Desde hacerle una broma a Phil Collins hasta alojar a los Hells Angels; a 20 años de su muerte, leé las historias menos conocidas de la vida del cantautor más allá de los Beatles
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“Toco un poco la guitarra, compongo un par de temas, hago un par de películas, pero nada de eso es realmente yo”, dijo una vez George Harrison. “El verdadero yo es otra cosa.” Harrison era muchas cosas -entre ellas, un maestro de los eufemismos. Pero tenía razón en señalar que su verdadera personalidad nunca dejó de ser evasiva. Era uno de los hombres más famosos del mundo, pero odiaba el estrellato. Predicaba la piedad y los placeres simples, pero vivía en una mansión de 120 habitaciones y coleccionaba autos de alta gama. Su fachada de hombre aplicado contenía un sentido del humor brillante, lo cual lo llevó a producir algunas de las mejores comedias de la historia. Las canciones que componía se centraban tanto en la gloria de Dios como en las pequeñas insignificancias de la vida cotidiana.
Si bien estaba indudablemente orgulloso de la banda que lo había llevado a la inmortalidad, él odiaba medirse según su éxito. “Los Beatles existen más allá de mí”, dijo una vez. “Realmente, yo no soy el George Beatle. El George Beatle es como un traje o una camisa que una vez usé, y hasta que me muera la gente puede ver esa camisa y pensar que soy yo.” Pasaron 15 años de la muerte de Harrison, así que honramos al hombre con 10 historias que revelan su vida más allá del artificio de los Fab Four.
1 Visitó los Estados Unidos antes que los otros Beatles, y dio un recital con otro grupo.
Los estadounidenses consideran que la llegada de los Beatles en el recientemente rebautizado Aeropuerto Internacional John F. Kennedy el 7 de febrero de 1964 como un acontecimiento sísmico en la cultura popular, pero sólo unos pocos ciudadanos se dieron cuenta de que uno de los Fabs ya había estado entre ellos. “Yo ya había estado en Estados Unidos, como el Beatle experimentado que yo era”, recordó Harrison en el documental Beatles Anthology, de 1995. “Fui a Nueva York y St. Louis en 1963, para ver un poco, y a los suburbios en Illinois, donde vivía mi hermana en esa época.”
Los Beatles habían explotado en la escena británica en septiembre de 1963 gracias a una seguidilla de éxitos en el Número Uno y a su primer disco, Please Please Me, que encabezó el ranking. Habiéndose asegurado un gran éxito luego de años de trabajar duramente en el anonimato, decidieron que era hora de un merecido descanso. John Lennon llevó a su esposa de entonces, Cynthia, a París, mientras que Paul McCartney se inclinó por las soleadas playas de Grecia. Ringo Starr originalmente había planeado cruzar el charco con Harrison, pero finalmente decidió viajar con McCartney. Así que el 16 de septiembre, Harrison se volvió el primer Beatle en pisar suelo americano, acompañado por Peter, su hermano mayor.
Se quedaron en la casa de su hermana mayor, Louise “Lou” Caldwell, en 113 McCann Street en Benton, Illinois, donde ella se había mudado hacía poco junto a su esposo Gordon, un ingeniero en una mina de carbón cerca de ahí. Este pueblo tranquilo fue un alivio para Harrison, quien detestaba tener que lidiar con las molestias de la “Beatlemania” que había explotado en Gran Bretaña. En los Estados Unidos, podía salir cuando quisiera, y moverse libremente en total anonimato. Los hermanos pasaron varias noches felices de campamento en el Shawnee National Forest. Incluso comieron en un restaurante de hamburguesas, donde un Harrison fascinado se quedó boquiabierto ante la imagen de una mesera sirviendo en rollers.
Louise le presentó a Harrison a su amigo Gabe McCarty, un empleado en la tintorería local que de noche trabajaba en una banda llamada Four Vests. Los músicos se hicieron amigos, y McCarty se transformó en el guía de Harrison durante su estadía en Benton. Fueron a la única tienda de discos de la ciudad, de donde Harrison se llevó una pila de discos y singles. “Compré el primer disco de Booker T and the M.G.’s, Green Onions, y yo me compré algo de Bobby Bland, y otras cosas”, dice en Anthology. También se compró un disco llamado Got My Mind Set on You, de James Ray, del cual grabaría una versión 25 años después.
Cuando Harrison le preguntó si tenía algún disco de los Beatles, el vendedor lo miró atónito. Así que tuvo que llevar su propia copia a la radio WFRX-AM en West Frankfort, hacia donde caminó junto a Caldwell para poner el reciente éxito de los Beatles, “She Loves You”. La disc-jockey Marcia Schafer, en ese entonces de tan sólo 17 años, pasó obedientemente la canción. “Louise vino a la radio varias veces ese verano a pedirnos que pasáramos la música de los Beatles, que hasta ese entonces sólo estaba disponible en Inglaterra”, le dijo al Illinois Times en 2013.
Más que la música, era su ropa -jeans, camisa blanca y sandalias- lo que la impresionó. “Tenía una apariencia inusual. Se vestía diferente que los tipos acá. Era amable y hablaba con voz suave.” Más tarde ella haría la primera entrevista con Harrison en los Estados Unidos, que apareció en el periódico de su escuela secundaria. Cuando le preguntó acerca de sus cosas preferidas, el Beatle de 20 años respondió: “Las rubias pequeñas..., manejar, dormir..., Eartha Kitt, los huevos, las papas fritas, y las películas de Alfred Hitchock”.
