Al Di Meola sufrió un infarto en un show y deberá postergar su llegada a la Argentina: su charla con LA NACION antes del susto
El guitarrista norteamericano se encuentra fuera de peligro; días atrás conversó con este medio acerca de su próxima visita, que iba a realizarse en dos semanas
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Cuando faltaban dos semanas para la visita que el guitarrista norteamericano Al Di Meola planeaba realizar a la Argentina, sufrió un ataque cardíaco durante un show en Bucarest, Rumania. El músico se encontraba en medio de una gira corta de conciertos y sintió un dolor fuerte en el pecho. Luego, abandonó el escenario con cierta dificultad e inmediatamente después fue trasladado a un hospital.
Según informó a la agencia AP el fotógrafo Dragos Cristescuque, que estuvo presente durante la actuación, los músicos de su banda continuaron tocando durante unos minutos hasta que la función quedó cancelada. Las sospechas sobre el incidente eran claras ya que se había visto a Di Meola, de 69 años, colocar la mano en su pecho, cuanto todavía estaba frente al público. Según el equipo médico que lo atendió, se encuentra fuera de peligro. Esta mañana, él mismo envió un comunicado que sirvió tanto para tranquilizar a sus seguidores como para agradecer las muestras de solidaridad que había recibido.
“Queridos fans y amigos, Quería tomarme un momento para expresar mi más profundo agradecimiento por la increíble efusión de amor y apoyo que he recibido durante las últimas 24 horas. Desafortunadamente, me enfrento a una situación médica que requiere un tiempo libre de mis actuaciones y giras. Quiero asegurarles que estoy recibiendo la mejor atención posible y que estoy totalmente comprometido a lograr una recuperación completa. La música siempre ha sido una fuente de curación y fortaleza para mí, y no puedo esperar a volver al escenario y compartir mi música con todos ustedes. La energía y la conexión que siento cuando actúo son realmente especiales, y siempre sentí que puedo decir cosas a lo largo de los años con mi música más de las que las palabras pueden expresar. Estoy planeando regresar en 2024 y ya tengo muchas ganas de volver a hacer música juntos. Su apoyo inquebrantable significa muchísimo para mí y es una fuerza impulsora en mi viaje hacia la recuperación. Estén atentos a las actualizaciones y prometo mantenerlos informados sobre mi progreso. Mientras tanto, mantengan viva la música y nos vemos pronto. Con sincero agradecimiento y aprecio, Al Di Meola”.
Fue justamente en medio de este mini tour por países europeos cuando conversó con LA NACION a propósito de su próxima visita a la Argentina, originalmente programada para el 13 de octubre en el Teatro Broadway de Buenos Aires. Habló de esa retrospectiva de medio siglo de música, de su trabajo actual, de su necesidad de volver a las fuentes (a aquellos años en los que el jazz-rock dominaba la escena y él era una muy joven promesa de la música).
Mientras estudiaba en la famosa Berklee College of Music, de Boston, Al Di Meola tocaba con un grupo que había fundado el tecladista Barry Miles. Un amigo de ellos le acercó una grabación a Chick Corea quien, allá por 1974, necesitaba para su banda Return To Forever un nuevo guitarrsita, en reemplazo del saliente Bill Connors. Aquello ocurrió hace casi medio siglo. De ahí que durante el último tiempo estuviera celebrando cincuenta años de carrera con conciertos en diferentes salas del mundo. Tenía solo 19 años cuando fue tocado por la varita mágica. Aunque no fue solo suerte. Si no hubiera tenido el talento para estar a la altura de una de las maquinarias más pirotécnicas del jazz- rock de aquellos años quizás hoy otra habría sido su historia por contar. Lo cierto es que lleva 50 años de discos (unos treinta en solitario más los compartidos) y algunos hitos, como aquella juntada con Paco de Lucía y John McLaughlin, que terminó en un disco mítico, llamado Viernes a la noche en San Francisco.
Su charla con LA NACION
Al momento de esta entrevista, Di Meola estaba en Alemania, había viajado desde los Estados Unidos para dar los tres o cuatro últimos conciertos de un verano boreal que tuvo mucha actividad. Y se preparaba para dos show sudamericanos, en Buenos Aires y Río de Janeiro, y otros veinte en ciudades de los Estados Unidos, que seguramente serán reprogramados cuando pueda dejar el hospital y ver qué tipo de tratamiento necesita seguir para su recuperación.
Decía, vía zoom, con teléfono en mano, que no podía llamar “gira” a cuatro conciertos, aunque realmente impliquen un tour que lo tuvo con la valija en la mano de país en país por varios días. Está acostumbrado a eso. Aviones, hoteles, shows y todo vuelve a empezar, incluso cerca de los setenta años.
-¿Quizás no tenga en este momento un espejo a mano, pero tal vez pueda imaginarse parado frente a uno: ¿Qué ve?
