Conociendo Rusia
Ciudad: Buenos Aires
Suena como: pop-rock elegante, romántico y pegadizo
"Me siento más cerca de un tanguero que de un trapero, porque sigo apostando a un género que ya no es la tendencia", dice Mateo Sujatovich. Al frente de Conociendo Rusia, su proyecto de pop-rock, "el Ruso" logró torcerle el curso a una auspiciosa carrera de guitarrista de sesión. "Fue como darme un regalo", asegura Mateo. "Grabar un disco era una cuenta re pendiente para mí".
Hijo de Leo Sujatovich, tecladista de Spinetta Jade, Mateo creció rodeado de leyendas: a los 14 aprendió guitarra con Claudio Gabis, curtió la intimidad artística de Spinetta y, antes de los 20, ya grababa con Fito y tocaba con Juanse, Lito Vitale y Marcela Morelo. Después, junto a su padre, formó parte del Club Atlético Sujatovich, un estudio que realiza jingles y música para películas y publicidades (aprendió el oficio haciendo canciones para Zamba, de Paka Paka). Sin embargo, la clave fue Detonantes, la banda de secundaria que compartía con Joaquín Carámbula. "Esa fue mi escuela de rock", dice sobre aquel proyecto con influencias de los 70.
El final de Detonantes y el colapso de una relación amorosa impulsaron a Mateo a componer sus propios temas. El resultado fue Conociendo Rusia, un disco de canciones románticas y elegantes que, desde su edición en marzo del año pasado, se propagó con hits adherentes como "Loco en el desierto", y lo ubicó cerca de bandas como Usted Señálemelo, Louta y Bandalos Chinos.
Ahora, Mateo tiene terminado un segundo disco producido por Nico Cotton, que sale el mes que viene. "Lo que más me interesa es poder componer lo que se me cante el orto, sea rock, pop o reggaetón", dice. "Quiero ser fiel a lo que me gusta". Juan Barberis
The No-Maddz
Ciudad: Kingston, Jamaica
Suena como: Reggae de la era dorada
En una visita reciente a Nueva York desde su Jamaica natal, los No-Maddz entraron a una disquería en busca de la sección de reggae, pero solo había unos pocos álbumes en la parte de atrás. "Tratan al género como si fuera un nicho", dice Sheldon "Sheppie" Shepherd con un suspiro. Everaldo "Evie" Creary, su compañero de banda, asiente: "¿Quiénes son los nuevos Bob o Tosh?". La ambición siempre ha sido clave para el dúo. Durante casi dos décadas, han estado empujando los límites del reggae al mismo tiempo que honraban sus raíces. En 1998, Shepherd y Creary se conocieron en el taller de teatro del Kingston College, la reconocida escuela secundaria jamaiquina; a principios de la década pasada, empezaron a desarrollar su autodenominada "poesía dub". En el camino, Shepherd y Creary continuaron expandiendo su alcance. Aparecieron en una publicidad de Puma (que usó su hit burbujeante "Puka Poo") y después grabaron un disco con Sly & Robbie.
Coproducido junto a MC Walshy Fire de Major Lazer, Heaven on Earth, su próximo disco, combina hip-hop ("Beat Dem Down", una colaboración con el actor Idris Elba) y música disco old-school ("Wretched of the Earth"). "El público entiende el reggae como algo del pasado", dice Shepherd. "Necesitamos que vean que vamos en la dirección correcta". David Browne
Dabow
Ciudad: El Bolsón/Buenos Aires
Suena como: Skrillex meditando en el medio de un festival
"Mi música es lo opuesto a mi personalidad", dice con tono relajado Nehuén Garro, más conocido en el circuito de la electrónica global como Dabow. Sus tracks combinan trap con espíritu de dancefloor y suenan en escenarios cargados de pirotecnia en festivales como el Tomorrowland de Bélgica, a miles de kilómetros de donde fueron creados: hasta hace poco, Dabow vivió y trabajó en el centro de yoga de sus padres en El Bolsón. Fue ahí que, entre sesiones de meditación, empezó a producir bombas de bass-music con el Fruity Loops que su papá tenía instalado en su computadora.
