A 20 años del último show de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota: “Esta murga se las pica”
En el entonces Chateau Carreras cordobés, hoy bautizado Mario Kempes, el Indio Solari, Skay Beilinson y sus muchachos ofrecieron su última función el 4 de agosto de 2001; aquí una parte de aquella historia que llegará en septiembre al libro con el título de La última noche de Patricio Rey
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Nadie lo sabía. Nadie lo intuía. Nadie lo imaginaba. Ninguno de los 40 mil ricoteros. Pero, tampoco, nadie de la banda podía llegar a sospecharlo. Sin embargo, el 4 de agosto se transformó en un día sagrado en la liturgia ricotera. Hace 20 años, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota brindaban, en el Chateau Carreras de Córdoba, el que se transformaría en el último concierto en la historia de la banda.
Argentina, 2001. La referencia es mucho más que una ubicación espacio-temporal. Funciona, en verdad, como un GPS emocional, como la evocación del clima de época. El país atravesaba una crisis económica y social monstruosa. Todavía se sostenía la convertibilidad (un peso valía un dólar), pero faltaban pocos meses para que el “corralito”, entre otras medidas económicas, desatara un estallido social incontrolable. A esa altura, la cosa se podía cada vez más complicada.
Desde mediados de los 90, los Redondos arrastraban un lastre. Sus conciertos eran celebraciones pero, también, se habían vuelto cada vez más riesgosos. En parte, por los choques entre los ricoteros y las fuerzas de seguridad. En parte, porque el país se venía abajo y los recitales eran una olla a presión donde esos pibes del conurbano, de las grandes ciudades y también de pueblitos de la Argentina profunda, liberaban sus penas y sus broncas.
Los conciertos en River, en abril de 2000, habían establecido un nuevo récord de entradas pagas. Y a pesar de que allí el Indio lanzó la frase “Vamos a hacer el pogo más grande del mundo”, hubieron varias situaciones traumáticas: los heridos por cuchillazos en el campo de juego, la primera de las noches, que provocaron un parate en el show; una amenaza del Indio (“vean esta como una de las últimas noches que tocamos”) y, además, que las luces quedaran encendidas durante el resto del concierto.
Sin embargo, con la salida de Momo Sampler, y ante la dificultad de encontrar escenarios en la Argentina, el grupo ofreció dos conciertos en el estadio Centenario, en Montevideo, en abril de 2001. Por la amabilidad uruguaya, la dimensión más “humana” del recital (para una capacidad de 20 mil personas por noches) y la decisión de que del otro lado del río los conciertos fueron bastante pacíficos.
La presentación de Momo Sampler en la Argentina parecía más un problema que una oportunidad de negocios. Sin embargo, como lo indica el flamante documental Proyecto Redondo, producido por la web Redonditos de Abajo, las negociaciones con el entonces intendente de la ciudad de Córdoba, Germán Kammerth, los productores locales y la histórica manager del grupo, la Negra Poli, fueron fructíferas. Y la velada se transformó en una de las mejores en la historia del grupo.
Porque más allá de que ahora lo recordemos especialmente por haber sido el último concierto, el del Chateau Carreras fue un show extraordinario. Por el repertorio, que empezó con una poderosísima versión de “Unos pocos peligros sensatos”, incluida en Gulp!, el primer disco del grupo, y otras gemas de los 80, como “Vamos las bandas”, “Ñam fri fruli fali fru” y “Nadie es perfecto”. Varios de los caballitos de batalla de La mosca y la sopa (“El pibe de los astilleros”, “Mi perro dinamita” y “Queso ruso”) y, fundamentalmente, los temas de Momo Sampler, que había salido a fines del año anterior.
En la previa del show, Solari (confeso hipocondríaco) fue atendido por un médico -amigo de la producción- que le suministró un decadrón y el profesional (que había viajado para ver el show) tuvo su minuto de gloria cuando el cantante le agradeció en el escenario. También el Indio se enojó con un fan que le había tirado una zapatilla (“¿Qué te creés? ¿Que acá están tocando Los Violadores?, ¿Por qué no me venís a tirar cosas al camerino? ¡Gil!”), pero encarnó un momento glorioso cuando se sumó, junto a la banda, para acompañar el canto de la gente sobre la melodía de “Desde el alma”, el valsecito de Rosita Melo, Homero Manzi y Víctor Piuma Vélez que ya era un clásico de las hinchadas (incluida la ricotera). También fue inolvidable por las visuales de Rocambole (con algún guiño al estilo siniestro de Alberto Breccia en Perramus), por la ausencia de incidentes (salvo la muerte aislada de un fan, Jorge Daniel Felippi, que se resbaló y cayó al vacío, sin responsabilidades ni culpas ajenas) y por una luna que acompañó una noche que quedará en las historia.
“Esta murga se las pica”, dijo el Indio antes de “Ji Ji Ji”. Y el pogo, que observamos desde la platea, fue tan explosivo como la sinergia que, desde el escenario, lograban por última vez Skay Beilinson, Semilla Bucciarelli, Walter Sidotti, Sergio Dawi y Hernán Aramberri, que ya desde los shows de Racing, en 1998, se había sumado a las presentaciones del grupo.
Pero hubo más. Porque fuera de programa, agregaron “Un ángel para tu soledad”. Esa fue la última canción que tocaron juntos. Eran las nueve y media de la noche. Nadie sabría que no habría más. La caravana se retiraba del Chateau y la liturgia ricotera se mezclaba con el cuarteto cordobés de los barrios de La Docta. Se rumoreaba que habría shows en Santa Fe o, incluso, un regreso al Monumental. Pero eso nunca ocurrió.
Unos meses más tarde, el martes 30 de octubre de 2001, junto con Martín Correa y Pablo Marchetti entrevistamos en el Bar Onduras, de Palermo Viejo, al Indio Solari, Skay Beilinson y la Negra Poli. La charla, la tercera que con el grabador encendido teníamos para la revista La García, duró tres horas y doce minutos, pero la sobremesa se extendió, entre risas y cervezas, hasta las tres de la mañana. La plana mayor de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, con nosotros como testigos, disfrutó de su último encuentro en armonía. La imagen final que recordamos de esa noche es la de las siluetas de esos tres viejos amigos, caminando abrazados por la calle Godoy Cruz. Pero unos minutos después, ya en la casa de Poli y Skay, la noche de cristal se hizo añicos. Viejos reclamos sobre el registro del material audiovisual del grupo afloraron y desembocaron en la pelea que le pondría fin a la banda que protagonizó el fenómeno popular más importante del rock argentino. 20 años después, la publicación de la entrevista y la crónica completa de lo sucedido trazan la anatomía de ese instante clave: La última noche de Patricio Rey, que será publicada por Gourmet Musical en septiembre.
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