La música fue un asunto central en el viaje de Harrison. En busca de una guitarra americana, Harrison, junto con McCarty y Vernon Mandrell, su compañero en los Four Vests, viajaron 60 kilómetros hasta el Fenton’s Music Store, donde el inglés pagó 400 dólares por una Rickenbacker 425. A Harrison no lo convencía la terminación Fireglo, así que hizo que la pintaran de negro para que combinara con la guitarra de Lennon. Fue parte de su arsenal hasta que la reemplazó el año siguiente por la más famosa Rickenbacker 360 de 12 cuerdas.
Ahora que tenía guitarra nueva, necesitaba un lugar donde tocarla. Así que McCarty y Mandrell lo invitaron a sumarse a su siguiente show en el VFW Hall en Eldorado, Illinois. Ese sábado, el 28 de septiembre, los Four Vests invitaron al “Elvis de Inglaterra” al escenario. Aunque ya había tocado en el Boccie Ball Club de Benton, y en el salón de ventas del Fenton’s Music Store, este sería el primer espectáculo verdadero de un Beatle en Estados Unidos. Harrison le había dado a la banda algunas grabaciones de los Beatles, pero se decidieron por los clásicos: “Roll Over Beethoven” y “Johnny B. Goode”, de Chuck Berry, “Matchbox” de Carl Perkins, y “Your Cheatin’ Heart”, de Hank Williams.
El público estaba electrificado -daban pisotadas, aplaudían y mostraban todos los primeros síntomas de la Beatlemanía. Un hombre agradable se acercó a Harrison después del set de 40 minutos. “Con los arreglos adecuados, podrías llegar lejos”, lo animó. La experiencia fue tan disfrutable que Harrison prometió regresar al VFW con su propio grupo al año siguiente. No ocurriría exactamente así.
Al día siguiente, Harrison y sus nuevos amigos salieron de Benton para visitar St. Louis y Nueva York. Como buenos turistas, sacaron muchas fotos, que desde entonces adquirieron un carácter surrealista. En las imágenes, Harrison tiene el look de flequillo, traje a medida y corbata tejida que poco tiempo después volvería famoso, pero se lo ve extraño entre sus colegas que observan la ciudad. Mientras contempla el observatorio del Empire State Building, Liberty Island, y la terraza de un rascacielos del midtown, la gente lo ignora por completo. Cuando volvió a la ciudad un par de meses después, marcaría el comienzo del caos sin precedentes que continuó durante el resto de su vida.
2 Fue el primer Beatle en lanzar un disco solista, con ayuda de Ringo Starr, Eric Clapton y uno de los Monkees.
El neoyorquino Joe Massot había estado rodando documentales para Fidel Castro antes de que la Crisis de los misiles en Cuba lo obligara a escapar a Londres, donde se involucró en un círculo social que incluía a Roman Polanski y al guionista Gerard Branch. Fue Branch quien concibió Wonderwall, la historia de un hombre mayor que se obsesiona espiando a una joven modelo que vive al lado de su casa, a través de un agujero en la pared. Cuando Massot aceptó dirigir la película en 1968, se volvió el equivalente cinematográfico de un viaje psicodélico.
Como vestuaristas convocó al colectivo de diseño holandés The Fool, quienes habían pasado la primera parte del año pintando las paredes de la casa de Harrison, el exterior del Rolls-Royce de Lennon, y la primera (y última) incursión de los Beatles en el negocio minorista: la Apple Boutique. La grandilocuente apertura de la tienda le dio a Massot la oportunidad de acercarse a Harrison para pedirle una banda de sonido para su película. Su primera opción, los Bee Gees, lo habían rechazado, pero Harrison resultó ser más receptivo.
“Le dije: ‘No hago música para películas’”, recordó Harrison en The Beatles Anthology. “Y me dijo: ‘Bueno, voy a aceptar cualquier cosa que me des’. Yo pensé: ‘Le voy a dar una antología de música india, y, quién sabe, quizás un par de hippies se interesen por la música india’.” Los inversores de la película, deseosos de contar con el nombre de un Beatle en el proyecto, le dieron carta blanca. Liberado de las limitaciones rígidas de los Beatles de Lennon y McCartney, Harrison permitió que su imaginación volara.
Vio un primer corte de la película para cronometrar las secuencias que necesitaban música. “Tenía un reloj a cuerda y vi la película para medir la película con el reloj”, dijo en las notas de la edición de la banda de sonido en 1992. “Escribía la duración en un cuaderno, y después iba [al estudio de grabación], hacía una pieza y la grababa.” Para las ideas más ambiciosas, le cantaba melodías a John Barham -un arreglador y, al igual que Harrison, antiguo estudiante de Ravi Shankar, el virtuoso de la sitar. El amor compartido por la música occidental y la india los haría forjar un vínculo poderoso, y más adelante colaborarían en All Things Must Pass y Living in the Material World, de Harrison.
El trabajo preliminar para la banda de sonido empezó en noviembre de 1967 en los EMI Studios en Abbey Road en Londres. Harrison llamó a un par de viejos amigos en busca de ayuda: Ringo Starr se hizo cargo de la batería, Eric Clapton de la guitarra principal, y Peter Tork, de los Monkees, tocó el banjo. The Remo Four, antiguos compañeros de escuela de Harrison y colegas de la escena de Merseyside, también aparecieron.
Las sesiones continuaron en varios estudios de Londres hasta el 9 de enero, cuando Harrison viajó a los HMV Studios en Bombay (ahora Mumbai) para grabar la mayoría de las composiciones indias. Durante cinco días batalló con viejas máquinas de dos canales, y un aislamiento sonoro pobre. El sonido del tráfico en la calle se coló en varias canciones, principalmente “In the Park”.
