A los 79 años, murió el gran pianista de jazz Chick Corea
Chick Corea, uno de los músicos más influyentes del jazz de finales del siglo XX, murió víctima del cáncer. Tenía 79 años.
“Con gran tristeza anunciamos que el 9 de febrero, Chick Corea falleció de una rara forma de cáncer que sólo fue descubierta recientemente”. Con esa información se anunció la noticia a través de Facebook. Dueño de una personalidad única y de un estilo musical y pianístico irrepetible Corea deja un gran legado para el mundo de la música, especialmente del jazz en diferentes vertientes.
Nacido en Chelsea, Massachusetts, el 12 de junio de 1941, acumuló en su extensa trayectoria más de 20 premios Grammy y fue uno de los grandes referentes del jazz fusión surgido en la década de 1970. Su amplia discografía comienza en 1966 con el disco Tones for Joan’s Bones (publicado por Atlantic Records, en 1967). Desde entonces se embarcó en distintos proyectos, con socios de su mismo nivel o con producciones en solitario, que incluyeron grandes bandas. Participó en uno de los grupos de Miles Davis. Creó Return To Forever y más tarde la Chick Corea Elektric Band. “Spain”, “500 miles high”, “Armando’s rhumba” y “La Fiesta” son algunos de sus temas instrumentales más recordados. Y también incursionó en la música académica.
En una de sus últimas visitas a la Argentina, y en medio de un largo periplo de conciertos por los que había viajado miles de kilómetros de Este a Oeste del planeta, decía apenas llegado a un hotel porteño: “Una vida más sedentaria sería morir. Yo no pongo la atención en mí, sino en mi música, en mis músicos, en el público, en mis proyectos. Solamente quiero hacer música. Que siempre sea algo nuevo y fresco. Y espero que la gente se entretenga.”
El comunicado que refiere a su partida y que recién se conoció este jueves también dice: “A lo largo de su vida y su carrera, Chick disfrutó de la libertad y de la diversión por crear algo nuevo (...). Fue un amado esposo, padre y abuelo, y un gran mentor y amigo para muchos. A través de su grupo de trabajo y las décadas que pasó recorriendo el mundo, tocó e inspiró la vida de millones de personas”. Y lo curioso es que si bien el jazz moderno es, ante todo, improvisación, y Corea fue uno de sus cultores -abordándolo desde diferentes aspectos: tímbrico, armónico, en la fusión con otros géneros, o el discurso desarrollado en un solo-, su final en esta tierra, quizás por lo repentino de la enfermedad que le descubrieron y lo irreversible del diagnóstico, lo llevaron a planificar una despedida, sin improvisación.
“Aunque él sería el primero en decir que su música decía más que las palabras nunca podrían, sin embargo, tenía este mensaje para todos aquellos que conocía y amaba, y para todos aquellos que lo amaban”, dice el mensaje publicado, previo a las palabras de Corea.
′′Quiero agradecer a todos aquellos a lo largo de mi viaje que han ayudado a mantener los incendios musicales brillando. Tengo la esperanza de que aquellos que tienen un tintero para jugar, escribir, actuar, lo hagan. Si no es por sí mismos, entonces por el resto de nosotros. No es solo porque el mundo necesite más artistas, también porque es muy divertido (...). Y a mis increíbles amigos músicos que han sido como familia para mí desde que los conozco: Ha sido una bendición y un honor aprender y tocar con todos ustedes. Mi misión siempre ha sido traer la alegría de crear donde pudiera, y haberlo hecho con todos los artistas que admiro ha sido la riqueza de mi vida.”
La tradición y la experimentación son los dos pedales que hacen que la música avance, lo mismo que sucede con una bicicleta. Y Corea supo subirse a la música allá por los años sesenta, para pedalear, avanzar y evolucionar. Fue clásico y tradicional con tocando standards, incluso volviendo a ellos en la década del siglo XXI que se acaba de ir. Y fue arriesgado en la experimentación cuando ciertos signos de los tiempos (musicales, por supuesto) lo tuvieron como protagonista. El jazz rock de Return To Forever (banda que fundó en 1971) fue el primero de los gestos que mostrarían el carácter de un artista que era capaz de incursionar en la música desde distintos frentes a partir de un lenguaje sonoro universalizado. Sus proyectos con diversos socios también dieron cuenta tanto de su creatividad como de su versatilidad. Puso su propio estilo en diálogo con el de colegas como el vibrafonista Gary Burton y el guitarrista John McLaughlin. Incluso con pares como Herbie Hancock, con quien ha dejado An Evening With Herbie Hancock & Chick Corea: In Concert (de 1978). Corea también creó un juego de contrastes entre su Elektric Band de mediados de los ochenta y la Akoustic Band de principios de los noventa.
Salió del mundo del jazz para proyectos de música clásica. Entre 1983 y 1984 lanzó dos proyectos junto a Friedrich Gulda, The Meeting y Fantasy for Two Pianos. También fue un poco más allá con la experimentación cuando grabó junto al cantante Bobby McFerrin dos conciertos de Mozart, el número 23 en La Mayor y el número 2 en Re menor.
La primera de una docena de veces que se presentó en la Argentina fue en 1980. El público local tuvo la suerte de disfrutarlo con distintas formaciones. En conciertos de solo piano, con la Elektric Band, para un homenaje a Astor Piazzolla, junto a Gary Barton, y más recientemente con junto al bajista Stanley Clarke y al baterista Lenny White (dos viejos compañeros de ruta, de los años de Return To Forever). En 2017 fue su última visita, con otro proyecto, que incluyó al baterista Steve Gadd.
Corea conversó con LA NACION en varias de sus visitas a nuestro país. En una de ellas, cuando comenzaba el nuevo siglo, decía: “Desde joven escuché mucha música, la cual tuvo en mí una gran influencia que, en buena medida, impuso una manera personal de tocar. Creo que todos la tienen. Pero no fue algo intencional, sino más bien una genuina curiosidad por averiguar cuán lejos puedo llegar o una manera de divertirme, también. Estoy haciendo música, no ametralladoras. Siempre sueño con música. Anoche escuché “Confirmation”, de Charlie Parker, y me desperté pensando cómo lo haría hoy. Copiar no es divertido. Cuando escucho los arreglos de palmas que hace Vicente Amigo para su música me digo cómo puedo hacer algo así en mi música y trabajo en ello, pero siempre sintiendo que no hay límites para crear”.
Su última producción discográfica fue Antidote, que ganó un premio Grammy. Con ella se explayó en los ritmos latinos con los que pinceló su composición en distintos momentos de su carrera. La formación para ese disco fue denominada The Spanish Heart Band y para el álbum contó con las participaciones especiales de Rubén Blades y Niño Josele, entre otros.
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