Cacho Castaña: cantor de Buenos Aires
El autor del conocido "Café La Humedad" presentará este fin de semana un nuevo espectáculo en el que dice que se dará el gusto de cantar con una gran orquesta
Es difícil que Cacho Castaña pase inadvertido en Buenos Aires. Porque es famoso y porque, para él, nada de lo que está a su alrededor pasa inadvertido. Percibe a quienes lo saludan desde lejos y hasta es capaz de atajarlos en el intento; mientras tanto, conversa sentado a la mesa de un bar. Y en sus palabras aparecen Mariano Mores y su padre, las mujeres como coartada para evitar referirse a la política, el fútbol y una inminente mudanza.
Pero aun con su más reciente plan en la cabeza, no deja de ser el porteño de barrio, nacido, criado y madurado en Flores, que larga en voz alta un "¡Mooo-zooo!: ¿qué pasa, no atiende nadie acá?", con risa burlona y ganas de tomar un café.
Es una mañana fría. Así se ve la Avenida de Mayo desde la ventana del bar. Ante el paisaje, el cantante dice que entre el frío o la humedad, prefiere la humedad. ¿Acaso no es una buena entrada tanguera a la conversación? Faltaría un poco de nostalgia y sufrimiento, pero el local que inspiró el tema "Café La Humedad" ya no existe y de San Lorenzo, mejor ni hablar.
"Y bueno, uno nació para sufrir. Con el fútbol, con las minas. Sí, soy un pobre engañado. Las minas me engañaron toda la vida", dice, pero la sonrisa no lo deja mentir.
-Vamos Cacho, que estás haciendo hablar al personaje.
-De cualquier manera, me han engañado. Si no, no hubiera podido escribir. El poeta escribe cuando sufre.
-¿No se puede escribir de otra manera?
-Podés. Pero uno no tiene el mismo ingrediente espiritual o anímico. Es medio mágico escribir. Yo soy escritor compulsivo. Agarro la guitarra ahora y te escribo tres temas. Pero pueden pasar tres meses y no me sale ni el "Arroz con leche". Es algo raro.
-Los momentos guían lo que se escribe.
-Claro. Documentás el momento. Generalmente es así. Luego adquirís la profesión. Podés hacer un tema para algo determinado. Ahora estoy muy feliz porque me llamó Mariano Mores. Quiere que les ponga letra a cuatro tangos que tiene. Me agrandé. Esa noche no apoliyé nada.
-Es curioso porque al principio no te dieron mucho lugar los tangueros tradicionales. Y ahora, que ya no necesitás reconocimiento, aparece un Mores.
-Pero siempre te hace bien ser reconocido. Están esos que dicen que los premios no les interesan. Y no es así. Te gratifican. O sea: mi viejo dejó de fumar para comprarme un piano a plazos. ¿Cómo no me va a gratificar todo lo que venga en mi carrera? Por lo menos valió la pena el esfuerzo de mi viejo. Si no te gratifica, evidentemente sos un pechito frío. La música no te hace mejor, pero te sensibiliza.
Redescubierto
Pasado mañana festejará su cumpleaños con el inicio de una serie de recitales en el teatro Opera, luego de un chequeo médico que fue más que de rutina. Semanas atrás sintió algunos malestares que lo obligaron a postergar algunos shows. En 2003 sucedió lo mismo cuando sufrió una bronquitis y luego un cuadro de hipertensión arterial.
Pero Cacho no se detiene. Durante los últimos años se presentó en teatros importantes y en lo que va de éste ganó un premio Gardel, un Estrella de Mar y actuó por primera vez en el festival folklórico de Cosquín. ¿La gente lo redescubrió?
"Esa es la palabra. Me redescubrieron. Uno a veces tiene bajones en la carrera. Si no tenés contratos discográficos, pasan dos años y la convocatoria se pincha. Yo tuve la suerte de que mis tres últimos álbumes fueran discos de oro. El último, el de tangos, ya es platino. Y vender 50 mil discos de tango... ¡Epa! Pero no la tengo clara. La verdad es que el éxito te lo prestan y te lo sacan, pero nunca sabés quién. Entonces trato de disfrutarlo y chau. Me gratifica que la gente me salude porque luché toda la vida para ser famoso."
-¿Ese fue el objetivo?