-Que estoy muy feliz, como artista, de haber podido ser lo que soy, digamos. He escrito unas doscientas composiciones originales para más de treinta discos. Fue una carrera muy ocupada y ahora tengo un legado musical. Puedo mirar hacia atrás, en ese espejo y estar orgulloso de lo que soy como compositor. Sé que ha habido una evolución en la que a algunas personas les puede gustar más lo eléctrico que lo acústico, y tal vez otras personas no puedan saberlo. ¿Por qué estaba haciendo aquella música? Hice cosas muy extrañas para los norteamericanos, pero fui hacia donde me llevó mi instinto. Sucedió, incluso, con Paco [De Lucía]. La gente se preguntaba por qué pasé de la guitarra eléctrica a la acústica, pero yo sabía que era correcto hacerlo en ese momento. Quiero decir, vendimos millones de discos de Viernes a la noche en San Francisco; eso ya no sucede.
-¿Por qué cosas pasan la elección de una guitarra eléctrica o acústica?
-Son dos animales diferentes. Creo que la guitarra eléctrica se parece más a una voz. Es más como un cantante. Las posibilidades de fraseo son más vocales, como si la guitarra acústica fuera un animal completamente diferente. Es que, especialmente si hacés solos, no todos los guitarristas eléctricos pueden tocar la guitarra acústica. Hay una sensación diferente, es una forma diferente de expresión, pero a veces extraño la guitarra eléctrica porque podés cantar melodías que conocés y podés frasear de manera diferente, así que las posibilidades de fraseo son mayores. La guitarra acústica ha estado dominando muchos de mis discos, así que sentí que era hora de volver al principio. Es, más bien, una retrospectiva eléctrica, así que voy a volver a los primeros discos. No estoy seguro de haber tocado realmente mis primeras piezas, con guitarra eléctrica, en Sudamérica. Si lo hice, fue hace mucho, mucho tiempo. Así que voy a hacer algo de los primeros discos y también algo de Return To Forever.
-Al público argentino, tan amante del jazz-rock de los setenta, le va a encantar. Aquí también se disfrutó mucho de algunas de tus sociedades, como el trío con De Lucía y McLaughlin. ¿Se necesita una conexión extramusical, como la amistad, para que la química funcione sobre un escenario?
-No fuimos amigos cercanos. Todo se trataba de la música en ese caso. A veces en un grupo te llevás bien, otras te peleás. Eso es de lo más normal. Cuando no estás de acuerdo con algo todo se vuelve muy frustrante. Te cansás. Hay todo tipo de emociones involucradas. Pero se necesita coraje porque no estás en una posición de poder descansar. Ninguno de nosotros puede hacerlo. Lo que si sucedió con el trío, por ejemplo, es que todos estábamos fuera de nuestra zona de confort. Todos teníamos que saber ir más allá de nuestras limitaciones. Nos inspiramos unos a otros para crecer. La nueva música ha evolucionado hasta un punto en el que sabés que la gente se sorprenderá. Pensaría especialmente en los guitarristas. Necesito sorprenderme porque es la música más desafiante.
-Siendo ya una leyenda de la guitarra, ¿es fácil subir al escenario o hay que pensar todo el tiempo de qué manera se puede sorprender al público?
-No lo sé. Creo que componer lo es, en cierto modo. Durante el Covid-19 me quedé componiendo en mi estudio. Tengo un álbum doble para publicar. Será el año que viene porque todavía me falta terminarlo. Necesito cuatro o cinco meses más. Cuando estaba haciendo el disco me dije que tal vez ese sería mi último disco. No lo sé porque, de alguna manera, nadie necesita otro disco. ¿A qué me refiero? Nadie necesita el próximo disco de los Rolling Stones, nadie necesita el próximo disco de Paul McCartney. No los necesitás.
¿Pero?
-Pero como artista necesitás sentirte bien, lo necesitás para estar vivo, como si eso fuera todo. Así que sabés que tenés que seguir haciéndolo. Quiero decir: amo lo que estoy produciendo. No estoy frustrado por eso. Sabés que nunca podrás ser el mejor, pero siempre intentás lograr ser el mejor. Sabés que es esa constante que sabés anhelar: mejorar. Eso puede durar diez vidas.
-¿Hay algo de los músicos más jóvenes que lo sorprenda?
-Bueno, veo que hay muchos grandes guitarristas jóvenes que están por llegar. Todos los días, todas las mañanas, me despierto, enciendo mi teléfono mientras veo a otro joven. Podría ser un niño de cinco años de China. Se está volviendo un poco aterrador. Como si pudieran salir del útero y tocar su instrumento. Pero ninguno de ellos tiene un legado, que es eso que viene con muchos, muchos, muchos discos; generalmente discos para los que se ha compuesto la música. Sí hay grandes músicos jóvenes. Y son realmente geniales, pero aún no se han establecido como compositores y nadie conoce sus registros, en absoluto.
-Entonces, no es muy alentador el panorama.
-No es un buen tiempo para hacer un disco. En los Estados Unidos ya no hay tiendas de discos. He vivido una época realmente grandiosa. Los años sesenta y setenta fueron increíbles. Me refiero a la música que nos inspiró, ya sea pop, rock o jazz. Estábamos en las tiendas de discos todos los días mirando discos nuevos. Esos tiempos se acabaron.
-¿Puede reconocer nuevos movimientos?
-Reconozco a todo este nuevo grupo de músicos jóvenes que intentan hacer algo nuevo y lo están haciendo. Lo están haciendo. Sí. Esa es la próxima generación. Pero nunca experimentarán estar en una tienda de discos.
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