Beatles versus Stones: la histórica rivalidad que regresó en cuarentena
Cargada de humor con una pizca de malicia, pero sobre todo muy efectiva como maniobra para ocupar espacio en los medios -algo que los artistas veteranos y curtidos en las reglas de la industria del entretenimiento controlan de memoria-, la reciente discusión pública entre Mick Jagger y Paul McCartney es una buena excusa para repasar los encuentros y distanciamientos entre los integrantes de dos de las bandas más importantes de la historia de la música popular contemporánea.
Hace unos días, el excéntrico conductor radial neoyorquino Howard Stern entrevistó a McCartney y le dio un pase gol para el inicio de una polémica cuando aseguró que para él los Beatles fueron una banda superior a los Stones. Ni lerdo ni perezoso, Paul le contestó "Yo amo a los Stones, pero coincido con vos: los Beatles eran mejores".
Muy pronto llegó la réplica: entrevistado por Zane Lowe para Apple Music por el flamante lanzamiento del single "Living in a Ghost Town", Jagger subió la apuesta. "La gran diferencia, y no es menor, es que los Rolling Stones somos una gran banda de concierto -dijo-. Los Beatles nunca hicieron una gira de estadios, o un Madison Square Garden con un sonido decente. Hicieron un gran show, y yo estaba allí, en el Shea Stadium. Pero eso fue en 1965. Los Stones empezamos a hacer shows de estadio en los 70 y los seguimos haciendo ahora. Esa es la verdadera gran diferencia entre estas dos bandas. Una es increíblemente afortunada de seguir tocando en estadios, y la otra no existe".
Más allá de algunas rispideces, muchas veces exageradas adrede por ellos mismos y potenciadas por la complicidad de la prensa, está claro que la relación entre Beatles y Stones siempre fue cordial e incluso productiva. Ya en 1964, cuando los Stones daban los primeros pasos de su carrera y buscaban un hit a toda costa, Andrew Loog Oldham, un manager y productor de la banda tan joven e inexperto como ellos, se encontró de casualidad con Lennon y Mc Cartney a la salida del Variety Club, restaurante del Hotel Savoy de Londres, y ahí mismo arregló con ellos la cesión de un tema en el que los Beatles venían trabajando sin mucha convicción y que en manos de la banda de Jagger y Richards llegó al puesto 8 de la lista de singles más vendidos de Inglaterra. La canción era "I Wanna Be Your Man", que los Stones transformaron en un crudo rhythm & blues luego de descartar las etéreas armonías que prefería McCartney. "Si hubiera salido a caminar cinco minutos antes o después, los Stones no habrían tenido ese tema, que le dio un gran impulso a su carrera", asegura Oldham en su divertida autobiografía Rolling Stoned. Cuesta creer que ese encuentro haya sido fortuito, pero si realmente fue parte de una plan, la táctica del manager merece un aplauso.
Ya en aquella época, mediados de los años 60, los músicos de las dos bandas se conocían muy bien. Paul contó más de una vez que estando en Bristol, donde vivía su novia de entonces, Jane Asher -actriz de la compañía Old Vic de esa ciudad costera-, introdujo a Mick Jagger en el consumo de marihuana. "Es divertido pensar en el chico más bueno del pop descarrilando al más malo", dice Philip Norman en su monumental biografía de McCartney, publicada por la editorial Malpaso.
Unos años más tarde, en los inicios de 1967, Jagger y Richards fueron arrestados por posesión de una cantidad modesta de droga cerca de la casa de campo de Keith en Sussex. Habían ido a ese lugar después de presenciar cómo los Beatles le daban los toques finales a esa extraordinaria aventura musical de poco más de cinco minutos titulada "A Day in a Life". Esas visitas para ver de más cerca el trabajo ajeno eran bastante habituales (Jagger también estuvo presente en las sesiones de grabación de los singles de los Beatles "Paperback Writer" y "Rain", en 1966), y todos los que merodeaban el ambiente musical de esos años en Londres frecuentaban tanto a los Beatles como a los Stones.
Un caso testigo es el de Jean-Luc Godard, a quien Lennon reverenciaba desde su época de estudiante. El célebre director francés pretendía filmar con los Beatles una película sobre revolución y caos urbano que cruzara ficción con documental, pero como McCartney y Harrison no quisieron hacerla terminó rodando One Plus One (Sympathy for the Devil) con los Stones.
Aun con ese nivel de cercanía, siempre hubo dardos envenenados que aparecieron sin aviso previo. "Todo lo que hacemos nosotros, los Stones lo hacen cuatro meses más tarde", declaró un pendenciero Lennon para el libro The Pop Makers, de Caroline Silver, aparecido en 1966. Parte de esas rencillas públicas que en los últimos días volvieron a salir a la luz con la entretenida disputa entre Jagger y McCartney están detalladas en el libro Los Beatles vs. los Rolling Stones. La rivalidad más grande de la historia del rock, de John McMillian, un profesor de historia de la Universidad de Georgia que se ocupó de refrescarlas.
Más allá de la ayuda concreta con "I Wanna Be Your Man", cuenta el autor, también George Harrison supo dar una mano cuando le aconsejó a Dick Rowe, del sello Decca y hombre eternamente señalado por haber rechazado a los Beatles en una audición, que fichara a los Stones. Después, los managers de las dos bandas también implementarían la estrategia de evitar la coincidencia de fechas en los lanzamientos discográficos. Ese tipo de acuerdos no borraban las diferencias más evidentes entre los grupos: mientras los Beatles representaban la invasión llegada del norte de Inglaterra, un lugar con mayoría de familias de clase trabajadora y alejado de la movida cultural de la época, los Stones eran la gran esperanza del moderno Londres. "Si Jagger y compañía eran el paradigma de la autenticidad rebelde, del sonido sucio y la actitud traviesa, los Beatles eran señalados como un producto para adolescentes, al menos en sus comienzos. Algo que, por cierto, enojaba mucho a Lennon, quien en su etapa en Hamburgo había sido bastante más punk", sostiene McMillian.
Lennon fue, desde siempre, uno de los más obstinados en ponerle pimienta a la relación. En una entrevista que le concedió a la revista Playboy un año antes de ser asesinado por Mark David Chapman, disparó munición gruesa contra los Stones: "En los ochenta la gente se preguntará '¿Por qué siguen juntos estos tipos? ¿No se puede arreglar cada uno por su cuenta?'. Si siguen mostrando fotos de uno de ellos con los labios pintados meneando el culo (por Jagger) y los otros cuatro con maquillaje negro para tratar de parecer obscenos van a ser el chiste del futuro. Eso está bien cuando tenés dieciséis, diecisiete o dieciocho años. Pero si no parás y seguís haciéndolo cuando tenés cuarenta quiere decir que mentalmente quedaste anclado en el pasado".
No era la primera vez que John pasaba al ataque. En los inicios de los 70 había formulado más de una vez declaraciones de este estilo, y alguna veces, claro, recibió respuesta: "Es probable que a John Lennon ya se le haya pasado su momento de gloria -remarco Richards en una entrevista para un diario inglés-. A no ser que haga algo pronto... No creo que nadie vaya a prestarle mucha atención a lo que John diga o haga hoy por hoy. Porque musicalmente no ha hecho nada que se acerque a lo que hizo hace seis o siete años, a lo que estaba haciendo con los Beatles. Ninguno de ellos lo ha hecho en realidad". La misma discusión que con matices reciclaron Jagger y McCartney hace unos días. Pan y circo para los fans y la prensa de dos bandas que son parte de la historia por otros asuntos más importantes.
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