Artaud, el mejor disco del rock argentino cumple 50 años: la tapa, el mito y la “obra incómoda” de Luis Alberto Spinetta
Se editó en octubre de 1973 y, aunque salió bajo el nombre del grupo Pescado Rabioso, se trató de un disco solista del Flaco Spinetta; por qué marcó un antes y un después en el rock argentino y cómo se convirtió en el más prestigioso
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Más allá de las recurrentes encuestas que lo consagraron como el mejor álbum del rock argentino, la salida de Artaud en el convulsivo octubre de 1973, con un Perón tardío asumiendo su último mandato, marca el punto más alto del rock como música contracultural. La discusión sobre si es o no el mejor disco de Luis Alberto Spinetta queda a un lado ante esta evidencia: un disco de música popular nunca llegaría tan lejos desde la cubierta hasta el último de sus 36 minutos con 20 segundos de tiempo grabados sobre vinilo negro. Cincuenta años después, Artaud encarna el mismo desafío iniciático de entonces. Y la osadía de Spinetta y Gatti, autor del arte de tapa, se verifica en la era digital: en las plataformas la tapa pierde, otra vez, su forma original. Tan inadecuada para el streaming como para las bateas de “progresiva nacional” de las disquerías de los 70.
Diez años atrás, enero de 2013, Juan Orestes Gatti respondía desde Madrid sobre un objeto que había empujado los límites entre el diseño y el arte. La tapa en forma de paralelepípedo del LP Artaud a la que, por sugerencia del mismo Luis Alberto Spinetta, desarrolló para la discográfica Talent que manejaba Jorge Álvarez. El álbum, que no era el suyo sino de la colección del diseñador y artista Alejandro Ros, era por primera vez exhibido en las paredes de un museo (el Sívori, en los bosques de Palermo) en una muestra antológica del trabajo de Gatti en Argentina y España, para los discos de la contracultura y los artistas de la movida madrileña (Pedro Almodóvar a la cabeza).
Gatti no tenía mucho para decir sobre su propio trabajo. En el intercambio de mails se disculpaba por no recordar detalles de la fabricación y concluía: “A veces pienso que ese disco tuvo más gravitación en cualquier argentino que en mí”.
El nombre
El nombre del álbum era el primer misterio. Antonin Artaud (Marsella, 1896; Ivry-Sur Seine,1948) aparecía en la tapa en una foto tipo DNI y para entenderlo había que sumergirse en sus textos que formaron parte del grupo surrealista original y que terminaron en una idea de arte total a la que llamó Teatro de la Crueldad. La editorial porteña Argonauta había editado en setiembre de 1972 la primera versión en español de su libro Heliogábalo o el anarquista coronado (1934), donde Spinetta leyó: “(…) Y la música que surge de esto va más allá del oído para alcanzar el espíritu sin instrumentos y sin orquesta”. El programa de Artaud era extremo y suicida y acaso esa forma aparezca en Spinetta antes y después de Artaud, el álbum. En la psicodelia salvaje de su inadvertido primer disco solista, La Búsqueda de la Estrella (cuyo nombre parece anticipar la idea que le transmitió a Gatti) y en el posterior Kamikaze (“viento divino” en japonés) que remite a los pilotos suicidas de la II Guerra Mundial.
Spinetta hizo explícito el tributo al más furibundo de los surrealistas en los créditos del álbum. “Este L.P se denomina Artaud porque está dedicado a Antonin Artaud, poeta francés (1896-1948)”. Y la elección cromática de la tapa también se justificaba en la transcripción de uno de sus textos. “¿Acaso no son el verde y el amarillo cada uno de los colores opuestos de la muerte. El verde para la resurrección y el amarillo para la descomposición, la decadencia”.
El Diseño
“La tapa de Artaud es un faro que ilumina el diseño de tapas de discos no solo en Argentina sino en el mundo, porque es un objeto incómodo, imposible de poner en cualquier batea, imposible de imprimir y de pegar. Un capricho en contra de la industria, en contra de lo establecido y eso para mí es el arte. Hacer lo que no hay que hacer”, le decía en 2019 a LA NACION Alejandro Ros, quien recibió una copia de la tirada original de manos del mismo Spinetta. Hasta su reedición con el formato original en 2015, Artaud era un objeto de culto y en el circuito de las disquerías de usados se aludía a las copias sobrevivientes como “mutilados”, pues sus extremos solían doblarse y habían atravesado las décadas como momias de cinta scotch. En 1973, luego de la primera tirada y ante las quejas de los disqueros, Talent lo reimprimió en el formato standard de los LP y así pasó al casete, el magazine y el CD, ya en los 90. Un LP de la tirada original se ofrece online ahora mismo por 201.600 pesos.
¿Arte?
Eso de “arte de tapa” que es casi una formalidad en los créditos fue extremado por Spinetta, Gatti y Álvarez para Artaud. El envase, como todo objeto industrial, tenía destino de serialización y un lugar predeterminado en las disquerías del país. Pero entonces el diseñador, el artista y el productor conspiraron para que un objeto que se diseña para ser útil (se pueda fabricar, exhibir, ver, comprar, vender) se vuelva (casi) inútil. Con su formato, Artaud no podía ni quería encajar. Artaud, el objeto, está todo el tiempo en la cornisa de lo que es y no arte. ¿Qué es arte en Artaud? Su capacidad para exceder todo lo que contiene. Así, el objeto-álbum Artaud parece el encuentro entre el pop-art (que exalta la serialización industrial) y el arte Madí, la única vanguardia original rioplatense cuyas obras abstractas de los años 40 desafiaban la forma ventana que los cuadros tuvieron desde el Renacimiento. Artaud volvió a verse en un museo este año en la muestra de diseño Del cielo a casa (Malba).
