Al Di Meola: “Ástor Piazzolla fue el músico que más me influyó”
Que lo primero que haga Al Di Meola al levantar el teléfono sea cantar "No llores por mí Argentina" más que un acto de demagogia es una humorada de alguien que se reconoce influido por el tango en general y por Ástor Piazzolla en particular. Sin ir más lejos, Opus, su último disco de estudio y la excusa para el concierto de mañana, en el Teatro Ópera, comienza con una milonga. "Voy a tocar temas de mi nuevo álbum, pero también repasar composiciones nuevas, y por supuesto que haré música de Piazzolla", adelanta el guitarrista.
Nacido en Nueva Jersey en 1954, Al Di Meola es hoy uno de los grandes guitarristas de jazz-fusión. En la década del 70, su carrera pegó el salto definitivo cuando se sumó a las filas de Return To Forever, el intrépido grupo de jazz-rock liderado por Chick Corea. Una vez establecido como solista, en 1980 formó su sociedad más celebrada junto a los guitarristas Paco de Lucía y John McLaughlin, que dio como resultado A Friday Night In San Francisco, un disco que lleva más de ocho millones de copias vendidas. "Sabíamos que iba a ser algo grande, pero no tanto", reconoce. "En aquel momento, éramos los únicos tres tipos que podíamos lograr algo así, venir de diferentes lugares y lograr una conversación musical de ese nivel".
Con 45 años de carrera sobre sus espaldas, Di Meola aún sostiene el concepto de "conversación musical" como el regidor de todas sus propuestas, y para lograr que ese diálogo se produzca de una forma natural formó un trío acústico con el cual se encuentra de gira. "La magia de la música radica en que no tengas que conformarte con una parte solista, sino en que se dé una conversación entre los involucrados", explica.
–Para este trío te rodeaste de músicos muy jóvenes, algo que los grandes jazzeros suelen hacer, ¿por qué creés que sucede?
–Lo relaciono con cuando el joven era yo y mi única razón de existir era mi instrumento, tocar y estudiar. No había mucho más que hacer, mi cabeza no estaba ocupada en pagar las cuentas ni nada parecido. A ellos les pasa lo mismo hoy, su nivel intelectual y técnico es supremo porque se pasan el día perfeccionándose, y eso me motiva a mí a estar al tope de mis posibilidades... que es algo bastante difícil cuando ya hace más de 40 años que toco.
Cuando era joven lo único que quería era ser el mejor
–¿Y qué recordás de cuando eras el joven tratando de hacerse un lugar en la escena? ¿No sentías la presión de no estar a la altura?
–Sí, muchas veces llegás a ese punto, pero entonces es cuando más tenés que trabajar. Es tu chance de llegar a la cima de la montaña, te vas a caer en el camino, pero si tenés la motivación lo vas a superar. Nunca hubo un momento en el que haya pensado "no puedo hacerlo, esto no es para mí". Lo único que quería era ser el mejor, que es algo que nunca vas a lograr, pero sí tenés que buscarlo. Y cuando llegás a cierto nivel, te vas a encontrar con músicos experimentados que son mejores que vos, y ahí crecés más rápido. En lugar de tocar con músicos peores para brillar solo, es mejor tocar con los que te superan y te hacen crecer.
–¿Esa fue la clave de Return To Forever?
–Sí, eso y el nivel de composición. Fuimos la verdadera fusión entre jazz y rock. El público por fin pudo escuchar una formación de rock tocando armonías jazzeras y hasta cosas de música clásica. Fuimos los pioneros junto a la Mahavishnu Orchestra, que eran más de tocar ideas y yeites sueltos, y Return To Forever era más conceptual, nosotros teníamos mejores composiciones.
–Sin embargo, con los años, los músicos de jazz-fusión fueron dando más importancia a los solos o al aspecto tímbrico que a las composiciones. ¿Creés que eso terminó jugando en contra?
–Definitivamente, la fusión se convirtió en música angular y disonante, muy alejada de lo popular, y se abocó a pequeñas audiencias. Pero se debía a su incapacidad para componer. El lugar que le daban a la composición era insignificante, cuando es lo que te va a generar una conexión con el que te escucha. No podés hacer que tu música dependa de los solos, porque lo que mantiene al público interesado es la melodía, siempre que improvisás tiene que ser con eso en mente. Componer es lo que te convierte en un músico maduro.
Estuvieron The Beatles, Chick Corea y el rock de los 60, pero Piazzolla fue el que puso todo en su lugar
–Llegaste a ser amigo de Ástor Piazzolla. ¿Qué es lo que te atrajo de su música?
–Conocí a Piazzolla en Francia y fui su amigo durante los últimos años de su vida. Me influyó más que nadie. Estuvieron The Beatles, Chick Corea y el rock de los 60, pero Piazzolla fue el que puso todo en su lugar para mí. La música de fusión venía en caída libre, el jazz-fusión solo atraía a hombres que querían escuchar solos con velocidad y técnica, pero eso no tenía ninguna sensibilidad ni atraía a las mujeres. La música de Piazzolla era muy compleja también, pero te afectaba sentimentalmente, te conmovía el corazón. Era melancólica... Fue él quien me hizo volver a ver que la melodía era lo importante y que se podía componer música desafiante y profunda a la vez.
–También hiciste tu propia lectura de los Beatles. ¿Cómo encaraste ese proceso para no caer sobre lo obvio?
–El gran desafío con los Beatles es que los arreglos son tan buenos que la mayoría los copia tal cual y el tema termina sonando muy parecido, y también están los que los cambian por otros que obviamente son peores. Es un error intentar recrear esos sonidos porque no vas a ser mejor que ellos. Es imposible. Siempre me propuse tocar sin la producción que tenían ellos, tocar un solo de guitarra que respete la composición original pero sincopado, para que suene más interesante rítmicamente.
–¿Qué encontrás en el jazz-fusión que te hace sentir tan cómodo?
–Creo que todo empezó cuando era chico. Me encantaba el sonido del rock y el pop, pero mi profesor era jazzero. Me enseñaba escalas y acordes sustitutos, nada de riffs de blues y rock, que era lo que aprendía a tocar el resto. Así que de chico leía música y tocaba cosas complicadas. Cuando crecí, de adolescente empecé a rondar los clubes de música latina en Nueva York y me fanaticé con la percusión. Tengo habilidad innata para tocar ritmos latinos y lo incorporé en mi forma de tocar la guitarra; algunas de mis composiciones nacen de ahí, de desarrollar arpegios sincopados. Paco de Lucía tenía eso, y también lo tienen Chick Corea y Steve Gadd. Podían hacer cualquier cosa con los acentos y los contratiempos. Es algo que te nace, escuchar un ritmo que pueda venir de Cuba o de cualquier parte del Caribe y tocar a partir de ahí te abre un abanico infinito de posibilidades.
Al Di Meola. Presenta Opus y otros temas. Teatro Ópera, Corrientes 860. Jueves, a las 20.30. Entradas, desde 500 pesos.
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