Cami, la joven chilena que canta sobre la ansiedad, tiene una mirada crítica sobre la música actual y es amiga de Tini
Antes de su show de este viernes en el teatro Gran Rex, la cantante habla con LA NACION de nuevo disco, Anastasia, que sale a finales de julio y critica la música hecha para algoritmos
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Camila Anastasia Gallardo Montalva -o Cami, tal su nombre artístico- se jacta de no haber ganado el reality que la hizo conocida. Salió segunda en The Voice Chile y más allá de no haber resultado ganadora, su vida cambió radicalmente desde entonces. Firmó con Universal, tuvo un primer disco bastante celebrado y se convirtió en una de las voces de su generación. Hoy, con 25 años, está empezando a presentar su tercer disco, Anastasia, que sale a finales de julio, es una referente del feminismo y ha mostrado en más de una oportunidad sus posturas políticas. Este viernes podremos verla en el teatro Gran Rex.
Todo ese bagaje aparece en sus letras, en su discurso, a través del cual, lejos de repetir un parlamento preconfigurado, encuentra fundamentos para plantar su postura. Cami tiene una voz potente que para ella no alcanza porque, según dice, el cantor lleva un mensaje que saca desde sus entrañas y lo canta, en su caso, “desde sus ovarios”. Un poco desencantada con los artistas contemporáneos y del algoritmo, Cami apuesta a hacer canciones tradicionales y a denunciar las problemáticas de esta época. Y lo hace desde la balada, el folklore y el pop. Eso sí, sin autotune, sin modismos caribeños, sin trap.
“Soy la que perdió en un programa de cantantes. Tengo dos ovarios y los pongo por delante. Soy lo que soy, soy lo que ves. Y lo de valiente no me quita lo cortés”, canta en “Aquí estoy” la artista que tiene entre sus referentes a Amy Winehouse, Violeta Parra, Nina Simone, Mercedes Sosa y Víctor Jara.
Los últimos cuatro años de Cami fueron vertiginosos: fue 33 veces disco de platino con sus álbumes Rosa (2018) y Monstruo (2019); fue nominada a los Premios Grammy y a los Latin Grammy; fue destacada en la lista “21 latin artistas to watch on 2021″ por la Revista Billboard; acompañó a Marc Anthony en su gira; fue una de las artistas más celebradas en el Lollapalooza Chile; hizo un tour por México y comenzó nueva gira en el Movistar Arena de Santiago de Chile [la misma que la trae al Gran Rex este 1 de julio]. Pero antes, viajó a la Argentina para acompañar a Tini, una de sus mejores amigas, en el Hipódromo y masticó cada una de las canciones que compuso para este disco que muestra a una “Cami renacida”. Con 2 millones de seguidores en Instagram, canciones con 56 millones de escuchas en Spotify y videos con cerca de 40 millones de vistas en YouTube, la chilena despegó hace rato del programa musical que la hizo conocida.
-¿Cómo te preparás para tu primer Gran Rex?
-Estamos armando la nueva gira de Anastasia, mi nuevo disco (sale el 27 de julio). Ha sido súper lindo el proceso, estamos justo masticando el disco y cerrándolo y al mismo tiempo armando esta gira de conciertos en la que vamos a tocar por primera vez canciones que aún no han salido. Va a ser una instancia para los fans para escuchar las canciones por primera vez, un preview de lo que va a ser el lanzamiento. Esa es la idea.
-¿Qué cambió en vos desde que proyectaron el show, en 2019?
-Han sido dos años y medio de trabajo, de mucho crecimiento personal y de mucha nutrición musical. Este Gran Rex venía programado desde antes de la pandemia. Como pasaron muchas cosas en el medio, cosas mías... tuve mis procesos, mis momentos. Eso llevó a que el show hoy día tenga una calidad que siempre la estuve buscando, pero creo que ahora me siento mucho más encontrada en esa calidad de show, de entregarle a la gente una experiencia. Y con una Camila renacida, de hecho Anastasia significa resurrección.
