Blondie: vital, actual y con el plus de un gran puñado de clásicos
Debbie Harry y los suyos brillaron en el Festival Rock &Pop
Más de tres décadas después de su edición original (33 años para ser exactos), aquella mítica de los tres días en el estadio de Vélez con un lineup que incluyó a INXS, Nina Hagen, John Mayall, Charly García, Soda Stereo, Sumo, Virus, Fito Páez, Los Abuelos de la Nada y Miguel Mateos/ZAS, el Festival Rock & Pop volvió a escena. Esta vez, en el estadio Obras, en su espacio al aire libre, y con una variada grilla de visitantes y locales encabezada por Blondie y completada por The Vamps, Eruca Sativa, The Magic Numbers, Octafonic y Todo Aparenta Normal. Azealia Banks, que también era de la partida, finalmente no participó como consecuencia de una bronquitis.
Desde su primera y única visita a la Argentina en 2004, fue muy poco lo que se supo de Blondie. Con conciertos y álbumes esporádicos, la experimentada agrupación neoyorquina ganó nuevo impulso a partir de Pollinator, su último álbum de estudio editado el año pasado y que, a través de diferentes colaboraciones (Charli XCX, Johnny Marr, Sia, David Sitek y Nick Valensi de The Strokes, entre otros), incursionó en la música electrónica como una manera de revitalizar y actualizar su propuesta. De todos modos, esto de experimentar no es algo que sorprenda tratándose de Debbie Harry y compañía: siempre identificado con la etiqueta new wave y conservando tanto su sonoridad pop-rock como su impronta bailable, a Blondie jamás le tembló el pulso a la hora de zambullirse en las aguas del reggae, el rap, el soul, el funk y la música disco.
Sobre el escenario de Obras, y con casi 45 años de carrera, el perfil de Blondie volvió a lucir intacto. Invitó al público a sumergirse en un viaje en el tiempo de la mano de clásicos como "One Way or Another", "Hanging on the Telephone", "Rapture", "Maria" y "Call Me". Sin embargo, lo del ocasional quinteto (el histórico guitarrista Chris Stein faltó a la cita por un tema de salud) no fue un puro ejercicio de nostalgia, dado que su eficaz y patentada fórmula de aspereza punk más melodía pop se conserva vigente a través de nuevas y festejadas composiciones como "Doom or Destiny" (con el acompañamiento de Joan Jett desde el video respectivo en las pantallas de led), "Fun", "Gravity", "Long Time" y "Too Much".
Con un pie en su glorioso pasado, pero otro bien firme en el presente, la banda se mostró vital, actual y muy sólida, principalmente por la labor del experimentado baterista Clem Burke que empuja todo hacia adelante con sus ritmos contagiosos y monolíticos. Leigh Foxx (bajo), Tommy Kessler (guitarra) y Matt Katz-Bohen (teclados) complementaron el andamiaje instrumental de la nave dirigida por la siempre carismática Debbie Harry. A sus 73 años, y con su reconocible look Marilyn Monroe, la vocalista cautivó al público con glamour y elegancia. Y si bien en reiteradas y prolongadas ocasiones prefirió compartir el micrófono con la platea en lugar de cantar, su innato magnetismo pareció eclipsar cualquier falencia. Ese mismo con el que pavimentó el camino de muchas cantantes que vinieron después: desde Madonna hasta Lady Gaga, pasando por Shirley Manson y Gwen Stefani.
La cadencia reggae de "The Tide is High", entremezclada con "Groove is in the Heart" (Deee Lite), más el pulso disco de "Atomic" y el hit "Heart of Glass" colocaron al set en su punto más alto antes de despedirse con "Dreaming", y dejar más que satisfecha a una audiencia totalmente entregada a un grupo ya atemporal, pero que continúa muy interesado por el futuro.