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Era a la vez tímido y osado. Barítono natural, se distinguía sin embargo por su registro híper agudo, conformando con su vestimenta extravagante un personaje andrógino. Escribió letras tan explícitamente sexuales que incitaron la creación de un sistema de control parental aún vigente; luego se volvió testigo de Jehová. Alcanzó la fama como Prince, nombre que abandonó durante una década en favor de un símbolo impronunciable que desconcertó a periodistas y fans por igual. Se peleó con discográficas, servicios de streaming y sitios piratas para proteger sus canciones, que componía sin esfuerzo y sin descanso, recluido en Paisley Park, su hogar y estudio. La inmensa fortaleza que construyó en los suburbios de su ciudad natal lo protegió del mundo exterior, pero no así de los demonios que anidaban dentro suyo. Allí murió prematuramente el 21 de abril de 2016, a los 57 años, por una sobredosis de fentanilo.
A cinco años del trágico final, Prince Rogers Nelson sobrevive en su extensa obra -39 discos de estudio, entre otros lanzamientos-, que sus familiares permitieron reproducir en las principales plataformas digitales desde entonces, como también avalaron la publicación de nuevos compilados y versiones extendidas de LP clásicos. Fueron los primeros zarpazos sobre el tesoro escondido del artista: miles de horas de material inédito que incluirían decenas de videoclips, álbumes enteros y los bocetos de sus canciones más conocidas. Un acuerdo con el sello Sony Music, que prevé la explotación de la marca Prince durante décadas, entró en vigencia este año. En tanto, el futuro de su fortuna personal sigue sin resolverse, mientras su patrimonio acumula deudas millonarias y es investigado por evasión impositiva.
Primeros años
Hijo de un pianista de jazz -de su seudónimo escénico “Prince Rogers” heredó sus nombres de pila- y una cantante, Prince nació y se crió en Mineápolis. La ciudad más importante del estado de Minesota contaba por entonces con escasa población afroamericana, por lo que en las radios locales predominaba la música “blanca”. La exposición a esos géneros -principalmente el rock de los 70- sumada a la de referentes del soul y R&B como James Brown y Stevie Wonder y la formación de sus padres se mezclaron para dar forma a su estilo singular.
Su infancia fue humilde. Alguna vez contó que solía detenerse en la entrada de los locales de McDonald’s para “oler la comida”. A los 16 años, sin dinero, intentó en vano conseguir empleo, según confesó en su última entrevista: “Revolví las páginas amarillas y no pude encontrar una sola cosa que quisiera hacer, así que decidí que iba a esforzarme a fondo para dedicarme a la música. Y eso hice”. Tal determinación tuvo sus frutos dos años después, cuando firmó el primer contrato con Warner Bros. En diciembre de 1977 publicó su álbum debut, For You, que él mismo produjo y en el que cantó y tocó todos los instrumentos -supuestamente 27-, fórmula que repitió en los dos LP siguientes y que exhibió en el videoclip de “I Wanna Be Your Lover”, su primera incursión en el por entonces novedoso formato.
Estrellato color púrpura
Un año después del éxito de su cuarto LP, Controversy (1981), Prince presentó en el disco 1999 a su banda The Revolution. Inspirándose en el formato de Sly & The Family Stone, había reunido a músicos de ambos sexos y de distintas razas en el grupo. La voz de la tecladista Lisa Coleman abrió la estrofa del tema que dio nombre al lanzamiento, un funk enérgico y alegre con un mensaje del tipo carpe diem frente a los temores de un apocalipsis nuclear, clima de época generado por la agresiva política exterior de la administración Reagan durante la última etapa de la Guerra Fría. “El cielo estaba todo púrpura / Había gente corriendo para todos lados”, cantó Prince, mencionando por primera vez el color que luego se volvería sinónimo de su persona.
Luego de que 1999 eclipsara al álbum anterior, el ascenso de Prince dio un nuevo salto con el lanzamiento de Purple Rain y su debut cinematográfico como el protagonista de la película homónima, que lo elevaron al punto máximo del estrellato para mediados de 1984. Además de recibir el Oscar a Mejor Banda Sonora, su actuación en el musical producido por Warner fue bien recibida por la crítica y el film fue comercialmente mucho más exitoso de lo que el estudio imaginaba. En tanto, la balada del mismo nombre dominó las radios durante meses, escoltada por los hits “When Doves Cry” y “Let’s Go Crazy”.