Hace cinco años, subió sus primeras producciones a Soundcloud y vio cómo le llegaban propuestas de algunos sellos fuertes de la escena, como Mad Decent, de Diplo, que el mes pasado le editó un nuevo remix. A punto de cumplir 27, Dabow se instaló definitivamente en Buenos Aires para impulsar la faceta live de su carrera, con más fechas acá y en el exterior, y sueña en grande cuando ve videos de los Chainsmokers poniendo "Olé", uno de sus tracks, mashupeado con el clásico dance "Kernkraft 400" de Zombie Nation en sus sets. "Me flashea mal ver a artistas tocando mis temas, me dan ganas de estar ahí", dice. "Quiero seguir trabajando para llegar a Tomorrowland o cualquier Lollapalooza del mundo". Emilio Zavaley
Roddy Ricch
Ciudad: Compton, Estados Unidos
Suena como: Una nueva cepa triste de hip-hop de la Costa Oeste
La fórmula que convirtió a Roddy Ricch en uno de los raperos más excitantes del planeta es simple; tan simple que parece desconcertado cuando uno le pide que la explique. "Mierda, yo le pongo un poco de armonía a lo que rapeo... y listo", dice el MC de 20 años.
Lo que esa descripción omite es la calidad extrañamente conmovedora de su voz. Espectral y fuertemente autotuneada, con influencias del trap de Atlanta pero también del drill de Chicago, esa voz hace que este nativo de Compton se destaque en una región dominada por la ostentación gangsta.
De adolescente, Ricch se involucró con las pandillas locales y eventualmente cayó en la cárcel, una experiencia que describe como un punto de inflexión. "Cuando salí, eso fue todo", dice. "Me dije: ‘Voy a estar todo el día en el estudio en lugar de en las calles, y voy a hacer que funcione’".
El salto definitivo llegó en 2018 con "Die Young", una colaboración con los productores London (Young Thug) y Rex Kudo (Post Malone) que introducía el tema central de los tracks de Ricch: escapar de la muerte persiguiendo la riqueza. Su canción más popular al momento es "Project Dreams" de Marshmello, un extraño caso de crossover exitoso entre la EDM y el hip-hop que fue reproducida más de 125 millones de veces. "Me dijo que quería meterse en mi mundo", dice Ricch. "Yo le dije: ‘No seas tímido. Hagamos algo que sea de los dos’".
Ricch respeta el legado de hip-hop de Compton y describe a su ciudad como "muy, muy cultural". Pero se apresura en mencionar que las visitas familiares a Atlanta y Chicago, más la influencia de algunas figuras clave como Speaker Knockerz y Future, también moldearon su sonido. "Lo que yo quería era fundar una nueva tradición en mi ciudad", dice. Charles Holmes
Sam Fender
Ciudad: Newcastle, Inglaterra
Suena como: Si Bruce Springsteen fuera un millennial del Reino Unido
Durante su infancia en Newcastle, Inglaterra, Sam Fender se obsesionó con Bruce Springsteen. "Es una ciudad costera que parece un parque temático venido a menos, como Asbury Park", dice este chico de 23 años, trazando un paralelo entre él y el hombre al que considera "un superhéroe". Su mezcla personal de brit-pop e indie-rock de los 2000 lo llevó de tocar en clubes a festivales como Reading, y a ganar el Critics’ Choice Award, que en el pasado fue de Adele y Sam Smith. En el resto del mundo es un artista chico, pero se muere por salir de gira. "Me encanta irme de casa", dice. "Se siente como volver a empezar". Andy Greene
Homer el Mero Mero
Ciudad: Cutral Có
Suena como: Gangsta-rap patagónico
La primera noche que Homer el Mero Mero pasó en Buenos Aires, durmió en una comisaría. Llegó con algo de droga en los bolsillos desde Cutral Có, una pequeña ciudad de Neuquén en la que una infancia difícil y las desigualdades de la actividad petrolera lo llevaron a formarse en la calle. "Allá tenés que salir a buscarte lo tuyo y hacerte respetar o te comen los cacos", dice sobre esa época en la que también conoció el freestyle y empezó a escribir. En 2016 grabó Solo negocios, un debut de hip-hop hostil, casi gangsta, y junto a C.R.O. armó el grupo de rap Bardero$. Luego se vinieron a Capital.
