Bizarrap: cómo fue su última noche en el Hipódromo de Palermo y el gran balance que dejaron los tres shows
Más de 60.000 personas vieron entre el jueves y el sábado el debut de Bizarrap en el Buenos Aires; un show que se ubica en el marco de la música electrónica, pero con un armado de 360° y una puesta lumínica extraordinaria
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Gonzalo Conde tenía 3 años cuando le pidió a Papá Noel un micrófono con luces para cantar. Poco más de dos décadas después, su tríada de shows en el Hipódromo de Palermo puede verse como una prolongación de ese deseo: Bizarrap en vivo es música y luces. En lo que probablemente hayan sido las presentaciones más importantes de su carrera (nunca había tenido una fecha propia en Capital Federal), el productor trasladó la proyección internacional de sus Music Sessions a la performance. Lo que en estudio se traduce en invitados de lujo que van desde Shakira a Nicky Jam y Residente, en esta gira se manifiesta en la estructura 360 con más de 3 mil metros cuadrados de pantallas led, una puesta a la altura de fiestas electrónicas y DJ sets en los grandes venues del mundo.
Y ahí está el gran giro de Bizarrap en vivo, en pensarse a sí mismo como DJ más que como un productor experto en el arte de las relaciones públicas. Porque bien podría haber apostado por convocar a buena parte de los artistas que se han sumado a las más de 50 BZRP Music Sessions, pero en lugar de un desfile de feats apostó a que este sea su show. Y así lo dijo Duki, el único invitado durante las tres noches en el Hipódromo. “Este show es tuyo, hermano, disfrutalo”, dijo el cantante y pidió a todo el público que grite bien fuerte por Bizarrap. Antes de eso, el mini set que los había tenido como protagonistas, reconvirtió por esos minutos a Duki en un rapero capaz de fluir en bases tecno sobre su propia Music Session (la #50) y también con “Givenchy”. Allí, los bombos en negras que le imprimió Bizarrap al remix yuxtapuestos al flow atresillado de Duki (”Modo Ginóbili no erro canasta”) le dieron al tema una nueva textura, como una Inteligencia Artificial intentando decodificar qué es el swing.
En poco más de una hora y media de set, Bizarrap pasó a sus Music Sessions por el filtro del dubstep y el future bass. Para el primero, su gran referente siempre fue Skrillex, maestro en el arte de la fragmentación y los bajos sobresaturados. Partiendo desde allí, el productor argentino no tuvo pruritos en “romper” las Music Sessions, esconder los patrones rítmicos originales y también la paleta tímbrica. Su Session con L-Gante, por caso, solo mantuvo en vivo la voz del cantante y el güiro cumbiero. Todo lo demás estuvo siempre más cerca del tecno que del RKT y la cumbia 420. Para el segundo filtro, el del future bass, más amable que el dubstep y con elementos de cercanía con el trap, Bizarrap aplicó capas de textura a sus producciones, muchas veces escondiendo el beat para lograr pasajes instrumentales menos fiesteros y más relajados. Y ahí el diálogo con su propia obra fue incluso más sutil. La Music Session con la rapera Snow Tha Product, tal vez una de las más infravaloradas de toda la saga, es en su versión original la que deja entrever en la coda el interés del productor por la música electrónica. Y en vivo, con Flume como su gran referente, se volvió uno de los momentos “espaciales” de la noche, seguido de un remix de “PUFF”, de Bhavi.
“La idea de las Music Sessions apareció luego de la tercera Freestyle Sessions, cuando Bhavi me dijo que no improvisaba, que quería hacer una canción”, le contó Bizarrap a LA NACION antes de los shows en el Hipódromo. “Y entonces se nos ocurrió la idea de hacer una music session en vez de Freestyle Session y justamente Bhavi, que fue el primero, va a ser quien abra mis shows”. De esa manera, Bizarrap encontró la forma de tender un puente con aquella Session iniciática para después, en su set, solo retrotraerse de manera explícita hasta la #13, aquella con Nicki Nicole en la que Bizarrap entregó una producción con la fisonomía de los hits que la rosarina ya venía lanzando por su cuenta.
Es que, si algo ha caracterizado a las producciones de Bizarrap ha sido la hospitalidad de los beats en relación al invitado de turno. La recreación de su habitación como ambiente amateur e íntimo tiene ese correlato en la música. Hacer sentir cómodo al cantante para que la Session fluya cercana a los métodos de escritura del freestyle y de la obra del feat. En vivo, en cambio, pareciera que el Bizarrap DJ juega ya solo y según su propio placer. No se trata acá de que los cantantes estén cómodos porque los cantantes no están. Y entonces el campo lúdico se le abre para que el material sonoro esté dispuesto según las convenciones de la música electrónica en vivo.
En contra de esa lógica, los agradecimientos de Bizarrap cortando la música rompieron con la progresión y la continuidad esperada de un DJ set. “Es un sueño que hicimos gracias a un gran equipo, quiero agradecerles a cada uno y gracias a ustedes, para mi es un placer. Ustedes hicieron que la música argentina esté en este lugar”, dijo en uno de sus mini discursos. Y por supuesto, “Malbec”, la canción que le produjo a Duki y que se resignificó con el Mundial de Qatar (”Hoy festejamos y mi equipo salió campeón”, dice la letra), fue el momento en el que las pantallas se llenaron de referencias a Argentina y la Copa del Mundo. Si en 2022 su gesto para acaparar la atención y el clickbait en Lollapalooza había sido un remix de “Jijiji” de Los Redondos con Gaspar Benegas como invitado, en este, su primer show propio, Bizarrap encontró más herramientas para trascender y proyectar su performance en vivo, autopercibiéndose DJ.
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