A los 80 años, el recordado cantante de La Pesada del Rock & Roll regresa al país para celebrar su historia y la del grupo con un show de formato teatral; en diálogo con LA NACIÓN analiza al rock nacional a partir de la influencia de la banda
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Argentina, principios de los años70. Disueltos los grupos fundacionales del rock vernáculo –Los Gatos, Manal y Almendra– se generó un vacío que presagiaba la probable extinción del incipiente movimiento musical. Fue entonces cuando apareció Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll (luego devenido en La Pesada del Rock o, simplemente, La Pesada), un supergrupo de hard rock y rock psicodélico que revolucionó el medio con diferentes formaciones, siempre lideradas por el histriónico Bond (en aquel tiempo un muchacho regordete y mofletudo). La más recordada es la última, la que integró el cantante en compañía de Claudio Gabis en guitarra, Alejandro Medina en bajo, Jorge Pinchevsky en violín e Isa Portugheis en batería. Con esta estructura, el grupo registró cuatro discos y se hizo famoso con temas como “Salgan al sol”, “La pálida ciudad”, “Para qué nos sirven”, “No nos paran más” y una irreverente versión de “La marcha de San Lorenzo”, que de inmediato fue prohibida por el gobierno militar de Alejandro Agustín Lanusse.
Ahora, a 50 años de todo aquello, Billy Bond (que en esa época debió abandonar el país y exiliarse en Brasil) regresa para celebrar su pasado y el de la banda con un recital-espectáculo, de formato cuasi teatral, en el que también homenajeará la historia del rock nacional. La cita es el próximo 31 de enero en el teatro Gran Rex. Pero antes, en un alto de los ensayos, el músico se reunió en exclusiva con LA NACIÓN para pasar revista a toda su trayectoria y hablar de su presente.
“Te confieso que estoy viejo”, asegura El Bondo, quien el 19 de noviembre cumplirá 80 años, “pero me estoy divirtiendo mucho haciendo todo esto. Sé que tanto yo como la productora vamos a perder plata, porque se trata de un evento único con nivel de superproducción. Será mucho más que un concierto, tendrá mucha preproducción y contenido. Estarán todos los temas históricos de La Pesada, pero también algunas canciones nuevas: “Yo soy el rock”, Las enfermeras” y “Grass”. Estoy seguro que con este show los vamos a sorprender a todos”, adelanta entusiasmado.
–¿Cómo nació La Pesada? Existen muchas versiones al respecto. ¿Cuál es la verdadera?
–Cuando los grupos fundacionales del rock nacional se disuelven, los músicos quedan dispersos, cada uno en su trip personal. En medio de esa situación yo, que los conocía por ser habitué de La Cueva, me convierto en una suerte de aglutinador de todos ellos. Las bandas no se habían separado porque sí, se habían separado por una cuestión de egos; sus integrantes ya no se aguantaban más y por eso no querían seguir tocando juntos. Y yo, justamente, no tenía ego porque no pertenecía a ninguna banda. Entonces se empiezan a juntar alrededor mío, en calidad de amigos y músicos. Cuando empezamos a tocar todos juntos, sin problemas de ego, repito, nace la idea de grabar el primer single de Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll, que fue “No pibe”.
–¿El tema de Manal?
–Sí. Javier Martínez me dio el tema antes de que lo grabara Manal y ahí surge la primera Pesada, donde estaban Hugo Fattoruso, el negro Black Amaya y el “Bola de ruido” Héctor Starc. Éramos una banda con caños, curtíamos una onda medio soul, no éramos heavy como luego devino el grupo. La Pesada nació en La Cueva número 4 (también llamada La Manzana), porque hubo varias cuevas, ¿eh? Esta quedaba en Juncal y Las Heras. Aquí aparece Pappo y Spinetta empieza a montar Pescado Rabioso.
–¿Siempre se trató de una agrupación abierta?
–Sí, siempre fue así. Hay gente que dice que la formación fija de La Pesada fue la última, pero no es así. Esa, que se toma por fija, es con la que nos presentamos por última vez en un escenario. Pero en realidad nunca tuvimos una formación fija. Las formaciones iban cambiando siempre, ya sea a la hora de ingresar a un estudio o de tocar en vivo. El único integrante de todas esas formaciones fui yo. Después tuve suerte de poder ayudar a otros y hacer escuela, por eso hubo otras Pesadas, como la de Kubero Díaz, la de Alejandro Medina y la de Claudio Gabis.
