Benzecry, músico entre dos mundos
El compositor está radicado en París
Esteban Benzecry desde 1997 reside en París (ha sido becario del Mozarteum Argentino y de Interamerican Music Friends, de Washington), donde realizó estudios de composición bajo la guía de Jacques Charpentier y Paul Mefano, obtuvo el primer premio por unanimidad del jurado en el gran concurso de composición del Conservatorio de París.
Ya se ha trasformado en poco tiempo en uno de los creadores contemporáneos más activos de la actual generación. Un comentario publicado por Le Monde de la Musique lo calificó "como un heredero lejano de Villa- Lobos y Ginastera por la utilización imaginativa del patrimonio musical latinoamericano". Recientemente fue distinguido por la Academia de Bellas Artes del Instituto de Francia y recibió el premio Georges Wildenstein.
Es autor de tres sinfonías, de otras páginas para orquestas sinfónicas y de cámara y recientemente Radio Francia presentó, dentro del Festival Presences de música contemporánea su composición Pillan Quitral ( El fuego sagrado ) inspirada en una leyenda Tehuelche. De visita a sus padres en Buenos Aires, Esteben Benzecry fue entrevistado por LA NACION.
-¿Qué obras tenés en elaboración?
-Varias que me han encargado, una para la Orquesta Pasdeloup de París, otra para violín y orquesta, cuyo solista será el joven violinista Nemanja Radulovic, que es una auténtica revelación. También desarrollo una obra para el Museo Guggenheim, en homenaje al natalicio del gran español Arriaga, y un encargo del Festival Presence de Radio France, que será estrenada en el Auditorio Nacional de Madrid por el Ensemble Itineraire de Francia. Para completar este momento tan especial, nuestro Horacio Lavandera incluirá una nueva página mía en el mismo auditorio madrileño en noviembre.
-¿Cómo hacés para vivir en Europa ya que terminó la beca?
-Gracias a un premio que gané estoy trabajando como compositor en residencia en la Casa de Velásquez en Madrid, institución francesa que todos los años selecciona artistas franceses o residentes en Francia para trabajar durante dos años en España. Me dan un sueldo sólo para componer. Claro que volveré a París y ahí me quedaré afincado, aunque espero viajar pronto a Venezuela y Puerto Rico, donde se incluirá música mía.
-Al escuchar tu última partitura se apreció un lenguaje sin atmósfera de nuestro folklore ¿Es así?
- Es parte. En algunas de mis últimas obras he tomado como fuente de inspiración raíces folklóricas, pero de mi continente y no las propias de nuestro país que surgieron al principio de manera inconsciente porque desde chico he tenido contacto con nuestro folklore. Mas tarde, de una manera más consciente, me propuse tomar ciertas raíces folklóricas americanas como fuente de inspiración para crear mi propio lenguaje fusionando ritmos o giros melódicos populares con procedimientos de orquestación occidental contemporánea, creando así una suerte de folklore imaginario como hicieron grandes compositores como Ginastera, Villa-Lobos, Revueltas, Bartok. Si bien existe un concepto universalista como ciudadanos del mundo que somos, tenemos la libertad de elegir el lenguaje musical que más nos guste para expresarnos y no hay obligación que nos condicione a que por ser latinoamericanos debamos tomar raíces americanistas. En mi caso esta inclinación se dio simplemente así, como una esponja que lo fue absorbiendo de a poco y es inevitable que estas influencias surjan en mis obras de manera natural o espontánea.
-¿Qué opinas sobre la disyuntiva música tonal y atonal?
-Hoy en Francia, y se podría decir en el mundo, se empieza a percibir más libertad para la creación luego de años de talibanismo musical donde si uno no componía de determinada manera quedaba excluido del circuito y los festivales no les encargaban obras ni las programaban. Poco a poco se empieza a divisar un soplo de libertad. Muchas de las hoy consideradas viejas vanguardias que en su momento surgieron como una necesidad natural y eran sinónimos de libertad por romper con ciertas estructuras de la tonalidad y las formas, luego se fueron encerrando en una suerte de doctrinas a veces dictatoriales en cuanto a los parámetros de que es lo bueno y que es lo malo a la hora de componer. Por fortuna creo que este siglo promete ser muy interesante debido a que se convive con un gran compendio de estéticas de las experiencias recogidas del pasado, y con el resurgimiento de la tonalidad, no como un paso atrás, sino como una revisión en vista a un lenguaje futuro que también se nutre de la música popular y étnica de todo el mundo y de las nuevas tecnologías.
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