Pete Townshend compuso esta canción hace más de medio siglo, a partir de una combinación de números en un sintetizador; se convirtió en uno de los mayores hits de la banda y en uno de los más difíciles de descifrar
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1970, el mundo le da la bienvenida y el rock consolida una vuelta de página que ya había comenzado a dar en la década anterior. Los temas de tres tonos heredados del blues que aparecían en los primeros rocanroles de la década del cincuenta y principios de los sesenta dejaban paso a formas más elaboradas como la psicodelia y la música progresiva. Como sucede con tantas expresiones artísticas que nacen de lenguajes populares, consiguen la masividad y, al quedar fuera de moda, se reformulan. Algunas veces, con nuevas estéticas, otras, con una sofisticación que termina en un gueto. Solo los que consiguen la fama pueden echarse a dormir. Los Beatles pudieron hacer una música más sofisticada, poco antes de su disolución. The Who era una banda capaz de lanzar en su disco de 1971 un tema como “Baba O´Riley” y convertir su germen tan de gueto culturoso en un verdadero hit.
Por supuesto que hay que aclarar que la avidez intelectual de un músico popular en aquellos años (el guitarrista de The Who, creador de este tema tenía 25 años, cuando la canción se publicó), no era la misma que la de un artista muy popular de estos tiempo. Tampoco la del público. “Baba O´Riley” es un extraño engendro que cruza la historia de una familia granjera de Irlanda que desea emigrar a una zona urbana, con las corrientes minimalistas de la música académica de aquellos años y cierta fascinación (o esnobismo) de algunos músicos del rock por los gurúes espirituales del Asia meridional. Los Beatles asistieron a los cursos de meditación trascendental que Maharishi Mahesh Yogi dio en Gales, en 1967. Un año después el cuarteto lo visitó en la India. En cambio, Pete Townshend -guitarrista, cantante, segunda voz de The Who, e inquieto creador de obras diversas, como una ópera rock- a finales de los sesenta traía entre manos una obra conceptual para la que había compuesto algunas canciones. Sin embargo, el proyecto, bautizado Lifehouse quedó en pausa luego de que The Who publicara Tommy, su primera pieza conceptual de peso.
“Baba O ‘Riley” habría sido una de esas canciones de Lifehouse, pero terminó como el tema que abrió el disco Who’s Next, de 1971. Por aquellos años no existía Internet, pero los libros, la radio y la televisión servían de mucho (o más también) para cultivar a un músico con la avidez necesaria. Townshend se interesó por un gurú de la India apodado Meher Baba (significa Padre compasivo). En su primer experimento, el guitarrista utilizó los números de la fecha del nacimiento de este guía espiritual y avatar divino como coordenadas de un sintetizador. Así surgió la primera secuencia sonora.
La historia de Meher Baba -un hombre de rostro simpático, bigote frondoso y nariz prominente, de caricatura- tiene dos momentos bien marcados. Hasta los 19 años fue un muchacho como cualquier otro; a partir de ese momento fue sindicado como un dios. El propio Baba, por entonces llamado por su nombre de nacimiento, Merwan Sheriar Iraní, contó esta historia: “En enero de 1914 iba en bicicleta hacia la universidad, en la ciudad de Puna, cuando conocí a una anciana afgana sufí, Hazrat Babajan, de 107 años, que me besó en la frente y me quitó “el velo de la ilusión” (el velo del “maya”, según el hinduismo)”.
Cuando ya contaba con una legión de seguidores, Meher Baba dijo a sus discípulos que no volvería a hablar nunca más. Y cumplió con sus dichos. No lo hizo, desde aquel 9 de julio de 1925 hasta su muerte, más de cuatro décadas después. “No he venido a enseñar sino a despertar”, dijo y se manejo con una tabla alfabética para comunicarse. “Mi verdadera forma es indescriptible. Cuando hablo, unos pocos lo experimentarán desde dentro. En ese momento, mi forma exterior se parecerá a las formas de Cristo, Mahoma, Buda, Krisná, Rama y Zoroastro. Todos tenían mi cara y mi cabello”.
Autodefinido como un mesías, antes de morir, en 1969, sus últimas palabras fueron: “Cuando yo abandone este cuerpo, permaneceré en el corazón de todos aquellos que me amen. Yo nunca moriré: ámenme, obedézcanme y me encontrarán”.