-Y claro. El artista no muere en el disco. Después tenés que hacer trascender la manifestación. Si no te van a dar, como a Van Gogh, los cinco palos verdes después de que te mueras. Yo los quiero ahora. Después no quiero ni el busto; que ni se acuerden. No me importa nada. Un día iba en un taxi desde el centro para el lado de Liniers y pasando Floresta paramos porque había un choque. Esperamos como cinco minutos hasta que dos tipos se insultaran y se volvieran a subir a sus autos. "¡Cómo está la gente!", le dije al tachero. "¿Sabés qué pasa, Cachito? -me responde-. La gente perdió la humildad del anonimato. Ahora todos, sea por lo que sea, quieren se famosos.".
-Se vio con el éxito de los reality.
-Y la manija que les daban... He escuchado decirles tantas barbaridades a los chicos en los canales: "Hoy te consagraste como artista". Nadie se consagra como artista. Tenés que tener una trayectoria para eso.
-¿Qué fuiste primero: famoso o artista?
-Nunca me detuve a pensar en eso. Empecé a estudiar música a los 6 años. Me recibí de profesor a los 14. Toqué en una típica de tango. Fui pianista de varias orquestas. Después apareció Elvis y perdimos los libros. Me llenó la cabeza de humo. Me dejé la patilla, el pelo largo...
-La patilla y el peinado quedaron.
-Sí. Antes me tildaban de grasa. Es que si tenés mucho éxito, no te lo perdonan. Algo van a decir: "Si no se la come por ahí anda, y si no, es mufa". Algo te van a tirar en contra. Eso es muy de los argentinos.
-Y vos, porteño arquetípico, el tipo de barrio que siempre vivió en Flores, ¿sos así?
-Cacho de Buenos Aires. Pero me estoy por mudar. Acabo de comprar una casa en Belgrano R.
-¿Cómo? ¿Y el paradigma del porteño?
-Sí, a la mierda con el paradigma y con Flores. (Larga una carcajada.)
-Ahora te lo pregunto en serio.
-Bueno. Lo que pasa es que vi el lugar y me encantó. La casa en Flores la sigo teniendo. Hay muchas cosas mías ahí. No la vendo.
-¿Cómo se sostiene el paradigma?
-No tengo idea. Sé que con caminar bien en la vida, más en esta vocación, difícilmente te vaya muy mal. Andar bien es hacer la tuya tranquilo y, si podés, dar una mano. Ser respetuoso del prójimo. Hay que empezar por ahí, cosa que acá... Los argentinos no estamos bien. Y la política me cansó. La Argentina no es seria. Es una bailanta donde se pelean por el buffet.
-Pero hablás de que en las canciones querés documentar el tiempo actual.
-Cuando fui a estudiar música, lo menos que pensé fue hacer política. Pero con el tiempo, si tenés facilidad de escribir, tenés un poco la obligación de documentar la época. Ahora eso es muy difícil. Antes los poetas del tango sufrían otras cosas. Hoy la documentación es más violenta. Pero el sufrimiento valedero es cuando la mina se va. La mujer es el leitmotiv de todo. Las fronteras existen en el planeta por las mujeres, desde la época del mono. El mono comenzó a poner piedras para que no toquen a la mona que estaba por parir. Así empezaron los límites en el planeta. El hombre sigue luchando por la mujer. Las patillas y el pelo son por la mujer. A algunas les debe gustar.
-¿Y estás escribiendo temas para un nuevo disco porque te dejó una mujer?
-No. Estoy haciendo balance de todo y tengo para varios discos [se ríe]. Lo que pasa es que ahora apareció lo de Mores y a mí me gustaría hacer un disco con él. Mirá qué ironía de la vida. Yo de pibe quería ser un Mariano Mores. Tocaba el piano, quería tener una orquesta grande.
-¿Qué más vas a hacer?
- Ya veré después de septiembre. Antes me voy a Europa.
-¿A cantar?
-No. Voy a Calabria a conocer el lugar donde nació mi viejo. Mi vieja también era de allá. Un día, hace unos tres años, enganché ese programa de Franco Bagnato en el que él iba a conocer el lugar donde nacieron sus viejos. Y me emocionó mucho. Me dio toda la sensación de que era yo el que estaba ahí. Lo voy a hacer ahora, porque vengo trabajando muchísimo y quiero parar después del Opera.
-¿Qué vas a hacer en esos shows?
-Me voy a dar el gusto de cantar con orquesta grande.
-Para que suene a lo Mores.
-Es un gusto que me quiero dar. Ponele que sea a lo Mores.
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