-Tu carrera avanzó a pasos meteóricos, incluso con una pandemia en el medio...
-Cuando cumplí 24 [en noviembre de 2020] me metí en una dinámica de reflexión. Desde los 22 venía armando algo y a los 24 fue un gran despertar. Me acuerdo que me fui a la playa, una playa bosque con mis mejores amigas. Si bien la pandemia me afectó también me dio el tiempo y espacio para poder masticar esto, este despertar y este lugar al que llegué que yo le llamo Anastasia. Anastasia no solamente es un lugar, es un estado, un estado físico, un estado mental. Es mi segundo nombre. Cuando se estrene el disco van a entender el por qué del nombre, de dónde viene y cuál ha sido el viaje hasta llegar ahí.
-¿Es algo que querías mostrar?
-A mí me gusta mucho trabajar por conceptos y no es un concepto como tirado a la ligera, es un concepto que se va construyendo. Cuando partí escribiendo el disco, nunca pensé que se iba a llamar Anastasia, sino que empecé escribiéndolo y fue tomando este nombre.
-Tu trabajo está bastante ligado a la Argentina, colaboraste con Wos, con Tini, hiciste uno de los temas de ATAV. ¿Cómo es tu relación con nuestro país?
-Amo Argentina, tienen un país hermoso, es muy pasional. Me considero una persona muy pasional, entonces me encuentro bien con el público argentino. Me gusta la manera que tienen de cuidar a sus artistas, de cuidar su industria local, su industria musical. Eso es algo admirable y me encantaría que podamos aprender algo de nuestros hermanos latinoamericanos. Creo que una de las cosas que replicaría acá en Chile es esa “pasionalidad” con la que cuidan su arte, y no solamente a sus artistas en sí, sino en otros ámbitos.
-¿Cómo cuáles?
-Por ejemplo, el teatro argentino. Es un lugar al cual ustedes recurren mucho, es un centro de disfrute y placer por parte del público y también de inspiración para muchos otros artistas. Inconscientemente generan espacios colaborativos donde le permiten a una industria crecer. Es algo que siento que nos falta por aprender acá en Chile, eso de lograr esos espacios colaborativos viniendo de distintas disciplinas.
-Hace poco cantaste con Tini en uno de sus en el Hipódromo y se las vio muy unidas, ¿Cómo es tu relación con ella?
-Siempre he tenido muy buena relación con mis colegas argentinos. Tini es una de mis mejores amigas, la quiero como una hermana. Con el resto de los artistas que he colaborado siempre ha sido una muy linda experiencia. Hace unas semanas, cuando estuve en lo de Tini, estuve hablando con María Becerra. Siempre nos tirábamos buena onda pero nunca habíamos conversado. Es un amor, un encanto. A Nicki Nicole la súper admiro y la quiero, es una tremenda artista. Emilia también. Son artistas de mi misma generación y, a pesar de que hacemos música distinta, hay muy buena onda. Es súper lindo porque te da como esas ganas de decir que quizá en algún momento podamos colaborar de alguna u otra manera.
-Nombraste todas artistas que hacen trap, vos tomaste un camino diferente, quizá un poco más vertiginoso.
-Cuando el arte está tan capitalizado... Quiero usar bien los términos y no cagarla, porque yo también juego dentro de eso, porque pertenezco a la industria y firmé con una discográfica. Pero creo que hay que ser súper cuidadoso y elegir hasta dónde uno transgrede su integridad creativa y musical por una cifra, un número, por un algoritmo que no siente lo que yo siento cuando escucho a un artista. Hoy en día dentro de mi playlist tengo muchos artistas que no son tan conocidos pero que a mí me han inspirado mucho y han hecho que tenga experiencias musicales súper profundas. Estamos perdiendo un poco eso. Cuando el arte pasa por un tema transaccional desde el ego y no desde la emoción, al final cuando uno va a un concierto, paga una entrada para que un artista haga un show y arriba del escenario se genere un romanticismo con el público, uno paga justamente por ir a sentir algo, más allá de ir a ver algo.
