Andy Bell: la ironía que casi le costó la carrera, la vida con HIV y el nuevo disco de Erasure
El dúo que formó en los 80 con Vince Clarke parece estar experimentando una nueva era dorada, después de aquellos comienzos donde acumularon hits como Oh’l Amour”, “Stop!” o “Blue Savannah”; tras el éxito de 2020, The Neon, el dúo entrega un nuevo álbum: Day-Glo (Based on a True Story)
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Puede parecer contradictorio, pero en el fondo tiene bastante sentido. Conocido por su figura histriónica en el escenario, en la intimidad Andy Bell es una persona tímida y recluida. El vocalista de Erasure trazó una extraña parábola con la fama: conoció la exposición pública a mediados de los 80, y aprendió desde un principio que la misma maquinaria que un día endiosa, a la jornada siguiente destruye y ridiculiza. Con el paso de los años, junto a su socio Vince Clarke, Bell convirtió a Erasure en un tanque pop imbatible que no solo tiene un pasado que lo respalda, sino que alcanzó una de sus mejores versiones a tres décadas y media de su fundación.
Nacido en Dogsthorpe, una pequeña localidad inglesa de menos de diez mil habitantes, Bell es el mayor de seis hermanos, el primer hijo de un operario de fábrica y una madre que empezó trabajando como personal de limpieza en una escuela y terminó atendiendo el único sex shop de la ciudad. La mirada liberal materna (sobre todo en contraste con el rigor conservador paterno) le allanó el camino al futuro cantante para poder blanquear su homosexualidad frente a su familia cuando tenía 17 años. Aunque años después reconoció que su pueblo natal no era particularmente hostil, sí era lo suficientemente pequeño como para que se aburriese pronto. Así, Bell y una amiga alquilaron un departamento en Londres para probar suerte en la gran ciudad.
Instalado en la capital inglesa, Bell consiguió algunos trabajos mientras formó su primera banda, The Void. Aunque el grupo no tuvo éxito, él estaba convencido de su futuro como cantante, y así fue como respondió a un aviso anónimo para una audición de vocalistas publicado en la revista Melody Maker, en 1985. Quien convocaba era Vince Clarke, a quien Andy admiraba notoriamente por su trabajo en los primeros discos de Depeche Mode y luego como parte del dúo Yazoo. Bell se garantizó el puesto y ese mismo día nació Erasure, aunque aseguró que se tomó su tiempo en naturalizar el trabajar codo a codo con uno de sus héroes musicales. “Yo era muy tímido en el estudio, no podía ni hablarle porque no podía creer estar ahí”, especificó el vocalista.
Con Wonderland, su primer disco, Erasure entró de lleno en el mundo de synth-pop, y lo hizo con algarabía. El miedo de Bell frente al talento de su partenaire creativo se apagó cuando el single “Sometimes”, de su segundo disco, The Circus, se volvió un éxito. La difusión del tema trajo por añadidura una notoria exposición pública, que Bell tuvo que surfear como pudo junto a su timidez, y al poco tiempo comenzó una relación con Paul Hickey, el manager de la banda, un vínculo que tambaleó en 1990 cuando a Hickey le diagnosticaron HIV pero que, en palabras de Bell, se mantuvo “platónico” hasta su muerte, en 2012.
Cambio de década y de paradigma
Con el cambio de década, Bell también tuvo que lidiar con un embate mayor: lo que en los ochenta era validado como moderno y vigente, en los noventa era vapuleado por frívolo y naive. Himnos como “Oh’l Amour”, “Stop!” o “Blue Savannah” fueron pasados rápidamente al olvido, y canciones como “Breathe” o “Chorus” no tuvieron siquiera la chance de abrirse camino en un período histórico que pasó del grunge a las boy bands y de ahí al nü metal. Y no tener la necesidad inmediata de agradar se convirtió en el combustible creativo de uno de los mayores riesgos artísticos: en 1991, Bell puso su voz para la adaptación discográfica de La caída de la casa Usher, de Edgar Allan Poe, a cargo de Peter Hammill. Cuatro años más tarde, Erasure publicó su disco homónimo, y lo que antes eran gemas pop de tres minutos, ahora eran piezas ambientales y aletargadas que las doblaban en duración.
Los años siguientes tuvieron al dúo manteniéndose vivo con discos que servían poco más que para justificar salir de gira, y así fue como en 2005 Bell decidió iniciar una carrera solista. Un año antes, hizo público que desde 1998 era HIV positivo. Al momento de hacer el anuncio, arrojó una ironía que gran parte del público tomó por cierta: que había decidido contagiarse adrede. “Lo dije enojado, ya le había pasado a Paul. No salí a agarrármelo a propósito. Quise decir algo chocante, pero fue simplemente estúpido”, reconocería en diálogo con The Guardian, a mediados de este año.
Después de probar todos los formatos posibles para salvar una merma creativa (discos de covers, álbumes de villancicos navideños), en 2017 Erasure publicó World Be Gone, un disco que los devolvió al éxito por primera vez en muchos años. Al poco tiempo, el dúo reformuló las canciones en formato acústico y orquestal en el disco World Beyond y comprobó que efectivamente su repertorio se sostenía por sí solo. En 2020, su regreso a las grandes ligas se materializó con The Neon, un disco que llegó al cuarto puesto de ventas en su primera semana en las bateas, lo que significó su primera incursión en el Top 10 desde 1994. El disco debía traer a la banda a la Argentina en 2021, pero la pandemia tuvo otros planes.
Para mitigar el encierro, Clarke tomó las pistas de The Neon y las manipuló lo suficiente hasta deshacerlas y rearmar canciones nuevas. El resultado final es Day-Glo (Based on a True Story), que llegó a las bateas el viernes pasado, un collage sonoro al que Bell le sumó nuevas letras en su casa de Miami. “Muchas de las canciones contienen poemas, y creo que Vince pensó que eran un poco ásperas, sobre todo porque no sé realmente de qué hablan”, reconoció al momento de su lanzamiento, una frase que bien resume la política de trabajo de sus últimos treinta y cinco años.
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