Fue en Buenos Aires donde Homer se convirtió en un referente extraño de la escena: un rapero de la vieja escuela que se codea con el trap local. "Lo mío es el boom bap", dice. "Me identifico con Notorius B.I.G., un atorrante". Gracias a la participación de traperos como Duki e Ysy A, los videos de En Punga (2019), su nuevo álbum, superan los cinco millones de reproducciones.
Mientras empieza a pensar en su primer libro y se prepara para girar por el exterior, Homer se muestra contento con su disco, que dice que no podría haberle salido mejor. Sus colegas, que suelen señalarlo como el mejor rapero de Argentina, coinciden. "Ser exitoso es venir del lugar del que vengo yo y vivir tranquilo", dice. "Así que claro que tengo éxito". Juan Facundo Díaz
Nasty Cherry
Ciudad: Londres, Inglaterra; y Los Ángeles, Estados Unidos
Suena como: Una banda de chicas de la MTV de los 80 guiadas por el espíritu rebelde de Charli XCX
"Siempre quise trabajar con una banda de chicas", dice la popstar británica Charli XCX. "Pero con una que tuviera cierta energía de rock & roll". Con ustedes, Nasty Cherry: un cuarteto con integrantes de Londres y el sur de California. Charli no es una de ellas, sino que cumple un rol de productora general.
"Festejó su cumpleaños en Palm Springs con unas 50 personas, y al día siguiente nos juntamos en un restaurante mexicano y me dijo: ‘Tengo una idea’", dice Chloe Chaidez, la guitarrista de Nasty Cherry, que conoció a Charli cuando Kitten, su banda anterior, le hizo de telonera en un show de una de sus giras. Charli también reclutó a Debbie Knox-Hewson, la baterista que suele acompañarlas en sus propios tours, y luego a la modelo y fotógrafa Gabbriette Bechtel, a quien, confiesa, "siempre stalkeaba en Instagram en busca de referencias visuales nuevas para mí".
Bechtel nunca había cantado en su vida, pero se grabó y le mandó el audio a Charli. "No lo podía creer", dice Charli. "Tenía una voz herida y hermosa, y fue como: ‘OK, Gabbriette es la bomba’". Georgia Somary, la bajista, también era inexperta. "Me gustaba la música, pero nunca creí que fuera una opción para mí", dice.
Las músicas se mudaron a una casa juntas y empezaron a ensayar. La primera noche pidieron pizza. "Se sentía todo muy natural, por más ‘manufacturada’ que fuera la banda", recuerda Knox-Hewson.
Nasty Cherry debutó en marzo con "Win", un tema punk que recuerda a Sky Ferreira y la new wave de los 80. Charli las ayudó a escribir la canción, pero, en general, mantiene distancia mientras la banda trabaja en su próximo EP. "Si me necesitan, me llaman", dice. "De lo contrario, me gusta verlas hacer lo suyo". Brittany Spanos
Tierra Whack
Ciudad: Filadelfia, Estados Unidos
Suena como: Una chica supercreativa que juega con los límites del hip-hop en 2019
Si lo hubiera hecho cualquier otra persona, Whack World, el debut de Tierra Whack, habría sido apenas un truco de marketing. El disco de esta rapera de 23 años consiste en 15 tracks de un minuto, todos bien diferentes y particulares. La idea empezó como un experimento, pero terminó siendo una carta de presentación. "¡Y sigue creciendo!", dice ella sobre la reacción del público.
El lanzamiento desembocó en dos giras mundiales, una amistad con André 3000 de Outkast ("Acaba de cumplir años, anda muy bien"), y una reunión con Erykah Badu en París ("Es más cool que la mierda"). En junio pasado, Whack finalmente renunció a su trabajo como portera de un condominio de lujo. Ahora, dice, está lista para dar un paso al frente. "Tenía ganas de darle a la gente algo de música que durara más de un minuto", dice sobre las cinco canciones que editó este año.
