Bandalos Chinos en Movistar Arena: cuando el pop es una experiencia religiosa
En la formación musical de cualquiera existe un algoritmo que antecede al algoritmo de moda. El de moda es el que desde hace unos años se volvió tema de debate a la hora de analizar cómo las plataformas de streaming ordenan el contenido de acuerdo a los gustos del oyente pero, sobre todo, de acuerdo a los intereses de la industria. El que existe desde antes es el que cada individualidad construye también sin tener absoluto control y que depende de sus relaciones interpersonales (familia, amigos) tanto como de los medios de comunicación. Ahí, todas las tangentes son posibles y las contradicciones nulas. Vayamos a Goyo Degano, líder de Bandalos Chinos, como ejemplo. "Recuerdo Maná en cancha de Vélez y Spinetta y Las Bandas Eternas", responde cuando se le consulta dos shows que hayan marcado sus años formativos. Del primero, aún conserva en su retina la puesta en escena, ver un estadio lleno y la épica del guitarrista, del segundo, resume: "Fue algo mágico".
El nexo entre Maná y Spinetta hoy estaría dispuesto en el algoritmo de moda por esa etiqueta tan vaga como existente de "Rock latino" y sería cuestión de que el aleatorio (que nunca lo es del todo) haga lo suyo hasta conectar ambos puntos. Una curaduría un poco más severa, difícilmente una a los mexicanos con el gran prócer del rock argentino. Pero Bandalos Chinos, cuyo disco más reciente se titula Paranoia Pop y van a presentar en formato no recital sino musical este jueves 29 de octubre por streaming, desde Movistar Arena, bien puede pensarse como una banda alejada de esa paranoia y más abierta a un consumo exenta de purismos. Plantados entre el rock y el pop sin casarse con (ni renegar de) ninguno, la propuesta de los formados en Beccar "responde a la era de las playlist, y a una generación de personas más tolerantes, más abiertas", explica Goyo.
Pero los ingredientes sonoros que hacen a Bandalos Chinos van más allá de Maná y Spinetta. Así como Goyo Degano cuenta que en su casa sonaba folklore y Luis Miguel, y que fue Matías Verduga, baterista del grupo, quien le pasó los primeros discos de Green Day y The Offspring, Salvador "Chapi" Colombo, tecladista, agrega que sus padres escuchaban Bee Gees y ABBA tanto como los Beatles. A todo ese algoritmo de familia y amistades se le suma otro componente clave: una educación católica. Alumnos del Saint Mary of the Hills de San Fernando, encontraron en el coro un lugar donde hacer sus primeros pasos como músicos. Eso que nadie quería hacer (cantar canciones de iglesia) fue para ellos el salvoconducto para la creatividad. "Fuimos desplazando de a poco a la catequista y convencimos al cura para que nos deje sumar una batería", se ríe Goyo. "De repente teníamos nuestra banda y nos íbamos de clase para tocar y ensayar". Subir a recitar el salmo para unas 500 personas prefiguró el temple del cantante. Y en esas melodías cargadas de epicidad y gancho para llegar a las masas se puede rastrear algo del sello distintivo del grupo. La canción pop, casi una experiencia religiosa.
Hacia principios de la década, Bandalos Chinos adquirió fisonomía de banda hecha y derecha. De ser los músicos de la escuela pasaron a conseguir fechas y de a poco trascender las fronteras. Con Phoenix y Tame Impala como bandas referentes, moldearon un sonido amigable y con potencial de masividad. A la par, la escena cordobesa con Rayos Láser, De La Rivera, Hipnótica y Juan Ingaramo por un lado, y la mendocina con Usted Señalemelo y Perras On The Beach por el otro, sirvieron de marco ideal para el desarrollo del sexteto que lidera Goyo Degano. En el algoritmo nacional, Indios y Banda De Turistas completan la camada de un rock indie que consolidó su convocatoria entre 2016 y 2019 y que tuvo su marco de contención y propulsión en festivales como el Buena Vibra y La Nueva Generación. "En los últimos 5 años la movida y la escena del indie argentino se empezó a profesionalizar mucho más", asegura Chapi Colombo. "A los artistas a veces les da culpa pegarla, es difícil aceptar cuando te tiran flores, pero ahora surgieron muchos nerds del sonido, que están interesados en que todo suene bien y presentarlo para que el público crezca continuamente".