-Más allá de lo que suene, ¿hablás de una falta de sensibilidad?
-Se está tergiversando un poco la dinámica del cantante, cantor, trovador, cantautor, del que te cuenta una historia al escribir. No lo digo desde el esnobismo, desde el purismo, “¡Ay la música de ahora!”; no, porque siento que a lo largo de todas las generaciones siempre ha habido música que responde al entretenimiento. Whitney Houston era parte de un lugar, o Cher, por ejemplo. Cher para mí es una de mis diosas artistas, como Björk. Las minas iban con un look, eran divas del arte, de la expresión, de la interpretación y solían tener una manera de comunicarse con la audiencia desde la profundidad de la historia, del relato y ese es el camino que estoy haciendo. Es lo que estoy buscando. Otras intérpretes como Mercedes Sosa que pertenecían al canto popular y que la gente iba a escuchar por sus voces, iba a conectar con el mensaje que transmitían.
-¿Sentís que hoy el mensaje no es tan importante?
-Cuando miremos para atrás a esta generación, quizá en 60 años, y digamos: “¿qué podemos contar de esta generación?”, “¿qué tenemos para decir?”, “¿cómo la ubicamos en la historia y en el contexto social de lo que estaba pasando en ese momento, de la moda que se traía?”; o “¿como vemos a la gente de esa época?”, habrá un vacío. Eso que estoy viendo hoy día no solamente me preocupa sino que me impulsa a seguir fiel a lo que creo y a cómo veo al arte. No es porque quiera imitar a alguien sino porque siento el arte así, a la música así. Cada vez que me toca interpretar algo, siento la interpretación desde mis entrañas, canto desde mi guata, desde mi útero, desde mis piernas, desde mi cuerpo, y eso es algo que nadie me va a poder negar porque lo siento. No puedo presentarme de una manera musical que este lejana a eso. No siento a mi música de otra manera, no es que estoy haciendo una rebelión en contra de algo, sino que estoy siendo fiel a cómo yo siento algo tan importante como la música, que es una fuerza que está sobre nosotros.
-Hay algo de esa herencia de cantautores, como Violeta Parra o Víctor Jara, que se siente en tu música y también en tu manera de expresarse, sea sobre leyes que sentís que tienen que cambiar en tu país o sobre el lugar de la mujer.
-El concepto del artista hoy día está como tan empapado de una huevada tan desde el ego. Estamos perdiendo la dirección de que al final somos comunicadores de la gente también. Hay muchos patrones de conducta que existen en la sociedad, por ejemplo, el bullying, que es algo de lo que ningún artista está hablando en sus canciones, que para mí es súper importante. En el disco hablo mucho de mi ansiedad. Hay una canción muy bonita que se llama “Un lugar“ que habla sobre encontrar un lugar al final que va a venir, que está ahí, que no lo veo, que todavía no puedo llegar pero llegaré, que tiene que ver con la salud mental.
-Con los años fueron cambiando las problemáticas, ¿qué otras te parece que deberían aparecer en las letras?
-En su momento fueron las guerras físicas, como dictaduras, y la música hablaba de eso. Hoy hay una guerra cibernética, todo el mundo está contra todo el mundo; hay una guerra contra nosotros mismo. La gente está en guerra, la gente está muy infeliz con ella y no hay artista hablando de eso. Eso a mí me hace decir: “¡Ay!, falta un poco relatar por lo que estamos viviendo todos”. Estamos pasando por una era cibernética, todo el internet, el algoritmo, todo esa información hace que al estar tan estimulados perdamos la esencia de lo que somos. Lo digo porque yo también me he perdido en eso mucho y me pierdo generalmente. Me gustaría que en algún momento los artistas tomemos como una redirección de cómo nos manifestamos ante la gente y de lo que escribimos y de porqué escribimos música y canciones.
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