Más allá de las dificultades técnicas, estas grabaciones forman las piezas más enriquecedoras del disco. Inmerso en sonidos exóticos, Harrison usó instrumentos comparativamente menos comunes, como el shenai (un instrumento de metal parecido al oboe, típicamente empleado en ceremonias religiosas), el sarod, parecido a un laúd, y un dulcimer de 100 cuerdas llamado santoor. Para traducir su visión musical, recibió ayuda de Shambu Das, otro protegido de Shankar. Antes de su regreso a Londres, también se hizo tiempo para grabar la base de “The Inner Light”, luego lanzado como lado B de “Lady Madonna”, de los Beatles.
El trabajo continuó en Londres, hasta mediados de febrero, cuando Harrison debía viajar otra vez a India para estudiar meditación trascendental con el Maharishi Mahesh Yogi junto a los otros Beatles. Para este punto había gastado 15.000 libras esterlinas en un proyecto que tenía un presupuesto de 600. Harrison pagó la diferencia de su bolsillo.
Era un precio bajo para la mayor prueba de autonomía. Wonderwall Music fue el primer disco solista de cualquiera de los Beatles, al igual que el primer disco editado por su nuevo sello, Apple Records. Lanzado el 1 de noviembre de 1968, durante varias semanas le ganó al Album Blanco. El disco llegó al Top 50 de Billboard en los Estados Unidos, pero a la película que lo había engendrado no le fue igual de bien. El Times destrozó Wonderwall, diciendo que era un “montón de tonterías”, y muchos otros críticos estuvieron de acuerdo.
Harrison luego pasaría a tener una opinión desfavorable del disco, y eventualmente lo desestimó diciendo que era “un montón de cosas con Mellotron y sirenas de policía”. Esta opinión hizo que Wonderwall Music recibiera la dudosa distinción de ser el primer lanzamiento de los Beatles en ser borrado del catálogo de Apple (aunque brevemente). Aún así, muchos elogiaron la audaz colección, considerándola una mezcla innovadora de música occidental e internacional. Quincy Jones describió el disco como la mejor banda de sonido que había escuchado, según el escritor Spencer Leigh.
“Es un disco profundo y psicodélico”, le dijo Dhani, el hijo de Harrison, a Rolling Stone en 2014. “Me acuerdo de que me lo dieran en CD a principios de los noventa, y pensar: ‘¿Qué es esto?’. Estás ahí sentado casi meditando con la música, literalmente babeándote. Después aparece un shenai y te vuela la cabeza... es un disco totalmente volado.”
3 Invitó a los Hells Angels a quedarse en las oficinas de los Beatles en Londres
El 4 de diciembre de 1968, el staff de las oficinas de Apple Records, de los Beatles, en la exclusiva Savile Row en Londres, recibió un mensaje alarmante:
“Los Hells Angels van a estar en Londres durante la próxima semana, en su camino a enderezar las cosas en Checoslovaquia [en referencia a las turbulencias políticas del momento]. Van a ser 12 en total, con camperas de cuero y motocicletas. Sin dudas van a venir a Apple, y escuché que van a intentar usar las instalaciones de Apple. Parecen como si fueran a matarte, pero son muy rectos y hacen cosas buenas, así que no les tengan miedo ni los pongan nerviosos. Intenten asistirlos sin descuidar sus tareas en Apple y sin dejarlos tomar control de Savile Row. George Harrison.”
Para Richard DiLello, el “hippie” de Apple Records, lo inesperado era lo normal. “No pasaba un día sin que hubiera alguna crisis completamente delirante con la que lidiar”, le dijo a Mojo en 2004.
Harrison había conocido a representantes de la controvertida pandilla de motoqueros durante un viaje en San Francisco ese mismo año. “George les dijo: ‘Oh, si alguna vez van a Inglaterra, llámenos’, o algo así”, dijo Neil Aspinall, confidente de los Beatles y futuro presidente de Apple Records, en Anthology. “Un par de meses después las motos estaban en Savile Row con estos tipos diciendo: ‘Bueno, George dijo que estaba todo bien’. Terminaron viviendo en Apple y aterrando a todo el mundo.” (“Así era el amor que había en la época”, señala irónicamente Starr).
Según Harrison, el staff de Apple no se dio cuenta de que llegarían los invitados hasta que estuvieron prácticamente ahí. “Derek [Taylor, el oficial de prensa] recibió una llamada una mañana de la Aduana que decía: ‘Tenemos 17 Harley Davidsons por cuyo flete van a pagar ustedes, ¿esto es correcto?’”. Para que nadie en su staff los “pusiera nerviosos”, Harrison distribuyó el memo. “Era un chiste, pero eran malos”, dijo más tarde.
Afortunadamente para los británicos, la mayoría de los Angels no pudo recibir visas por causas penales o por estar en libertad condicional. Sólo dos llegaron más allá del aeropuerto Heathrow: Frisco Pete y su compañero, con un tatuaje de una swastica, Billy Tumbleweed. En The Love You Make, su libro de memorias, Peter Brown, ejecutivo de Apple Records escribe que su llegada “interrumpió todas las actividades en Apple": "Los empleados se reunían en los pasillos y trataban de no mirarlos, mientras el grupo marchaba por las escaleras con alfombras verdes, caminando junto a las paredes en las que colgaban vulnerables discos de oro, y se dirigía hacia la oficina de prensa, donde yo los esperaba junto a Derek Taylor. Luego de una pausa ligeramente aterradora, le extendí la mano a Frisco Pete y le dije, lo más amablemente que pude: ‘Es un placer conocerlo, con seguridad’, y salí de la habitación”.
