El domingo subirá al escenario del Colón una puesta de La flauta mágica; el clásico mozartiano tiene mensajes subliminales que se pueden descubrir en los episodios de Temporada de óperas que conduce Annie, en el canal de YouTube del teatro
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Este domingo se presentará en el Teatro Colón la primera función de un nuevo título lírico de 2023, La flauta mágica, de Mozart, con dirección musical de Marcelo Ayub, puesta en escena de Barrie Kosky y las actuaciones de Joel Prieto, Juan Francisco Gatell, Verónica Cangemi y Hera Hyesang Park, entre otros. Es un verdadero clásico del repertorio mozartiano, pero quienes no tengan idea de qué se trata pueden visitar el canal de YouTube del teatro donde aparece el ciclo Temporada de óperas, conducido por Annie Dutoit Argerich y producido y guionado por la periodista Laura Novoa. Allí, en distintos episodios, se pueden descubrir las entrelíneas de las historias de las óperas programadas para este año. Puede resultar un excelente acercamiento para los que no están muy habituados al género lírico, pero tienen curiosidad.
Hija de dos figuras de la música clásica –la pianista argentina Martha Argerich y el director de orquesta suizo Charles Dutoit- Annie desarrolló su vida laboral alejada del ambiente artístico. Su mundo era lo académico; la docencia. Se graduó con una licenciatura en literatura comparada en la Universidad de Princeton. Más tarde obtuvo una maestría en periodismo en la Universidad de Nueva York y un doctorado en filología francesa y románica en la Universidad de Columbia. Tiene dos hijos, de 20 y 13 años, y propuestas de trabajo en Suiza, Francia, España y la Argentina. Por eso pasa temporadas en cada país. Su relación con Buenos Aires se afianzó durante los últimos años. En 2018 presentó en el CCK una obra basada en la Sonata de otoño, de Ingmar Bergman, junto a la pianista Karin Lechner. Tiempo después protagonizó ¿Quién es Clara Wieck?, de Betty Gambartes y Diego Vila y el último año participó en varios espectáculos del Teatro Colón, como La historia de un soldado, de Igor Stravinsky, con dirección musical de su padre, y El carnaval de los animales, de Camille Saint-Saëns, con su madre al piano, dentro del Festival Argerich que se realizó el año pasado.
Este año encarnará a Juana de Arco, cuando se represente el oratorio de Arthur Honegger Juana de Arco en la hoguera, sobre el poema de Paul Claudel. Será en el marco de la temporada de la Filarmónica de Buenos Aires, que estará dirigida por Dutoit. Y en cualquier momento se la puede ver en el YouTube del Colón con muchos de los episodios del ciclo Temporada de Óperas. “Estoy tratando de mezclar lo didáctico con mi costado de presentadora y actriz –dice Annie, desde Phoenix, Arizona, donde estudian sus hijos–. Pretendo que sea interesante. No pretendo que sea una clase de ópera. Es un enganche”.
-¿Para buscar nuevos públicos?
-Creo que la ópera todavía tiene más público que los espectáculos sinfónicos. Aunque, obviamente, en general la clásica padece, por el hecho de que se crea que es algo para museos o para fanáticos. La gente que conoce, va a ver ópera. Creo que esto es para gente que no conoce mucho y quiere saber más. No me gusta la palabra entertainment, pero tampoco quiero que sea algo rígido y académico. Antes, la ópera era algo más informal. La gente se podía levantar y hablar. Después de Wagner se volvió algo casi religioso. Como ir a la iglesia. Y bueno, son convenciones que no están escritas en ningún lugar.
-Me enteré que fueron hasta la sede de la Masonería Argentina para hablar de La flauta mágica.
-Lo que queremos contar sobre La flauta mágica es que detrás del cuento de hadas hay una ópera con profundidad y simbolismo. Estamos hablando siempre de la tensión o la colaboración entre libreto y música. Mozart es un genio y su música, maravillosa. Fue la primera ópera que me encantó cuando era niña. Pero detrás hay un simbolismo interesante. Era masón y escribió en un momento muy interesante de la historia, alrededor de ideas políticas nuevas, de la Revolución Francesa. Me pareció bueno explorarlo. Ahora hay una gran apertura de las logias masónicas pero no era lo mismo en el tiempo de Mozart. Para nada. Y en la Argentina, además, durante ciertos momentos complicados, sé que los masones no podían decir que lo eran, por cuestiones políticas. Laura Novoa es el cerebro estructural de estos episodios y yo agrego mis inspiraciones. Esto no es para los grandes conocedores de música. De hecho, yo no lo soy. La idea es conectar mundos. Para hablar de Fausto conversamos con un filósofo, para La flauta mágica llamamos al maestre de la logia masónica. Para la siguiente, Einstein on the Beach voy a encontrarme con un físico. Conectar mundos que no están directamente conectados por la música pero son parte de estas óperas.
