Backstreet Boys y el gran hit creado por dos suecos que aun 20 años después nadie puede entender
Se suele decir que no existen fórmulas para los éxitos musicales y que muchas veces sólo se trata de una extraña alquimia entre el momento y el intérprete correcto junto con una letra y una melodía que coincida con lo que el público quiere escuchar. Pero no siempre sucede así: en el caso de "I Want It That Way", el mega hit de Backstreet Boy que sonó en todo el mundo en 1999, se trata de un encuentro inesperado que definió la música de fin de siglo y que fue escrito por dos vecinos que no sabían mucho de inglés.
La segunda mitad de la década del 90 estuvo marcada por los grupos musicales "de laboratorio", que intentaron aggiornar la fórmula que había funcionado diez años atrás con bandas como New Kids On The Block y mucho antes con The Monkees, pero que había cobrado nuevos bríos gracias a las Spice Girls.
En el caso de Backstreet Boy, la banda se formó casi de manera accidental. Mientras que Howie Dorough, AJ McLean y Nick Carter ya tenían un trío formado, tras coincidir en varias audiciones en Orlando y descubrir que tenían intereses similares, pronto se les sumaron Kevin Richardson y Brian Littrell, dos primos que se habían mudado a la ciudad para trabajar en Walt Disney World.
Así, cuando en 1992 el cazatalentos Lou Pearlman publicó en el diario Orlando Sentinel una búsqueda de voces masculinas, los cinco se presentaron y quedaron seleccionados. Pearlman los llamó "Backstreet Boys" porque los jóvenes le contaron que solían reunirse en el mercado de pulgas de Orlando's Backstreet Market.
Al año siguiente comenzaron con presentaciones en plazas y colegios secundarios hasta llamar la atención de un sello musical, con el que firmaron contrato y lanzaron la canción "We've Got It Goin' On". El tema tuvo una tímida recepción en Estados Unidos pero explotó en varios países europeos, por lo que se decidió concentrar los esfuerzos de promoción allí, donde se editaron dos discos con gran suceso y donde el quinteto brindó una gran cantidad de shows.
En uno de esos conciertos, la banda conocería al que se convertiría en responsable de hacerlos estrellas globales. Andreas Carlsson era un joven cantante con sueños de gloria que había sido seleccionado para ser el telonero de un show de la banda en su país, Suecia, en 1996. No fue una noche fácil para el artista: mientras toda la audiencia, en su mayoría mujeres, gritaban y llegaban a picos de histeria sólo con escuchar los primeros acordes de un tema de los Backstreet Boys, enmudecieron al escucharlo cantar sólo acompañado de una guitarra acústica.
"Me di cuenta que mi carrera como artista sobre el escenario era una pérdida de tiempo, jamás podría competir con una banda como Backstreet Boys. Así que al terminar ese show renuncié a mi contrato con el sello BMG, di por terminada mi carrera solista y me uní al grupo de compositores de la banda en Estocolmo", recordó en una entrevista.
Así comenzó a escribir canciones para otros artistas bajo la tutela del principal responsable del sonido del quinteto, Max Martin. Martin estaba comenzando a dar sus primeros pasos internacionales y había trabajado en los dos primeros álbumes de Backstreet Boys. Ambas placas fueron un suceso en Europa y fueron fusionadas como un nuevo trabajo discográfico en los Estados Unidos con buenos resultados. Era el momento de lanzar el disco que definitivamente los catapultaría a la fama mundial.
Martin estaba trabajando en el estudio con Carlsson y otro productor, Denniz Pop, cuando al llegar la noche decidieron cortar y continuar al día siguiente. "Estábamos dejando el lugar cuando Max me dijo que vivía en un barrio en el sudeste de Estocolmo, así que compartimos un taxi. Cuando le dimos la dirección al conductor ¡nos dimos cuenta que vivíamos en la misma cuadra, a metros de distancia!", reveló Carlsson.