Pero no fueron sólo los Hells Angels. “Vinieron muchos otros”, dice Taylor en Anthology. “Una familia sin techo de California se mudó a Apple y vivió en una de las oficinas -madre, padre y varios hijos, mientras los Hells Angels de San Francisco iban y venían... Yo llegaba y encontraba a los Hells Angels sentados en el piso haciendo esas cosas físicas que hacían -rascándose, tirándose pedos, cosas horribles.” El staff se refería socarronamente a ellos como “la Pandilla del Placer de California”, cuando no los podían escuchar.
La Pandilla del Placer llegó justo a tiempo para el festín navideño de Apple el 23 de diciembre, que prometía deslumbrar a los invitados con un mago, un árbol de Navidad, y una cantidad imposible de comida, bebida y drogas -incluyendo un pavo de casi 20 kilos del que se decía que era el más grande en Gran Bretaña. Los preparativos empezaron a las 9 de la mañana, y a las 2:30 de la tarde había una fiesta infantil. Unos niños afortunados devoraron helado y torta, se maravillaron con el show de magia de Ernest Castro y April, y recibieron regalos de Papá y Mamá Navidad -John Lennon y Yoko Ono con disfraces de Papá Noel. Según el libro de memorias de DiLello, The Longest Cocktail Party, la seria risa de Lennon, “Ho, ho, ho”, fue de lo mejor de la noche.
El ambiente era de festividad alegre, hasta que Frisco Pete eligió un modo bastante poco sutil de anunciar que tenía hambre y que las bandejas de hors d’oeuvres no eran satisfactorias. “¿Qué carajo pasa acá? ¡Queremos comer! ¿Qué es toda esta mierda de tener que esperar hasta las siete? ¡Hay un pavo de 20 kilos en la cocina y quiero comerlo ahora!”
La escena se puso fea cuando Pete golpeó la mesa indignado, escribe Di Lello. “John Lennon, en aquella época un vegetariano quisquilloso, miró a la aterradora figura de Frisco Pete totalmente desconcertado. No tenía idea del lanzamiento programado del Pavo Más Grande de Gran Bretaña.” Finalmente, Brown recibió la tarea poco grata de explicarle a Frisco Pete que tenía que esperar un poco más.
Cuando el ave llegó, explotó el infierno. “Entró un pavo enorme en una bandeja grande, cuatro personas llevándola”, describe Aspinall. “Entre la puerta y la mesa donde iban a poner el pavo había 10 metros, pero nunca llegó. Los Hells Angels se abalanzaron y desapareció todo: patas, pechuga, todo. Para cuando llegó a la mesa no había nada. Destrozaron el pavo, pisoteando a unos niños para poder llegar. Nunca vi una cosa así.”
Después de eso, Harrison ni siquiera fue a la reunión. “No fui porque sabía que iba a haber problemas.”
Poco tiempo después del incidente de Navidad, el staff decidió que ya era suficiente. Pero deshacerse de los Hells Angels no iba a ser fácil. “Les pedimos que se fueran de Apple”, insiste Aspinall. “Les pedí yo, pero empezaron a hablar como hippies: ‘Bueno, vos no nos invitaste, así que no nos podés pedir que nos vayamos...’. En otras palabras, George los había invitado, así que George iba a tener que pedirles que se fueran.”
Así que Harrison los confrontó. Como era apropiado en aquella época de libertad, lo hizo de la manera más indirecta que pudo. “Bueno, ¿van a sacar todas sus cosas de acá esta noche?”, le preguntó al grupo. La pregunta retórica fue recibida con un silencio largo e incómodo. Finalmente, uno de ellos contestó: “Hey, man, sólo te quiero hacer una pregunta: ¿Te caemos bien o no?”.
¿La respuesta de Harrison? “Yin y yang, cara y ceca, sí y no.”
Según el cálculo de DiLello, esta respuesta “les jodió la cabeza a todos”. Aspinall explicó el acertijo: “Ya saben, ‘¡váyanse de acá!’. Y ellos dijeron: ‘Bueno, si lo decís así, George, por supuesto’, y se fueron.”
4 Compuso “Wah Wah” el día que se fue de los Beatles.
Noviembre de 1968 había sido un período placentero y productivo para Harrison. Pasó el Día de Acción de Gracias con Bob Dylan en Bearsville, Nueva York, componiendo la delicada balada “I’d Have You Anytime” junto a Dylan, y zapando con The Band, quienes se alojaban cerca, en la célebre casa Big Pink. Cuando regresó a Inglaterra en diciembre, Harrison se sentía rejuvenecido, y listo para retomar su trabajo con los Beatles. “Me acuerdo de sentirme bastante optimista. Pensé: ‘OK, es Año Nuevo, y vamos a tener otra forma de grabación’.”
La nueva forma era filmar y grabar ensayos para un recital en vivo de material nuevo –que sería lanzado como un programa especial de televisión y disco al mismo tiempo, tentativamente titulado Get Back. A pesar del marco conceptual multimediático, la música era intencionalmente más despojada, un rock directo, no muy distinto del espíritu colaborativo de The Band.
Así era, al menos, en teoría. El espíritu colaborativo estuvo notablemente ausente en las sesiones que comenzaron el 2 de enero de 1969 en los estudios de cine Twickenham, y Harrison culpó a McCartney. “En ese momento, Paul no podía ver más allá de sí mismo”, le dijo Harrison a Guitar World en 2001. “Estaba en un buen momento, pero... en su cabeza, todo lo que pasaba alrededor de él era un mero acompañamiento suyo. No se daba cuenta de cuando se metía con el ego o los sentimientos de las otras personas.” (Harrison rápidamente aclaró que McCartney “hacía mucho tiempo” que se había disculpado por los malentendidos del pasado).