-¿Cómo es tu relación de ida y vuelta con el teatro?
-Cuando hice Clara Wieck, que tuvo bastante éxito, fue un gran desafío y un gran aprendizaje. En ese momento propuse hacer La historia de un soldado con mi padre, porque él hacía tiempo que no volvía a la Argentina. Él es un gran especialista de Stravinsky, lo conoció y esa obra tiene algo personal para mí. Mis padres se conocieron cuando él la estaba estudiando. Trabajar con él es un aprendizaje grande y traer esa obra a la Argentina en español fue algo muy nuevo para mí. Luego llegaron Peter Lanzani y Joaquín Furriel y me pareció una experiencia que trajo un nuevo público. No por mí ni por mi padre sino por dos actores extremadamente conocidos. Muchos de los que siguen a Peter y a Joaquín no sabían quién era Stravinsky y les encantó. Todo eso fue dentro del Festival Argerich. Voilá. Luego el oratorio de Honegger, que era suizo. No es que quiero hacer cosas con lo suizo.
-No, me imagino, pero ya vamos a empezar a sospechar.
-[Se ríe] Es verdad. Me parece interesante esa conexión entre Honegger, Stravinsky, Victoria Ocampo… Voy a ser ella, pero no en la Argentina. Es una manera de unir las cosas que me componen. Toda mi vida quise separar mi vida de la de mis padres, hacer mi propia carrera y de hecho, lo hice, en los Estados Unidos. Pero ahora veo la importancia de colaborar y hacer cosas con ellos, que son genios. Son personas que pueden traer muchísimo a la nueva generación. Son oportunidades que se dan y también la voluntad consciente de poder hacer algo de muy alta calidad con personas que son artistas increíbles. Genial que se pueda hacer en un lugar fabuloso como el Colón. En ese marco, Temporada de Óperas fue una propuesta mía con Laura Novoa. Hay una apertura desde que Jorge Telerman comenzó su gestión [como director] del teatro. La idea de abrir las puertas a más gente y de utilizar bien las redes. De hecho, muchos ahora me hablan del Instagram del Colón. Creo que se habla a un público más amplio. Hay que estar dispuestos a tomar riegos. Si no hay riesgos, no hay innovación.
-Seguramente atravesaste tu infancia en una familia que no fue la más tradicional. ¿Sentís que en la tierra donde nació tu madre lograste una conexión con ese entorno de una manera diferente?
-Siento que la primera parte de mi vida no pude apreciar realmente quiénes eran mis padres. Para mí fueron, simplemente, mis padres. Yo quería verlos más, quería cosas que mis amigos tenían y yo no. Al mismo tiempo, apreciaba muchísimo la libertad de mi vida y la posibilidad conocer gente extraordinaria. En mi casa siempre había músicos de distintos lugares. Como niña, uno no se da cuenta de eso. Yo tenía que luchar para tener mi propia estructura, que la encontré en el colegio, en el estudio. Había gente que me decía que tenía que estar orgullosa de mis padres. Pero yo decía solo que eran mis padres. No estaba orgullosa por eso. Con el tiempo y al tomar distancia me di cuenta de quienes eran como artistas. Entonces, compartir con ellos algo en ese nivel, es una manera de acercarse de otro modo. Y de disfrutar de un aprendizaje que no desfruté antes, al estar más en una posición de rechazo para poder encontrar mi propio equilibrio. Recién lo puedo hacer ahora. Siento que Argentina fue muy generosa conmigo. Siempre tuve mucha atracción por la Argentina. En el fondo tenía la intuición de que allí iba a encontrar algo muy importante. Fueron mis raíces. Haber hecho la obra de Clara Wieck también fue un acercamiento artístico al mundo de mi madre. Me ayudó a entenderla. Y la Argentina me ayudó a eso. Y mi padre, que comenzó a volver a la Argentina por mi iniciativa. En el nivel artístico me dio una oportunidad única. Acercarme a otro nivel. Siempre tuve una buena relación con ellos. Pero no había diálogo a nivel artístico.
-¿Y ahora te llevás a Victoria Ocampo?
