El líder de la banda, que convoca multitudes en Europa y este mes se presentará en el Gran Rex, se confiesa en una extensa charla con LA NACIÓN para revelar aspectos desconocidos de su intimidad
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Sí, era el chico de los pelos largos. Desde hace tiempo, la cabellera luce notablemente recortada, como sentando las bases de un nuevo tiempo en la vida de este hombre de casi cincuenta años, padre de familia, al que le gusta veranear con sus hijos en la apacible ciudad de Miramar. Lo que no cambió es su pasión por la música. Y, con una elipsis mediante, continúa imperturbable su liderazgo del grupo de música tropical Ráfaga, que volverá a poner un pie en la avenida Corrientes el próximo 25 de octubre cuando se presente en la sala del Gran Rex.
“Es una gran responsabilidad, ya que queremos ofrecer algo diferente”, comienza reconociendo el artista, quien, de entrada, pidió disculpas por llegar con algunos minutos de demora. “Llevé al nene al jardín, volví a casa, me recosté y me quedé dormido”.
“No habrá misterio en lo que vamos a tocar, pero sí lo haremos de una manera diferente, por eso hemos relegado la realización del show a un productor”. El concierto estará conformado por una lista de temas de 28 canciones, número que no es azaroso, sino que es coincidente con el tiempo que transcurrió desde la conformación de la banda hasta hoy.
En todo este tiempo, Ráfaga propaló hits, como aquel que reza el impuesto “fue como una ráfaga tu amor, me enamoro, después solito me dejó y se marchó”. Pero la banda es mucho más que esas estrofas que corean multitudes, infaltables en todo “carnaval carioca” de una fiesta de cualquier rango etario y grupo de pertenencia social. “El concierto del Gran Rex será muy diferente a todo lo que hemos hecho hasta ahora. Vamos a hacer algo mucho más guionado, con una idea que se va a ir uniendo, imágenes e invitados”.
-¿Quiénes estarán de invitados?
-Prefiero no mencionarlos porque a algunos les puede surgir algún compromiso y no estar.
-Entre tantos hits que imagino que pedirá el público, ¿existe algún tema que ya no tenés el deseo de cantar?
-No me pasó nunca. Todas las canciones que canté tres millones de veces me siguen gustando. Cuando voy a hacer “Mentirosa” me entusiasma ver cómo se prenden los más jóvenes, aunque es un tema que tiene 25 años.
Comenta que, en Chile, la gente aún le pide la patada coreográfica que siempre hizo, pero que discontinuó hace un tiempo: “Allá todos imitan ese paso”. En TikTok es furor, incluso con seguidores que lo replican en una plaza tan distanciada culturalmente como Japón. Ráfaga lleva acumuladas más de 90 millones de visitas en YouTube y una trascendencia internacional que los hace jugar de local en mercados de toda Latinoamérica, Estados Unidos, y Europa.
Un éxito for export
Curiosa trayectoria la de Ráfaga. En 2003, la banda pisó, por primera vez, Rumania, país donde se convirtió en un fenómeno de masividad. “Hicimos un concierto para más de cien mil personas”. Fue una de las últimas presentaciones antes de que Puchetta se alejara de la banda durante un tiempo algo prolongado, para ser reemplazado por Rodrigo Tapari, entonces un jovencito de 18 años que había participado en el certamen televisivo Popstars.
“Este año volvimos a Rumania en agosto dentro de una gira europea que nos llevó por Galicia, Asturias y Canarias”, cuenta Puchetta, mientras se acomoda en un espacioso camarín de Sony Music.
-Se puede percibir a Ráfaga como un grupo muy local, sin embargo, la trascendencia internacional es notable.
-En Canarias sonábamos hasta debajo de las piedras. Ahí nos escuchó un empresario rumano que decidió ponerle nuestra música a una publicidad de cerveza, que fue lo que hizo que explotáramos. En Rumania piensan que lo que hacemos reggaetón.
En aquel país también hizo su aporte la telenovela Muñeca brava, protagonizada por Natalia Oreiro, donde Ráfaga solía grabar con regularidad.
-¿Lo charlaste con Natalia Oreiro?
-Es una número uno en aquella zona. Nos hemos cruzado mucho con ella fuera de la Argentina y se lo hemos contado.
-¿Nunca te mareaste?
-Lo hablamos siempre con los chicos de la banda. Nunca nos hemos metido en vicios y nos cuidamos mucho entre nosotros. Al grupo nunca entró la marihuana, solo algunos fuman cigarrillos comunes. Siempre se dijo que los managers de los grupos eran los que les ofrecían drogas a sus artistas, en nuestro caso fue al revés, si alguien venía a ofrecer algo, lo sacaban a patadas.
