A 40 años de los shows de despedida de Sui Generis
Nito Mestre recuerda los recitales con los que el grupo que compartía con Charly García dijo adiós, aunque no para siempre
"Todo concluye al fin, nada puede escapar. Todo tiene un final, todo termina", cantaban los Vox Dei en su inoxidable "Presente". Ya en 1970, uno de los primeros hits del rock argentino dejaba registro de la obsesión de la cultura rock por el fin de su propia existencia, coincidiendo en tiempo y forma con la ruptura que marcó para siempre todas las rupturas: el final de los Beatles.
Cinco años más tarde, en el corazón mismo del ser popular argentino, allí donde a mediados de la década del 70 el éxito se medía a sangre y coraje arriba del cuadrilátero del Luna Park, la despedida del dúo Sui Generis reforzó aquel concepto de grand finale y marcó un antes y un después en la historia del rock y el pop local. Un final que casi no es tal y que trazó un camino a seguir.
"Nosotros habíamos decidido separarnos y listo, pero cuando se lo contamos a nuestro productor, Jorge Álvarez, nos dijo que de ninguna manera nos podíamos separar así nomás. La idea del show de la despedida fue de él", recuerda Nito Mestre, a 40 años de aquel 5 de septiembre de 1975. "«Ustedes van a hacer un Luna Park», dijo. ¿Un Luna? ¿Estás seguro? Ahí no se tocaba nunca en esa época, le dijimos nosotros."
En aquellas dos noches (debido a la demanda de entradas, la producción tuvo que sumar otro show a continuación, el mismo día), Sui Generis superó cualquier tipo de expectativas, comerciales y culturales. Más de 25.000 personas colmaron los dos conciertos, que inmediatamente fueron acompañados por la industria con un álbum doble y una película documental.
"No fue el mejor show de mi vida -continúa Mestre-, pero reconozco que fue fundamental para el movimiento rock y para su masificación. Pensá que al día siguiente de esos shows había un diario que titulaba en la tapa: «Metieron más gente que Monzón». Eso no pasaba nunca. Algunos putearon porque decían que el rock dejaba de ser underground, pero por eso mismo fue una fecha importante. Fue la despedida de un grupo que, creo yo, es como el primo hermano de más de una generación de argentinos."
-¿Por qué se separó Sui Generis?
-La mayor parte de los grupos de rock se pelean por egos o porque el primer guitarrista o el cantante quieren hacer su carrera solista, porque uno compone más que el otro, porque uno tiene la voz distinguible y se le cruza por la mente que no necesita al otro. Y después ya más maduros caen en la cuenta de esas cosas y se vuelven a juntar. Con Sui, lo que pasó sobre todo fue aburrimiento. Yo estaba viviendo en la casa de Rinaldo (Rafanelli), Charly estaba en pareja y nos veíamos para tocar y nada más. A esa altura ya no teníamos un proyecto juntos para hacer después. Si hubiese salido alguna gira por el exterior creo que no nos hubiéramos separado. De hecho, cuando nos pusimos a ensayar para el Luna se nos fueron los motivos de la separación, porque nos empezamos a ver y después hicimos la película y nos gustó.
-Además, en rigor, el show del Luna no fue el último...
-No, claro. Después fuimos a tocar a Córdoba y nos fue bárbaro. Ahí Charly entonces me dice: "¿Y si no nos separamos nada?" Estábamos cada vez más socios y empezamos a pensar en hacer los shows por nuestra cuenta y nos entusiasmamos. Pero en un momento dijimos: "Pero ya nos despedimos, nos van a matar... Y bueno, separémonos entonces". Fin de la historia.
-¿Qué recordás de ese día de doblete en el Luna Park?
-Fue todo demasiado sorpresivo y nosotros éramos muy pendejos. Pasó todo rapidísimo. Llegaron 14.000 personas, se fueron y volvieron a entrar otras 14.000. Fue una demencia hacer eso. Además estaban los milicos por ahí dando vueltas. Terminé agotado de los nervios. Yo me había ido un día antes a un hotel cerca del Luna, para estar más enfocado en los conciertos y vivir un poco la calle, pero los pibes estaban desde la tarde. Fue agotador y divertido a la vez.
-¿Sentimentalmente lo viviste como el final de una etapa?
-No mucho, porque como decíamos antes no fue el último show de Sui, tenía esa paradoja. Era la despedida para la mayor cantidad de gente, pero a la semana siguiente nos íbamos a Córdoba a tocar y a la siguiente viajábamos al Sur. Y teníamos pensado en una de esas ir a Mendoza, y en una de esas ir a Tucumán. Entonces no iba a ser la última vez. Lo sentí un poquito al final de la segunda función, cuando veía a la gente ya sabiendo que se acababa y un poco ahí me contagié. Yo a Sui Generis lo adoro y sé lo que significa para tanta gente. De hecho, todavía hoy hay pibes que se juntan para tocar las canciones de Sui.
Finales para todos los gustos
Cómo se despidieron otras bandas del rock local
Pescado Rabioso
En 1973, con la edición del álbum Artaud, Luis Alberto Spinetta disolvió unilateralmente Pescado Rabioso sin previo aviso. Sin la participación de ninguno de sus ex compañeros de banda, Spinetta de todas formas firmó el álbum como Pescado Rabioso y le puso punto final a la historia del grupo.
Seru Giran
En 1982, mientras el cuarteto atravesaba un momento de lo más inspirado, el bajista Pedro Aznar, el más joven de los integrantes de Seru Giran, decide abandonar la banda para unirse a Pat Metheny. Semanas más tarde, los Beatles argentinos se disolvían.
Soda Stereo
El trío se despidió en 1997 con una gira y en el pico de su popularidad. Hacía rato que la indiferencia entre los tres integrantes había sentenciado el final.
Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota
Todavía tema para la polémica, los Redondos no tuvieron su "último show". Apenas unos días antes de la eclosión política y social que sufrió el país en diciembre de 2001, la banda canceló un concierto previsto para noviembre, en Santa Fe, y no volvió a tocar. Luego llegarían los dardos cruzados entre el Indio Solari y Skay Beilinson echándose mutuamente la culpa del final.
Los Piojos
Ambiguos hasta la última noche, los integrantes de la banda de El Palomar se despidieron de su público en una lluviosa y fría jornada de mayo de 2009, en el estadio de River. Anunciaron un "parate", pero ya nadie podía ocultar las diferencias internas.
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