Bajofondo y su contexto musical
Actuación de Bajofondo. Presentación del disco Mardulce . Con Gustavo Santaolalla, guitarra, percusión y voz; Juan Campodónico, programaciones y guitarra; Luciano Supervielle, teclados, y turntable; Javier Casalla, violín; Martín Ferrés, bandoneón; Gabriel Casacuberta, contrabajo y bajo; Adrián Sosa, batería, y Verónica Loza, imágenes. Invitados: Santullo, Juan Subirá, Cristóbal Repetto y el grupo Calle 13. Anteanoche, en el Teatro Gran Rex.
Nuestra opinión: bueno
Además de despedirse ante una platea que se movía (casi como en una clase de gimnasia aeróbica) eufórica y feliz, luego de un show potente y ajustado, Bajofondo dejó luego de su actuación un par de datos que invitan a pensar en el tipo de propuesta que Gustavo Santaolalla, Juan Campodónico y compañía llevan adelante.
"Hacemos una música que no sabemos qué es, pero esperamos que nos represente", decía Santaolalla, al promediar el show .
Por un lado, que el nombre de la agrupación fuera reducido (antes era Bajofondo Tangoclub; ahora es sólo Bajofondo) le quita el encasillamiento a la propuesta. Fue una buena decisión. Y si antes podía ser entendido como un colectivo musical, con el tiempo tomó forma de una muy afianzada banda más algunos invitados (en el más reciente CD grabaron Elvis Costello, Nelly Furtado, Gustavo Cerati, Lágrima Ríos y Mala Rodríguez, entre otros).
Por otro lado, habrá que preguntarse si un teatro es el lugar más adecuado para este tipo de espectáculos. La música popular se termina de definir dentro de cierto contexto (y la erudita también, a pesar de los notables esfuerzos de algunas escuelas europeas de mediados del siglo pasado que intentaron resaltar una espacialidad-temporalidad propia que podría tener la música).
En el show de Bajofondo, después del primer tema en el que tocó solo el violinista Javier Casalla (probablemente la estrella de la noche, aunque sin demostrar protagonismo), el grupo entró en una seguidilla de cinco composiciones de muy similar estructura y, sobre todo, hechura. Bajofondo trabaja a partir de un formato bien básico. Utiliza secuencias rítmicas, motivos melódicos, que se convierten en riffs y que se reiteran a modo de loops. Así obtiene algunas melodías pegadizas que están teniendo destino de cortina de noticieros ("Los tangueros" y "Grand Guignol") y varios amagos de citas tangueras (la gestualidad de "Gallo ciego", que se cuela en la intención rítmica de "Ya no duele", la marcación piazzoliana de "Exodo", o algunas frases de "Sueño de tango", de Nicolás Ledesma y Leopoldo Federico, que suenan en "Grand Guignol").
Con todos esos recursos se trabaja casi sin excepciones. Quizá por eso, esa seguidilla no tuvo el mismo efecto para una audiencia que estuvo sentada y escuchó con atención, que el que hubiera tenido para una multitud de pie, con ganas de moverse discretamente o aplaudir, saltar y bailar.
El show cambió con "Duro y parejo" (del primero disco) y con "Miles de pasajeros" (tema hiphopero del CD de Luciano Supervielle). Ahí empezaron a aparecer los matices. "Duro y parejo" tiene otra complejidad, abre la posibilidad de trabajar texturas y puentes darienzanos. A esto hay que sumarle la arenga de Santaolalla desde un micrófono con sonido de altavoz, que logró levantar a la platea. Sin duda, desde entonces pareció otro show. Se participaba de otra manera.
A partir de ese momento hubo tiempo para un solo de bandoneón (una serie de frases sampleadas a modo de aire de huayno) que le dio pista a "De Ushuaia a la Quiaca", tema que Santaolalla grabó en su disco Ronroco . Y después, un tema de base programada, guitarras y scratches para homenajear a Alfredo Zitarrosa. También hubo varias participaciones de Santullo, Cristóbal Repetto y del grupo Calle 13, que interpretó "El tango del pecado".
Ya con el público de pie y más conectado con todo el cuerpo con las músicas y las imágenes, Bajofondo volvió a virar la maquinaria rumbo al tango electrónico.
Era otro momento, era otra situación (en realidad, fue un cambio de situación dentro de un mismo espacio). Gente de pie, dispuesta a aplaudir y a moverse como en clase aeróbica al ritmo de "Pa bailar", "Mi corazón" (aquel que lleva la voz del Polaco Goyeneche), "Perfume" (originalmente con frases de Adriana Varela) y "Los tangueros" (el hitazo del primer disco). El público no quería que Bajofondo se fuera.
La música ya estaba bien ubicada en su contexto. Por eso el grupo regresó con varios bises.
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