-Estaban blindados.
-Sí, pero libres.
-Sos el frontman de la banda. ¿Qué sucedió con tu ego? ¿Te ha jugado una mala pasada?
-En algún momento puede ser, éramos muy chicos, teníamos poco más de veinte años, veníamos de un lugar muy humilde y, de golpe, nos encontramos con fama, dinero y mujeres.
-Todo al alcance de la mano.
-Hubo un momento donde uno se puso más en estrella, pero pasó rápido. Si bien, el cantante suele tener beneficios, mis compañeros sabían que siempre yo era uno más. De hecho, en las giras, me ofrecían moverme en autos lujosos, pero jamás acepté, me trasladé siempre en las combis con el resto de la banda. No me sentía cómodo ir de un lado a otro con desconocidos, siempre preferí ir jodiendo con los pibes. Hasta el día de hoy elijo eso. Lo mismo con los hoteles y el reparto de habitaciones.
-Te corrijo, cuando ganaste tus primeros cachets importantes adquiriste un vicio...
-¿Cuál?
-Comprar juguetes.
-Es cierto. La primera vez que fuimos a los Estados Unidos no teníamos plata ni para comprar transformadores para los equipos, pero, cuando volvimos, y ya nos había comenzado a ir bien, nos íbamos a las jugueterías inmensas de Nueva York y nos comprábamos juguetes para nosotros.
-Una revancha de la vida.
-Además, todavía ninguno había tenido hijos, así que los disfrutábamos nosotros. Me acuerdo que, una tarde, nos fuimos al estacionamiento del hotel a hacer andar los avioncitos y cochecitos que nos habíamos comprado. Éramos como niños.
Ramón Ariel Puchetta se crio en el barrio Provincias Unidas de Lomas de Zamora, una barriada humilde al sur del Conurbano. “Desde que fallecieron mi mamá y mi papá no vuelvo tan seguido”.
Duelos
En 2019, el cantante padeció el fallecimiento de su padre, quien acarreaba una larga enfermedad. Al poco tiempo, luego de una operación, murió su hermana de manera repentina. Al año, ya en pandemia, falleció su madre producto del Covid.
-La muerte de tu hermana, ¿la atribuís a una mala praxis?
-No lo puedo asegurar, pero creo que sí. No tengo certezas, pero tampoco tengo dudas. Fue duro.
-¿Cómo saliste adelante con golpes tan duros en poco tiempo?
-Con bastante terapia, algo que no había hecho nunca. Mi mujer, que estudia psicología, me recomendó profesionales. Fue ella quien me dijo: “No te puede ayudar ni la familia ni los amigos, solo un terapeuta”. De todos modos, soy un tipo raro con respecto a esos temas.
-¿Por qué?
-El día que velaron a mi hermana, a la noche me fui a hacer un show y luego regresé al velatorio. Mis compañeros me decían que, si no tenía fuerzas, no lo hiciera, pero no iba a solucionar nada si no cumplía con ese compromiso. Se trataba de una fiesta privada y no me parecía bien dejar todo colgado. Mi familia ya me conoce, sabe que soy así. Cuando falleció mi viejo, a los cuatro días ya estaba trabajando. No se trata de “el show debe continuar”, no comparto esa frase, pero, si uno puede hacerlo, está bien.
-Además, hay mucha gente que depende de vos laboralmente...
-Pero no lo pensé así en ese momento.
-En un punto, quizás hasta fue sanador para vos.
-Puede ser, aunque un psicólogo podría decir que me escapaba del dolor, pero tampoco era así. Aunque reconozco que sí me hacía bien salir de ese clima de dolor.
-La fama, ¿fue un tema a tocar en terapia?
-No, porque, como te dije, los compañeros del grupo nos apoyamos mucho entre nosotros.
Ariel Puchetta es padre de tres hijos. Su hija mayor, fruto de su primer matrimonio, tiene 21 años. Con su actual mujer, es padre de dos chicos de cinco y dos años.
-¿Tenés buen vínculo con tu hija mayor?
-Sí, súper. Salimos mucho a merendar para poder charlar tranquilos.
-En la calle deben pensar que es tu hermana.
-Es muy linda, por eso me da vergüenza que alguien diga “mirá este viejo, anda con una chica jovencita”. Me voy a poner remeras que digan: “es mi hija”.
