A 27 años de la muerte de Kurt Cobain, la historia del gran hit de Nirvana
“Smells Like Teen Spirit”, el himno generacional que atormentó a Cobain hasta sus últimos días y que mantiene su vigencia, poder y frescura
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En mayo de 1991, Nirvana estaba a punto de despegar. Después de que su álbum debut Bleach agitase su camino a la popularidad a fuego lento, el auge del grunge como movimiento contracultural puso al grupo en una posición favorecida. De un momento al otro, el trío pasó de ser parte de un sello independiente a firmar un contrato con una multinacional, lo que se traducía en dosis iguales de satisfacción y presión. La respuesta a ese tira y afloje apareció en la forma de un himno adolescente involuntario, “Smells Like Teen Spirit”.
Aunque Nirvana apostaba a que las cosas fueron mejor que con Bleach, no necesariamente significaba que nadie en la banda estuviera preparado para lo que podría suceder a continuación. Mucho menos que el mayor éxito de su segundo disco sería una carta de amor abierta a Pixies, según su propio autor, un tema en el que las referencias estaban tan a la vista que era imposible negar cualquier tipo de influencia. Como parte de un todo, el tema abría Nevermind y además le daba forma: una carta de presentación que arrasaba sin pedir permiso y sentaba las bases de lo que ocurriría a continuación con la propia banda, pero también con el grunge como concepto.
Kurt Cobain tenía la meta de escribir la canción pop definitiva, y para eso puso sobre la mesa el plano dinámico con el que Pixies construyó gran parte de su discografía: el “loud quiet loud” (fuerte, callado, fuerte),un esquema en el que a una introducción estridente le sigue una estrofa calma, solo para desembocar en un estribillo igual de intenso que el comienzo. El guitarrista tuvo la idea del título del tema después de que su amiga Katheleen Hanna, cantante de Bikini Kill, escribiese en su pared “Kurt smells like teen spirit” (Kurt huele a espíritu adolescente).
En tiempos del desencanto de la generación X y del grunge como música partidaria, la frase parecía una suerte de eslogan involuntario, una manera de identificar al líder de Nirvana con el gusto de la juventud. Parecía haber una proclama, una veneración de Cobain como el referente que un grupo de adolescentes disgustados esperaban tener como ejemplo a seguir. Pero lejos del misticismo, la pintada escondía un mensaje mucho más simple: Kurt (al igual que su por entonces novia, Tobi Vail) olía a Teen Spirit, un desodorante pensado para el mercado juvenil. Incluso el propio Cobain manifestó que había interpretado el mensaje como una proclama, ya que en su grupo de amigos las discusiones sobre anarquismo y punk rock eran moneda corriente.
Al momento de mostrar el tema a sus compañeros, Cobain no tenía más que el riff principal de guitarra y la melodía vocal, que el bajista Krist Novoselic calificó de “ridículos”. El adjetivo no le cayó bien al guitarrista, por lo que obligó a sus compañeros de banda a repetir ese mismo esquema durante hora y media, hasta que Novoselic comenzó a tocarlo más lento y Dave Grohl encontró el tono adecuado para la parte de batería. Como resultado del trabajo colectivo, “Smells Like Teen Spirit” se volvió el único tema de Nevermind en estar firmado por los tres integrantes de Nirvana.
El tema prometía desde el principio. Aún cuando su demo era por demás ruidoso y distorsionado, el productor Butch Vig supo ver su potencial con una serie de cambios cosméticos mínimos: cambió de lugar un arreglo de guitarra y propuso acortar el estribillo. El grupo estaba en un estado de gracia tan fuerte que grabó las bases en tres tomas y terminó utilizando la segunda.
Al momento de su publicación, varios seguidores trataron de descifrar el contenido de la letra de “Smells Like Teen Spirit”, y tuvieron un problema por partida doble. Por un lado, su retórica era lo suficientemente encriptada como para encontrar algún tipo de mensaje oculto; pero además, el tono gutural de la voz de Cobain hacía aún más difícil entender qué era lo que estaba diciendo. El problema se acrecentó cuando Nevermind llegó a las bateas: el disco no incluía las letras, y muchas radios se negaban a darle difusión al tema por miedo a lo que podría llegar a decir (aunque no sabían bien qué era lo que efectivamente decía), y MTV hasta llegó a difundir una versión subtitulada del videoclip.
En una entrevista realizada el día de la publicación de Nevermind, Cobain aseguró que era una canción acerca de sus amigos: “todavía nos sentimos como adolescentes, porque no seguimos lo que se supone que tienen que hacer los adultos”. De hecho, había cierto guiño autorreferencial en el estribillo con la frase “Here we are, now entertain us” (“Acá estamos, ahora entreténgannos”: de acuerdo al músico, cuando Nirvana comenzó a ser una banda cada vez más popular, solían invitarla a fiestas de gente desconocida, y esa era su frase para romper el hielo.
Con un presupuesto de menos de cincuenta mil dólares, Nirvana filmó el video de “Smells Like Teen Spirit” bajo las órdenes de Samuel Bayer, en lo que fue el primer clip del realizador que luego trabajaría con Aerosmith, Green Day, Lenny Kravitz y David Bowie. En una suerte de homenaje a la película de Ramones Rock ‘n’ Roll High School, Nirvana aparecía tocando en el gimnasio de una escuela secundaria con estudiantes sentados en gradas y rodeados de porristas bajo un filtro sepia. Al igual que en el tema, durante el video la tensión crece hasta que los extras terminan por tomar por asalto el escenario destruyendo los equipos. La rabia era real: la jornada de filmación había sido tan larga que Cobain decidió utilizar ese descontento a favor de su creación artística.
El tema no tardó en volverse la nave insignia del ascenso al mega estrellato de Nirvana, y Cobain lo sabía. Fue la piedra en el zapato de su vínculo con la popularidad, y por ese motivo solía modificar su letra de manera paródica, sobre todo si era alguna aparición televisiva con la que no se sentía a gusto, como pasó con el programa británico Top of the Pops, en 1991. Y al saber el peso que la propia canción tenía, también sabía que podía quitársela a su público, si así lo consideraba, como lo hizo en el show de Nirvana en Vélez, en 1992. Disgustado por cómo el público había tratado al grupo telonero Calamity Jane, Cobain amagó con tocar el tema dos veces, pero nunca lo ejecutó.
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