Aún hoy persiste cierta resistencia a reconocer la revolución estética que provocó Virus en los tempranos 80. La audacia de Federico Moura al frente de la banda platense excedió los límites del rock y todavía funciona como una fuente de conocimiento art-pop. A 30 años de la muerte del cantante, el legado se mantiene vivo en seis discos innovadores, los tres primeros grabados en tiempos de dictadura, azote que la familia Moura pagó con la desaparición de Jorge, hermano mayor de Federico, Julio y Marcelo. Desde la aparición de Wadu-Wadu, en 1981, Virus sacudió el avispero acotado del rock argentino: la foto de tapa, el diseño y hasta la marca Virus dibujada en rojo sobre un fondo grisáceo permanecen como pequeños íconos de un envase moderno en tiempo real. De ahí en más todo fue innovación de disco a disco, sostenido por una banda curtida en interminables horas de ensayo y una búsqueda de la precisión: la destreza de Mario Serra, los riffs directos y originales que se repartían Julio Moura y Ricardo Serra, el patrón rítmico de Quique Mugetti y esos primeros detalles de color electrónico que adelantaba Marcelo Moura desde los teclados provocó rechazo en el ambiente rockero de la época. Y mucho más revuelo causó la voz inusual y los atrevidos movimientos de Federico Moura, puro glamour, provocación y mucho humor para cantarle a las bandas chantas, las ciudades grises o al tiempo perdido.
Virus no se parecía a ninguna banda argentina de ese momento y parte de esa extrañeza también sacudió a la prensa. El rock no podía ser bailable, divertido y mucho menos sensual según los cánones de las redacciones conservadoras. Se los acusaba de blandos, frívolos y superficiales. La primera señal de desconfianza aparecía en las letras, muchas de ellas firmadas por Roberto Jacoby, un artista conceptual y sociólogo proveniente de la vanguardia del Di Tella que se atrevió a meter un trabalenguas en una canción de rock ("Loco Coco"). A menos de un año de la edición del disco debut y en pleno conflicto de Malvinas, Recrudece (82) impuso una mirada más áspera de la realidad desde el sarcasmo e incluye, tal vez, la mejor radiografía de la guerra desde la lírica de "El banquete". El lanzamiento del tercer disco de Virus coincidió con la asunción de Alfonsín: producido por Michel Peyronel, el ultra rockero Agujero interior (83) significó el primer éxito comercial para la banda, con hits bailables. Siguiendo la agenda de un disco por año, Relax (84) –sin Ricardo Serra– abraza los ritmos programados y el uso del Midi como biblioteca de sonidos. La consagración llegó con Locura (85): cercano a la perfección electro-pop sin desechar su parte rockera, el quinto disco de Virus, con el ingreso de Daniel Sbarra en guitarras y teclados, es su versión más hedonista, con himnos que cantó y bailó medio país sin saber el auténtico significado de algunas letras. Superficies de placer (87) cerró una saga brillante con una obra incomprendida en su momento. El sexto álbum de Virus expone un refinamiento entre lo electrónico y lo analógico, describe la tragedia y el fin de una época con sabiduría y romanticismo. Era el final y Federico Moura lo sabía: "Las cosas se alejan de mí y es difícil poder tocarlas, las cosas se alejan de mí y yo debo seguir soñando", canta la voz de Virus en "Ausencia".
Soy moderno, no fumo
El arranque de Wadu-Wadu es una declaración de principios sobre la modernidad. Virus expone su poder de síntesis en el lenguaje (ingenioso juego de palabras a partir de las marcas de cigarrillos) y en el tiempo de exposición (menos de 3 minutos). Nadie se había animado a tanto, ironía, baile y diversión eran palabras ajenas al rock argentino de 1981.
Wadu-Wadu
Velocidad y precisión en contra de la solemnidad de un tiempo oscuro. Las guitarras de Julio Moura y Ricardo Serra inauguran la geometría new-wave en nuestro rock, y Federico Moura es Sandro de regreso al agite y con elementos nuevos en su dicción exacta, una pequeña revolución para los sábados a la noche.
