La serie que protagonizaron Bryan Cranston y Jesse Pinkman cambió para siempre la manera en la que vemos ficciones e hizo escuela en la forma de acompañar la acción con buena música
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Descripta por su autor como un western contemporáneo, Breaking Bad es una de las series de culto y a la vez masivas cuyo consumo maratónico vía DVD inspiró a la tecnología del streaming. Escrita y producida por Vince Gilligan, se estrenó el 20 de enero de 2008 en la cadena AMC para culminar en 2013 completando 62 episodios inolvidables. El problema geopolítico del narcotráfico en la frontera entre Estados Unidos y México se traslada aquí a la intimidad de Walter White (Bryan Cranston), cuya personalidad cambia de forma dramática no por consumir metanfetamina (cristal) sino por aprender a fabricarla.
Si las reglas del western fueron adaptadas para un escenario fronterizo en el que no hay línea divisoria entre buenos y malos también lo hace la música: el atractivo soundtrack de Breaking Bad expande el desierto hasta la mismísima Patagonia. Lo que se dice una patria (muy) grande.
“Enchanted” (The Platters, 1959). Conocidos acá como Los Plateros, el grupo vocal que globalizó el doo wop con “Only You” (acá tuvimos a Los Cinco Latinos como espejo) se recorta como una alucinación en el desierto de Nuevo México donde transcurre mayormente la serie. “Enchanted” se editó como simple en febrero de 1959 y rankeó en el chart pop y en el R&B especializado en música negra. En ese sentido eran un grupo amable, apto para ocupar el centro de la televisión en el sueño americano.
“Quimey Neuquén” (José Larralde, 1967). Una de las mayores sorpresas que deparó Breaking Bad en su quinta temporada fue que la voz austera de José Larralde se escuchase de fondo en una escena que cierra el capítulo 10. El loncomeo (un ritmo folclórico mapuche) se escucha mientras Walter White da paladas en la tierra para esconder las ganancias de sus negocios con la metanfetamina. Larralde había grabado la canción compuesta por Milton Aguilar y Marcelo Berbel en el álbum Herencia y Chancha Vía Circuito (el proyecto etno-trónico de Pedro Canale) la remixó para su Río Arriba de 2010. Esa es la versión que llegó a la serie y que puso a la voz de Larralde en los oídos del mundo. Los herederos de los autores iniciaron una demanda contra los productores de la serie ya que nunca se les había pedido permiso para incluirla. La versión de Chancha Vía Circuito no está disponible en streaming.
“It’s Such a Pretty Woman” (Nancy Sinatra, 1967). El aire tex-mex lo impregna todo en Breaking Bad. Y así como son de fronterizos sus conflictos y personajes lo es el soundtrack. Esta Nancy Sinatra que llevó a cabo una puesta a go go del cancionero vaquero se luce en la segunda temporada de la serie. Sin el rictus ominoso de Los Cuates de Sinaloa (que hacen de la vida de Walter White un narcocorrido), la hija de La Voz tiene de todos modos algo de la mafia siciliana en su sangre y sintoniza en su modo country con la cristalería azul de Albuquerque.
“He Venido” (Los Zafiros, 1967). Entre las diversas versiones que Los Plateros desparramaron por toda Latinoamérica estuvieron Los Zafiros, las grandes voces del filin cubano, un estilo que adaptaba la música estadounidense a La Habana en plena Guerra Fría. El filin buscaba sacar la cabeza al mundo incorporando al son y el bolero sonidos de la bossa nova, el doo wop y el pop. Muy populares entre 1961 y 1967, Los Zafiros siguieron adelante con dificultades bajo el régimen castrista pero el notable registro sobre agudo de Homero Ignacio Elejalde Sánchez se advierte como una influencia en Silvio Rodríguez, compositor top de la Trova. No es casual que sea una piedra azul, claro.
“Up the Junction” (Squeeze, 1979). Breaking Bad le dio a Squeeze lo que la radio le negó: un hit global. La banda más invisibilizada de la new wave inglesa (acaso por no tener look o ninguna distinción de actitud) era capaz de producir miniaturas de Lennon & Paul McCartney con otra firma: Chris Difford y Glenn Tilbrook. Fue editada como tercer single del grupo y adelanto del álbum Cool for Cats y llegó al número 2 en el ranking británico pero su módico éxito no salió de la isla. Lily Allen grabó una versión acústica en 2008 poco antes de que se escuchase en la quinta temporada de la serie. Con lo que los desafortunados Squeeze tuvieron sus tardíos quince minutos de fama.
“Hyperactive!” (Thomas Dolby, 1984). Cuando el video de “Hyperactive!” llegó a MTV parecía que la música del futuro se había escrito toda de un tirón. Dolby (cuyo apellido ya traía reminiscencias tecnológicas) resumía el espíritu yuppie de la época (hiperactivo) y adelantaba la venganza de los nerds en los garajes de Silicon Valley. En ese sentido su hit hecho de un funk contracturado y tecno (todos los efectos circa 84 puestos como en una góndola de supermercado) es una metáfora de Walter White: el profesor de química humillado por su alumnos que se convierte en Heinsenberg, la bestia negra de la metanfetamina.
“Banderilla” (Calexico, 1998). Una de las mejores bandas de folk contemporáneo (o habría que decir de folclore norteamericano directamente) cuya discografía parece a la medida de la ficción escrita por Vince Gilligan. Formada por los ex miembros de la banda indie Giant Sand, Caléxico es nada menos que la mezcla de los nombres de California y México asumiendo una cordillera cultural que se remonta a los años coloniales. “Banderilla” es puro sentimiento mariachi empujado por arreglos que le dan al instrumental una atmósfera de western de autor para pegarse al paisaje de Albuquerque como los insectos que colisionan contra el parabrisas de un auto en una tórrida ruta de verano.
“Apocalypshit” (Molotov, 1999). Son varios los créditos mexicanos del soundtrack y al rap metal de Molotov le toca musicalizar una escena de puro vértigo en la que Walter White conduce esa van convertida en cocina de cristal en una fuga por el desierto. El arranque demoledor acompaña al profesor devenido narco huyendo en cueros y con una máscara de oxígeno en una escena surrealista y, literalmente, on fire.
“Tush” (ZZ Top, 2005). Los rockers texanos suenan de fondo en el tercer capítulo de la primer temporada musicalizando una riña de bar entre Hank (cuñado de Walter White y policía) y dos pillos de mala muerte. Rock directo y sureño en los años progresivos, ZZ Top hizo un culto de las raíces al punto de, se sabe, dejarlas crecer acaso demasiado. “Tush” es un clásico de la banda caracterizado por un solo con slide guitar y su cuadratura es solo comparable a la de AC/DC o Dr Feelgood. Formados en 1969, el trío mantuvo su formación estable hasta días atrás, cuando murió el bajista Dusty Hill. Cincuenta años con la misma formación, algo de lo que ni los Stones ni Les Luthiers pueden jactarse. Cincuenta años sin afeitarse se diría.
“1977” (Ana Tijoux, 2010). Hija de exiliados chilenos en Francia, Ana Tijoux nació en Lille justamente en 1977. Es el crédito chileno de la serie junto con el perverso y elegante Gus Fring (Giancarlo Espósito, danés-estadounidense). Conocida por su militancia feminista, se la escucha aquí rimando con un fondo de hip hop infusionado por samples de tex mex y bronce mariachi.
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