Callejeros: del ascenso meteórico y el fatídico 30 de diciembre en Cromañón a la cárcel y la actualidad de sus músicos
Tras el incendio que dejó un saldo de 194 muertes, la banda siguió unos años más, dio el show más convocante de su carrera en Córdoba y se dividió; Don
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El 4 de agosto de 2001, mientras sonaban los últimos compases de “Un ángel para tu soledad” en el estadio Mario Kempes (entonces Chateau Carreras) de Córdoba, se terminó una etapa en la historia de la música argentina y empezó otra. Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, la banda que no era solo una banda sino una especie de estado sustituto para cientos de miles de pibes pisoteados por la política en la década anterior, le ponía fin a su larga y exitosa carrera, aún sin saberlo.
Ese fin era, al mismo tiempo, el inicio de la diáspora: la disolución del ente que los nucleaba, sumado al cambio generacional inevitable, hizo que los fanáticos del rock que respondía a la estética barrial salieran a buscar un nuevo norte.
Ahí, en medio de ese movimiento, entró a jugar Callejeros: había que encauzar la hermandad en un grupo actual, vigente, vivo y ascendente que conjugara genealogía blusera con sensibilidad y metáfora maldita, y el proyecto liderado por Pato Fontanet -aún con una ejecución más precaria que la del Indio y Skay- encajó perfecto.
Eso se tradujo en un ascenso nunca visto en nuestra música: en 2001 salió su primer disco, Sed y en 2004 llenaron un estadio, el de Excursionistas. Imposible saber hasta dónde habrían llegado de haberse contentado cerrando aquel año con los dos Obras del 30 y 31 de julio y aquel concierto para más de 15.000 personas en la cancha del club de Belgrano el 18 de diciembre y no hubieran pautado la seguidilla de tres shows en República Cromañón que terminó en tragedia: la fatalidad (ayudada por la corrupción, la irresponsabilidad y la desidia) truncó 194 vidas y una carrera meteórica.
La historia de Callejeros se desarrolló con los tiempos y las prácticas normales que surcaba una banda de rock en aquellos momentos, salvo en aquellos tres años de vértigo: se formaron en Villa Celina a principios de los 90, tocaron covers, publicaron demos de pésimo sonido en casete, cambiaron un par de veces de nombre y fueron puerta giratoria para músicos hasta que se encontró la formación definitiva.
Los fundadores fueron Patricio Santos Fontanet y Christian “Dios” Torrejón, cantante y bajista respectivamente. Los más nuevos: el baterista Eduardo Vázquez (desde el 95), Elio Delgado y Maximiliano Djerfy en las guitarras y Juan Carbone como saxofonista (los últimos tres, ingresados entre 2000 y 2001). Así quedó conformada la alineación clásica, la que firmó con el sello Pelo Music y grabó el mencionado Sed, Presión (2003) y Rocanroles sin destino (2004). Los dos últimos trajeron los hits: “Una nueva noche fría” y “Prohibido” se convirtieron en himnos para la juventud ricotera que deambulaba extraviada, rastreando algo para cantar.
El plan era cumplir con el tándem de Cromañón y salir de gira, aprovechando el envión: el 15 de enero tenían fecha para tocar en Mina Clavero, Córdoba; el 23 del mismo mes iban a participar en el festival Gesell Rock; Mar del Plata los esperaba para el 28 y 29 de enero y el 3 de febrero desembarcarían en el Cosquín Rock. Todo eso quedó truncado: después de aquel fatídico 30 de diciembre de 2004, la banda se dedicó a hacer su duelo y lidiar con las derivaciones legales de la tragedia.
La reacción musical de Callejeros llegó recién en 2006: en medio de gran polémica, la banda lanzó Señales, su cuarto disco. Mientras los demás álbumes costaban alrededor de 25 pesos, éste salió a la venta a 45: se agotó igual. Asomaron sin avisar en un show de Jóvenes Pordioseros para tantear el panorama y al fin se decidieron a volver a los escenarios el Día de la Primavera de 2006, justamente en el Chateau Carreras que había servido de marco para la despedida de los Redondos. Más de 1600 policías, horario atípico (las 5 de la tarde) y protestas de los familiares de los fallecidos en Cromañón mediante, el grupo retomó donde había parado: 21.000 espectadores, su pico de convocatoria, los vieron regresar.
Siguieron tocando cada tanto durante los dos años posteriores, mientras se hacían tiempo para volver al estudio: Disco Escultura salió en 2008 en forma independiente, tras haber roto contrato con Pelo. Por aquellos tiempos, la formación clásica empezó a descascararse: disconforme con tocar mientras tenía lugar el juicio oral por Cromañón, Maxi Djerfy (que perdió cinco familiares aquella noche trágica) pegó el portazo. Tras él fue Elio Delgado, por motivos nunca aclarados. Y finalmente la muerte volvió a rondar a la banda: el baterista Eduardo Vázquez fue detenido por prender fuego a su mujer, Wanda Taddei, que falleció tras varios días de agonía. Con todo este desgaste, el 12 de noviembre de 2010 anunciaron su separación.
El derrotero de los ex Callejeros se bifurcó. Fontanet y Torrejón formaron Casi Justicia Social, que en 2014 mutó en Don Osvaldo, un homenaje a Pugliese (conocido “anti mufa”). Djerfy, Delgado y Carbone encararon proyectos propios y se unieron en Nuestra Raza, una banda que intentaba recrear el espíritu original de los Callejeros pre estrellato. “La gente va por los temas de Callejeros, obviamente, pero nos dicen que somos la esencia, y que los temas nuevos están buenísimos. A veces gritan que toquemos un tema que se llama ‘Por nacer’, como si fuera de Callejeros. De a poco nos vamos formando un público propio”, le decía Djerfy a LA NACIÓN en 2019. Tristemente, el guitarrista falleció de un infarto en 2021, con solo 46 años.
Las carreras de ambos grupos se abrieron lugar como pudieron entre períodos de encarcelamiento de sus integrantes. Don Osvaldo tiene tres discos, el último de ellos, Flor de ceibo (2022). Nuestra Raza editó uno solo: Voces (2020), más un puñado de singles y EP.
La banda de Fontanet está activa: hizo siete Luna Park entre enero y marzo de este año, tocó por última vez el 14 de diciembre en Rosario y tiene programado un show el 25 de enero en Mar del Plata. La de Delgado y Carbone ya no existe: se separó en 2022. Eduardo Vázquez sigue recluido en el penal de Ezeiza cumpliendo su condena a prisión perpetua por homicidio agravado por el vínculo; no se alejó de la música por completo: en 2019 formó, dentro de la prisión, un grupo con Pity Álvarez.
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