Al maestro con cariño: los músicos eligen sus composiciones preferidas de Horacio Salgán
Referentes como Susana Rinaldi y Rodoldo Mederos, entre otros artistas de distintas generaciones, cuentan su relación más personal con el centenario tanguero
Susana Rinaldi: Una tarde con flores negras
"¿Se acordará Salgán de esta anécdota? Fue hacia mis 20 años. Yo estudiaba en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático. En mi camada estaba María Cristina Laurenz, hija de Pedro. Como yo vivía en Caballito y en ese momento costaba más llegar hasta Callao y Las Heras, donde estaba el conservatorio, agradecía la amabilidad de los Laurenz para quedarme a veces en su casa. Ahí, además de un piano se podía escuchar de vez en cuando a Pedro Laurenz tocar el bandoneón. Y no puedo olvidar que en esa casa se gestó el Quinteto Real. Un día, que casualmente yo estaba allí, llegó Salgán. Lo tenía ahí en frente, muy sonriente. Me preguntó quién era, le conté de nuestros avatares en el estudio y cosas que seguramente no le importarían nada hasta que me animé a pedirle si podía tocar «Flores negras». Una atrevida total. Me miró sin dejar de sonreír, se sentó en el taburete giratorio del piano y comenzó a tocar. Y yo me sentí en las nubes".
Rodolfo Mederos: El Salgán nuestro de cada día
"Todos hemos sido sus alumnos. Por eso mi Salgán preferido es el Salgán de cada día: ese que nos hace ser mejores. Es como el rey Midas, que convierte lo que toca en oro. Él lo convierte en música. Para ciertas religiones hay que hacer una buena acción antes de irse a dormir. Yo creo que eso es escuchar a Salgán. Hay dos maneras de juzgar la música: desde lo que nos gusta y desde lo que nos parece objetivamente bueno. Desde lo objetivo, estamos ante una revolución silenciosa, no ruidosa como la de otros contemporáneos a él. Un oído no muy alerta lo ve como un pianista más. Pero no es un pianista más, sin querer decir con esto que los demás no hayan sido buenos. Salgán es el último punto de la revolución del tango, junto con Pugliese y Troilo. Desde lo subjetivo, me gusta muchísimo y me satisface con todo su lenguaje a través de sus dedos y sus músicos. Sobre todo con su orquesta. Salgán es bueno en cualquier formación; el dúo, el quinteto o la orquesta. Es una piedra preciosa que en cualquier dedo y con cualquier engarce queda bien. A las demás formaciones, que son más camarísticas, también las disfruto. Cuando digo que prefiero a la orquesta es porque, para mí, es la formación más completa, indomable y enigmática. Ver su pensamiento en la típica me produce un gran deleite."
César Salgán: ¿Este tema es tuyo o mío?
"Es difícil elegir el Horacio Salgán preferido porque cuando era chico, como mis padres estaban separados, el Salgán más importante fue el músico. Y con los años, por el acercamiento que hubo entre nosotros, el padre y el músico se pusieron a la par. Y es por eso, también, que no tengo una preferencia en particular. No sé si tendrá que ver con el gusto, o con algo que viene de fábrica pero yo creo que si pudiera escribir arreglos de un tango como los hace él, los haría igual. Es como la manera de hablar de un cordobés que para mí puede tener una tonada especial pero para su familia es algo totalmente habitual. Sí puedo elegir una anécdota. Es una que no suelo contar porque no sé cómo la puedan interpretar los demás. Debo aclarar que el comentario de mi padre era el de un hombre de edad ya avanzada y en el contexto de una relación de padre-hijo. Un día él estaba tocando el piano en mi casa, yo salí del dormitorio, pasé por el living y él dejó de tocar para preguntarme: "¿Este tema es tuyo o mío?". Imaginate lo que eso significaba para mí. Después le pregunté si me estaba poniendo a su altura o bajándose a la mía."
