Ariell Carolina Luján ya no tiembla, ni siente ansiedad al hablar de Cristian Aldana . Con 28 años, la exnovia del cantante de El Otro Yo sabe poner en palabras lo que vivió junto al músico y no tiene miedo de mirarlo a los ojos, ni tampoco de contar su historia en voz alta. Pasaron casi dos años desde que Aldana fue puesto en prisión preventiva en el penal de Marcos Paz y tres meses de que empezara el juicio oral por "abuso sexual con acceso carnal gravemente ultrajante y corrupción de menores en siete oportunidades". Ariell, como le gusta que la llamen ahora, dio su testimonio en dos oportunidades y tuvo ese temido momento en que cruzó miradas con su agresor. Dice que el encuentro fue reparador: Aldana ingresó al recinto con chaleco antibalas, escoltado por policías y, obviamente, con esposas. El ídolo había caído, el violento estaba enjaulado. Por primera vez, Ariell, quien recibe amenazas desde que terminó su relación con el expresidente de la UMI (Unión de Músicos Independientes), sintió que sus denuncias –que comenzaron 8 años atrás en la Comisaría de la Mujer de Morón– serían escuchadas y que esa persona "perversa" sería juzgada. De las seis denunciantes que acudieron a la primera audiencia –la séptima vive en Cuba y dará su declaración a través de un escrito–, Ariell fue la única que se animó a mirarlo. El resto pidió que le pusieran un biombo para no tener contacto con él. Ella necesitaba tenerlo frente a frente aunque fuesen pocos segundos y no caerse, no llorar. "Cristian no solo abusó de mí sino de más miembros de mi familia", contó a LA NACION. Y a pesar de que en un momento se sintió mareada, llegó incluso a disfrutar de sentir en su espalda esa mirada de "odio" que venía directo de su ex, quien, según dice ella, la violó, golpeó, disminuyó y esclavizó durante años.
Además de Ariell, Felicitas Marafioti y Charlie Di Palma también decidieron contar su historia. Fue justamente Charlie quien llevó a Felicitas a conocer a Cristian. Tenía 13 años, según contó a Rolling Stone, cuando tuvo su primer contacto con el músico. Fue a través del chat de la página oficial de la banda. "Un día estaba en el cíber y veo que él pregunta en el chat general quién es la más puta", detalló. Tras una corta charla, su ídolo le pidió que lo llamara a Besótico, el sello de la banda que funcionaba como guarida para cometer todos sus delitos y la guió al advertirle que le dijera a su secretaria que se trataba de un asunto personal. Si bien tuvieron algunas charlas, ella nunca se animó a dar otro paso hasta el año siguiente. En un boliche de Congreso, las dos fans coincidieron y en una charla casual, Felicitas se enteró, de boca de Charlie, que Aldana "estaba organizando una orgía", de la que más tarde ambas participarían, junto a una tercera chica. Ellas, como las otras cuatro denunciantes que prefieren resguardar su identidad, afirman que cuando tenían entre 13 y 18 años, entre 1999 y 2010, fueron cooptadas por Aldana para llevarlas a su estudio de música o a su casa y violarlas. Si se confirman estos delitos, Aldana podría tener una pena de hasta 20 años de cárcel.
Hoy se realizará la quinta audiencia del juicio oral, en el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°25, en la que Aldana va a declarar, luego de que cinco de las siete denunciantes dieran su versión. En su primera declaración antes del juicio, el cantante había asegurado que había una conspiración en su contra, que era "todo mentira" y que se trataba de una "persecución política". También que Ariell, a la única de las siete que dice conocer, era una "fabuladora" y que su relato era "frondoso", que ella era una adolescente feliz y que "el pecado" de Cristian había sido enamorarse de una chica de 16 años. En la causa hay un total de 102 testigos, por lo que el juicio duraría cerca de un año, según afirmaron a LA NACION fuentes de la investigación.
Ariell está sentada en un café frente al Obelisco, donde años atrás volvió a ver a Cristian, disfrazado de monja en una marcha contra violadores y abusadores del rock. Después de viajar y de hacer un curso de empoderamiento personal, decidió retomar su lucha. Primero lo escrachó en un recital en el Sur. Al enterarse de que El Otro Yo iba a tocar, la chica del Oeste preparó una pancarta y se coló entre el público. Después, volvió a Buenos Aires e impulsada por el video de Mailen Frías, quien había contado los abusos de José Miguel Del Pópolo, de La ola que quería ser chau, y el blog #Yanonoscallamosmas, donde otras víctimas de Cristian habían contado su experiencia, se envalentonó. Ella fue quien creó la versión 2 de #Yanonoscallamosmas, un blog en wordpress, donde cientos de mujeres se animaron a contar que habían sido violadas o agredidas. Más músicos, políticos, periodistas, actores... nadie se salvó de lo que más tarde llamaron peyorativamente como "el ministerio del escrache". A días de haber decidido dejar de actualizarlo, Ariell dice que ya no hace falta el espacio, que en el blog hay un instructivo para que las chicas puedan moverse con independencia y alzar sus voces.