-Sí, y tiene que ver con Suiza [se ríe] Tiene que ver con algo que tengo acá [Annie saca un libro Vies croisées de Victoria Ocampo et Ernest Ansermet, de Jean-Jacques Langendorf, que reúne las cartas intercambiadas por la escritora argentina y el músico suizo]. Ella tuvo una relación muy cercana con el director de orquesta suizo… Quizá fueron amantes. Bueno, ella fue muy importante en la creación de la orquesta de la Suisse Romande. La idea es hacer un espectáculo en Suiza. Se está abriendo un nuevo teatro y su director artístico es argentino, Leonardo García Alarcón. Y pensó en mí para este proyecto, con músicos de la Suisse Romande, y a partir de este intercambio con Ernest Ansemet, y también con Stravinsky y Borges, que tiene una relación muy cercana con Ginebra. Como sabemos, está allá. Hay una conexión muy cercana entre la Argentina y Ginebra, ciudad donde crecí. Lo interesante, y acá hay otra cosa biográfica, es que mi padre estudió con Ansermet. Todo está vinculado. Mi coach de teatro siempre me decía: “No elegís los papeles, los papeles te eligen a vos”. No elegí ser Clara Wieck, fue una elección de la directora Betty Gambartes. Con Victoria Ocampo sucedió lo mismo.
-¿Y con Juana de Arco?
-La conexión es suiza [larga una carcajada]. El compositor. Obviamente no hay una conexión con ella. Pero es un texto maravilloso de Claudel y un nuevo desafío para mí. Es un texto clásico francés. Habrá dos actores franceses. Juana de Arco es sumamente interesante como personaje. Sabemos mucho sobre ella por los juicios. Y luego tenemos a Juana de Arco el mito, que es lo que se agrega al personaje. A mí me demanda no solo la investigación del personaje sino de un momento histórico. De la posición de la mujer y otras cosas que me interesan. No voy a decir que es un trabajo académico el que estoy haciendo, pero sí personal, para entender la importancia. Porque fue un personaje utilizado tanto por la derecha como por la izquierda. Y más allá de todo esto, entender el tipo de fe que tenía que tener esta jovencita de 17 años para hacer lo que hizo: desafiar todas las reglas y a sus padres, que preferían matarla antes de que se fuera al ejército rodeada de hombres. Una mujer no podía hacer eso. Pero ella insistió, se puso una armadura y llegó al rey de Francia. La fe y el coraje de esta chica analfabeta fue enorme. Voy a hacer una comparación un poco rara. [Fernando de] Magallanes fue un tipo que, al final, desafió todo y convenció a su entorno para hacer algo que, para ese momento, era considerado una locura. La tierra era plana y él demostró algo loco. Creo que lo consiguió por su fe en Dios. Uno puede o no creer, pero esta cosa absolutamente irracional nos permite no poner lógica en lo que se hace. Es la fe. Es muy del homo sapiens desafiar las cosas, ir más allá de lo permitido para lograr algo más grande.
Cómo se hace Temporada de óperas
Como dice Annie, Laura Novoa es el cerebro de los episodios de Temporada de óperas. Según esta guionista y productora, el ciclo surgió con nuevos modos de crear puentes. Brindar otras aproximaciones para nuevos públicos. “Una de las cuestiones en relación con esto es bajar el tono conferencista y el nivel de solemnidad que está un poco metido en este tipo de ambientes -explica Novoa-. Se puede hablar de este tipo de repertorios de manera coloquial sin perder rigurosidad, ni tampoco caer en demagogias. En líneas generales, frente a cada título nos proponemos contar todo lo que rodea a una obra. Cosas que nos metan en la cabeza del creador, para traerlo al presente. También las cuestiones políticas y filosóficas de la época y las estéticas. Además, la música, por eso se entrevista a los cantantes que terminan interpretando alguna parte de sus roles. Por otro lado, es importante traer cada título a la actualidad. En el caso de Fausto –primer título de esta temporada- convocamos a Pablo Dreizik, filósofo muy erudito, pero muy ‘a tierra’, gran divulgador. Sobre la actualidad se puede conversar sobre la inteligencia artificial como nuevo tipo fáustico”.
La guionista de esta serie asegura que hay mucho miedo en el público de acercarse a un lugar como el Teatro Colón. “Algunos lo creen carísimo e inaccesible. Hace poco publiqué en Twitter que una entrada a los shows de Fito Páez podía costar 20.000 pesos y una al Teatro Colón valía como una entrada al cine. Creo que hay que desarmar prejuicios y desnaturalizar las cosas acartonadas en torno a instituciones como ésta. Cuando se rompen esas barreras el público disfruta mucho. Y en todo esto es muy importante Annie: gran comunicadora, muy inteligente y con una gran frescura. Además, viene de donde viene, con toda su historia familiar y es bueno que pueda contar desde ese lugar cómo es su relación con la música. Crear una especie de alter ego.”
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