A 20 años del fin de los Redondos: la intimidad de la noche que definió la separación de la banda
Los periodistas Humphrey Inzillo, Martín Correa y Pablo Marchietti reconstruyen en un libro la pelea que derivó en la disolución de la icónica banda del rock argentino
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Cuando las horas avancen sobre la medianoche de hoy, se cumplirán 20 años de la pelea definitoria que puso punto y ¿final? a la historia de la banda más convocante del rock argentino. El Indio Solari, Skay Beilinson y la Negra Poli ofrecían entonces la que sería la última entrevista de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, y tres periodistas eran testigos de las horas previas a aquel instante clave.
Humphrey Inzillo, Martín Correa y Pablo Marchetti entrevistaron a los músicos el 30 de octubre de 2001 para la revista La García. Se reunieron en el Bar Onduras, en Palermo Viejo, y aquel encuentro, que duró más de siete horas, la mitad de ellas con el grabador encendido, sirvió a los cronistas para reconstruir aquel episodio bisagra en el libro La última noche de Patricio Rey, publicado por Gourmet Musical.
Se habló de música, de la situación del país en aquél fatídico cambio de milenio, de fútbol, del precio de la popularidad y de otros temas de particular vigencia. Finalizada la charla, cuando entrevistados y autores abandonaban el bar pasadas las tres de la madrugada, una estampa de ensoñación estaba muy lejos de vislumbrar lo que vendría después. Inzillo describe aquel momento posterior a la despedida: “Martín nos codeó a Pablo y a mí y nos dijo ‘miren eso’: en la esquina de enfrente, las siluetas de esos tres viejos amigos caminando por la calle Godoy Cruz. El Indio abrazaba a Poli y a Skay. No teníamos cámara de fotos en los celulares, así que sacamos una foto mental que perdura hasta hoy”.
Aquel recuerdo, que el multifacético artista Alfonso Barbieri puso en imágenes en la portada del libro con un collage digital magnético que realizó a base de “texturas escaneadas de libros viejos e imágenes de videos en vivo de los rostros de los protagonistas”, no permitía prever lo que vendría después.
“Habíamos estado conversando, comiendo y bebiendo más de siete horas en un bar. Cuando apagamos el grabador, fuimos testigos de una charla entre ellos donde se pusieron al día en algunas cuestiones, como una salida nocturna que Poli y Skay habían hecho en el barrio porteño de La Boca, con una barra de amigos, emulando la bohemia de otros tiempos. Antes que periodistas, éramos fans de los Redondos. Y haber compartido eso con ellos era, y lo sigue siendo, algo histórico, emotivo y extraordinario”, rememora Inzillo.
En la reconstrucción de aquel puzzle nocturno, Martín Correa cree que los recuerdos “mienten un poco, como dice el poeta, porque hoy esa noche de octubre de 2001 tiene una trascendencia mucho mayor a la que tuvo en ese momento”. Y añade: “Obvio que era trascendente entrevistar a Los Redondos, era la figurita difícil y la habíamos ligado por tercera vez -la banda, reacia a hablar con la prensa, concedió tres entrevistas a La García”.
“Cuando terminó la noche quedé como en trance y la imagen que hoy ilustra la tapa del libro coronó lo mágico y misterioso de la velada, por eso atiné a codear a mis compañeros para que me confirmaran si lo que estaba viendo era real”, agrega Correa.
A pesar de que habían bebido mucho, sigue Marchetti, “la ebriedad era ligera, tanto que podía confundirse con la emoción, que era mucha más que la cerveza” por el encuentro con aquellas grandes figuras del rock argentino. “Nada me sigue sorprendiendo tanto como el escenario: habernos encontrado y charlado con ellos unas siete horas en un lugar público. Todavía no entiendo cómo pasó. Recuerdo que cuando el Indio comenzó a dar notas, citaba a los periodistas en un lugar, donde se encontraban con un chofer que los llevaba a su ‘búnker’. A partir de eso, en (la revista) Barcelona hicimos una sátira, según la cual el Indio encapuchaba a los periodistas, los subía a un avión y los atendía en la selva. Una joda, claro. Pero ninguna joda puede superar al hecho de verlos a los tres una noche tomando cerveza en un bar de Palermo. Sabemos que el encuentro entre ellos tres no se repitió. Pero dudo que el Indio haya vuelto a estar tomando cerveza una noche en un bar de Palermo desde aquel octubre de 2001″, sugiere el periodista.
