La artista canadiense estaba atravesando una etapa compleja cuando, en un viaje en avión, compuso este clásico que incluyó en su segundo disco, Clouds, editado en 1969
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Las nubes, el amor y la vida. Joni Mitchell tomó esos tres tópicos aparentemente inabarcables y los entrelazó en una de sus composiciones más bellas, “Both Sides, Now”, grabada originalmente por Judy Collins en 1967 y editada luego en 1969 en un álbum de la artista canadiense, precisamente titulado Clouds. La canción parte de una dicotomía y transcurre -con cierto dolor pero también seguridad en la voz de Joni- intentando aprehender ciertas contradicciones. Desde cómo se logra disfrutar de lo que brindan las relaciones cuando uno está en pleno duelo hasta bajo qué óptica se contempla la vida cuando ésta no hace más que fustigarnos.
Mitchell escribió, ante todo, una oda sobre la madurez para transitar la cotidianidad, con plena consciencia de lo elusivos que son esos momentos que ella enumera, como una charla con amigos o una vuelta en una ferris wheel, lo más concreto de una canción repleta de simbolismos, de planteos existenciales, de todo lo que ella fue concibiendo mientras escuchaba lo que esas nubes tenían para decirle. Es por ello que “Both Sides, Now” es tan inmensa: pocos artistas pueden escribir sobre lo fugaz oscilando entre lo tangencial y lo conceptual, como también hizo en “River”, donde construía una vez más un imaginario sobre aquello que se nos escapa entre las manos con la fuerza de una corriente.
Mitchell estaba en pleno viaje en avión cuando nació “Both Sides, Now”, en un ejercicio de contemplación, eso mismo a lo que nos remite la canción a la que su autora describió como una “meditación”. “Tenía una idea tan grande en mi cabeza sobre cómo quería que fuera que pensaba que solo iba a poder acariciar la superficie”, contó esa mujer que había irrumpido en la escena folk a los 25 años con su álbum debut producido por David Crosby, Song to a Seagull, y que se encontraba intentando descifrar quién era en ese nuevo ámbito de reconocimiento de sus pares, pero con una dura historia que todavía no estaba poniendo en palabras.
Un momento doloroso y un libro como inspiración
Roberta Joan Anderson, tal es su verdadero nombre, conoció a Brad MacMath mientras estudiaba arte en la Universidad Alberta, en Calgary, Canadá. Luego de separarse, en 1964 se enteró de que estaba embarazada. Como la propia Mitchell contaría luego, MacMath la abandonó en el ático de una casa sin dinero y en pleno invierno, con otros ocupantes en el lugar, en un momento en el que ella tocaba en pequeños escenarios, buscando su lugar definitivo en la música.
El contexto fue tan abrumador que, al dar a luz a su hija Kelly, decidio darla en adopción. Ambas se reencontrarían en 1997, pero a mediados de los 60 la vida de Mitchell estaba signada por la tristeza de no haber podido criar a su hija. Al no tener contacto con la pequeña, pasó gran parte de su vida escribiendo sobre ella y para ella. “Both Sides, Now” no es la excepción.
En medio de ese duelo, en un club folk de Toronto, Joni conoció al músico Charles Scott “Chuck” Mitchell, con quien se casó a sus 21 años en 1965 para luego partir hacia Detroit. Dos años después, el matrimonio se disolvió y ella, sola con su guitarra, se mudó a Nueva York, donde sus letras más personales fueron gestadas. Ese viaje en avión donde nació “Both Sides, Now” fue tan solo uno de muchos en los que Mitchell aprovechaba para desahogarse en el papel, antes de pisar tierra firme en diferentes estados en los que tocaba para audiencias amantes del folk-rock. En las nubes, Joni se encontraba leyendo Henderson, el rey de la lluvia de Saul Bellow (otra obra signada por el impulso de encontrarle un significado a las cosas), una de sus inspiraciones para el último tema de Clouds, en el que la fragilidad humana es palpable.
"Both Sides, Now nació de una meditación"
Joni Mitchell
Al escucharla, uno puede imaginarse a Mitchell observando esas nubes “desde ambos lados”, como quien anhela buscarle un sentido a lo mundano con el dolor a cuestas. Su talento como pintora se funde en su estilo como compositora, como perfecta ilustradora de un tormento interior que, subrepticiamente, va encontrando la manera de transformarse. Ese “now” [ahora] que sumó Joni tras la coma grafica el deseo de tocar el presente con las manos, de volver asible lo inasible, partiendo de la imposibilidad de abrazar esas nubes y concluyendo con una aseveración muy madura para el momento en que la artista escribió uno de sus grandes himnos: “Realmente no conozco la vida en absoluto”.
Joni habla de cómo esa vida no es más que una gran ilusión, y de cómo somos meros mortales corriendo para descifrar los enigmas más incomprensibles mientras los días se nos pasan volando y no nos detenemos a mirar las nubes. Por eso tanto, el “both sides” y el “now” son clave.
A veces, simplemente no hay respuestas. A veces, solo resta contemplar y disfrutar de lo más escurridizo mientras estemos en el mundo. Hay una razón por la que Mitchell escribe su tema en dos planos: así cómo habla de lo más bello que la rodeaba, también habla de cómo hay que absorberlo antes de que pase de largo. La vida y la muerte, lo concreto y lo abstracto, lo dulce y amargo, todo reunido en una de las canciones más hermosas de una artista enorme.
De Realmente amor a CODA
“Both Sides, Now” volvió a grabarse en el 2000 para el disco homónimo de Mitchell y tuvo muchos covers, desde uno de Neil Diamond hasta la gran versión instrumental de Herbie Hancock. Con el estreno en 2003 del film de Richard Curtis, Realmente amor, la canción adquirió otro significado al integrarse armónicamente a una dolorosa secuencia protagonizada por Emma Thompson y Alan Rickman. El año pasado, el tema volvió a demostrar su vigencia cuando se lo incluyó como hilo conductor de CODA, el film de Sian Heder ganador del Oscar.
Incredible performance of “Both Sides Now” by @EmiliaJonesy in the 2021 film CODA directed by @SianHeder. Congratulations to the cast & crew on the nomination for Best Picture. pic.twitter.com/V7fOjYXiUn
— Joni Mitchell (@jonimitchell) February 8, 2022
En una de las escenas más memorables del film, Ruby, el personaje de Emilia Jones, audiciona para ingresar a la prestigiosa Berklee College of Music con el tema de Mitchell, y lo interpreta también en lengua de señas para que sus padres y su hermano -quienes son sordos- puedan procesar la letra de la artista en toda su magnitud. La propia cantautora canadiense se emocionó al ver ese momento y lo dejó plasmado en un tuit en el que festejó la nominación al Oscar de la película de Apple TV+ que, en varios tramos, remarca lo complejo que es interpretar un tema de Joni Mitchell y brinda una posible solución para pasar la prueba: hacerlo con el corazón en la mano y la cabeza en las nubes.
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