Lo que Pete Townshend encontró en la combinación de números fue una puerta de entrada al minimalismo. Lo que hizo fue asomarse, como quien se arrima para espiar de qué se trata. El comienzo de la canción es lo más llamativo del tema, una especie de riff de notas que se repiten y que generan cierto efecto hipnótico (uno de los efectos del minimalismo y su repetición). Lo que el guitarrista toma es, en realidad, el gesto del minimalismo y a través de un efecto provoca cierta sensación de desfase, que también es propia de uno de los desarrollos de esta corriente musical. Terry Riley ha tenido mucho que ver en esto. Californiano modelo 1935, nacido de padre irlandés y madre italiana, Terry se formó en el Conservatorio de San Francisco. Su admiración por la música de John Cage y la experimentación de La Monte Young lo llevó hacia otros territorios de la música, que terminaron en su composición, influida también por la música clásica de la India y los consejos de quien fue uno de sus maestros, Pandit Pran Nath.
Riley sentó las bases de su trabajo gracias a una obra que compuso en 1964 y que llamó In C (en Do). Fue así que comenzó a transitar un camino en el minimalismo. Su pasión por los lenguajes musicales hindúes seguramente también fueron elementos de su producción que captaron la atención de Pete Townshend al momento de componer “Baba O’Riley”.
El ritmo bailable que aparece en la última parte de la canción es una referencia a la música de la India y a Meher Baba, por más que en Italia se pueda pensar que es una especie de tarantela, en Europa del Este suene a música de los Balcanes y, por nuestras latitudes, a un cuartetazo nacido en Córdoba capital o alrededores. El violín que suena al final habría sido una sugerencia de Keith Moon, baterista de la banda. En la grabación esa parte la interpretó Dave Arbus. En vivo, el instrumento era reemplazado por la armónica de Roger Daltrey, el cantante de la banda, salvo excepciones como el concierto que el grupo ofreció en el Royal Albert Hall, el 27 de noviembre de 2000, con un invitado de lujo: el violinista Nigel Kennedy.
El tema que Pete Townshend tenía en mente no era exactamente el que finalmente quedó en el disco Who’s Next. La versión fue una síntesis de la pieza original. De hecho, en Lifehouse Chronicles, tercer álbum de Townshend como solista, se presentaron, con los mismos motivos musicales, dos temas llamados “Baba M1 (O’Riley 1st Movement)” y “Baba M2 (2nd Movement)”.
Uno de los nombres con los que también se conoció a esta canción, una vez publicada como apertura del disco de The Who fue “Teenage Wasteland”, porque es una frase que se repite constantemente en la letra de la canción. Lo cierto es que más allá de las conexiones que pueda haber entre Meher Baba y la pasión por el hinduismo de Terry Riley, la historia que se quería contar en la obra de Townshend no tiene que ver con estos personajes sino con una familia irlandesa establecida en una zona rural que quiere migrar hacia Londres. Si bien “Teenage Wasteland” luego tuvo otro fin, con otros versos, la frase resuena el los oídos de quienes escuchan estas palabras en “Baba O´Riley”, sobre los potentes y repetitivos riffs de sintetizadores y de guitarra.
“Aquí, en los campos, cultivo para mis comidas. / Le doy la espalda a mi vida. / No necesito pelear para demostrar que tengo razón. / No necesito ser perdonado. No llores, no levantes la vista. / Es sólo un páramo adolescente (teenage wasteland) / Sally, toma mi mano / Viajaremos hacia el sur cruzando la tierra /Apagar el incendio / No mires más allá de mi hombro.
Con los años surgieron otras interpretaciones que tomaron consistencia con las declaraciones que décadas después hicieron Pete Townshend y Roger Daltrey. El guitarrista aseguró que la frase hacía referencia a la desolación absoluta de los adolescentes en Woodstock, donde los miembros de la audiencia estaban colgados de ácido y 20 personas sufrieron daño cerebral. La ironía fue que algunos oyentes tomaron la canción como una celebración adolescente: ‘Teenage Wasteland’, ¡Sí, estamos todos borrachos!’”.
Daltrey, por su parte, expresó: “No llores / No levantes la vista / Es sólo un páramo adolescente’. Si eso no dice más sobre la nueva generación, no sé qué dice. El principal consejo que doy a los jóvenes es que sean muy conscientes de en qué se están metiendo en las redes sociales. Porque la vida no es mirar las pantallas hacia abajo, sino hacia arriba. Nos dirigimos a la catástrofe con la adicción que está experimentando la generación más joven”.
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