Su primer encuentro con la banda fue azaroso. Ella escuchaba Contagiándose la energía del otro, disco en vivo del grupo liderado por los hermanos Cristian y María Fernanda Aldana. De casualidad, el sonidista de EOY fue a comprar algo a la heladería de su mamá -en Morón- y, al ver que su hermana tenía la remera de la banda, le dio entradas para que los fueran a ver esa misma noche. Ella tenía 12 años. Dos años después fue con sus compañeros de colegio a verlos tocar en Haedo. Según cuenta, era un ambiente muy inocente y fue ahí que le presentaron a Cristian y ella lloró de la emoción. Más tarde empezaron a hablar por teléfono y comenzaron una relación. Ella tenía 14 y él, 32. Si bien en un principio su romance era "secreto" y ella mentía para verlo, de a poco Aldana fue ingresando a su familia que, por ese entonces, estaba destruida tras la muerte de su hermanito. "El día que muere mi hermano es una de las peores veces que me golpeó, que me violó. Los violentos y pedófilos saben muy bien en el momento que vos estás hecha mierda para hacerte más mierda. Es una historia muy intensa. Cristian es una persona muy perversa", cuenta. Y asegura que el cantante aprovechó la ausencia de hombres en la casa, porque ella no tiene padre, para hacer estragos ahí adentro. En esos años descubrió que se había contagiado de hepatitis B.
–¿Qué le dirías a Cristian si pudieras hablar directamente con él, sin intermediarios?
–Nunca pensé que se iba a dar todo esto... Yo vivía en Haedo y no podía ir a Congreso o a Once. No podía pasar por ahí por el miedo que me daba cruzármelo. Hace muy poco tiempo pude, por primera vez, caminar esas calles. Pude pasar por la puerta del departamento [en el que vivió con Aldana] y volver a ver el balcón. Fue todo un proceso trascendental poder pasar por esa calle sin miedo a cruzármelo. Y ahora le diría: "si mis palabras te llevan a estar preso, papito, hacete cargo de lo que hiciste. Es tuyo eso, no mío".
–¿En qué momento sentís que empezaste a tener consciencia de los maltratos de Cristian?
–Me empecé a dar cuenta de la violencia que vivía cuando empezó a ser explícita. Cuando empezaron los primeros golpes fuera de la relación sexual, porque golpes y violaciones siempre hubo en la intimidad. Pero como eran abusos sexuales a una menor de edad, tenía 14 años recién cumplidos, esa persona introdujo en mí que esa cuestión tenía que ser así. Es como cuando te abusa alguien cuando sos más chico... Me acuerdo cuando fui abusada a los 4 años por mi primo, que me decía "esto te gusta a vos, esto me gusta a mí, pero no le digas a nadie, se van a enojar". Entonces ese mismo mecanismo, vos pensás que eso es normal. Te quitan la voz, te generan una voz que es la del abusador, de la cual es muy difícil despegar.
–¿Y cuándo pudiste despegar?
–A mí me pasó cuando me pegó en plena calle, fue por una escena de celos. Me dio un cachetazo. Yo en ese momento agarré todo para irme y volví porque estaba en una situación súper vulnerable: adolescente, rebeldía, 17 años, enamorada, obnubilada porque también era mi ídolo, criada, porque mi cabeza era su cabeza. Después me di cuenta de eso. Me había formado y él tenía el rol de ídolo, era como mi Dios, mi todo.
–A veces es difícil humanizar a nuestros dioses...
–En las peleas que teníamos yo me defendía como podía. Cuando vos le hacés de comer a alguien y dice: "esta comida es una mierda", te la tira en la cara, te agarra contra la pared, te tira de los pelos, te baja los pantalones, te viola, te escupe, te caga a patadas, ¿qué hacés? Ya en el momento en que te empieza a violar perdiste todo. Ya está, es muy difícil que te estén violando y tener una charla... Te vas, no estás ahí, ¿cómo te defendés en ese momento? Grité, puteé, le pegué cuando pude pegarle para defenderme o lo denuncié. En su momento, a mis 17, lo denuncié en el ámbito privado, le dije a su vestuarista y me dijo "Ay, no, no me cuentes más". Era el jefe, les daba la plata, el trabajo, la fotito, se juegan muchas cosas cuando alguien tiene poder.
