¿Cuál fue el primer reggae que escuchaste?
Lo primero fueron las propagandas de helados de la tele. Llegaba el verano y "traca-traca". Laid Back, "Sunshine Reggae", eso. Y después, el primer reggae-reggae, fue "Kaya", de Bob Marley. Me quedé pasmado: "¿Qué es esto?". El bombo y el bajo adelante y la voz de un tipo al que no le entendías bien qué cantaba, con unos nudos en la cabeza... Ahí empecé a comprarme discos importados en una disquería que se llamaba El Agujerito, donde tenían UB40, Black Uhuru, Max Romeo y alguna que otra cosa más.
¿Y cuándo empezaste a pensar en que lo tuyo era ser cantante?
Salió todo medio de coletazo. Venía de una familia que nada que ver con la música, pero una vez un familiar me hizo una caricatura y, de la nada, me dibujó con un palo de escoba, usándolo como un micrófono, con un sombrero de papel y cantando frente al espejo. A mí ya me gustaba el reggae, pero no había nada igual acá. Hasta que vi a Sumo y me encantó. Yo quería tener esa información, pero era difícil. De hecho, mi primera banda fue El Signo, con Gastón y Leo Satragno. Ahí Juanchi venía en algunos momentos a tocar la viola y, poco después, me dijo que con Los Pericos querían hacer reggae y que sabía que a mí me gustaba y por eso me propuso sumarme al grupo. Fui a probar y me quedé.
Decís que con tu nuevo disco, Original Roots, volviste a las raíces, al reggae. ¿Te pegó fuerte la primera vez que fuiste a Jamaica?
Sí, fue un impacto muy grande. Con Los Pericos fuimos dos veces al festival de reggae Sunsplash, en 1993 y 1994. Era toda una fantasía viajar a Kingston. Me acuerdo de que Rita Marley nos dio el estudio Tuff Gong para ensayar y nos llevó a conocer la casa donde atentaron contra Marley. Todo el tiempo nos pasaban cosas muy fuertes, pero el momento que más recuerdo es cuando nos presentaron en el festival y mientras subo al escenario, veo el telón, que en la parte de atrás tenía el slogan del Sunsplash: "Uniendo al mundo a través de la música". Me quedé duro porque era el póster que tenía colgado en mi cuarto. No sabés cómo me temblaban las rodillas. Para mí ese día me recibí de performer.
¿Vos qué querías ser de chico?
Arquitecto. De hecho estudié, hice el CBC y primer año. Pero después empezó a crecer Pericos y vi otro mundo. Era el mundo perfecto. Además, todo se dio muy rápido: el fenómeno de "El ritual de la banana", después King Kong, con producción de Herbert Vianna, de Paralamas, que era un referente para mí. Ahí hicimos Rab a Dab Stail, que es la nada misma. Vendíamos freesbis, éramos remercadeo, marketing puro. Nos daban zapatillas de John Foos y hasta poníamos las fotos en el disco. Todo un delirio de pendejos.
¿Qué te pareció esta "nueva última vuelta" de Soda Stereo?
Zeta y Charly (Alberti) son Soda. Sé las diferentes miradas que puede haber al respecto, porque uno se las imaginó y ellos deben haberlo hablado también. No está Gustavo, pero comercialmente el tributo me parece que está bien.
Por último, ¿qué pasó con tu marca de cerveza?
Me divirtió un tiempo, pero después la dormí. Tampoco me acompañó el país. Me gustó hacerlo, como también lo de la tele, pero a mí me tira el escenario. Todo lo demás es cotillón. Siempre fui emprendedor, me gusta proponer cosas nuevas, pero al final termino volviendo a la cucha... a la caricatura con el palo de escoba como micrófono.
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