Efectivamente, tras aquella “noche de cristal que se hizo añicos”, la separación de la banda se volvió un hecho, resumen los autores del libro, que recién años después se enteraron por declaraciones de los propios músicos que esa velada había sido la definitiva. “Viejos reclamos y desacuerdos afloraron” en las horas posteriores al Bar Onduras, ya con los tres artistas en casa de Poli y Skay.
La entrevista completa con los músicos es el documento que los periodistas comparten en el libro, con retales del antes, menciones a los proyectos previstos y a los shows que iban a celebrarse y piezas conocidas de lo que vino después: las declaraciones cruzadas que el Indio y Skay se dedicaron a través de la prensa y los reclamos más o menos encubiertos que se hicieron. Ya en la charla con los periodistas se perciben algunas divergencias, no tanto artísticas (aunque se vislumbraba una bifurcación en los intereses estéticos) sino más claras en relación a otros asuntos, de tinte ideológico, como cuando hablan de Cuba o del “polvorín” en que se ha convertido el mundo.
Los Redondos se refieren en esas horas al que sería su próximo show, en el estadio de Unión de Santa Fe, y el Indio cuenta en la entrevista que ese mismo día, “justamente”, le había llevado seis canciones a Skay. “Están en estado embrionario todavía y las letras son sanata. Hay melodías cantadas, hay montones de cosas que van a quedar y otras que no, pero después hay un proceso”, dice. Hablan de planes de un futuro disco, que nunca sería editado y en el que no iban a utilizar samplers. Qué habrá sido de aquellas canciones: otro misterio en la historia de los Redondos.
Días después del encuentro en Palermo, Poli confirmó a Inzillo que se suspendía el show de Santa Fe. “Patricio Rey cree que no es el momento, que no hay ánimo para fiestas”, dijo. Era el año 2001 y el país estaba a punto de explotar. Tenía lógica aquella suspensión. Sin embargo, según relatan en el libro, un año después, Skay, al frente de su banda, lanzaba su primer disco como solista, llamado A través del Mar de los Sargazos, y anunciaba el año sabático de los Redondos (que podían “ser dos, o tres”). “Con el Indio pensamos diferente en muchos aspectos y tenemos actitudes diferentes ante la vida. Pero lo único real es lo que sentimos: vamos a parar por un tiempo y ver qué pasa. No terminamos peleados, no nos agarramos a trompadas, no nos odiamos. Hay un enorme cariño entre nosotros. Solo que estamos necesitando un poco de aire. Conflictos hubo a lo largo de toda la relación, pero nunca nos distanciaron. Al contrario, hemos convenido siempre en limar determinadas cosas para seguir con un plan que nos parecía atractivo a los tres. Llegó un momento en el que sentimos que… ¿volver a hacer qué? ¿Otro disco? ¿Repetir las mismas máquinas? Yo quería grabar de una manera; el Indio, de otra… Pero son anécdotas menores”, le decía Skay a Inzillo en una extensa entrevista para Rolling Stone.
Dos años después, en 2004, Solari iniciaba su carrera como solista con Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado. “En el Anuario de Rolling Stone, les explicó a Pablo Plotkin y Claudio Kleiman cómo proyectaba su regreso a los escenarios y se explayó bastante sobre un eventual regreso de Patricio Rey: ‘Tampoco me atrevo a decir que los Redondos sea un proyecto que no vaya a volver. Lo desgraciado de todo esto es que estamos muy grandes. Alguien nos decía que, si no nos separábamos ahora, no íbamos a tener tiempo de reunirnos. Pero ojalá hubiera sido una joda de ese tipo. Todo pasó así: en un momento estábamos hablando de cómo íbamos a tocar en Santa Fe, y una hora después yo me estaba subiendo a mi coche sabiendo que no pasaba más nada. (...) Por miserias personales uno no puede alegremente arruinar un proyecto tan querido y que significa emotivamente tanto para tanta gente. Lo que sí es verdad es que los que nos forjamos en la cultura tempranamente, tenemos una conducta como de guerreros, un código que no se vulnera. Y eso provoca, a veces, cosas jodidas de asimilar. Pero también hemos sido tres personas sujetas a mucha presión durante mucho tiempo. Y no quiero hacer futurismo, pero creo que las cosas pueden solucionarse. Tampoco sé de qué manera, ni cómo, ni cuándo, ni siquiera si es probable”, continúa el libro.
