Andrés Calamaro y los 25 años del gran “exceso” de Honestidad brutal: Maradona, las 100 canciones y el fin de un amor que encendió la hoguera
A 25 años del lanzamiento del álbum doble que se transformó en la banda de sonido de varias generaciones, un repaso por los días de grabación de Honestidad Brutal, “una secuencia delirante de sexo, drogas y rock”, noches de insomnio y viajes en avión, destinados a hacer historia
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A 25 años del lanzamiento de Honestidad brutal, difícil evitar la tentación de regresar a finales del siglo XX para zambullirse en esos meses afiebrados de grabación de esta obra capital del rock en castellano firmada por Andrés Calamaro. Un disco doble de 37 canciones -y 37 eran los años que tenía el ex Los Abuelos de la Nadacuando se publicó-, entre las que despuntaron algunas de las más recordadas de su prolífica carrera, como “Paloma”, “Te quiero igual”, “La parte de adelante” (que más tarde grabarían Los Fabulosos Cadillacs y cantarían casi todas las hinchadas), “Cuando te conocí” y tantos hitazos más.
Cuenta la historia que Andrés Calamaro quería llegar a 100 nuevas canciones. Recién cuando tuvo la última dio por terminada la primera etapa. Luego devendría la elección del repertorio, nada menos que 37 temas y el anticipo de la obra siguen, ya no doble sino quíntuple: El salmón. En ellas hay de todo, no sólo clásicos. Hay anécdotas, hay historias y está nada menos que Diego Armando Maradona. No solo a través del homenaje que representa la canción que lleva su nombre (la número 10 del tracklist, obvio) sino también a través de “Hacer el tonto”, donde Diego pone su voz.
Entre baladas clásicas y canciones de rock, pero también aires de tango, blues, bossa nova y funk, sus temas fueron compuestos y grabados entre 1998 y 1999, en las ciudades de Nueva York, Miami, Madrid y Buenos Aires, durante los viajes que realizó durante la gira de su anterior álbum, Alta suciedad, el primero en lanzarse en España en clave solista.
“Es inevitable recordar acaso la grabación de aquel álbum. No es que quiera recordarlo todo y dudo que pueda. Fuimos entonces al estudio de mi hermano (Javier) con unas letras y en una semana terminamos 12 canciones. Entonces hubiera sido una grabación espontánea y eficaz, pero lo que hicimos fue encerrarnos en muchos estudios, hasta 15 distintos en tres países. Digamos que escribíamos canciones en el estudio para grabarlas inmediatamente y en horarios insólitos. Hasta 100 canciones. Eran días de 72 horas... Lo único que no hicimos fue comprar armas de fuego. Afortunadamente. Supongo que gastábamos la plata en otras cosas. Grabamos todos los días durante nueve meses, y también las noches. El resto del tiempo abusábamos de los tópicos malditos del rock, bienvenidos por entonces. Con buenas intenciones, diálogo ideológico, integración con sectores valiosos en el rock, Argentina en el cielo y los subsuelos. Sobrevolando lugares finos y tachos de basura”, recordaba Andrés Calamaro aquellos días de grabación.
Su publicación coincidía con un cambio de época en Argentina, cuando terminaba el segundo gobierno de Carlos Saúl Menem. No es casual que el álbum incluye entre sus temas una crítica a la situación política y social que atravesaba el país por entonces, como “Clonazepán y circo” o “No tan Buenos Aires”. “Hubo un momento muy eufórico y muy terrible en que estuvimos seguros de que alguien no iba a llegar al final de la grabación. Era como jugar a la ruleta rusa. Hacíamos apuestas. Primero perdimos un ingeniero de sonido; después me perdí yo. Mucha gente se asustó. Y todos, siempre, con la sensación de un revólver frío en la nuca. Todos los músicos involucrados en profundas crisis sentimentales o a punto de involucrarse. Si no estabas divorciado o divorciándote no tocabas en Honestidad brutal. Pero el rock and roll existe y, qué querés que te diga, a mí me parece una etapa ideal para vivirla en un año terminado con tres nueves. Además, no conozco a nadie que haya vivido un año con tres nueves antes. En resumen: Honestidad Brutal es mi Apocalypse Now cruzado con mi Martín Fierro”, afirmaba por aquellos días en una entrevista con Rodrigo Fresán para El periódico de España.
“Andrés venía de hacer Alta Suciedad un par de años antes, una gira bastante larga por España y por toda Latinoamérica, y venía envuelto en un halo de glamour, de rockstar y de respeto increíble a todos los niveles”, señala David Bonilla, uno de los colaboradores fundamentales de la obra de Calamaro, en una entrevista publicada en Cintas de Archivo, un podcast de Warner Music en España.
“Con Andrés nunca hay nada previsible. Es una de sus grandes virtudes. Alta Suciedad fue su primer disco en solitario en España con nosotros, después del exitazo increíble de Los Rodríguez; un disco que funcionó muy bien, y como él siempre ha sido quien se ha marcado los pasos, cuando quiso empezar a grabar Honestidad brutal no había expectativas, ni buenas ni malas. Era Andrés y a ver qué disco quería hacer. Y llegó un momento en que ya dije, ‘que haga lo que quiera”, asegura Alfonso Pérez, director artístico de Dro Warner España, sobre los días de grabación de aquel disco que, posteriormente, en 2022, sería reeditado en una versión “extra brut” sumando al disco doble original cuatro más: uno con la versión inicial del disco y otros tres con mezclas alternativas e inéditos.
“No recuerdo que hubiésemos hablado de un siguiente disco de Andrés hasta que él de repente llamó para decir que había registrado 17 temas en Buenos Aires. El había empezado a grabar compulsivamente con su hermano Javier y nos empezó a mandar canciones y a decirnos que quería empezar a grabar su segundo disco. Veníamos de un sonido súper producido en Nueva York, con Joe Blaney, y aquella era una grabación de rock cruda, espectacular pero cruda, y creo que nos asustó. Entonces fuimos a sus casa y le convencimos para seguir mejorando las canciones, le alquilamos un montón de equipo para que instalara en su casa. Pero en lugar de mejorar las canciones fue a grabar un chorro de canciones más. Estaba en una época de hiperactividad absoluta”, sigue Bonilla.
Así como Alta suciedad fue el disco que finalmente consagró a Calamaro como solista, seguramente Honestidad Brutal fue el álbum que mejor encarnó sus distintas facetas. El autor inspirado y riguroso de Alta... parecía entonces no querer detenerse en sutilezas, sino grabar una serie de canciones más crudas, porque ése era su estado de ánimo. Y en medio de una conflictiva situación personal, frente al aparente final de una pareja que no había sabido cuidar, lanzó aquel disco doble refugiándose en esa hiperactividad artística, mudándose de estudio en estudio, de ciudad en ciudad, casi como un escape, una manera de poder sobrevivir. Se pasaba días enteros sin dormir, grabando a todas horas en “una secuencia delirante de sexo, drogas y rock”. De paso, nacían tanto El salmón como El cantante. Arrancó como un álbum compuesto en una semana y terminó como un vendaval que apenas si anticipó la tormenta que se venía. Después de aquellos años de excesos, se pasó varios más fuera de la escena pública, lidiando con su vida.
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