Fue así que ambos se volvieron más unidos y era común que uno le tocara la puerta al otro cuando tenía la melodía o la letra que parecía un hit, pero que necesitaba ayuda para completar. En una de esas visitas, Martin llegó con una melodía y una frase que no podía sacarse de la cabeza pero que tampoco sabía cómo continuar: You are my fire, the one desire. Juntos se pusieron a terminarla. Carlsson terminó la letra y trabajaron juntos el puente, además de sofisticar un poco la melodía, aunque era claro que su sencillez era parte del encanto: "Max tenía en su cabeza el esqueleto del estribillo y la melodía de los versos pero necesitaba letra y un concepto. Juntos lo hicimos, fue una verdadera colaboración".
Cuando el sello discográfico escuchó el demo del tema entendió de inmediato que tenía un hit entre las manos, pero no estaban seguros de la letra, que les parecía confusa y poco clara. Si la canción se llamaba "I Want It That Way", es decir "Lo quiero de esa manera", ¿qué es lo que quiere y de qué manera? El tema era demasiado abstracto y se resistía a una interpretación clara. Pero no había ningún significado oculto o un deseo poético, sino simplemente que ni Carlsson ni Martin sabían mucho inglés en ese entonces.
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"Para decirlo de un modo elegante, su inglés mejoró mucho, muchísimo, con el tiempo, pero por ese entonces era más bien rústico", le dijo Kevin Richardson a LA Weekly en 2011. Otro de los miembros del quinteto, AJ McLean, dijo en otra ocasión que 'I Want It That Way'significa lo que cada uno quiera que signifique. Es una de esas canciones que no tiene una única manera de verse, simplemente funciona así".
Carlsson, en cambio, es más claro y sincero sobre su propia creación: "Hay mucho misterio alrededor del tema y cuando se volvió un hit global que tantas personas cantaban aunque no entendían de qué hablaba, fue natural que algunos buscaran un significado profundo oculto, cuando solamente eran versos que sonaban bien fonéticamente. Y fue escrita por suecos que sabían poco inglés, esa es la verdad".
Lo cierto es que esta oscuridad de las letras desanimó a la compañía, quien en su momento le pagó al famoso productor Mutt Lange un vuelo privado de Suiza a Suecia para que se reuniera con los compositores y escribiera de nuevo los versos. Así, I never wanna hear you say pasó a decir exactamente lo contrario: I love it when I hear you say, y la canción fue rebautizada como "No Goodbyes". A pesar de que el videoclip ya había sido grabado en un aeropuerto (uno de los sitios en donde la banda pasaba más tiempo, entre show y show), Backstreet Boys volvió a los estudios y grabó esta flamante versión con nueva letra.
Pero la magia se había perdido: la grabación fue recibida con escepticismo por los fans cuando empezó a sonar en la radio y rápidamente se volvió al tema original, tal como el que hoy conocemos. Sin embargo, hoy se pueden encontrar vestigios del intento frustrado y es una rara experiencia escuchar el tema.
Con la nueva versión, más misteriosa pero también más genuina, el éxito fue inmediato. El tema lideró los rankings en Estados Unidos, Canadá, Alemania, Nueva Zelanda y varios países más, incluyendo la Argentina. Fue el corte de difusión de Millennium, el tercer trabajo discográfico del grupo, que se convirtió en el disco que más rápidamente alcanzó la certificación de platino en su país, un logro que superaría al año siguiente NSYNC con No Strings Attached.
Para Carlsson significó un cambio profesional rotundo, que lo volvió millonario y muy codiciado por otros músicos. Desde entonces, le escribió canciones a Britney Spears, Celine Dion, Bon Jovi, NSYNC y Katy Perry, entre muchos otros.
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"La verdad es que la letra no tiene sentido, no significa nada. Tiene un título que suena bien, que de algún modo habla de su tiempo con un sonido en sus palabras que es intrigante pero no mucho más. Intentamos crear una historia alrededor de la canción pero lo cierto es que todo lo que tenía que ver con Backstreet Boys en esa época debía ser universal, incluyendo a aquellos que no hablaban inglés. De algún modo siento que hice un himno que cualquiera puede cantar en un karaoke", concluyó el compositor.
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