Sin embargo, el LP más vendido de Prince también incluyó un tema que generó controversia por su letra. Luego de escandalizarse al encontrar a su hija de 11 años escuchando cómo el cantante hablaba explícitamente sobre masturbación en “Darling Nikki”, la esposa del futuro vicepresidente Al Gore, una ama de casa llamada Tipper, creó un comité parental con el objeto de advertir sobre eventuales contenidos considerados no aptos para menores. Ese fue el origen de la aparición, a comienzo de la década siguiente, de las etiquetas blancas y negras con la leyenda “Parental Advisory - Explicit Content” en las tapas de los discos.
Prince compuso varios soundtracks además de Purple Rain -incluidos los de tres producciones que él mismo protagonizaría y dirigiría-, entre los que destaca el de la primera película de Batman realizada por Tim Burton, que se estrenó en 1989. El músico nuevamente encabezó las listas con “Batdance” y volvió a vestirse de violeta en el videoclip de “Partyman”, en alusión al Guasón. La canción figura en la recordada escena en que el villano interpretado por Jack Nicholson vandaliza el museo de Ciudad Gótica.
Pelea con Warner y nueva identidad
A partir del estallido de Purple Rain, Prince logró consolidarse en la cima con sus siguientes trabajos de estudio. “Raspberry Beret”, “Kiss”, “Sign O’The Times” y “If I Was Your Girlfriend” fueron algunos de los singles que lo mostraron omnipresente en las radios año tras año hasta fines de los 80. En 1991 presentó Diamonds and Pearls, primer álbum que contó con la colaboración de su nueva banda, The New Power Generation y que fue dos veces disco platino en Estados Unidos, donde llegó a vender 2 millones de copias con “Cream” como su principal hit.
Para Prince, había llegado la hora de renegociar un nuevo acuerdo con Warner. El sello se esmeró en recompensar su éxito y le ofreció una suma que opacó a las que habían conseguido Madonna y Michael Jackson, por entonces los máximos referentes del pop. El contrato se firmó, pero pronto se iniciaría una disputa legal entre ambas partes respecto de la dirección artística de futuros discos. Prince tenía cientos de canciones listas para publicar y su intención era editarlas cuanto antes. Convencidos de que eso saturaría el mercado y reduciría la demanda de su obra, los ejecutivos de la discográfica pretendían en cambio una estrategia más conservadora, que apuntaba a publicar menos material y dedicar más tiempo y recursos a la promoción de cada lanzamiento.
En una declaración de guerra, el cantante comenzó a lucir la palabra “slave” (esclavo) en su mejilla en los recitales, al sentir que no era el dueño de su música. Asimismo, el 7 de junio de 1993, en sus cumpleaños número 35, anunció que renunciaba al nombre de Prince. En parte para separar al artista del personaje -a su yo interno de la máscara que era comercializada como producto-, en parte por una búsqueda espiritual que unos años más tarde lo llevaría a convertirse en testigo de Jehová, se rebautizó con un símbolo que combinaba las representaciones gráficas de ambos sexos y una clave de sol, que había presentado previamente en la tapa del disco de 1992 titulado con la misma insignia impronunciable. La nueva identidad desconcertó a la prensa, que eventualmente comenzó a referirse a él como “El artista anteriormente conocido como Prince” o simplemente “El artista”. Para intentar minimizar el daño, Warner creó una tipografía personalizada y la distribuyó en diskettes a los medios gráficos para que pudieran mencionarlo.
Luego de cumplir con sus obligaciones contractuales publicando en cuatro discos, entre 1995 y 1998, las canciones que originalmente planeaba presentar en un álbum triple, el artista lanzó bajo un nuevo sello un LP titulado Emancipation (“Emancipación”). Continuó usando el símbolo hasta el año 2000, cuando anunció su regreso como Prince, tras vencerse la cláusula del acuerdo que otorgaba a Warner la licencia de todo el material publicado bajo ese nombre hasta el último día del milenio pasado. Cuatro años más tarde volvía a liderar las ventas con Musicology.