Pablo Agri: Jugando a las escondidas
Mi viejo [Antonio Agri] tocaba con Salgán en la época del Club del Vino. Una vez viajó a Japón para tocar con Mossalini y tuve la suerte de reemplazarlo en el Quinteto Real con Salgán, De Lío, Marconi y Giunta. Para mí fue un premio de la vida y de mi viejo. Y un regalo que me hizo Salgán al aceptarme. No ensayé porque él no quiso ensayar. Pero cuando me enteré me fui dos sábados antes para grabar todo el concierto. Y mi viejo me dio una mano enorme. Me acuerdo que el primer sábado los solos de violín los tocó Horacio en el piano, por las dudas. Pero el segundo concierto me habilitó y me dejó tocarlos todos. Yo estaba muy asustado porque no había red. Era tirarse y tocar. Pero me había preparado muchísimo. Le había afanado todo a mi viejo y la buena onda de los músicos me ayudó. La pasé bien, aunque era jugar en primera y no sé si todavía estaba en condiciones. Era chiquito. Fue un gran momento de mi vida. Hace dos o tres años tuvo un problema Peressini y me llamó César Salgán para ver si podía hacer el cambio y tocar con el quinteto. Le pedí un ensayo porque sólo había tocado ese repertorio en los 90 con Horacio. Pasamos la música en su casa. Estábamos los dos solos. Y cuando terminó el ensayo apareció Horacio de una habitación y me dijo: «Muy bien pibe». Había estado todo el tiempo ahí atrás, escondido, escuchando."
Andrés Linetzky: El grillito
"Mi Salgán favorito es sin duda el arreglador. Para mí es el lugar donde más lejos llegó el tango en cuanto a evolución. Su nivel no fue ni será nunca igualado. Y dentro de sus arreglos, los que hizo para la orquesta típica son los que más me gustan. Hay un tema de Salgán llamado «Grillito». Para mí lo innovador y original no fue poner acordes y ritmos raros ni melodías contemporáneas sino el equilibrio en todo el arreglo. Hoy lo innovador está dado por poner acordes nuevos, por querer parecerse a cosas que no tienen que ver con el tango. Y eso es justamente lo contrario a la filosofía y la estética salganiana. Él siempre me inculcó el evolucionar dentro de los patrones establecidos en el tango. Tuve la suerte de ser uno de los pocos privilegiados a los que aceptó como alumno. Me decía: «Si usted toma, por ejemplo, «La cumparsita» y le cambia toda la melodía, la armonía y la transforma en otra obra, ¿por qué no le pone otro título y dice que es una composición suya?»"
Sonia Possetti: Un niño maravillado
"Mi formación preferida siempre fue El Quinteto Real. Tuve la suerte de escucharlo muchas veces en vivo, en el Club del Vino. Me marcó, me estimuló y me sigue gustando escucharlo cada tanto. Es perfecta su frescura, su liviandad y la complejidad rítmica que, a la vez, suena sencilla. Me transmitían algo totalmente diferente al resto de las agrupaciones del género. Después de años escuchándolo en discos, tuve la oportunidad de tomar clases con él. Algo poco habitual, porque no se dedicaba a la docencia. De hecho, las clases eran muy informales, no había un plan establecido. Recuerdo mi mirada sorprendida al descubrir que detrás de semejante músico había un niño, que se apasionaba con cada arreglo nuevo que hacía como si fuera el primero. Un día me dijo que se iba a mudar porque se estaba separando, entonces me dispuse a anotar la nueva dirección. Y cuando la anoto veo que era casi la misma. «Ah sí, sí. Me mudo acá al lado -me dijo-. Y al lado seguimos las clases, y allá fueron el piano eléctrico, las flores de plástico desplegadas en los sillones y toda la emoción de un niño en casa nueva. Todo lo maravillaba."
Carlos Corrales: Un hincha de Salgán
"Toqué en la orquesta de Salgán en los años ochenta, en un espectáculo que hacía en el complejo La Plaza. Yo tenía 17 años. Nestor Marconi armó la fila de bandoneones y me llamó. Estaba deslumbrando. Era como que te convoquen de la selección. Estaban el Negro Suárez Paz y Mauricio Marcelli en los violines, Ubaldo De Lío, Omar Murtagh. Toda la tropa. Un lujo. Yo siempre fui muy hincha de Horacio. He gastado cassettes escuchándolo. Lo tengo muy arriba. Hay tanta belleza en los arreglos y las composiciones que cada vez que las escucho me pregunto cómo pudo hacer eso. Los arreglos de Salgán son standards. Una vez que un tema lo arregló él ya suenan a su manera. Podés escuchar «Hotel Victoria» o la modulación de «Boedo» y solo las vas a disfrutar como las arregló Salgán. Pasaron a ser suyas."