Caetano Veloso: cómo serán sus conciertos "en familia"
BARRANQUILLA, Colombia.– Igual que al final del maravilloso Fina Estampa ao Vivo (1995), la voz de Caetano se impone, nítida, cálida y vibrante, en la versión a capela de la "Tonada de Luna Llena", de Simón Díaz (1928-2014). Muchos de los que rondamos los 40 llegamos a la obra de Caetano con ese disco, pieza indispensable de nuestra educación sentimental. Y por esa relectura fue que varios conocimos a la canción del venezolano. Caetano incluyó esa bonita página, que forma parte de aquel proyecto en el que revisitaba las canciones en español que escuchaba en la radio cuando era chico (es decir, su propia educación sentimental), en los bises de su presentación del sábado pasado, como cierre de la vigésima tercera edición del Barranquijazz, el festival dirigido por Samuel Minsky, Antonio Caballero y Mingo de la Cruz.
Fue una celebración inesperada, un momento cumbre de belleza, magia y regocijo espiritual. Tal vez porque era su primera vez en la pintoresca ciudad del Caribe colombiano ("¡Qué maravilla estar en Barranquilla", rimó al inicio). Del modo que haya sido, definitivamente se transformó en un inesperado broche de oro para Ofertório, el entrañable show que Caetano brinda junto a sus tres hijos varones: Moreno, Tom y Zeca, y que presentará esta noche y mañana en el teatro Gran Rex.
Si todos fuesen iguales a Caetano, el mundo sería mucho más lindo. Es que más allá de lo estrictamente musical –definitivamente brillante–, hay algo que se trasluce en el espectáculo: el vínculo amoroso con sus hijos. Un modo armónico de relacionarse, que trasciende a las canciones. Y aunque todo esté absolutamente ensayado a la perfección, porque así es como funcionan los shows de Caetano (y de otros brillantes compatriotas suyos, como Marisa Monte o los propios Tribalistas), hay sobre el escenario una calidez que no hay modo de que sea forzada.
Ofertório es un show retrospectivo, de algún modo autobiográfico, que comienza con "Baby", clásico de Os Mutantes –el grupo en el que cantaba Rita Lee–, pieza clave y emblemática del tropicalismo. Ese inicio, tan dulcemente potente, es distinto al del disco homónimo, grabado el año pasado. "Zeca sugirió comenzar con ‘Alegria, alegria’, mi canción inaugural del tropicalismo. Pasado un año, le pedí que hiciéramos ‘Baby’, otra canción mía de ese periodo, que me gusta más", le contó Caetano a Jaime Andrés Monsalve, director musical de la Radio Nacional de Colombia, en una entrevista para la revista Semana.
Quizá la mayor virtud del concierto sea trasladar al ámbito público una práctica privada. Como si fuera el living de una casa, o una reunión familiar frente al mar, con elementos mínimos, tanto desde la instrumentación, como las visuales, que en la pantalla reproducen la última creación del escenógrafo Helio Eichbauer (1941-2018), colaborador de Caetano desde Circuladô, su espectáculo de comienzos de los 90: una ambientación minimalista que con escasos elementos (una luna o un sol, que a veces recuerda al de Abaporú, el cuadro de Tarsila do Amaral que dio inicio a la Antropofagia sobre la izquierda; una cuerda anudada que recorre todo el escenario; una tela que cuelga en el ángulo superior derecho) logra construir un pequeño paisaje universal.
Ese minimalismo sofisticado traduce en imágenes ese espíritu de fogón con una sensible precisión. Maestros de la sutileza, los Veloso ostentan un modo absolutamente delicado en toda su expresión. A los 77, Caetano está entero: a veces baila sentado (otra vez, un guiño a las coreografías de Fina Estampa) y también genera un momento del show para que su hijo Tom se tire unos pasos en "Alexandrinho", un irresistible funk carioca.
Los comentarios entre canciones son siempre acertados, candidatos a formar parte de la flamante cuenta colaborativa, en Instagram, @entretemaytema. Explica Caetano, por ejemplo, que él no es religioso, pero sus hijos sí lo son: Tom y Zeca son cristianos, y Moreno se interesa por el sincretismo africano ("Macumbeiro", acota el hijo mayor). Y explica que la canción, "Ofertorio", la escribió para la misa por los 90 años de su madre, en primera persona, transmutando así hacia la espiritualidad. "Estas palabras que escribí como si fueran dichas por mi madre, las canto como un homenaje a la religiosidad de mis hijos", explica. Lo que sigue, entonces, es otro momento sublime. Caetano, voz e violão, entrega versos conmovedores: "Todo lo que por ti vi florecer de mí/ Señor de la vida/ Toda esta alegría que he difundido y sentido/ La traigo aquí hoy". Moreno, Zeca y Tom, lo miran embelesados y agradecidos.
El repertorio incluye casi 30 canciones, entre las que se destacan a la que Moreno le puso letra por primera vez ("Um canto de afoxé para o bloco do ilê") y otra que le regaló a su padre ("How Beautiful Could a Being Be"), en el que bailan juntos; también "Todo homem", que Zeca canta sobre el piano Rhodes; y "Clarão", en la cautivante voz de Tom.
Los bises también deparan una sorpresa. Casi sin ensayo, se despachan con otra versión en sintonía con Fina Estampa: "Cachito", el hit de Consuelo Velázquez que inmortalizó, entre otros, Nat King Cole. Una pieza elegante, de aires caribeños, a tono con la ciudad, a tono con el Salón Jumbo del Country Club, con la velada y con toda una carrera. Algo está claro: por calidad y calidez, la satisfacción para los conciertos de estas noches, está garantizada.
Caetano Veloso e hijos. Jueves y viernes, a las 20.30, en el Gran Rex .
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