–De las distintas formaciones de Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll participaron músicos como Pappo, David Lebón y Luis Alberto Spinetta. ¿Qué rol cumplió cada uno de ellos?
–Bueno... una vez vino El Flaco y me dijo: “Bondo, tengo un temita para vos” y me dio “El parque”. ¿Y qué hicimos? Primero lo grabamos con su voz, para que yo pudiera aprenderme la letra. Y luego borramos lo suyo y canté encima yo. Y así quedó en el primer disco de la banda. De todos modos, Luis aparece en el tema tocando el bajo. Así era el sistema, cada uno participaba en La Pesada con lo que quería o podía. Yo entraba al estudio diariamente a las ocho de la mañana y me quedaba ahí durante doce horas. En todo ese tiempo se producía un desfile de músicos y con ellos iba montando cosas sin parar. Algunos dicen por ahí: “Esos tipos de La Pesada eran todos unos reventados y drogadictos”. ¡Carajo! Yo era un tipo serio, un trabajador de la música. Fijate que, más allá de participar en La Pesada, produje más del setenta por ciento del rock nacional de esa época (como el álbum debut de David Lebón, el cuarto de Pappo´s Blues, los tres discos de Sui Generis y, más adelante, y ya instalado en Brasil, el primero de Seru Girán).
–La Pesada fue pionera del hard rock y del rock psicodélico. ¿Qué influencia tuvieron las drogas en la música de la banda?
–Las drogas pasaron por La Pesada como pasaron por los Beatles y todas las bandas de aquella época. Eran algo común entre todos nosotros. Estaban allí en todo momento, todo el tiempo. La influencia de las drogas se nota fundamentalmente en algunas cosas como psicodélicas: por ejemplo, el disco Tontos está prácticamente grabado en ácido. Fue un disco muy experimental, considerado como uno de los diez mejores en su estilo en el mundo. En ese momento las drogas eran algo muy fuerte entre nosotros, pero, ojo, siempre me refiero a drogas livianas. No había crack ni otras drogas duras destructivas.
–¿No consumían cocaína?
–Nooooo. La cocaína era muy cara, era cosa de tangueros. Ellos sí tenían plata, en cambio nosotros... La Pesada consumía marihuana y luego, cuando entra el ácido, pasó a ser todo ácido. Tengo anécdotas...
–¿Una, por ejemplo?
–Una vez, antes de un concierto en Córdoba, fuimos a probar el sonido al estadio a eso de las dos de la tarde. Nos tomamos dos pepas y después no podíamos parar de zapar. A las cuatro horas empezó a entrar el público y nos encontró allí, tocando, dale que te dale. Entramos en un trip de seis horas interminables, que solo se cortó cuando nos echaron.
–¿Cuál fue la participación de La Pesada en el primer disco de Sui Generis, Vida?
–Esencial. Primero Charly y Nito grabaron conmigo un demo y yo, después, a todo eso le fui agregando cositas. La Pesada los acompañó en todo el disco. Por supuesto que ahí nos despojamos un poco de nuestro espíritu heavy y nos adaptamos a ellos. Es que yo no era sólo un heavy, era productor de discos y venía de trabajar mucho en la industria. Con ellos nos conocíamos mucho. Fijate que Charly tocaba el piano en La Pesada, ¡él era nuestro pianista! Hasta vino con nosotros a tocar a Córdoba. Yo lo llamaba Chupín por Frédéric Chopin. Yo vislumbré a Sui Generis, le llevé el acetato a Jorge Álvarez y le dije: esto va a vender trescientos mil discos. Y él me contesto: “pero Bondo, esto no es rock and roll”. Claro, pelotudo –le respondí yo–, por eso los va a vender (risas).
Rompan todo
–Además de por su música, la banda es recordada por los hechos de violencia que se desataron en el concierto del 20 de octubre de 1972 en el Luna Park (dentro del Festival Jornadas para la Juventud). ¿Reconocés algún tipo de responsabilidad en lo sucedido?
