Alban Berg y su Lulu, mujer fatal
Ya anticipamos en nuestra columna anterior que se cumplen este 2017 los ochenta años del estreno de Lulu, de Alban Berg. El mismo tuvo lugar en Zurich, en 1937. Junto con Wozzeck, Lulu constituye el excepcional aporte al teatro cantado de Berg y el Colón de Buenos Aires le dedicó dos memorables acogidas. La primera fue en 1965, con Evelyn Lear como protagonista, dirección de Ferdinand Leitner, régie de Ernst Poettgen y escenografía de Leni Bauer-Ecsy y la segunda en 1993 con Patricia Wise, como Lulu, y dirección orquestal de Stefan Lano.
La síntesis de su argumento ha sido resumida en escasas palabras: Lulu es una mujer fatal, seductora, que destruye a todos sus amantes, ya que prácticamente no existe amor en sus relaciones, excepto con una lesbiana, la condesa Geschwitz. Finalmente, Lulu llega a Londres como prostituta y es asesinada por Jack el Destripador.
Digamos que si Wozzeck significa el bautismo de Berg en el terreno de la ópera, el tema de Lulu lo acompañaba en su pensamiento desde muchos años atrás.
Una ópera dodecafónica
Desde el punto de vista del lenguaje, Berg recurre aquí a la dodecafonía, procedimiento organizado por su maestro Arnold Schoenberg hacia 1921. Sin embargo, aun adoptando Alban Berg un método tan restrictivo, no se aparta sustancialmente de su propia poética, como queda reflejada en toda su producción basada en dicho procedimiento. Y así, se inclina hacia una estructuración del espacio pancromático caracterizado por implicaciones tonales y por virtualidades diatónicas, lo cual, desde luego, aparece reñido con los principios sustentados por su maestro. En el caso de Lulu, que representa a la protagonista, ofrece una neta inclinación tonal.
Llena de sutilezas se muestra la orquestación de Lulu, que alcanza momentos de excepcional esplendor. Berg domina de manera magistral el arte de remarcar, a través de los timbres de la orquesta y de los efectos y recursos de los instrumentos, acciones y sentimientos, al punto de que muy a menudo aborda francamente el realismo sonoro.
El estreno mundial de la ópera (inconclusa) tuvo lugar en Zurich el 2 de mayo de 1937, la que incluyó la secuencia de una película muda. Cuando en mayo de 1957 la presentó la ópera de Hamburgo con régie de Günther Rennert, éste reemplazó la filmación por una serie de carteles que ilustraban los distintos momentos de la secuencia, procedimiento también empleado por Ernst Poettgen en Buenos Aires, cuando el Teatro Colón incluyó la obra en su repertorio.
En 1977, la Universal de Viena anunció la publicación del tercer acto de Lulu, que había sido completado por el compositor y director de orquesta vienés Friedrich Cerha. El estreno de esta versión se realizó en París en 1979. La dirección fue ejercida por Pierre Boulez, con Teresa Stratas como protagonista. Dirigida por Stefano Lano, esta versión completada por Cerha se conoció en nuestro Colón en 1993.
Naturalmente, nos encantaría volver a verla...
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