-¿Te cuidás mucho físicamente?
-No, tengo que retomar el gimnasio, y voy a comenzar con un entrenamiento de la voz.
La partida
-Éxito, hits, dinero, fama. Es muy difícil bajarse de ese combo, ¿por qué te fuiste de Ráfaga?
-No puedo estar un minuto en un lugar donde me siento mal. No me importa el contexto, prefiero irme.
-¿Qué había sucedido concretamente? ¿Problemas de vínculo con tus compañeros?
-Sí, estábamos en desacuerdo en un montón de decisiones. Como en Ráfaga siempre nos manejamos muy democráticamente, yo quedaba algo solo con mis opiniones.
-Tus compañeros solían coincidir y vos no.
-Exacto. Perdía todas las votaciones, entonces tenía que hacer cosas que no quería y, más de una vez, salían mal y eso me daba más bronca porque marcaba que tenía razón. Llegó un punto en el que ya me quemaba ponerme la ropa del grupo. Así que, después de pensarlo, le comuniqué a los chicos que me iba.
-¿Cuánto tiempo transcurrió entre la decisión tomada y el último show?
-Unos diez meses, teníamos mucho trabajo acordado.
-¿Fueron bravos esos meses a nivel convivencia?
-No tanto, pero, cuando estaba a punto de irme, la democracia era para conmigo, hacía lo que quería.
-¿Por ejemplo?
-No estaba de acuerdo con la forma de hacer prensa. De repente me decían que, al día siguiente, había que hacer notas en quince radios, una locura, porque terminás no sabiendo qué estás diciendo, y eso era algo que ya no quería.
-¿Le pasaste la posta a Rodrigo Tapari, tu reemplazante? ¿Se conocieron?
-No. El casting lo hicieron cuando yo me fui. Sé que pasaron varios candidatos y que, finalmente, quedó Rodrigo, pero no lo conocía porque es bastante más chico que yo. Tampoco veía al resto de mis compañeros, solo me daba con uno o dos, con los que no estaba medio enojado.
-¿Cuándo conociste a Rodrigo Tapari?
-En una fiesta en la que yo estaba invitado y Ráfaga fue a tocar.
-Podrías no haber ido.
-No terminamos peleados, solo fue un enojo.
-¿Cómo fue esa charla con el nuevo líder de la banda?
-No charlamos, saludé a todos y seguí mi vida. Alguna vez, me lo crucé en algún otro lugar, siempre nos manejamos con mucho respeto. La única vez que sucedió algo fue cuando nos enfrentamos en el Cantando..., pero ambos dijimos que no teníamos ningún problema con el otro.
-¿Te sentís famoso?
-Me sucede mucho que, si bien soy conocido en el ambiente artístico, no me siento parte de la farándula. En lugar de una fiesta con gente conocida, prefiero irme a Villa Fiorito a comer un asado con mis amigos. Me llevo bien con muchos, pero, en mi casamiento o en el cumpleaños de quince de mi hija, solo estuvieron dos personas famosas, porque son los amigos de verdad.
-¿Quiénes son?
-Fernando Burlando y el “Colorado” Martín Liberman. El “Colo” estuvo en mis dos casamientos y yo canté en los dos de él.
-¿Qué no podés hacer por ser una figura pública?
-No me privo de nada. Con mi pareja vamos mucho al supermercado, la gente me mira, pero nadie molesta. Cuando me corté el pelo por primera vez, todos dudaban si era yo o no. Lo que sí me sucede ahora que, como grabé con artistas como María Becerra o Mya, me reconocen los chicos más jóvenes.
María Becerra participó en un remix de “Mentirosa” (superó los 50 millones de vistas y permaneció en el top 50 de videos musicales más populares durante más de cinco meses). El dúo de música urbana Roze acompañó a la banda en “Escándalo”. Soledad Pastorutti y Jimena Barón también prestaron su voz a la banda. “Es muy útil para los artistas generar colaboraciones, ayuda a ambas partes”, asegura.
-¿Por qué volviste a integrar Ráfaga en 2018?
-Porque me llamaron y, en ese momento, sentí algo que no me había pasado.
-¿Qué?
-Nunca deseé ni pensé volver a la banda, pero, cuando me lo ofrecieron, automáticamente se encendió algo y dije que sí.
-¿Cómo fue el reencuentro?
-Primero nos miramos, nos estudiamos, y, al toque, nos pusimos a contar anécdotas como si nada hubiese pasado. Pusimos pausa en el casete y luego play para continuar.
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