Amor o acuerdo
Casi como un tesoro escondido, "Amor o acuerdo" es uno de los pocos temas que se sale de la línea veloz y bailable del debut. Federico pone en duda las reglas del amor patriarcal, mientras que el violín de Ricky Rodríguez –miembro de la primera formación de Los Redondos- interviene de manera experimental la cadencia latina. Los acordes finales de guitarra y piano invitan a que la canción dure mucho más tiempo.
El banquete
"Se refiere a las cenas organizadas por la dictadura para urdir el acuerdo multipartidario luego de la derrota de Malvinas", dice Roberto Jacoby, autor de la letra que reveló la posición ideológica de una banda tildada de frívola y blanda por la prensa de la época. La apertura de Recrudece abre el juego a un disco conceptual sobre la idiotez argentina: euforia bélica, censura, represión y la mejor radiografía del estado del rock en 1982.
El 146
El recorrido urbano funciona como video de sensaciones. En menos de un año Virus ya es otra banda y "El 146" es una prueba clara de la evolución: un mid-tempo que crece en la descripción de un viaje casual en un transporte público, pura sensualidad en la interpretación vocal y un coro minimalista para no recargar la idea. Larrea esquina Sarmiento dejó de ser un lugar más de Buenos Aires.
Me fascina la parrilla
Todo Recrudece está atravesado por una mirada sarcástica sobre las costumbres argentinas, el final de la dictadura y una fuerte autocrítica al rock establecido. "Me fascina la parrilla" quizá sea la más explícita en materia de ironía, teatralidad de café-concert y que hasta incluye nombres propios de la iconografía nacional además de varios inventos de exportación. Federico trabaja su veta actoral con gracia en un reggae-pop de guitarras muy original.
En mi garage
La línea de sintetizador que abre Agujero interior es el pasaje espacial de Virus a una pista más rockera en donde cuero negro, tachas y guitarras valvulares forman la escenografía de varios hits imbatibles. Hasta la inflexión vocal de Federico asume un rol determinante en la contundencia expresiva de "En mi garage". La producción artística de Michel Peyronel achica las distancias entre Riff y Virus.
Agujero interior
"Hay que salir del agujero interior" fue un grito de guerra en las discotecas y en todas las fiestas durante los primeros tiempos de la primavera democrática. "Poner el cuerpo y el bocho en acción", dice la letra de Jacoby y es Federico quién la dinamiza como una invitación hedonista después de tantos años de oscuridad. Virus empieza a ser reconocido e instala su primera bomba radial.
El probador
Otra vez una línea de sintetizador al frente. El sonido recuerda a los llamados de alerta diseñados por The B-52’s, pero el sonido que logra Marcelo Moura es tan genuino como la urgencia que describe la canción. Agujero interior fue lanzado el 10 de diciembre de 1983 y la letra de "El probador" parece celebrar un tiempo de destape, fantasías erótica posibles y libertad en su más amplia expresión.
¿Qué hago en Manila?
El romanticismo de Virus exhibe una de sus mejores obras. Un lento con todos los ingredientes del género sentimental: un crooner en el centro de la escena, la cadencia y el solo de guitarra como cumbre expresiva. La soledad y la espera son los ejes de una auténtica rareza para el rock argentino de los ’80. Los Auténticos Decadentes, Babasónicos y Sergio Pángaro tomarán nota de semejante cumbre emocional.
Me puedo programar
En Relax -sin Ricardo Serra-, Virus abraza los ritmos electrónicos y un amplio abanico de sintetizadores. Human League y Duran Duran son referencias, aunque el tecno-pop de "Me puedo programar" tiene un gusto latino en la cadencia y los arreglos. La letra introduce nuevos conceptos, Federico habla sobre desconexión y autocontrol.
Amor descartable
En cuestiones de amor, las letras de Virus ratifican lecturas de diván y ausencia de culpas. Otro hit bailable a favor del goce y la libertad sexual. Las baterías electrónicas no han envejecido bien, pero la melodía de "Amor descartable" es una irresistible invitación a bailar y trabajar el hedonismo como fórmula liberadora.
Dame una señal
En la misma línea sentimental de "¿Qué hago en manila?", Julio Moura vuelve a demostrar que buena parte del corazón melódico de Virus le pertenece. La elegante altivez de Federico adquiere un nuevo modo de tener el control de las canciones: David Bowie y Bryan Ferry son buenas guías para entender el papel del cantante en 1984.