Temas que en el futuro serían destacados, como “Let It Down”, “Isn’t It a Pity” e incluso “Something” eran descartados casi sin detenimiento a favor de temas nuevos de Lennon y McCartney. Lo mismo pasó la semana siguiente, cuando Harrison llevó “Hear Me Lord”, que había compuesto durante el fin de semana. Las imágenes de archivo muestran al célebre dúo compositor de la banda tonteando a un costado de la sala mientras Harrison intenta grabar un demo de su última composición. Nunca más la tocaría en una sesión de los Beatles.
No sorprende que ese mismo día más tarde, haya explotado cuando McCartney lo intimidó acerca de un solo de guitarra. “Voy a tocar lo que vos quieras, o no toco nada”, dice Harrison con los dientes apretados. “Voy a hacer lo que vos quieras.” Starr, quien había abandonado brevemente la banda unos meses atrás, en parte por sentirse “dominado” por McCartney, estuvo de acuerdo. “Paul quería decirle cómo era el solo a George, quien le decía: ‘Mirá, soy guitarrista. El solo lo hago yo’”, dijo en The Beatles Anthology. “Y siempre lo hacía, siempre tocaba buenos solos.”
Dos días después, el 8 de enero, Harrison estrenó la canción “I Me Mine”, y la recibieron con aún más indiferencia, incluyendo un comentario sarcástico de Lennon. En represalia, Harrison expresó su frustración acerca de la presencia constante de su pareja, Yoko Ono. “Dylan y otras personas me dijeron que en Nueva York tiene mala fama”, recordó Lennon que había dicho George. Con los nervios apagados por una adicción a la heroína cada vez mayor, Lennon se volvió cada vez más taciturno, reservado y enojado con Harrison.
Las tensiones finalmente explotaron durante una pausa para almorzar el 10 de enero. Aunque no se conocen con seguridad los detalles de la discusión, no es difícil intuirlos. Habiéndose peleado supuestamente a los puños con Lennon, Harrison informó al resto de la banda que se iba. “Estaba demasiado harto de las malas vibraciones”, le dijo a la revista Musician en 1987. “No me importaba que fueran los Beatles.” Después de sugerir sarcásticamente que pusieran un aviso en la publicación NME para reemplazarlo, y se fue con un fulminante “nos vemos en los clubes”.
Regresó manejando a su cabaña en Surrey, agarró la guitarra, y dejó que su ira fluyera con la música. Antes de que terminara la tarde, había compuesto la furiosa “Wah Wah”. Bautizada en parte por el pedal de guitarra, Harrison admitió en I, Me, Mine, su biografía de 1980, que el verdadero mensaje de la canción era: “Me dan un tremendo dolor de cabeza”. Más que una mera despedida de Lennon y McCartney, funcionó como una declaración musical de independencia ante cualquiera que lo hubiera subestimado.
De regreso en el estudio, Lennon hizo lo posible por simular que el problema no era grave. “Creo que si George no vuelve para el lunes o martes, le pedimos a Eric Clapton que toque”, le dijo a Michael Lindsay-Hogg, el director de Get Back. “Tenemos que seguir como si no hubiera pasado nada.” Las mentes más sanas prevalecieron, y la banda realizó una serie de meditaciones. Convencieron a Harrison de que regresara, pero sólo si reducían la producción de Get Back.
Volvió al estudio, pero no verdaderamente a la banda. Luego de que los Beatles se separaron finalmente en abril de 1970, “Wah Wah” fue la primera canción que grabó para su disco nuevo, All Things Must Pass.
5 Le hizo una broma a Phil Collins por su contribución no reconocida para All Things Must Pass.
La conexión de Collins con los Beatles se remonta a 1964, cuando lo contrataron como extra para su primer largometraje, A Hard Day’s Night. En ese momento tenía sólo 13 años, y se pasó el día junto a cientos de otros adolescentes a los que les pidieron que gritaran todo lo que pudieran durante la escena clave del recital para la televisión. Desafortunadamente, su purismo musical terminó costándole tiempo en pantalla. “Querían chicos que gritaran, y yo estaba sentado y quieto, y probablemente por eso me dejaron afuera de la película”, le dijo Collins a Rolling Stone en 2016. “Me acuerdo de haber pensado: ‘Por favor, ¿pueden dejar de gritar? ¡Escuchemos la música!’.”
Su segunda experiencia con uno de los Fabs fue igualmente desilusionante. En 1970 lo llamaron para tocar la conga en una sesión de “The Art of Dying”, que sería incluida en All Things Must Pass. “Una noche me llamaron los managers y me dijeron: ‘¿Querés ir a Abbey Road?’”, recuerda. “Yo dije: ‘Estoy un poco ocupado, acabo de darme un baño de inmersión’. Y me dijeron: ‘Bueno, es para George Harrison’. Yo dije: ‘Voy en taxi’. Entré y ahí estaban Ringo Starr, Billy Preston, Phil Spector, Klaus Voorman, Badfinger, [el guitarrista] Pete Drake, [el manager de las giras de los Beatles] Mal Evans, y George. Spector se presentó de manera brusca. Dijo: ‘¿Quién es este joven, que cree que puede tocar con los Beatles?’.”