Inzillo, Marchetti y Correa apuntan que los motivos reales y profundos de la separación de la banda empezaron a hacerse públicos el 14 de agosto de 2009, después de años de misterio y discreción. “A las comprensibles respuestas evasivas sobre el punto en sus entrevistas como solistas de Skay e Indio les sucedió, de manera repentina, un cruce de mayor precisión y voltaje. Todo comenzó con una declaración de Skay a Sebastián Ramos en una entrevista publicada en LA NACION: “Todo se terminó cuando nos dimos cuenta de que uno de nosotros se quería apropiar de ese proyecto tan hermoso que fue Patricio Rey, que había nacido como la comunión y el aporte de muchos artistas y no de los deseos de uno solo”.
Esa misma mañana, y en un acto impulsivo apenas leída la frase, Solari, a través de un mail enviado por su entonces guitarrista y mánager Julio Sáez a Rolling Stone, al sitio Redonditosdeabajo.com.ar y a LA NACION, detalló por primera vez en público su versión de la separación: “Hasta el día de hoy y tratando de proteger la memoria de una de las bandas más queridas por sus seguidores, he callado los verdaderos motivos de la separación artística de los Redondos. Acabo de leer las declaraciones de Skay al medio LA NACION donde sugiere que dicha separación fue motivada por la intención de ‘alguien’ de apropiarse de la gloria del grupo (nadie puede pensar que fueran Semilla, Walter o Sergio). (…) Los sucesos que me dispongo a detallar son, desgraciadamente, bastante más materiales que las ‘diferencias artísticas’ que en entrevistas anteriores supo esgrimir como los motivos del fin del vínculo.”
El reclamo se refería a obtener una copia de los soportes de grabación (audio y video) de todos los shows de los Redondos, especialmente los de los grandes estadios: Huracán, Racing y River. “Hasta el día de hoy Poli y Skay están sentados sobre ese material, cuya custodia artística he reclamado en silencio público hasta hoy. Sigo con mis dudas al correr este velo, pero las declaraciones vertidas por Skay me han obligado”. Tales fueron las palabras del cantante.
La última noche a la que Solari hacía mención entonces es a la de la entrevista del martes 30 de octubre de 2001. “Los registros en video a los que se refería el Indio estaban bajo custodia, en la caja de seguridad de un banco, bajo pedido de Solari, según acordaron con el contador y el abogado de la sociedad anónima que compartían. Se trata de videos de los shows más importantes en convocatoria que dio el grupo (Huracán de 1994, Racing de 1998, River de 2000 y Chateau Carreras de 2001) y fueron registrados por empresas profesionales, bajo las órdenes de Rocambole, que oficiaba de ‘switcher master’ en los shows. Poli aseguraba, en ese momento, que el de los DVD era un tema pendiente: ‘Es cuestión de tiempo, de limar asperezas. Tenemos que estar de acuerdo en qué vamos a hacer con eso, tiene que ser una decisión de todos. Porque eso pertenece a todos’”, relatan los periodistas.
Los Redondos no volvieron a compartir escenario, pero un reciente gesto del Indio Solari con un comentario a un posteo de Skay, donde despedía al fallecido ex saxofonista de la banda, Willy Crook, ilusionó a los fans respecto a un posible retorno del sueño ricotero y avivó el recuerdo del cantito-ruego “Sólo te pido que se vuelvan a juntar”.
“Esa banda sigue siendo un secreto para millones”, resume Marchetti en el libro, que en cuestión de meses ya va por su segunda edición.
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