–¿No podías contar con nadie ahí adentro?
–Como él era famoso, mis amistades lo seguían yendo a ver. Entonces, cada vez me quedaba más sola. Todo mi círculo era su círculo, porque eso es algo típico que hacen los violentos, hacer que su círculo sea el tuyo.
–¿Y María Fernanda, como mujer, nunca te defendió?
–María Fernanda es un ente, es su cómplice. Ha visto secuencias de Cristian agarrarme de los pelos y arrastrarme a un baño. De hecho, cuando empecé a ir a Besótico tenía 14/15 años y la he visto, la he saludado. Ella sabía lo que pasaba... su pareja actual es un pibe que, en la época que yo salía con Cristian, tenía 18 y yo, 17. Ella le hacía escenas de celos, no quería que hable con él, porque, obvio, lo veo desde adulta: ella se ponía celosa porque era más obvio que yo esté con él a que ellos dos estén con nosotros. No es casual que la defensa de él pidiera que no declare María. ¿No les parece raro? Claro, yo en mi declaración, de 6 horas, cuento todo. Obviamente que ella estaba ahí, también el mánager, el socio, los músicos. Todo lo que conforma la banda. El caso es relevante porque muestra que un pedófilo no puede actuar solo... Es como el caso del padre Grassi, hay una red que sí o sí está conteniendo, que está silenciando. Me remite a la trata.
Ariell cuenta que al momento de verla a María Fernanda Aldana –bajista de El Otro Yo y hermana de Cristian– en el juicio quisieron contenerla, porque pensaban que iba a ir a agredirla físicamente. Sin embargo, ella se acercó a quien en su momento era su ídola y le dijo: "Dale, cantá «mami 69», ¡pedófila, pedófila! Vas a caer vos también" y la bajista y cantante le contestó, con voz finita e inocente: "Hablale a Dios". Para la denunciante, todas las mujeres de la "secta" –como llama al núcleo íntimo de Aldana–-, son iguales: se tiñen el pelo de rubio -como MF-,"no tienen pensamiento crítico" y son aniñadas. La actual pareja de Cristian, Guillermina, tiene ciertas características comunes a esta descripción. "Ella está pasando de ser una víctima a una cómplice", opina Ariell.
–¿Por qué pensás que hay tantos casos de abusos en el rock?
–Es una cultura nefasta, la del "chongo", drogadictos que no hacen otra cosa más que tocar la guitarra. Se basa en una forma desigual, asimétrica. Expresa la cultura patriarcal, desde hace muchos años. El rock era como lo más de lo más, un mundo de hombres en el escenario y gruppies. Pero eso está cambiando.
–¿Hay más rockeros que quedaron sin escrachar en #Yanonoscallamosmas?
–No, pero todos están en la mira siempre.
–¿Qué pasa con la obra y la persona?
–Yo no disocio. Para mí, si vos sos una mierda, tu obra es una mierda y la dejo de escuchar, de consumir. Lo mismo pasa con Woody Allen... A mí me pasó por el cuerpo, no lo puedo separar: el artista no se separa de la obra.
–¿Pensás que este caso puede ayudar a que se deconstruya la figura de rockstar y que ellos mismos repiensen su rol?
–Yo no les creo nada. Hay que comprender que no se visibiliza o se alerta porque queremos el perdón o porque queremos una respuesta del violento. Esos comunicados que hacen los chabones... ¡No hagan nada!, ¡No queremos nada! Son idiotas. ¿Quieren hacer algo? Súmense a la causa. Les dije a los músicos de Árbol y Carajo, pero se hicieron los pelotudos. Ellos vieron secuencias de violencia muy zarpada, como cuando Cristian me agarró de los pelos y me metió al baño. Cuenten lo que vieron, lo que saben, cómo se maneja una banda, los roles que hay, digan lo que vieron. Esta gente hace algo re zarpado... me trata como si nunca me hubiese visto.
–¿Qué pasa después de denunciar?
–Te liberás. Eso ya no está trabado porque le sacás el velo de la vergüenza, del qué dirán. Ya no te importa lo que van a decir... si total es tu historia, nadie te la tiene que venir a reconfirmar... Es un antes y un después muy zarpado.
Con la colaboración de Paula Soler.
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