Aretha Franklin: requiem para la balada perfecta, "I Say a Little Prayer"
Trece segundos de vida. Los trece segundos más memorables del pop negro están (hubiera dicho "acaso" pero no, es una afirmación) en la intro de piano, contrabajo y batería y las dos notas que se descuelgan como gotas de lluvia apenas después que el coro susurre "I Say a Little Prayer for You" anunciado la aparición de la voz de Aretha Franklin , que murió a los 76 años.
"The moment I wake up before I put on my make up
I say a little prayer for you"
(En el momento en que me despierto, antes de maquillarme, rezo una plegaria por ti)
Nunca supimos quienes son esos santos-músicos y esas santas voces que parecen haber estado tocando esta parte desde siempre, desde antes de que el hombre inventara a Dios. "I Say a Little Prayer" tiene el mejor comienzo de todos los comienzos pero parece no tenerlo, porque sobreviene al oído como cuando aprendimos a nadar y nos empujaron al agua para perderle el miedo.
Como en un bautismo donde el cuerpo es transmutado por el agua, aquí la ola de sonido nos transforma en el acto. Este es el gospel que se escapó del altar y se esparció por el espacio en la forma de un disco simple (1967), en el track número dos del lado uno de un long play que se llamó Aretha Now (1968) donde la Franklin, embutida en una polera verde limón que hace juego con un saquito a cuadros verde musgo, sonríe consagrándose a la eternidad.
Aún en la reproducción digital de la tapa del disco se adivina la profundidad de su canto en el brillo negro de sus ojos y esas cejas que parecen los últimos trazos de un cuadro informalista. El gospel que se escapó del altar y hoy se escucha on line: 99.596.031 entradas en Spotify. Pero que sobre todo hemos escuchado de forma inmanente en la radio. "I Say a Little Prayer (For You)" forma parte fundante de lo que podría llamarse "inconsciente FM", algo que hemos aprehendido más allá del conocimiento en el ulular nocturno de la frecuencia modulada. Hoy habrá sonado en la radio de los clásicos y alguien la habrá escuchado en el asiento trasero de un taxi o repiqueteando sus dedos sobre el volante siguiendo el sigiloso groove del baterista anónimo. Número uno en la lista de las canciones que se silban en el viento sin saber quién la escribió, quién toca, quién canta. Hasta que aprendemos.
La canción es de Burt Bacharach y Hal David, que la escribieron para Dionne Warwick (baladistas blancos vistiendo a la dama negra como unos modistos haute couture) pero la autora termina siendo Aretha. Por eso "I Say a Little Prayer (For You)" es, además, el monumento al intérprete como autor. Escúchenla zurcir las palabras "I say a little prayer". Tres segundos de gracia absoluta que se funden en el coro. Como si estuviera creando un idioma nuevo o convirtiendo un arreglo de John Coltrane en el canturreo doméstico de alguien que ha perdido la atención sobre sí mismo. La canción es una canción de amor de una mujer que no espera el amor sino que lo lleva a todas partes con ella. Es una mujer dinámica, en acción.
Corro al bus, querido
Mientras viajo pienso en nosotros, cariño
Digo una pequeña plegaria para ti
En el trabajo me tomo mi tiempo
Y durante el descanso para el café
Rezo una pequeña plegaria para ti
Bacharach y David pudieron pensar en darle a la Warwick –más frágil que la Franklin– un tema de amor contemporáneo. La mujer que se despierta para correr el bus y llegar al trabajo y hacer una pausa para tomar el café. Poner eso mientras los derechos civiles eran tema de debate caliente, en una voz negra podía ser entonces un mensaje muy fuerte. Pero es cuando se ponen las palabras en la voz de Aretha que la cosa explota (o implota, porque esta maravilla es pura intimidad, pura piel adentro). Se puede no entender una palabra de lo que Aretha canta y no importa. Se entiende igual. Uno simplemente no puede pensar en nada que no sea la canción mientras suena. Cada pequeña parte de la performance de Aretha es única, un milagro que se sucede en cascada. Desde que llega hasta que se va en fade y se la escucha decir a lo lejos "Estoy enamorada de ti". Ese final viene a ser el final del día de esta mujer-modelo negra, empoderada y, sí, enamorada. Y así en tres minutos y treinta seis segundos se completa la vuelta completa. La idea del Ulises de Joyce en clave de mujer afroamericana y hit.
"I Say a Little Prayer (For You)" que aquí fue "Rezo una pequeña plegaria" no es otra canción de amor sino que es la balada perfecta. Se sostiene en una cadencia de una naturalidad magnética, un andar de cinta transportadora donde el coro y la voz líder se buscan como amantes hasta el contrapunto final donde Aretha encarna el poder soul en toda su dimensión.
Cada vez que empieza es un acontecimiento único. Ninguna otra voz podría haberlo hecho así y ella misma lo dice en el minuto y treinta y seis segundos, apenas elevada de la banda, casi en puntas de pie.
"Nobody but me"
Nadie, ninguna, como ella. Nunca.
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