Pescado Rabioso
Si bien el LP salió firmado como Pescado Rabioso, lo cierto es que la segunda de las bandas eternas ya estaba disuelta para cuando Spinetta se metió en los estudios Phonalex, muy cerca de la casa de sus padres en Bajo Belgrano, a la que había vuelto a vivir entonces con 23 años, a grabar estas canciones que no se llevaban con la formación eléctrica con la que había registrado dos discos (Desatormentándonos y Pescado 2) que llevaron el hard rock a un nivel impar de lirismo. Por eso se recorta como un episodio único entre el final de Pescado y el comienzo de Invisible, apenas un mes después de la salida y presentación de estas canciones donde la atmósfera folk-despojada (“Bajan”, “Todas las hojas son del viento”) toca el polo opuesto de la música concreta. Collages sonoros hechos en el estudio que remiten a los experimentos de The Beatles (a los que se escucha en “A Starosta, el idiota”) a partir de Revolver, pero cuya raíz está en las tendencias más innovadoras de la música académica del siglo XX: la electrónica (sonidos obtenidos por osciladores y otros artefactos) y la concreta (hecha a partir de sonidos grabados).
Almendra
Luego del desbande de Pescado Rabioso, Spinetta eligió un elenco íntimo para grabar las canciones de Artaud. Así sumó a su hermano Gustavo en la batería (“Cementerio club”, “Bajan”) y volvió a sus días de adolescencia con la base rítmica de Almendra: Emilio del Guercio (bajo) y Rodolfo García (batería), entonces parte de Aquelarre. En el insert del álbum (cuyo minimalismo contrasta con el libro que acompañaba el doble álbum Pescado 2) se refiere a ellos así: “Rodolfo García y Emilio del Guercio aparecen, además, por cortesía de ‘Aquelarre’ “. Los almendros (como se les decía en el círculo de La Pesada) se reunieron para “Las habladurías del mundo” y “Superchería”, un remanso jazzy atravesado por una breve tormenta eléctrica. En contrapunto a la voz de Luis, Emilio y Rodolfo alertan “Eso es lo que mata tu amor”, siguiendo el coro final de “Figuración” (1969) que según Del Guercio estaba inspirado a su vez por la ópera María de Buenos Aires, de Piazzolla y Ferrer.
“Luis nos llamó a cada uno por separado y me pidió que llevara mi bajo original de Almendra, un Repiso que yo tenía desde 1967 y todavía conservo. Con Rodolfo estábamos muy ensamblados y se ensayó directamente en el estudio”, recuerda ahora Del Guercio que también puso su sonido en “Cementerio club” y “Bajan”.
Manifiesto-Vanguardia
Siguiendo el procedimiento de las vanguardias, Spinetta escribió para la presentación de Artaud un manifiesto que fue repartido en la puerta del teatro Astral el 23 de octubre. El texto, que era una traspolación de “Van Gogh el suicidado por la sociedad” de Artaud a “Rock: música dura. La suicidada por la sociedad”, debe interpretarse a la luz de la palabra “liberación”, password de la época. Con este gesto, Spinetta activaba para el rock la posibilidad de afirmarse como una vanguardia popular tal como Piazzolla había hecho con el tango desde la formación del Octeto (y el “Decálogo”, texto fundacional de su revolución estética) en los años 50. El manifiesto para una sola obra era una “denuncia” hacia la industria de la música de la que Spinetta también formaba parte pero se sentía incómodo, tan inadecuado como el LP en las disquerías. La última frase exponía las expectativas acaso desmesuradas que la contracultura depositaba en la música. “EL ROCK, MUSICA DURA, CAMBIA Y SE MODIFICA, ES UN INSTINTO DE TRANSFORMACION”.
Mañana
Si Artaud dejó un mandato ese fue el de no mirar hacia atrás, el gesto vanguardista de la ruptura permanente. Toda la poética del álbum confluye en la pancarta “Mañana es mejor” que es el grito memorable de “Cantata de puentes amarillos”, la canción-suite de 9 minutos y siete segundos en la que Spinetta se sumerge desnudo con su guitarra en las profundidades de su espejo. Y es esta canción, en la que cada segundo parece aportar un instante irrepetible, su forma de decir “liberación” en ese año 73 en el que la aceleración de los acontecimientos parecía precipitar el encuentro de las vanguardias políticas y estéticas en el rock, música dura, pero también popular.
El mito
En el libro de conversaciones Martropía (2006), el periodista Juan Carlos Diez le pregunta a Spinetta por la proyección de Artaud en el tiempo. Su respuesta no es tan diferente a la que había dado Gatti, su cómplice, en 2013.
-¿Por qué pensás que es un álbum clave para tus seguidores?
-No tengo la menor idea. En parte es por el mito de la tapa.
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