–Sí, totalmente. Yo lo provoqué, pero, ojo, hubo una provocación anterior. Nosotros habíamos llegado a las 9 de la mañana para probar sonido y vimos cómo Tito Lectoure y sus matones pateaban a los chicos que se encontraban afuera, sentados, aguardando en fila. “Hippies pelotudos”, les decían agresivamente. A mí eso me quedó atragantado. Luego, lo que pasó, a la hora del concierto, es que las butacas de adelante, que eran muy caras, estaban vacías. Y nosotros, como banda de rock and roll, ¿qué queríamos? Tener a la gente cerca. Ahí fue que se me ocurrió que los que quisieran pasarse para adelante, lo hiciesen. Pero a Lectoure no le gustó la idea e hizo ingresar a la Policía. Por la rapidez en que esto sucedió, para mí ya estaba todo preparado para cagar a palos a la gente. Desde el escenario, primero dije: cálmense que la violencia atrae a la violencia. Pero ni Lectoure ni la Policía me dieron bola, empezaron a los palazos y ahí los pibes treparon por las rejas (que dividían los sectores populares de la platea) y, en el medio del desmadre, surge la famosa frase...
–¿Te arrepentiste alguna vez de haber dicho “rompan todo”?
–No, no, yo nunca hice cosas al pedo. Cuando digo algo siempre lo hago con convicción. Hoy, si volviera a repetirse esa situación, volvería a decir: rompan todo.
–El tercer álbum, Tontos, ¿fue una reacción a lo sucedido en el Luna Park?
–Sí, fue una respuesta a lo sucedido en el Luna Park. Porque ese mismo día la mayoría de las bandas blandas o convencionales, que no quisieron meterse en la trifulca, dijeron una frase que me quedó grabada en la memoria para siempre: “Por este gordo hijo de puta el rock and roll se acabó”. A mí eso me dolió muchísimo porque éramos como compadres. De esto exceptúo a El Carpo (Pappo) y Spinetta, que me dijeron: “Bondo, dale con todo”, porque entendieron que había que estar del lado de la gente. Ahora, de aquella acusación, yo me cago de risa porque en este país el rock and roll se convirtió en el negocio más grande de todos los tiempos. Si no, mirá los 10 estadios de Fito Páez, los 32 de Divididos y los 84 de qué se yo. Ellos son productos del rock que, supuestamente, yo maté en el 72.
–¿Cómo se les ocurrió, en Tontos, interpolar un fragmento de la canción “Buenos Aires madrugada” interpretada por Jorge Porcel?
–Nosotros descubrimos el sampling antes de que lo hicieran los gringos. Y eso es lo que queda bien claro en este disco. Tontos fue la lectura de los acontecimientos del día: yo llegaba al estudio, agarraba el diario y leía todas las noticias. Después me sentaba en la consola y con los músicos íbamos creando a partir de la escucha de cintas previamente grabadas. Ahí fue cuando apareció lo del Gordo y dije: “Déjenlo, toquemos y grabemos encima”. ¿Cómo se me ocurrió dejarlo concretamente a él? La respuesta es sencilla: debido a los doscientos cincuenta mil ácidos que me había tomado.
–¿Cuál fue la génesis del último disco de La Pesada, Volumen 4?
–Fue la reacción a dos comentarios de la crítica especializada. Cuando salió Tontos, el diario La Opinión nos hizo pelota, y la revista Pelo, que siempre estaba en contra nuestro y nos maltrataba a lo loco, también. Para la Pelo nosotros éramos el patito feo, los que le arruinábamos el negocio; sólo les importaban grupos como Almendra. Este disco es una tomada de pelo, ya desde la tapa que ideó Juan Gatti, en la que mezclaba a Gardel con tomates, flores, cisnes, mujeres desnudas y hongos. Agarré 10 temas y los convertí en 10 rockanrolles, prácticamente todos iguales, con un inicio, una parte para el canto, otra para el solo y un final. Y entre tema y tema, les metí ruidos de bichos. ¿Querían algo diferente? Bueno, ahí les di eso. ¿Y sabés lo que sucedió? LA NACIÓN publicó una crítica diciendo que el disco era maravilloso, lo mejor de La Pesada. Una cosa de locos.
Los años pesados y el exilio
–¿Por qué después del cuarto álbum te fuiste a vivir a Brasil? ¿Fue un exilio o un autoexilio?
