Adele y Beyoncé: la gran batalla de los premios Grammy tuvo fallo dividido
La británica fue la gran ganadora de la noche, a pesar de un comienzo errático en su homenaje a George Michael; Beyoncé ganó dos, ya suma 24 en toda su carrera, y protagonizó el mejor show de la noche
Adele fue sin dudas la gran protagonista de la noche de los Grammy. La exitosa cantante británica de 28 años se quedó con los cinco premios para los que estaba nominada en la 59» edición de este evento, organizado por la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación, que siempre dice más sobre los intereses y la realidad de la industria discográfica que sobre cuestiones puramente artísticas. Además de ganar los tres galardones más importantes (canción del año, álbum del año y grabación del año), la artista de Tottenham triunfó también en las categorías mejor álbum y mejor canción en la sección dedicada al género pop, gracias a su última producción, 25, y al impresionante hit "Hello", que interpretó para abrir una gala que también terminó cerrando, emocionada, con cálidos elogios para su rival, Beyoncé (que atesoraba nueve nominaciones), y para el músico y productor norteamericano Greg Kurstin, coautor e indiscutible responsable sonoro de "Hello".
Los encargados de la transmisión de TNT se ocuparon de remarcar varias veces que "Hello", cuyo videoclip fue dirigido por el enfant terrible del cine canadiense Xavier Dolan, batió récords con sus 600 millones de descargas en la plataforma de streaming más popular de la actualidad.
Adele también protagonizó uno de los dos "incidentes" de una ceremonia bastante desteñida y con menos alusiones a la política que las esperadas, cuando le pidió a la orquesta que la acompañaba en "Fast Love", la canción con la que homenajeó al recientemente fallecido George Michael, parar y arrancar de nuevo para que la versión fuera lo más prolija posible. El otro minialtercado se produjo durante la pomposa actuación de Metallica con Lady Gaga, en un escenario literalmente en llamas: falló el micrófono de James Hetfield y el líder de la veterana banda terminó la versión de "Moth into Flame" muy enojado, protestando a los gritos y tirándole su guitarra de mala manera a un asistente.
En términos de despliegue escenográfico, la performance más impactante de la noche fue la de Beyoncé, apoyada en el promocionado asunto de su embarazo de gemelos, que ya había hecho furor hace unos días en Instagram con más de diez millones de likes conseguidos un par de horas después de subir una foto hiperproducida que ofició de anuncio oficial de la noticia. Presentada por su madre, Tina Knowles, la cantante de Houston asumió el rol de reina de la fertilidad para interpretar dos temas de Lemonade: "Love Drought" y "Sandcastles".
Figura repetida en los Grammy (con los dos de ayer, en los rubros mejor álbum urbano contemporáneo y mejor video musical, suma 24 en toda su carrera), la esposa del rapero Jay-Z lloró con los cumplidos de Adele en el epílogo, pero seguramente se quedó con sabor a poco, sobre todo porque había llegado a la competencia con un disco muy ambicioso, probablemente el mejor trabajo que realizó hasta ahora.
Fueron varios los homenajes a artistas fallecidos en 2016 que tuvo que presentar a lo largo de la noche el comediante inglés James Corden, también conductor de un popular late show de la CBS. Se mencionó casi al pasar a Leonard Cohen (la interpretación de Judy Collins del clásico "Suzanne" quedó fuera de la transmisión televisiva), pero hubo más espacio para David Bowie (premiado en cinco categorías, algo excepcional si se tiene en cuenta que en vida sólo había ganado un Grammy por el clip de "Blue Jean" y uno más simplemente "honorífico") y para Prince, recordado con buenas versiones de los hits "Jungle Love" y "The Bird", a cargo de The Time, banda de Minneapolis muy cercana al genial músico nacido en esa misma ciudad, y de "Let's go Crazy", con un Bruno Mars resuelto, inspirado y muy efectivo.
Fuera de esas necesarias apelaciones al pasado, una de las figuras destacadas de esta edición fue Chance The Rapper, el joven artista de Chicago que, con 23 años, ya es una estrella del hip hop gracias a su excelente disco Coloring Book (2016). Nacido como Chancellor Johnathan Bennett y parte del colectivo de rap Savemoney, ganó como mejor artista nuevo, mejor interpretación de rap y mejor disco de ese género, relegando nada menos que a Kanye West y Drake. El músico agradeció cada premio con una alusión religiosa.
No hubo suerte para los argentinos. Se quedaron con las manos vacías tanto Diego Torres, nominado para mejor álbum de pop latino (un premio que quedó en manos de los mexicanos Jesse & Joy por Un besito más) como para los Illya Kuryaki & the Valderramas, que competían en el trabajoso apartado "mejor álbum de rock, urbano, alternativo latino", que terminó ganando la puertorriqueña iLe con iLevitable.
Más allá de los premiados, los pifies y los shows, también hubo lugar para excentricidades. Como la de los músicos de Twenty One Pilots, que se sacaron los pantalones para recibir su Grammy. Premios en mano, explicaron que años atrás vieron la ceremonia en "paños menores" y que se juraron mantener el look si algún día llegaran a ganar uno. Y así lo hicieron.
Lo más llamativo fueron las pocas alusiones al actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, habitualmente muy cuestionado por la comunidad artística. Apenas algunos tiros por elevación de Jennifer Lopez y Katy Perry y un dardo bastante más explícito de los raperos neoyorquinos A Tribe Called Quest, que grabaron el año pasado un muy buen disco después de casi 20 años de silencio (We Got It from Here... Thank You 4 Your Service) y se manifestaron abiertamente en contra del famoso muro impulsado por la administración del polémico magnate, con la colaboración de Anderson Paak y Busta Rhymes. Es cierto que la gestión de Trump recién empieza, pero la cautela que reinó en los Grammy fue tan evidente como sorpresiva.
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