1982, la ruptura
Hace 20 años, el rock argentino vivía la mayor ruptura de su camino. Y aunque hasta ese momento tenía una historia rica, con nombres y trabajos ilustres, y una convocatoria interesante desde el pequeño lugar que ocupaba en la sociedad, su desarrollo cambió tan abruptamente que casi hubo que empezar de nuevo.
1982 fue el año de la ruptura, de la masificación y de la aparición de nuevos nombres. La Guerra de Malvinas llevó a que las radios no pasaran música en inglés, y muchos comenzaron a descubrir que había una buena cantidad de producciones locales. ¡Eureka!: no sólo descubrieron el rock cantado en nuestro idioma sino que también podían pasarse temas que habían sido censurados (de Pescado Rabioso, León Gieco, Pedro y Pablo). El rock ya no pertenecía a ese gueto que pululaba por ahí. Todos empezaban a saber quiénes eran Charly García y Luis Alberto Spinetta. Pero con lo que había no alcanzaba para llenar tantas horas de música.
Otra gran idea: el Festival de la Solidaridad, en Obras, en apoyo a los chicos que combatían en las islas. Sólo Cantilo y Spinetta recordaron que era "un concierto por la paz", y quedó ese extraño sinsabor de haber apoyado a quienes hicieron de la guerra la posibilidad de perdurar en el poder. Fue transmitido en directo por radio y TV: imposible de imaginar hasta ese momento. Y fueron más de 40.000 personas con abrigos y alimentos.
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Así, de golpe, el rock dejaba de ser un tema de iniciados. Quien más, quien menos, comenzó a consumirlo en todas sus formas: en álbumes, en conciertos, en insólitos programas de TV, en las radios. Incluso, la demanda permitió que se abrieran decenas y decenas de bares y pubs con números en vivo. Rock, punk, pop... la diversidad de las ofertas generó una diversidad de público. Todos tocaban, todos querían tocar, todos querían escuchar "lo nuevo" y las figuras consagradas llenaban grandes espacios con bastante facilidad.
El año había empezado con el festival que intentaba recaudar fondos para lograr la continuidad de la revista Pan Caliente en Excursionistas (fueron 5000 personas a ver a MIA, Litto Nebbia, Los Redondos): la mayoría ingresó con entradas falsas. Poco después, en Estudiantes de Buenos Aires, Riff hizo de las suyas ante 2000 personas, precedido por dos promesas: Sumo y Los Violadores. En marzo, Serú Girán (hasta entonces la banda de mayor convocatoria de la historia), dijo adiós en Obras.
Después, claro, vino la guerra. Y, con ella, la palmadita en la espalda en "apoyo" a los nuevos músicos (o aquellos que remaban hacía tiempo sin llegar a la orilla). La lista de nombres es muy extensa: Virus, Juan Carlos Baglietto (con él llegó Fito Páez, entre otros), Los Twist, Los Helicópteros, Zas, La Torre, Viuda e Hijas de Roque Enroll, Alejandro Lerner, V-8, Púrpura y hasta el regreso de una de las bandas fundadoras, Los Abuelos de la Nada.
Y en aquel tiempo, también, el rock (tan permeable a tantas cosas menos a la alegría) empezaba a permitírsela, pero ése es otro tema.
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