Una novia abandónica, una madre, una esposa, un travesti y una viuda; en el Día de la Mujer recordamos cinco canciones de nuestro rock cuya inspiración es evidente... aunque desconocida
¿Qué sería del arte sin inspiración? La respuesta es: cualquier cosa, menos arte. La mujer ocupa ese sitial desde que los griegos establecieron que las musas tienen rostro femenino, aunque no todas consideran esto como un privilegio. Y algo de razón tienen: tanto mejor sería que la inspiración no fuese una imposición de género, sino una vibración humana sin distinciones de esta naturaleza (que siempre amenazan bordeando el machismo).
Como fuere, acá se tratamos apartarnos de estos lugares comunes y hacer foco en cinco ejemplos musicales que rompen con el estereotipo del macho que busca cortejar a la hembra con encantos de organista de pueblo.
"Sola en los bares" – Man Ray
Una tarde de 1987, Hilda iba en el 151 haciendo lo que casi todos: mirar por la ventana. En un semáforo sobre Hipólito Yrigoyen vio a un travesti en la vereda, apoyado contra un umbral, con la mirada perdida. Desde ese momento, Hilda sólo quería regresar a su casa para escribirlo. Imaginó la vida de ese travesti, viviéndola a través de una canción. La canción la hizo en una noche y tardó cinco años en grabarla, después de que la alentara Richard Coleman, quien descubrió la letra en unos cuadernos. "No era hombre ni mujer: se transformaba". Así lo explicaba Hilda en la primera canción que habló de un travesti, felizmente prescindiendo del lugar común televisivo: el del humor berreta, el chiste fácil, la denigración del ignorante. Se agradece.
"Amor suicida" – 2 Minutos
Un tipo se encontró una chica en la plaza, llorando y tomando una petaca de ginebra Bols. Él no sabía por qué, entonces se acercó y le preguntó. Ella le contó que tenía un novio, que se llamaba Antonio, y que había muerto en la Guerra de Malvinas. Después, le dio un beso y se despidió: caminó unos pasos, un arma sacó y el gatillo apretó. "Ella se voló la cabeza por su muerto amor" canta el Mosca en Valentín Alsina, uno de los mejores discos de la historia del rock criollo. En el que "Amor suicida" refleja el crudo desgarro de corazones ignorados: el de las compañeras de los ex combatientes.
"Mi vieja" - Pappo
Pappo, fanático de los autos, los asados y las giras, terminó haciéndose famoso (ya no conocido) de cincuentón, cantándole a "la vieja". Que no era la suya, sino la que imaginó en la letra su verdadero autor: Sebastián Borenztein. El hijo de Tato creó una canción para el programa de su padre, que terminó siendo un éxito por la interpretación de Pappo y la alta exposición televisiva. Tal fue así, que la compañía le exigió al Carpo que lo incluyera en Blues local, el álbum que estaba por grabar en 1992. Cuentan que el músico pidió, para acceder a la petición, el pago adicional de 20 mil dólares, una cifra considerable que la discográfica se esforzó en conseguir. Fue negocio para todos: ese el disco fue el más vendido de Pappo en toda su extensa carrera.
"En este viaje" – Almafuerte
En su novedoso raid mediático, Ricardo Iorio habla de todo. Menos de una cosa. Hay una caja negra que conserva inviolable. Un tema que no negocia más allá de su fuero íntimo. El secreto tiene nombre apellido. Se trata de Ana Mourín, su primera esposa, madre de sus dos hijas, inalterable compañera, autora de V8, un sentimiento (el primer libro que habló sobre Iorio hasta la aparición de El perro cristiano, de Ariel Torres) e incluso coautora de uno de los himnos de Hermética: "Atravesando todo límite". Ana se quitó la vida en 2001, un año complicado para Iorio. Y Ricardo, que siempre renegaba de usar a la mujer como inspiración, terminó componiendo una de las canciones de amor más bonitas que jamás hayamos escuchado. "En este viaje", incluido en el disco Ultimando (2013), es el réquiem de despedida que todo hombre desearía dedicarle a su compañera ausente.
"Traición a la mexicana" – La Zimbabwe
Muchos se preguntan si esa melodía reggae con tonos chilangos que sonó hasta el hartazgo en las radios noventosas (y que aún perdura en fiestas y casamientos) debe su nombre a aquel lunfardismo rioplatense que implica bribonería y deslealtad. Casi como una redundancia: "traición" y "mexicanear" se suelen interpretar como sinónimos. La realidad es menos xenófoba, pero no por ello menos dolorosa para el Chelo Delgado, su autor, quien recién con el paso del tiempo reconoció que la canción está inspirada en la recordada conductora de época Andrea Campbell. Cuando ambos aún no habían sido consagrados por la fama, se conocieron, se enamoraron, planearon casamiento y ubicaron un depto para compartir. Hasta que la bella Andrea fue convocada para una campaña de ropa interior en París. El viaje, que iba a ser de una semana, se extendió por un año. El amor llegó a su fin, no así la inspiración y la alegría: la canción le permitió a Delgado y a La Zimbabwe vender 250 mil copias del disco .
Por Juan Ignacio Provéndola
LA NACION