocar su obra.
-Sí, pero eso no está alterado o irrumpido por mi obra. Por ahí lo ves de afuera y decís “si estás cantando, es lo mismo”, pero yo lo veo de la manera brutal de tirar bombas atómicas entre las canciones de Luis. Esas bombas cuando están todas juntas arman un hermoso quilombo y vos entrás en la sintonía de lo que es mi música, y ahí se pone buenísimo, pero no sé si alternadamente se podría lograr esa cosa que te pasa por arriba. Lo que te pasa por arriba en un show mío es que justamente sé poner las canciones una detrás de la otra y en un punto después de cinco temas no sabes qué te pasó, pero quedaste emocionadísimo, en estado de rock total.
-En este último tiempo estrenaste cinco singles adelanto de un disco que sale en marzo, el primero desde 2009, y suena a lo más variado que hiciste en tu carrera.
-Mi idea con este disco era generar un Miss Universo 2, poder hacer todo lo que me dé la gana. Siempre hice eso, pero cuando me empecé a enfrentar a tocar en vivo, me di cuenta que había que tener una banda estable, y eso me llevó a una sola forma en un disco. Trabajamos cada tema como si fuera un disco, por donde trates de escuchar hay algo mágico, estuvimos en el detalle absoluto. Tiene la bendición de ser una mezcolanza hermosa gracias a que pudimos trabajar independientemente una de otra en un lapso larguísimo. De ahí la sorpresa de dar con algo evolucionado como “Mi amigo del bosque”, que no tiene nada y tiene todo. Yo creo que estoy haciendo y alcanzando una música que es muy mía, casi por primera vez, en donde no sé si hay referentes tan visibles. No se entiende cómo van a coexistir dentro de un disco y eso es lo más lindo. Está “Silente, la serpiente”, que es una balada pop; “Mamá cultiva marihuana”, que es lo más cabeza de punk-tecno. También está terminado un delirio en el que la invité a Graciela Borges. Es una especie de blues de 9/13, como si lo tocara Crucis, con la bestia de Grace con su voz tratada con delays. Va a ser un discazo, porque las cosas que faltan van a lugares que la gente ni se imagina.
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