Deseoso de demostrar su talento, el joven de 19 años tocó la canción con fuerza bruta durante los ensayos –y en poco tiempo tuvo las correspondientes lastimaduras. Para cuando empezó la grabación, tenía las manos duras, y casi no podía tocar. “Después de 90 minutos, tenía ampollas y sangre. Se tomaron una pausa, y después vino el chofer de Ringo y me dijo: ‘Lo tuyo ya está’.” El sonido de las congas, si es que aparece, no se escucha en la mezcla final. “Cuando salió All Things Must Pass, miré en los créditos y no me mencionaban”, dice.
El propio Harrison ignoró la participación de Collins hasta 2001, cuando estaba armando una edición remasterizada del disco como festejo por su aniversario número 30. Collins y él se habían hecho amigos en las décadas anteriores, así que Harrison decidió divertirse un poco con la superestrella de Genesis. Como disculpas por no haberlo incluido en los créditos del lanzamiento original, le mandó a Collins una versión de la canción que él decía que tenía sus percusiones perdidas.
“Recibí una cinta de George, con la canción en la que yo toqué las congas muy fuerte”, le dijo Collins a EW. “Y pensé: ‘Dios mío, esto suena terrible. De hecho, era una broma de Harrison. Había grabado a Ray Cooper [el percusionista]. [Le dijo:] ‘Tocá mal, voy a grabarlo y mandárselo a Phil’. Yo no podía creer que un Beatle hubiera pasado tanto tiempo haciéndome una broma a mí.”
6 Una vez compuso una canción sobre un pirata, que tocó en la televisión disfrazado de pirata.
Una vez Harrison elogió el programa de televisión cómico de Gran Bretaña, Monty Python’s Flying Circus, y dijo que era “la única cosa sana en la televisión”. Algo acerca del humor anárquico –una extensión del programa Goon Show, de Spike Milligan, de su juventud, llevado hacia sus conclusiones más ilógicas- resonaba en él. “George siempre estuvo convencido de que el espíritu de los Beatles fue directamente a los Python”, le dijo Terry Gilliam, director y miembro de los Ptyhon, a The Telegraph, en 2009. “El año que se separaron fue el año que nosotros nos formamos -1969. George fue nuestro padrino.”
Harrison famosamente hipotecó su mansión de 120 habitaciones, Friar Park, para financiar Life of Brian, su película de 1979, después de que EMI se opusiera al tema de la película, potencialmente blasfemo, y se retiró dos días antes de que el rodaje comenzara. Finalmente, el costo fue de 3 millones de libras. “Pagó porque quería verla”, recordó Eric Idle, miembro de los Python. “Es el precio más alto que alguien haya pagado por una entrada de cine en la historia.”
La experiencia derivó en la creación de Handmade Films, una productora a través de la cual Harrison financió una cantidad de proyectos post-Python (como Time Bandits, A Private Function y Nuns on the Run). Pero además de su trabajo detrás de escena, ocasionalmente colaboraba frente a la cámara.
En el especial navideño de 1975 del programa Rutland Weekend Television de Idle, Harrison hace un largo cameo de sí mismo –o, mejor dicho, de sí mismo vestido como “el Pirata Bob”, un merodeador sorprendentemente convincente, con pata de palo y todo. “No estoy acá para cantar, ¡estoy acá para actuar!”, gruñe. Harrison/el Pirata Bob aparece de manera intermitente a lo largo del programa, interrumpiendo sketches en busca de su gran oportunidad para mostrar sus talentos dramáticos, pero Idle lo rechaza, y quiere que sólo haga de sí mismo.
Al final del programa sube al escenario, acompañado de una banda completa. Después de rasguear la introducción de su éxito “My Sweet Lord”, que luego sería objeto de una batalla por plagio muy famosa, pasa de manera abrupta a una saloma llamada “The Pirate Song”, compuesta por él junto a Idle. Aparecen bailarines con ropa náutica, siguen risas, y bajan los títulos.
7 Fue el primer Beatle en conocer a un presidente de Estados Unidos.
La gira de Dark Horse en 1974 supuestamente le iba a dar la chance a Harrison de tocar temas de su último disco, y de publicitar su adorada música india. Pero puesto que se trataba del primer viaje por Norteamérica de uno de los Beatles desde 1966, la gira fue opacada por una nueva ola de nostalgia por los Fab Four. El desafiante rechazo de Harrison de someterse a su pasado –dijo que los Beatles “no eran tan buenos” en una conferencia de prensa antes de la gira, y se negó llanamente a volver a estar en una banda con McCartney en toda su vida- fue considerado, por muchos, como una herejía. Cualquier vestigio de buena voluntad que quedara se evaporó después de un par de fechas, cuando los críticos destruyeron la voz de Harrison, arruinada por una faringitis, y su insistencia de que la orquesta de Ravi Shankar recibiera una cantidad considerable de tiempo sobre el escenario. El abuso que padeció durante la llamada “Dark Hoarse Tour” [un juego de palabras entre ‘horse’ y ‘hoarse’, que significa ‘ronco’] hicieron que no volviera a salir de gira hasta 1991.
Pero un Jack Ford de 22 años disfrutó del show. El hijo del presidente Gerald Ford, quien había empezado su mandato recientemente, fue al recital del 16 de noviembre en Salt Lake City, y usó sus influencias para pasar al camarín a conocer al grupo. Ford invitó a Harrison y la banda a la Casa Blanca, si tenían tiempo.
