En el ambiente espeso de un Niceto Club repleto, la expectativa se siente en el aire: son poco más de las 23 y Nathy Peluso dramatiza por fin su llanto en el lamento desgarrador de "Estoy triste" y el público que agotó las entradas se rompe en un grito de satisfacción. Con su traje entero semitransparente, la argentina que se convirtió en un fenómeno de la música urbana en español se impone por primera vez sobre un escenario local con un show propio después de que el que iba a dar en el Lollapalooza 2018 fuera cancelado y solo pudiera presentarse en Vorterix como acto de apertura de Anderson .Paak. Ahora hará una serie de shows en otros lugares de Buenos Aires, Rosario y La Plata.
Nathy Peluso es esta veinteañera nacida en Argentina en 1995 pero residente en España desde hace más de una década cuyo arte es tan inclasificable como su discurso, escapándose de manera consciente de las estructuras y de los rótulos: sus canciones contienen desde vibras caribeñas (que declaran su fanatismo por Gloria Stefan y Celia Cruz y Ray Barretto) hasta tintes jazzeros y souleros (desde Spinetta hasta James Brown), y como conductor en ese mar revuelto de estilos está el hip hop, que le permite escupir las palabras precisas, incisivas, a veces hirientes, en español o porteño, en inglés y en el idioma Nathy Peluso, una suerte de spanglish trapero que por momentos mezcla con italiano o palabras inventadas. En sus letras y en su personaje público, Nathy planta su postura bien firme: no quiere ser llamada feminista y por eso le escapa a sus lineamentos, defiende la autenticidad y el deseo y la libertad; sabe lo que quiere, cómo lo quiere y, sobre todo, que lo quiere ya. Acá lo tiene.
Detrás de su pequeña revolución estética está Big Menú, un trío de Barcelona, que la acompaña en la gira y es capaz de recorrer todos los estilos con precisión y virtuosismo. En los momentos latinos en los que se entrega al baile, Nathy encarna a La Sandunguera que le da nombre a su segundo disco: además del tema homónimo, covers como el bolero "Tuyo" (de Rodrigo Amarante y Narcos) permiten disfrutar del verdadero poder de su voz así como en los segmentos más R&B o neo soul como "Hot Butter" y esa maravillosa oda culinaria llamada "Gimme Some Pizza". Con un Niceto cantando a la par, Nathy disfruta cada segundo y lo comparte, baja al público en "Esmeralda", el tema que –dice– funcionó como el "embrujo" que le permitió fanatizar al mundo. Y al final llega el track que se convirtió en pequeña bandera, casi un himno rabioso del desamor centennial: "Corashe" ("¿Acaso no deberías perder el miedo a vos mismo para evitar el fracaso, eh?", dispara) en el que rapea mientras agita el pañuelo verde de la campaña del aborto legal, seguro y gratuito, y deja en claro que su postura también, y sobre todo acá y ahora, se puede transmitir sin palabras.
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