Alejandro Sanz enamoró a un público tan fiel como fervoroso
El viernes, el cantante español inició su serie de cinco shows en el estadio de Villa Crespo; varias generaciones de fans disfrutaron de sus clásicos y de sus canciones más nuevas
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Alejandro Sanz en Argentina. Músicos: Alejandro Sanz (voz, guitarra), Mike Ciro (dirección musical, guitarras), Alfonso Pérez (dirección musical, piano, teclados, guitarra, coros), Carlos Martín (percusión, arreglos de viento), Mirón Rafajlovic (trompeta, guitarras), Helen de la Rosa (batería), Brigitte Sosa (bajo, contrabajo), Glenda del Monte (piano, teclados, coros), Chris Hierro (teclados, programaciones, coros), Txell Sust (coros) y Karina Pasian (coros). Lugar: Movistar Arena. Más funciones: 11, 12 y 14 de mayo. Nuestra calificación: bueno.
Intentando salirnos estrictamente de las cuestiones musicales, podríamos titular esta nota como “El reino de la adrenalina”. Porque referirse a esta nueva seguidilla de conciertos en Buenos Aires del español Alejandro Sanz –previas presentaciones en Rosario y en Córdoba- deja inevitablemente la sensación de que es imposible hablar de lo que hace en lo artístico sin considerar la energía, el entusiasmo, la locura, la pasión desbordante que produce en cada una de las 15.000 personas –con una mayoría abrumadora de mujeres, por cierto- que pueblan de bote a bote el enorme Movistar Arena. Ese público fiel, que comenzó a seguirlo en el comienzo de su carrera en los años 90, que le ha hecho llenar estadios varias veces por aquí y que ahora tendrá una audiencia de 75.000 personas solamente en la capital argentina, se sigue enloqueciendo como la primera vez. Naturalmente, por mero acomodamiento biológico, ya no están algunas de sus primeras fans, pero la renovación ha sido tal que el estadio de Villa Crespo se ve colmado de mujeres de todas las edades, incluidas algunas muy jóvenes, que lo adoran y lo idolatran como antes pudieron haber hecho sus madres.
La ficha técnica de este madrileño de 54 años, nacido como Alejandro Sánchez Pizarro, hijo adoptivo de Cádiz, dice que arrancó su recorrido discográfico con Viviendo de prisa, en 1991; que su último álbum se llama sencillamente Sanz, que disfruta mucho de las asociaciones y los dúos con muchos artistas de distintos lugares del mundo; que ha vendido 25 millones de discos, que las reproducciones de sus registros en las plataformas llevan los números a cifras exorbitantes; que tiene montones de premios y que no necesita rendir cuentas a nadie sobre lo que es ni sobre lo que tiene para dar.
Podríamos agregar otra serie de datos relacionados con lo que sucedió en el primero de sus conciertos de Buenos Aires, en unas dos horas de espectáculo de una lloviznosa noche porteña. Como que hubo algunos temas más nuevos, fueran o no de su álbum Sanz: “Iba”, “Correcaminos” –que grabó con Danny Ocean-, “La rosa”. Que, sin embargo, prefirió hacer hincapié en sus canciones más populares, incluidas algunas de muchos años, como “No es lo mismo”, “Lo que fui es lo que soy”, “La fuerza del corazón”, “El tren de los momentos”, “Cuando nadie me ve” –con una de las grandes explosiones de gritos enfervorizados-, “Viviendo de prisa”, “Mi soledad y yo”, “Y, ¿si fuera ella”?” o, claro, “Corazón partío” –quizá uno de las más logradas de su carrera-. Que le encontró una vuelta interesante a “Contigo”, la composición de Joaquín Sabina. Que tiene la garganta en óptimo estado. Que es plenamente un artista pop pero que tiene inquietudes rockeras que se manifiestan en algunos solos de guitarra eléctrica con mucha manija de su director musical, Mike Ciro o en algún despliegue de su baterista, Helen de la Rosa. Que ha olvidado completamente aquel acercamiento al flamenco que le hacía, en lejanos tiempos de sus primeras visitas a nuestro país, entregar un set haciendo esa música; con enorme talento, dicho sea de paso. Que se respalda en una banda de músicos muy profesionales pero que se asegura la solidez del resultado con la utilización de mucho sonido secuenciado. Que adora, casi como una marca ineludible en la mayoría de los artistas pop, el amontonar temas en grupos de a dos o en medleys de tres, lo que le permite hacer muchos más títulos y dejar satisfechas las expectativas de su público.
Este Sanz modelo 2023, ya convertido en un señor mayor aunque con un aspecto juvenil y una energía que luce en su traje color mostaza y sus voluminosas zapatillas blancas, sabe muy bien lo que tiene para dar y jamás pierde de vista el el show business. Marca y dosifica los tiempos. Dice la frase enamoradora justa sin caer en la demagogia. Hace las pausas necesarias. Abandona a pequeños ratos el escenario para permitir el lucimiento de sus compañeros, incluso dándoles el espacio de cantantes solistas. Mezcla los momentos más emotivos con las piezas uptime, que de todos modos predominan. Y, volviendo al comienzo de esta nota, enloquece a una multitud que, pese a tener su lugar para verlo sentado, acompaña todo el concierto de pie, como si fuera una manera de estar unos centímetros más cerca de su ídolo, o porque la energía es tan desbordante que no hay modo de quedarse en la butaca.
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