El 13 de diciembre, el joven Ford recibió a Harrison, su padre Harry Harrison, y a los compañeros de su gira, Ravi Shankar, Billy Preston y el saxofonista Tom Scott en la puerta de la Casa Blanca, antes de recibirlos en otra sección en la que almorzaron carne y vegetales –mientras sonaba Dark Horse de fondo. Luego de una visita breve en la Executive Mansion, liderada por la hermana de Jack, Susan Ford, esperaron en el Cabinet Room para conocer al mismísimo presidente. “Entramos a la sala de conferencias del presidente, con la mesa ovalada y la silla y los carteles que dicen: ‘Secretario de Defensa’, ‘Secretario de esto y esto otro’, y nos sentamos en las sillas, tonteando”, recuerda Scott. El grupo incluso consiguió encontrar el piano de la casa, y tocaron un poco mientras esperaban.
Al poco tiempo los acompañaron al Salón Oval para su reunión, no tan formal, con el presidente Ford. “George era genial para romper el hielo”, le dijo Scott a Rolling Stone en la época. Consciente de la gran oportunidad para promover una de sus plataformas más importantes, Ford le dio un pin de WIN (“Whip Inflation Now”) a Harrison, quien le dio uno de OM como intercambio. “[Ford] nos llevó a otra sala en la que tenía toda su parafernalia de WIN –posters, relojes, suéteres, remeras”, dijo Scott. “Parecía el depósito de Dark Horse Records [el sello de Harrison], que está repleto de remeras y bolsas y toallas.”
Harrison y Ford hablaron durante casi 20 minutos, y supuestamente tocaron el tema del drama de la deportación de Lennon, que había sido largamente orquestada por el predecesor de Ford, Richard Nixon. David Kennerly, el fotógrafo de la Casa Blanca, estuvo ahí para documentar el momento histórico.
Si bien Harrison admitió que Ford “no estaba muy familiarizado" con su música, encontró que el presidente fue un anfitrión agradable. “Parecía muy relajado. Era más fácil de conocer de lo que esperaba. Podés imaginarte la cantidad de cosas con las que tiene que lidiar.”
8 Estaba fascinado por las carreras de Fórmula Uno, y tenía un auto de un millón de dólares.
El amor de Harrison por los vehículos rápidos es anterior a su pasión por la música. “Tenía 12 años cuando vi el primer Gran Premio de Gran Bretaña de Liverpool, en Aintree”, recordó. “Seguí la Fórmula Uno hasta que empezamos a ser músicos profesionales, e incluso en los sesenta, aunque estábamos muy ocupados, vi un par de carreras, sobre todo en Monte Carlo.”
En cuanto empezaron a llegarle las ganancias de los Beatles, se compró una cantidad de autos poderosos, incluyendo un Jaguar XKE, una Ferrari 365 GTC, y un Aston Martin DB4. El 28 de febrero de 1972, le revocaron la licencia por segunda vez ese año, después de chocar su Mercedes con un poste de luz a más de 140 kilómetros por hora, haciendo que su esposa, Patti Boyd, saliera volando por el parabrisas. Ella se pasaría las siguientes semanas recuperándose de un traumatismo.
El alarmante episodio no fue suficiente para que Harrison dejara de pisar el acelerador. A fines de los setenta se hizo amigo de Jackie Stewart, el retirado tres veces campeón de la Fórmula Uno. “Fue realmente por él que pude ir del otro lado de lo que se ve, y ahí todo es mucho más interesante”, dice Harrison. “Jackie era el campeón mundial más franco, y vivió para contar la historia.”
Aunque este deporte pueda parecer en principio extraño para un hombre que muchas veces desestimó el mundo secular en favor de búsquedas más sagradas, Stewart insiste que la F1 tiene un costado más meditativo, casi espiritual. “Cuando llevás un auto de carrera a su capacidad más extrema, y de tu propia capacidad, es una emoción y una experiencia muy única”, dijo en Living in the Material World, el documental de Scorsese de 2011. “Cuando pasa eso, tus sentidos son muy intensos. Creo que es eso lo que George vio en las carreras. Hablábamos mucho de cosas así: sentidos potenciados, las sensaciones, el tacto, tus pies... Si escuchás a un guitarrista realmente bueno, o a un músico realmente bueno, y cómo pueden hacer que la guitarra hable, o que el teclado hable, es otra intensificación de los sentidos que está más allá del entendimiento, o del conocimiento de cualquier hombre o mujer normales.”
Más tarde Harrison homenajearía a Stewart, y a toda la F1, con “Faster”, su canción de 1979. Las ganancias fueron destinadas a apoyar a la organización contra el cáncer de Gunnar Nilsson, el fallecido conductor, quien había fallecido de esa enfermedad un año antes. El video tiene a Harrison en un auto que maneja Stewart. “Es fácil escribir acerca de motores V-8 y todo eso -pero habría sido una estupidez”, le dijo Harrison a Mick Brown en 1979. “Pero me gusta la letra porque puede pensarse que habla de un conductor o de cualquiera, y si no tuviera los ruidos de los motores, también podría ser sobre los Fab Four -los celos y esas cosas.”
En 1994, Harrison se volvió una de las 100 personas que pidió un McLaren de Fórmula Uno para él. Ese auto supuestamente alcanzó los 370 kilómetros por hora, y costó más de 640.000 libras -o 984.000 dólares-.
“Después de ordenar el auto de F1, George empezó a contar las semanas”, dice Gordon Murray, diseñador de McLaren, en Living in the Material World. “Cada auto se construía en tres semanas. Estaban realmente hechos a mano. Casi nos vuelve locos mientras lo construíamos: ‘¿Pueden ponerle tal o tal cosa?’. Pero fue divertido. Cuando se acercaba el momento de pasar a buscarlo, ya no veía la hora. Le encantaba el auto, no sólo porque era algo que había visto desde su nacimiento, le gustaba como un auto deportivo. Manejarlo es una experiencia que te da miedo: 630 caballos de fuerza, sin sistema de antibloqueo de ruedas, sin dirección asistida, sin control de tracción. Le encantaba todo eso. Y le encantaba el ruido que hacía.”