El final
En sus últimas semanas de vida, Prince canceló dos shows de la gira Piano & a microphone, que realizaba desde febrero anterior. Acusó una gripe, fácil de identificar en las grabaciones de los conciertos siguientes que circulan por internet. Pero en la madrugada del 15 de abril, el avión privado en el que regresaba a Minesota desde Atlanta aterrizó de emergencia en Moine, Illinois, para trasladarlo a un hospital cercano. La noticia despertó los rumores de que en realidad sufría de problemas de salud más serios. Nadie anticipó lo que finalmente ocurrió. El 21 a la mañana, dos personas -una de ellas su amigo y baterista Kirk Johnson- encontraron al músico desplomado en uno de los ascensores de su mansión. Un grupo de paramédicos llegó inmediatamente, pero no logró revivirlo.
En junio siguiente, una autopsia determinó que la causa de muerte fue una sobredosis accidental de fentanilo, un opioide sintético entre 50 y 100 veces más potente que la morfina que suele recetarse a pacientes que sufren de cánceres avanzados, pero que también se produce y comercializa ilegalmente. Los valores en sangre eran tan altos que llevaron a los peritos a concluir que Prince pudo haber pensado que estaba ingiriendo otra sustancia, posiblemente un analgésico menos fuerte. En cualquier caso, su protegida Judith Hill confirmó que el incidente en el avión -en el que también viajaba- había sido una sobredosis. La cantante contó que esa noche el círculo íntimo de Prince entendió que se había vuelto adicto a los opioides. Johnson contactó a un experto en adicciones, quien le pidió a su hijo que viajara de urgencia a llevarle una medicación al músico. Cuando el joven llegó a Paisley Park la mañana siguiente, ya era tarde. Él fue la otra persona que lo encontró desparramado en el ascensor y quien llamó al 911.
Legado
Prince se casó dos veces. Tuvo con su primera esposa, Mayte García, un hijo llamado Amiir -“príncipe” en árabe-, que nació con un inusual trastorno genético y murió a los seis días. El segundo embarazo de la bailarina no llegó a término y anticipó el final del matrimonio. Dado que no dejó testamento, su hermana menor Tyka y otros cinco medio hermanos fueron nombrados como los beneficiarios de su fortuna. La estimación del valor del patrimonio -entre 100 y 300 millones de dólares- originó una disputa legal que aún continúa, mientras se acumulan deudas gigantescas por honorarios de abogados y multas por presunta evasión impositiva.
Dos de los herederos eligieron cobrar antes, cediendo sus partes a una empresa especializada en la adquisición de derechos de autor. Por lo tanto, a pesar de haber luchado para emancipar su obra, el control de su material inédito -según fuentes, unas 8000 canciones y cientos de horas de filmaciones descubiertas luego de que fuera taladrada la puerta de una bóveda dentro de Paisley Park- volvió a recaer en una discográfica: Sony Music. El acuerdo entró en vigencia este año y la semana pasada se publicó el single “Welcome 2 America”, adelanto del disco del mismo nombre que saldrá en julio.
Entre las grabaciones que salieron a la luz luego de su muerte, destaca una versión de estudio de “Nothing Compares 2 U”, canción que compuso en 1984 y que se volvió famosa con el cover de Sinead O’Connor. Solía tocarla en vivo y así lo hizo en su única visita a la Argentina, de la que se cumplieron 30 años en enero pasado, y a la que asistieron -entre otros referentes de la escena nacional- Charly García y Luis Alberto Spinetta. “Es un músico avanzado. Pude comprobarlo en la prueba de sonido, sin una persona en el estadio, y me volví loco. Quizá a mucha gente se le haga incomprensible su música, pero a mí me deslumbró”, comentó “El Flaco” después del concierto. Posiblemente, Prince nunca se haya enterado del elogio de ese otro artista singular que también priorizó la búsqueda personal, frustrando a menudo las expectativas de la audiencia, y que, como él, dejó una huella incomparable.
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