–Fue un exilio. El asunto fue así: (el director de cine) Leopoldo Torre Nilsson –para el cual yo había grabado varios temas para sus películas, pero con seudónimo– y Jorge Álvarez eran muy amigos e iban todos los domingos al hipódromo a jugar a los burros. Por otro lado, Babsy (como lo llamaban los íntimos a Torre Nilsson) también iba de vez en cuando a jugar con el director de la SIDE. Bueno... un día ese tipo le dijo: “No te juntes más ni con Jorge Álvarez ni con Billy Bond porque son boleta”. Como con esa gente no se jodía, en cuanto me enteré de eso, me rajé del país. Y así se disolvió La Pesada.
–¿Cómo fue y es tu vida desde entonces? ¿A qué te dedicaste en un principio?
–Primero me fui a Río de Janeiro y me instalé allí con Claudio Gabis, quien venía tocando con Ney Matogrosso. ¿Qué sucedió después? Terminé produciendo el nuevo disco de Ney, dirigiendo a Caetano Veloso y andando por las rutas con Milton Nascimento; en fin, conociendo a los más grandes músicos de Brasil. Luego grabé La Biblia en portugués y monté una banda impresionante de punk-rock: Joelho de Porco, que tuvo un éxito tremendo porque estábamos contratados por TV Globo. Y así me fui quedando y quedando. Y en cuanto aprendí a hablar y cantar bien en portugués me los comí crudos a todos. Es que en Brasil nadie canta rock and roll, los brasileños no tienen raíces en el blues, ellos vienen del samba. Así que de la noche a la mañana me convertí en el cantante de rock Nº 1 de Brasil.
–¿Cuándo te convertiste en productor de comedias musicales?
–Eso vino bastante después. Digamos que se trató de mi segunda etapa laboral en Brasil, cuando ya estaba instalado en San Pablo y lo de la música me empezó a parecer “una media chica”. Entonces elegí dedicarme a algo más completo y divertido: el teatro musical. Fui productor de Los Miserables, de El fantasma de la ópera y Rent, por nombrarte sólo algunos títulos. Lo hice en calidad de CEO local de la empresa mexicana CIE, que producía tanto en México como en Brasil y la Argentina, aquí junto a Daniel Grinbank.
–Durante todos estos años, ¿mantuviste contacto con los músicos locales?
–Con todos los que ya conocía, sí, pero no con los de las nuevas generaciones. Por eso ahora quiero ganar tiempo y para el regreso de La Pesada he contratado gente más pendeja como base, de 18 y 20 años. A todos, de una u otra manera, los he descubierto. Ahora voy a convocar a un violinista que descubrí en el andén de una estación de subte, que es maravilloso. Me reconoció, se arrodilló ante mí y se puso a llorar. Yo me quedé mudo. Luego me dijo que era fanático de La Pesada y mi asistente le pidió el teléfono. Él aún no lo sabe pero va a tocar conmigo en el Gran Rex.
–¿Qué opinás de los homenajes que algunos músicos y grupos le han rendido a La Pesada a lo largo de los años? Me refiero a Gustavo Cerati, que incluyó parte de “El parque” en su canción “He visto a Lucy” y a las versiones de “Salgan al sol” de Adrián Otero y Divididos?
–Son un halago. En todos los casos se trata de versiones muy personales. Pero yo prefiero hacer las versiones originales, no recreo nada, lo mío es bien vintage. El sonido de las versiones originales es notoriamente diferente; antes, por ejemplo, se tocaba “abierto”. Todos ellos fueron por otro lado, pero sus versiones son igualmente fantásticas. Al cantante de Divididos (Ricardo Mollo) lo voy a invitar a cantar en el recital.
–¿Qué pasó con el musical Soy el rock, sobre la historia del rock nacional, que ibas a estrenar en mayo del año pasado en el Luna Park?
–No cerraron los números, en ese momento hubo un proceso inflacionario que no ayudó para nada. Y encima no se podía entrar dinero ni sacarlo del país. En fin, se trató simplemente de un problema financiero.
–¿Podría tener una nueva chance el proyecto?
