Cuando Utopians se disolvió a fines de 2017 tras las denuncias de acoso sexual contra el guitarrista Gustavo Fiocchi, Barbi Recanati atravesó un período de incertidumbre. "Durante 12 años puse toda mi energía física y mental en un proyecto que de un día para el otro tuve que dejar. Me costó mucho salir de esa vorágine y fue difícil entender que arrancaba una nueva etapa", dice la cantante y guitarrista. Siete meses después de ese punto final, dio su primer movimiento como solista en julio pasado con Teoría especial, un EP en el que avanzó por "una necesidad para poder empezar a tocar en vivo con algo terminado". El próximo domingo en el Festival Ahora en el Konex y el 13 de octubre en Rosario interpretará esas cuatro canciones nuevas más algunos adelantos del disco que planea editar en 2019 y mostrará algunos destellos de su mutación. "Mi faceta solista tiene más que ver con qué tengo para decir."
¿Cómo viviste el proceso de composición de Teoría Espacial y su lanzamiento?
El contexto en el que se dan las canciones abarcan un montón de etapas nuevas para mí. Me obligué a tomarlo con mucha más calma. Y disfruté más la salida de estas canciones que cualquier otra que haya sacado en mi vida y eso tiene que ver un poco con la bajada de expectativa. Va de la mano con que mi vida ahora está dada vuelta. La mayor parte de mi tiempo estoy enfocada en mi hijo y en otros proyectos. Eso me relajó bastante.
¿Implica alguna limitación que ahora se vea tu nombre solo y no el de una banda?
Después de muchos años de estar detrás de una banda, salir con mi nombre es loco. Voy descubriendo paso a paso las ventajas y desventajas que trae. Lo primero que me pasó por la cabeza fue: "¡Uy! Ahora no me van a decir ‘tu banda es una mierda’, ahora me van a decir ‘vos sos una mierda’. Lo segundo que pensé fue: las bandas son rockeras, no las personas, entonces quiero tener una banda rockera, no quiero ser una cantautora. Pero con el tiempo la realidad va moldeando tus fantasmas. Ahora voy a una entrevista y estoy sola porque soy mi disco, mi canción y eso significa un montón de cosas que claramente ahora tienen que ser así. Hubiera sido cobarde ponerle el nombre de una banda. Tal vez en otro momento arme una banda con un conjunto diferente de tareas a las que tengo ahora.
¿La dinámica de trabajo la seguís manejando como si fuese formato banda o ahora se ponen juego otras cosas?
Estas cuatro canciones en particular las compuse yo. En cambio en el disco que estoy preparando hago la canción y después pasa a Juan Manuel Segovia, mi marido, que me acompaña tocando la guitarra, y a Tomy [Tomás Molina Nera, baterista de Utopians en la última etapa] que son ingenieros y productores. La canción, muchas veces, termina yendo a un lugar muy diferente de cómo la había pensado. Hay una composición más compartida y se da un intercambio diferente.
Se parece a estar en una banda...
No en mi experiencia. Siempre toqué en una banda donde llevaba una canción al ensayo y se tocaba hasta que se terminaba. Nunca hubo eso de que alguien se llevara la canción y la trajera de vuelta con cambios. Eso para mí es nuevo. Siempre toqué con músicos que hacían su tarea individual. Ahora la parte compositiva depende cien por ciento de mi pero el aporte del guitarrista y el baterista con los que estoy tocando termina siendo un cincuenta por ciento de la canción, por más que no sea la parte compositiva.
¿Son aportes que te liberan de toda la presión estructural?
Me funciona mucho aceptar las cosas que hago mal y encontrar un equipo de personas que las haga bien. El día que quiera hacer esas cosas que hago mal se me va a caer mucho la calidad de todo lo que emprenda. Además tener personas ayudándome en mis puntos débiles me permite poner la energía en lo que mejor hago: componer, escribir y representar mis canciones.
¿Sentís que cambió la mirada macro y micro machista sobre la mujer en el rock y en general? ¿Creés que avanzó la deconstrucción?
Está en proceso de cambiar. A veces pienso que todo cambió y otras que vivo en una cápsula de Twitter con gente que piensa como yo, que somos cien, y que el mundo sigue exactamente igual. Hay como un punto medio entre esa cápsula donde somos todos feministas y el mundo que te quiere ver en tu casa haciendo la comida. Pero el punto medio no sirve, porque no quiero solamente poder votar y trabajar, quiero poder ganar lo mismo haciendo lo mismo, tener mitad de diputados y senadores. Por eso si te paras a ver todo lo que ganaste, perdiste... la única manera que me funciona para seguir reclamando lo que corresponde es ver lo que no tengo y lo que me falta.
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