Con Niceto Club como lugar de legitimación porteña y giras que se extendieron por Latinoamérica, Bandalos Chinos tuvo en BACH (2018) el hit transversal tan necesario para la proyección de una banda en términos de convocatoria. "Vámonos de viaje", un rock-pop sintético que se hamaca entre teclados, falsetes y sutilezas, suma casi 15 millones de reproducciones en Spotify y les dio una visibilidad más allá del nicho. "No me cambió la percepción que tenía de nosotros", dice Goyo. "Pero sí me hizo ver lo poco que entendía a las otras personas, porque ni a palos pensé que iba a ser un hit. Entendí que no sé lo que es un hit". En la misma sintonía, Chapi agrega: "Todas las canciones tienen potencial de hit, pero depende del momento. Es un tiro al aire, tratás de que esté increíble, pero el éxito comercial va por un lado y el artístico por otro. Cuando grabamos nuestro primer EP sentía que tenía un remedio en las manos y la gente se iba a curar escuchándolo. Siempre confié en nuestras canciones".
Lejos de buscar repetir la fórmula, Bandalos Chinos cambió algunas piezas para su disco más reciente. Las cuerdas ganaron protagonismo y el pop se volvió ahora más de cámara e introspectivo. "Las cuerdas nos llevaron a un color nuevo, una tesitura que antes no teníamos", analiza Goyo. "Me pasa algo distinto en el cuerpo, creo que logramos transmitir una melancolía y cierto tono épico". Sin embargo, la idea para ellos nunca es sumar por sumar y el desafío pasa por no excederse en elementos. "Solo puede haber once jugadores en el equipo", dice Chapi. "Si metés un jugador, tenés que sacar otro. Crecimos mucho en ese aspecto, entendimos que cada elemento tiene que estar por una razón".
Parte del crecimiento de la banda es también extra musical. El nombre del disco, de hecho, se sostiene como un coletazo de una polémica que el grupo tuvo en torno a la reseña que Rolling Stone publicó sobre BACH. El descontento ante una calificación negativa generó una reacción por parte de allegados al grupo y se viralizó un debate que motivó a Andrés Calamaro a tomar partida. En su faceta de comentarista virtual, El Salmón publicó una reflexión en el blog Love Art Not People en la que halagó el álbum y utilizó expresiones como "El pop es el rock inteligente" y habló de "Una nueva paranoia pop". Con esa frase dando vueltas, Bandalos Chinos encontró el concepto para definir el nombre. "Tomó fuerza esa idea, cuando lo escuchamos terminado, nos pareció que representaba el sonido: paranoico y ecléctico", cuenta Goyo.
-¿Sienten que aprendieron algo de todo ese ida y vuelta con la prensa y las redes sociales?
Chapi Colombo: -No hay que darle lugar, es inseguridad pura. El análisis está fuera de nuestras manos, hay gente a la que no le va a gustar y está todo bien.
Goyo Degano: -Nos hizo entender la relevancia y el eco de lo que decimos y lo que hacemos. No éramos conscientes de eso. BACH fue salir a al luz y llegar a un montón de lugares y nos llevó a entender el código y el intercambio, qué está bueno y qué no está bueno tener en Internet. Las redes sociales son una herramienta y nos permitieron llegar a este lugar, pero también a trazar una línea. Lo que pasó no tuvo nada que ver con nosotros y todo se aclaró, hablé con la periodista. Nos trajo un aprendizaje.
El derrotero de Bandalos Chinos también incluye un contexto extraño para una banda de rock. Entre la masividad de los artistas de música urbana, la mayoría solistas, y el aislamiento en cuarentena, parece ser un momento por lo menos atípico para el desarrollo de un grupo. 2020 estaba dado a ser para ellos el año en el que apuntaran a un estadio icónico como Obras Sanitaras o el Luna Park, pero el cambio de planes fue obligado. De la necesidad de no quedarse quietos surgió la idea de presentar el disco en formato musical y filmar también un documental. "Somos una estructura colectiva", explica Goyo. "Necesitábamos salir hacia fuera y seguir moviéndonos. Pensábamos seguir con la inercia que traemos desde BACH pero el año decantó en esto, que igual lo sentimos como una motivación".
-¿Cómo se autoperciben en este contexto en el que para un solista parece más fácil desarrollarse que para una banda, sobre todo de rock?
Chapi: -Yo dejaría de hablar de géneros si fuese por mí, pero se necesitan esas etiquetas para agarrarse de algo. La actitud y la decisión es una, te puede gustar el trap y el pop al mismo tiempo. Para nosotros fue un trabajo de muchos años crear en conjunto, exponerse a mostrar una canción entre nosotros y que no les guste o que les encante. Somos una democracia y tratamos de llevar el grupo a lo máximo.
Goyo: -En este contexto tan individualista somos una rareza. Somos una banda de rock con todo lo que eso implica. No es la banda de uno, somos una especie en extinción en esta era. Siento que cada uno de nosotros es un Power Ranger, muy bueno en lo suyo pero cuando armamos el robot la rompemos. Te olvidás de tu propia individualidad. Nos podemos plantear esto. El arte es un camino y queremos recorrerlo juntos. Fueron muchos años hasta entender que estábamos todos en la misma.
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