–No, no creo que se pueda hacer. La idea original incluía noventa personas en escena, músicos invitados a granel, paracaidistas, un barco, un helicóptero y hasta la reproducción de un combate de la Guerra de las Malvinas. ¿Por qué no preví los altos costos? Lo que pasa es que yo vengo de otro mercado. Cuando calculé los costos lo hice como si estuviera en mi casa, en San Pablo. Allí todo es más estable. Como yo estaba acostumbrado a esquemas de producciones muy grandes, para mí esto era como un soplo, pero los productores locales me dijeron que era un delirante. Una lástima, porque ya había construido el helicóptero que bajaría del techo del estadio mientras aparecían en escena cuarenta soldados de Malvinas, entre argentinos e ingleses, y el público, en sus butacas, iba a ser invadido por la lluvia y la nieve.
–¿El recital del 31 de enero en el teatro Gran Rex será una suerte de compensación?
–Podría ser. Como yo -por mis trabajos de los últimos años en Brasil- provengo de una familia teatral, se me ocurrió un script en torno a mi propia historia y a la de La Pesada, con algunos personajes, como los del Bien y el Mal. Así que será más bien un musical que un concierto. El argumento es simple, pero incluirá el contexto musical que acompañó el desarrollo del rock nacional: empezará con Los Teen Tops, The Beatles y Los Shakers. También estará mi historia, que es un gran material dramático: la del pibe italiano ( nació en 1944 en La Spezia, Linguria, bajo el nombre de Giuliano Canterini) que llega con su familia en barco a la Argentina, escapando de la Segunda Guerra Mundial. Y después, por supuesto, estará la historia de La Pesada, que ocupará el setenta por ciento del espectáculo. Además, habrá homenajes, uno al Carpo y otro a Spinetta. Todo estará acompañado por proyecciones a cargo del equipo de José Luis Massa (exfotógrafo de rock, director de cine y productor teatral). El título del show será Billy Bond y La Pesada del Rock. Rompan todo. Volviendo a tu pregunta, y para redondear un poco lo que dije hasta aquí, será una versión a menor escala de lo que quise hacer el año pasado, y estará inspirado en mi libro Rompan todo. Memorias revueltas (publicado por Editorial Planeta).
–Aunque falta mucho para el evento ya empezaron los ensayos. ¿Cómo es tocar los temas de hace 50 años con músicos de 20 y 30?
–Es muy interesante. Ellos, conmigo, descubren un mundo nuevo, y me escuchan como si estuvieran en una masterclass. Por eso esto se parece a un aula de universidad. A cada uno lo fui buscando y eligiendo por Instagram. Prioricé el talento y la diversidad. Ojo que además de estos jovencitos habrá otros dinosaurios como yo. Hoy a la mañana, por ejemplo, vino a ensayar Kubero Díaz. También serán de la partida Claudio Gabis, Isa Portugheis, Alejandro Medina; en fin, los que aún están vivos.
–¿Cómo fue el reencuentro con cada uno de ellos?
–Raro. Porque el tiempo pasa y es cruel, digo, para ser sutil. Pero fue y es con mucho cariño. Ellos me agradecen que los haya convocado y yo estoy muy feliz de que hayan aceptado. Algunos estaban en actividad, otros no, porque están enfermos. Kubero Díaz tuvo un derrame cerebral y Alejandro Medina está complicado de los pulmones. ¿Y Claudio Gabis? ¡Gabis está gordo! (risas). Cada uno aparecerá en un momento específico del show, pero también el público nos podrá ver a todos juntos tocando “La pálida ciudad”, “Tontos” y “La maldita máquina de matar”.
–Por último, visto a la distancia, ¿La Pesada fue el gran semillero de los músicos que luego harían historia en el rock nacional?
–Si analizás seriamente la historia del rock nacional a partir de los 70, te encontrarás con que todas las bandas cuentan con algo del ADN de La Pesada. Cada una y en distintas proporciones heredó algo del grupo. ¿De dónde viene Divididos? De una línea específica de La Pesada, la más heavy, de la que participó Pappo. Después agarrá a Los Twist y verás que ellos son el costado jodón e irreverente de La Pesada. El ADN también se cuela en la música de Gustavo Cerati. En definitiva, todos son un poco hijos de La Pesada.
Billy Bond y La Pesada del Rock. Rompan todo. Teatro Gran Rex (Av. Corrientes 857). Fecha: 31 de enero de 2025. Horario: 20:30. Entradas: por TuEntrada o en boletería.
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