Abel Pintos sacó a relucir su talento y su honestidad artística en el Movistar Arena
El cantante empezó una serie de 12 presentaciones en el espacio de Villa Crespo; se trata del comienzo de la gira de El amor de mi vida, su disco más reciente
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Artista: Abel Pintos (voz, guitarra). Músicos: Alfredo Hernández (piano, teclado), Marcelo Predacino (guitarras, coros), Ariel Pintos (guitarras, coros), Alan Ballan (bajo), Colo Belmonte (batería, percusión electrónica), Mery Granados (coros), Antonella Giunta (coros) y Julio Flores (acordeón). Apertura: Maggie Cullen. Sala: Movistar Arena. Nuestra opinión: muy bueno.
Hay una relación dialéctica entre cualquier artista y su público. Y así como el camino que va tomando un cantante o un músico puede ir moldeando el perfil de sus seguidores, muchas veces son éstos quienes, a lo largo del tiempo, van inclinando la balanza en un cierto sentido que terminan transformando –hasta radicalmente- lo que era al principio. Abel Pintos tiene una espalda muy ancha que construyeron los muchos discos publicados y vendidos, las giras kilométricas, los conciertos multitudinarios. Con eso, atesoró una extensa carrera, entre aquel adolescente que llegó a la Capital desde el sur de la provincia de Buenos Aires de la mano de León Gieco –y con ciertas reminiscencias de Mercedes Sosa- hasta este cantautor maduro e internacionalizado del presente.
El folklore quedó casi en el recuerdo. La peña hace tiempo que dejó de ser su lugar más cómodo. Los recitales se hicieron shows y el público fue virando progresivamente hasta este que ocupó todo el aforo posible del Movistar Arena, integrado mayoritariamente por mujeres jóvenes; al punto pintoresco de que varios baños de hombres fueron reciclados para mujeres atendiendo esa desproporción. Volvemos entonces al comienzo: bastaría con mirar hacia la platea de espaldas al escenario para imaginar más o menos el tipo de artista de que se trata; ese público que es bien responsable de la transformación, la evolución, el cambio, el crecimiento o el abandono de su mejor versión, según cada uno quiera verlo.
Después de mucho tiempo sin actuar en vivo frente a la gente, Abel arrancó con el primero de los doce espectáculos que brindará en el estadio de Villa Crespo y que serán el comienzo de una extensa gira que lo llevará por todo el país, con los festivales de verano incluidos. Una gira que conlleva, por supuesto, la felicidad del reencuentro después de los durísimos meses de aislamiento pero tiene, sobre todo, la intención de presentar el material de su último disco, El amor de mi vida, editado este año. Y si de algo no podría acusárselo a Pintos es de incoherencia. Cuando comprendió, creemos que muy genuinamente, que su camino estaba en el baladista latino, fue orientándose cada vez más hacia ese objetivo. Y este último álbum es casi una exégesis del latinismo de consumo internacionalizado, al punto que convocó –más allá de la constante colaboración con su hermano Ariel- a artistas ligados al pop de varios países y estilos a co-componer las canciones y a participar de la producción: Vanesa Martin, Beatriz Luengo, Diego Cantero, Kany García, Tommy Torres, el dúo San Luis, Yotuel, Gian Marco Zignano, Mario Domm y Nano Novello.
Mirado desde allí, el show fue incuestionable, aunque sin dudas se irá asentando con la suma de kilómetros. Su banda es un seleccionado que tiene a dos puntales en las guitarras de Ariel Pintos y de Marcelo Predacino, que se apoya en la eficiencia del Colo Belmonte, Alfredo Hernández y el legendario Alan Ballan; que sumó el acordeón de Julio Flores sobre el final del concierto y que, esta vez, agregó los coros femeninos de Antonella Giunta y Mery Granados.
De las virtudes de Pintos para manejar los tiempos, la relación con el público, los cambios siempre sutiles de vestuario y las entradas y salidas de escena, no queda mucho por agregar, porque son su marca registrada desde el comienzo. Tampoco es sorpresa que haga lo que quiera con su garganta y que las notas tenidas en el registro agudo sigan generando especial adhesión entre las chicas. O que pueda remar sin tropiezos un recital que incluyó las quince canciones del nuevo álbum, todavía no tan conocidas.
La balada pop, el toque latino centroamericano, el rap y el folkore argentino muy escondido detrás de otros envoltorios definen hoy su estilo. Con eso, y muy especialmente con varios de sus hits –”Cuantas veces”, “Y la hice llorar”, “Motivos”- enloqueció a su antojo a una platea y a un pulman que estaban entregados desde antes de empezar. Abel Pintos es un cantante que compra lo que vende y el público que se fue construyendo con él siente lo mismo. Y esa honestidad artística, sumada a su talento y su profesionalismo, le sobraron, otra vez, para dejar bien conformes a todos en las nutridas dos horas y media de show.
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