Actualmente, Whack está trabajando en su próximo disco y soñando con nuevas ideas para unos shows en vivo cada vez más ambiciosos, en los que atraviesa diferentes paisajes psicodélicos. "Es tipo: ‘Man, necesito darle a la gente una experiencia’. Necesito traerlos a mi mundo", dice. "No pienso en otra cosa en todo el día". Brendan Klinkenberg
Mora y Los Metegoles
Ciudad: La Plata
Suena como: Los Redondos haciendo dream-pop
"Tenés que venir a tocar tus canciones", le dijo un grupo de estudiantes de cine a Mora Palvi en 2016, mientras buscaban juntar fondos para filmar un corto. Hacía un año, ella había recibido su primera guitarra criolla y todavía estaba aprendiendo, así que no había nada parecido a "sus canciones". Pero igual se sentó a escribirlas. "Me empujé a hacerlo", dice Palvi tres años más tarde. "Siempre necesité un poco de disciplina".
Mora y Los Metegoles nació en 2017, cuando Palvi (voz y guitarra), Narf Álvarez (guitarra), Manoloide (bajo, luego reemplazado por Joaco Millón) y Lautaro Osácar (batería) se juntaron a grabar los cuatro temas de su primer EP homónimo. "Está pobremente arreglado, pero queríamos existir en internet", dice Palvi. Las formas sinceras y los vivos explosivos de Courtney Barnett ("un quilombo bárbaro") funcionaron como norte para la platense de 23 años. "No tengo otros referentes, y menos en el circuito local del rock oscurito que estamos haciendo, que está muy copado por chongos".
Dejen dormir (2019), su primer LP, tiene las huellas de La Plata por todas partes. Desde "El rayo", que inaugura el disco con una escena de la Facultad de Bellas Artes –donde algunos de los integrantes de la banda se conocieron y Palvi escribió sus primeras canciones–, resulta difícil pensarlos por fuera del circuito que gestó sellos como Laptra. En "A 100 en bajada", rompen el platensómetro con guitarras ricoteras que acompañan el relato de un secuestro contado desde el baúl de un auto y que, casi a modo de homenaje, completaron con solos de saxo. En el arte de tapa, los cuatro músicos se abrazan con vestuarios improvisados, al centro de una foto que está tratada como si fuera una pintura. "Nosotros nos movemos por intuición", dice Palvi. "Pero en este disco ya no estamos jugando". Paz Azcárate
Ms Nina
Ciudad: Madrid, España
Suena como: Neoperreo sucio y degenerado
Cuando era chica, en la casa de Ms Nina en Saldán, a una hora de Córdoba capital, sonaban Damas Gratis, Rodrigo y la Mona Jiménez, de quienes todavía es fan (de la Mona no tanto, "por degenerado"). Esa fue la base desde la que se gestó su reggaetón latinísimo y feminista. "Mi música es para bailar", dice. "Me inspiro en los que me rodean".
Jorgelina Torres nació en 1990 y, 14 años más tarde, su familia se mudó al sur de España. Graba música desde hace apenas cinco años: nunca pensó que podía cantar, pero, gracias a su amiga La Favi, una trapera española con la que hangueaba en su estudio, se animó a tirar unos versos. Fue el empujón que necesitó para crear "Tu sicaria", su hit viral de 2016, un dembow pegadizo y lo-fi con sirenas y tiros. Tres años después, ya con varios temas convertidos en himnos fiesteros ("Traketeo", "Noche de verano"), sacó su primer mixtape Perreando por fuera, llorando por dentro. "Hay muchas canciones chulas, algunas más románticas, otras más de trap, y colaboraciones con productores guay", dice.
Antes de escribir rimas sobre su culo y declaraciones del tipo "Tengo yo el secreto para la tristeza/ Un poco de perreo, un poco de cerveza" ("Los Ángeles"), Nina, influenciada por la estética ochentosa del vaporwave, hacía piezas visuales que posteaba en Tumblr: así se hizo conocida en internet. Ahora, dice, quiere seguir con el perreo. Sabe que lo que le está pasando –miles de fans en Europa y América Latina y millones de reproducciones– se puede acabar, y su instinto le dice que los haters están equivocados. "La gente te puede echar abajo", dice. "Pero siempre hay que confiar en una misma". Juliana Mendoza
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