Pronta entrega
Desde la tapa, obra de Daniel Melgarejo, Locura es un triunfo de la sofisticación pop. La convivencia entre el universo rockero y su contraparte electrónica funciona de maravillas y marca notables diferencias con Relax. "Pronta entrega" indaga en el mundo sensual, habla de los deseos y la necesidad de valorizar el sexo, legado que se convirtió en un himno generacional.
Tomo lo que encuentro
Como sucedió con Artaud a partir de Spinetta, el nombre de Claude Lelouch empezó a circular entre adolescentes inquietos gracias a la flecha inicial de "Tomo lo que encuentro". La ambientación (un aeropuerto), la melancolía suave del viaje y la falta de certezas ("alquilado para...") crean una maravilla mid-tempo con versos para pelearle al destino: "No me importa nada en cuestión de amor".
Una luna de miel en la mano
Desde "Picture of Lily" (The Who) hasta "Orgasm Addict" (Buzzcocks), el rock le ha cantado loas a la masturbación. Virus se suma a la lista, aunque durante años pocos sabían que este tremendo hit adhesivo no hablaba sobre lunas de miel. La letra pertenece a Eduardo Costa, artista plástico y amigo de Federico, y el título de la canción insignia de Locura está tomado del Ulises de James Joyce y su mensaje predica sobre sacarse los viejos tabúes.
Sin disfraz
"Según me han contado, ciertos muchachos de renta consideraban a ‘Sin disfraz’ un himno profesional", dice Jacoby sobre la letra de "Sin disfraz". La canción nació como respuesta a un pedido de los directivos de CBS, en donde le sugerían a Federico que no develara su condición gay.
El ritmo funky y los capas de sintetizadores crean un moderno ambiente dionisíaco reforzado por el verso imborrable de "En taxi voy, Hotel Savoy y bailamos".
Imágenes paganas
Elegido como el mejor tema de 1986, "Imágenes paganas" es el puente hacia "Superficies de placer" y la mejor síntesis del ideario romántico de Virus, la canción como viaje ensoñado hecho de cadencias, sutiles pinceladas de sintetizadores y guitarras acústicas con ecos a "Killing Moon" de Echo & The Bunnymen. Reflejos, espejismos, los besos y la ausencia crean la atmósfera de un final de gira, y también el comienzo del largo adiós.
Mirada Speed
Originalmente bautizada como "Mirada diagonal" y luego inspirada en el título de la revista Under Speed, la apertura de Superficies de Placer se sostiene en el swing funky a cargo de Julio Moura y la base de Enrique Mugetti y Mario Serra. Un hit bailable cercano a la perfección, pero también un paseo reflexivo sobre la idea de lo fugaz. Desde el inicio, el disco está enmarcado por el vacío, el azar y la contemplación.
Polvos de una relación
Las relaciones sociales y las personales con el sexo en el centro de todo. Otra letra teórica de Jacoby en donde habla del estado de las cosas valiéndose de terminología económica en plena crisis inflacionaria. Según Jacoby, la letra tiene una clara referencia "al fetichismo de la mercancía para hablar de la mercantilización del amor". El resultado es un clásico de aire distante y con música escrita por Marcelo Moura
Encuentros en el Río Musical
El tema central de Superficies de placer. En las antípodas de la canción autoindulgente y con total ausencia de lamentos y sentimentalismo, Eduardo Costa elabora un testamento glamoroso: "Debía rescatar la permanencia del vínculo afectivo-creativo de un ídolo popular con su audiencia", dice el autor de letra que funciona como una flecha lanzada hacia el futuro, la despedida de Federico Moura como obra de arte.
Superficies de Placer
Conocida como "el tema paraguayo" de Julio Moura, el track homónimo al último disco que grabó Federico en vida es una foto de las playas de Río de Janeiro desde otra perspectiva: un vouyer en el centro de la escena, los colores de las cadencias acústicas y Federico cerrando el círculo de un precioso y fresco rock latino. La conexión carioca como otro fuente de inspiración en toda la historia de Virus.
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