9 Bautizó a los Traveling Wilburys a partir de un error en el estudio.
El mejor supergrupo de la historia tuvo un comienzo azaroso, de modo que es apropiado que recibieran su nombre a partir de un término inventado por Harrison para referir a un accidente. La palabra “Wilbury” fue inventada mientras trabajaba en Cloud Nine, de 1987, con Jeff Lynne como co-productor. Cuando aparecían errores de grabación causados por equipos defectuosos, Harrison le aseguraba a Lynne: “We’ll bury’em in the mix” [“Los enterramos en la mezcla”]. Finalmente redujeron la frase a “Wilbury”, un término para describir pequeños errores e imperfecciones.
Harrison volvería a usar el término en la primavera de 1988 durante una sesión relajada con amigos en Los Angeles. Le habían asignado la composición de un lado B para un single de 12 pulgadas europeo, así que llamó a Lynne, quien estaba ocupado producido un disco nuevo para Roy Orbison. Durante la cena, el trío se puso de acuerdo para trabajar en la canción, aún no compuesta, juntos, y Harrison sugirió que fueran “a la casa de Bob” para armarla. La casa en cuestión era la residencia de Bob Dylan en Malibú, que tenía un estudio casero en el garage. Dylan contestó la llamada telefónica de Harrison (apenas sonó una vez, según la leyenda) y el plan estaba en acción.
Pero primero Harrison tenía que hacer una parada técnica en la casa de Tom Petty para recuperar una guitarra que le gustaba. Durante el desvío, invitó a Petty a las sesiones, y la el grupo de amigos pasó a ser de cinco miembros. Poco tiempo después, los músicos estaban haciendo una barbacoa mezclada con una zapada improvisada. Harrison notó una vieja caja en el garage con una etiqueta que decía “Handle With Care” [“Manéjese con cuidado”]. Esto fue la inspiración para la primera frase de la canción que llevaría ese título: “Been beat up and battered ‘round”. El resto de la canción salió rápido.
Los ejecutivos de Warner Brothers sintieron que la canción era demasiado fuerte para desaprovecharla en un lado B, y le pidieron a Harrison que siguiera con el proyecto. El quinteto se volvió a reunir en el estudio casero de Dave Stewart, el miembro de Eurythmics, en Los Angeles durante nueve días en mayo de ese año, donde armaron las pistas básicas para todo el disco. Cuando lo forzaron a bautizar su nuevo grupo, Harrison sugirió “The Trembling Wilburys”. Otro miembro, algunos dicen que fue Lynne y otros que fue Dylan, sugirieron que “Traveling” era una mejor idea.
10 Casi ponen una canción suya en la primera sonda interestelar de la NASA.
Cuando Damon Hill, campeón de Fórmula Uno y amigo de Harrison, expresó su deseo de viajar en cohete al espacio, el músico sacudió la cabeza mofándose: “No, man. El espacio interior, no el espacio exterior”. Irónicamente, algunos científicos quisieron mandar una de las más adoradas canciones de Harrison a los confines más lejanos de la galaxia.
A mediados de los setenta, la NASA estaba en plena construcción de dos sondas espaciales, Voyager 1 y Voyager 2, diseñadas para ser los primeros objetos hechos por humanos que viajarían más allá de la heliosfera, hacia el espacio interestelar. Como mensaje para cualquier ser extraterrestre que pudiera toparse con ellas, ambas naves estaban equipadas con una grabación de cobre de 30 centímetros. Esencialmente eran cápsulas de tiempo sonoras, y contenían sonidos elegidos para expresar una muestra representativa de la vida y la cultura en la Tierra.
“La nave será encontrada, y la grabación será escuchada sólo si hay civilizaciones en el espacio interestelar”, señaló Carl Sagan, el célebre astrónomo y escritor, que dirigió el proyecto. “Pero el lanzamiento de esta ‘botella’ al ‘océano’ cósmico dice algo muy esperanzador acerca de la vida en este planeta.” Luego de un agotador proceso de selección de un año, los sonidos elegidos incluyeron truenos, el canto de aves, código Morse e incluso ondas cerebrales. Las selecciones musicales también eran diversas, incluyendo composiciones de J.S. Bach, Blind Willie Johnson y Valya Balkanska, la cantante folk búlgara. Si hubiera prevalecido la intención de Sagan, “Here Comes the Sun” habría estado entre ellas.
“En gran medida, los Beatles eran la opción más obvia para incluir en la música”, le dijo Jon Lomberg, principal colaborador artístico de Sagan, al escritor Jim Bell en 2015. “Seguían en la cima de su fama, aunque se habían separado hacía cinco años. Hubiera sido como poner Shakespeare -¿quién va a decir seriamente que Shakespeare no pertenece a los grandes éxitos de la literatura de la Tierra? Los Beatles eran el pico máximo de los logros musicales occidentales en la época.”
A los cuatro miembros de la banda les encantó la idea, pero EMI Records, que tenía los derechos de la canción, se opuso al plan. En lugar de esa canción, Sagan incluyó el clásico de rock de Chuck Berry, “Johnny B. Goode” -lo cual probablemente también hubiera contado con la aprobación de Harrison-.
Jordan Runtagh
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